País agitado y enardecido por los odios de los partidos, el Perú según Mendiburu, había sido campo singularmente propicio para la diatriba y la impostura. Los historiadores que se ocuparan del período nacional no iban a encontrarse con fuentes adecuadas para su tarea, pues la prensa periódica era el más vivo testimonio de la difamación e iba a suministrarles datos falsos a través de sus versiones infames. La calumnia no desaparecía por sí misma ni la verdad recobraba sus derechos simplemente con el paso de los años. Tampoco se podía esperar justicia de la reflexión y del criterio del público, indiferente y pasivo cuando no era ligero y crédulo. Nada más perjudicial, por eso, que el silencio de la moderación. Así nacieron sus memorias empezadas en 1855 y continuadas durante los años siguientes, como que hay pasajes en ellas con alusiones a los años de 1868 y 1869. Todavía siguen inéditas. Abarcaron desde los comienzos de su carrera pública hasta la caída del régimen de Pezet en noviembre de 1865. En los extensos originales utilizados para el presente libro faltan, a pesar de constar de más de 970 páginas mecanográficas de gran formato, los años comprendidos entre 1858 y 1863 y entre los comienzos de la administración de Pezet y la firma del Tratado VivancoPareja. Una enumeración de algunos de los rasgos más saltantes en su contenido puede dar una idea aproximada acerca de la importancia que reviste este precioso documento. Sobre las campañas de Intermedios ofrece noticias interesantes. Mendiburu cree que no está probada la traición de Riva Agüero y afirma que Tagle nada tuvo que ver con la defección del Callao. Especial importancia ostentan las páginas sobre la campaña de Colombia, empresa que censura por precipitada. Hay aquí un testimonio de primera mano que parece inobjetable acerca de la bizarra conducta de Gamarra en la batalla de Tarqui y sobre otros episodios, como el de la escena en que La Mar apa rece firmando el convenio de Girón "inundado su rostro en lágrimas". En relación con la tenacidad sorprendente de las intrigas de Santa Cruz en el Perú 1827 y 1854 presenta numerosos datos. Cor ta es la referencia sobre la primera administración de Gamarra aunque da idea de las conspiracio nes incesantes, los excesos periodísticos y los rumores inverosímiles entonces propalados. La sorpresiva prisión de La Fuente por Orbegoso en 1834 es exhibida con vívidos colores, ase verando que la urdieron con calumnias sus enemigos que de ello se jactaban después. Aclara la conducta de Salazar y Baquíjano al reconocer en 1835, cuando estaba desamparado y fugitivo, a Salaverry para facultar su labor de caudillo nacional contra el plan de dividir e invadir el Perú. Las páginas sobre este personaje revisten máximo interés. La referencia a los decretos que permitieron el duelo entre los militares e impusieron la pena de muerte por la deserción tienen un valor psico lógico. El diálogo entre Salaverry y Mendiburu cuando aquel obligó a este a aceptar la prefectura de Arequipa parece un choque de espadas: "Irá U.", "No iré", "En este momento marchará U.". En otro pasaje cuenta cómo el jefe boliviano Magariños divulgó una proclama falsificada de Salaverry fechada en Congata anunciando el saqueo de Arequipa. Aclara punto por punto su propia con ducta durante la campaña, en la batalla de Socabaya y a través de los sucesos que la siguieron. Las causas de la derrota (según afirma) fueron haber estado los peruanos en número inferior, con mal armamento y desprovistos de municiones y haber atacado al enemigo en desventajosa situación y sin tener reunidas las tres armas, a todo lo cual se agregaron la adversa opinión regional y el cisma provocado por la actitud de Gamarra. Importantísimas son las revelaciones acerca de los propósitos y de los actos de Orbegoso y de Nieto en el período que siguió a Socabaya. Los errores de Orbegoso (sobre quien incidieron en esos momentos simultáneamente los más opuestos consejeros) y la inquina de Gamarra y de sus principales prosélitos contra el Presidente legalmente elegido en 1834 están muy bien analizados, así como las circunstancias anómalas dentro de las que se libró la batalla de Guía. El sagaz carácter de Gamarra singularmente dispuesto a buscar el entendimiento con antiguos y resueltos adver sarios, a pesar de las muestras de intransigencia a que lo condujo su rencor contra Orbegoso, se destaca con nitidez. Sobre las negociaciones diplomáticas con Bolivia en 1839 quedan esclareci dos muchos puntos. La Regeneración de 1841 no es para Mendiburu, erróneamente sino una
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funcionario, considerado como eXPerto en La artiLLerÍa y en La ciencia de La hacienda PúbLica, desde 1855 [mendiburu] habÍase consagrado, sin embargo, a otra actividad comPLetamente distinta: La investigación histórica.
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