El retrato de Vivanco es de otro estilo. El oficial que durante la campaña de Colombia hablaba de los "ciudadanos soldados" aparece sirviendo luego al autoritario gobierno de Gamarra para dirigir el Colegio Militar donde los cadetes aprendían a declamar y a representar tragedias. El caudillo de 1841 resulta el autor de un absurdo decreto protector de las viñas y poniendo trabas al azúcar. El amigo y protegido de Ballivián después de la batalla de Ingavi se hace notar entonces por tantos remilgos que (según Mendiburu) el Presidente boliviano llegó a decir: "Este caballero quiere que le pongan la papilla en la boca y le muevan luego las quijadas". Extraño personaje, sin embargo, que sorprendió al presidente Menéndez con una carta en la que le decía: "Es tal mi confianza en la rectitud de U. que de todos modos me entregara a ella aunque se me convenciera de que U. mandaría ejecutar en mí la sentencia a que me hizo condenar el bueno de D. Agustín" (se refería aquí a la sentencia de muer te dada en la época de Gamarra). Pero este mismo cortesano llegó a afirmar en una proclama cuan do se proclamó Supremo Director: "Si quieren sangre yo les daré sangre y cuando sus almas viles bajen a los infiernos y sus inmundos cuerpos sirvan de pasto a los perros y a los buitres...". Este es el mismo autor de un decreto que dio reglas impracticables para la industria pastoril y de otros reem plazando las medallas militares de la Independencia por una creada por él, o estableciendo los gra dos de brigadier y comodoro, u ordenando poner escudetes en las banderas de los batallones. Militar petulante, recibe críticas profesionales por sus directivas en la campaña de 1844 y, sobre todo, en la campaña de 18571858. En esta última (según Mendiburu) erró al no atacar a las fuerzas de Moquegua, al no sublevar Cuzco y Puno, al poner excesiva credulidad en los anuncios y promesas de Pezet y de Juan Antonio Torrico sobre una sublevación en la capital, al hacer desembarcar sus tropas en el Callao con banda de música, al no cuidar de que hubiera agua y víveres en las trincheras de Arequipa y al estar ocupado cuando llegó el momento culminante de la batalla por la posesión de esta ciudad, en hacer el diseño para una nueva condecoración. Datos y detalles en abundancia contienen las biografías que dejó inéditas Mendiburu. El histo riador actual o del futuro que las utilice debe sin embargo examinarlas críticamente, tomando en cuenta las vicisitudes de su biografía personal (ampliamente relatadas en sus memorias), los efec tos de tales incidentes sobre sus ideas y creencias, sus simpatías y antipatías personales y también sus permanentes puntos de vista ideológicos. En distintos pasajes se posan como fantasmas las mismas tristezas que aparecen en las memorias. Inconsecuencias y deslealtades predominan en el Perú; todos o casi todos los personajes engañan a todos. Al referirse a la manera de pensar que predomina en Lima dice: "ciudad que se complace cuando la mandan extraños y más si son indig nos de la autoridad y viciosos porque tal es la emulación y envidia que se tienen unos a otros los naturales, prontos para deshonrarse entre sí". En otro lugar habla de "los avances cancerosos de la demagogia" y esa frase se halla latente siempre que se ocupa de los liberales. En conjunto, el aporte de Mendiburu para la historia republicana, a través de sus memorias y de sus biografías, es formidable; pero quien las lea deberá evitar creer ciegamente todo lo que ellas dicen, del mismo modo como necesitará someter a examen cuidadoso lo que sus enemigos escri bieron acerca de tan importante y combatido hombre público. Ni debe predominar en la posteridad la versión que sobre Mendiburu difundieron sus triunfantes adversarios cuando él vivía, ni tampoco, en forma exclusiva, la que él trazó meticulosamente para dejarla sellada con el fin de que fuese abier ta en los tiempos en que ellos ya no existieran y a los que muchos de esos enemigos suyos no envia ron su mensaje. Por otra parte, la visión que suministran las biografías, a veces repetidas en cuanto a los hechos por ellas aludidas, suele ser fragmentaria dando preferencia a guerras civiles y conjuras.
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[ XIV ] laS reVolucIoNeS de areQuIpa de ValdIVIa: el pueBlo coMo perSoNaJe ceNtral.- En 1874 apareció, en la imprenta de La Opinión Nacional, el libro de Juan Gualberto Valdi via Memorias sobre las revoluciones de Arequipa desde 1834 hasta 1866. En el prólogo afirmaba que
[ CAPÍTULO 24 ] PERÍODO 3
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