estado provista oportunamente. Recibió instrucciones que le ordenaban interponer la mediación; pero demoró en cumplirlas para gestionar que Bolivia las solicitara primero o, en todo caso, tener la certeza de su aceptación, pues no quería exponerse a un rechazo desdoroso (nota de 6 de febrero de 1879). El 4 de ese mes el ministro de Relaciones Exteriores Martín Lanza lo invitó a una conferencia y "con el tratado secreto en mano" dio lectura al decreto que rescindía el contrato de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta. "En seguida me interpeló si tenía instrucciones para acordar lo necesario al cumplimiento del tratado aludido", según refirió Quiñones a su Cancillería en nota de 5 de febrero. El tratado secreto no figuraba en el archivo de la legación peruana en La Paz cuyo desorden era grande y algunos empleados creían por ello que no existía (nota de Quiñones el 12 de febrero). A Quiñones no se le había dicho nada acerca de dicho pacto. El canciller Martín Lanza, sin acuerdo y contra la opinión de sus colegas y de Daza, se manifestó luego ante el ministro chileno propicio al arbitraje; y hubo de renunciar (6 de febrero). Quiñones, ante la rapidez con que se iban sucediendo los acontecimientos, prescindió de sus maniobras dilatorias, se presentó ante el nuevo ministro encargado del despacho de Relaciones Exteriores Eulogio Doria Medina el 13 de febrero, y planteó la mediación. Doria Medina repuso que su Gobierno contestaría después de que llegara el correo del exterior por la vía de Tacna. El ministro chileno Pedro N. Videla aceptó la actitud de Quiñones y le pidió que la mediación tuviese resultado inmediato, como que al día siguiente solicitó sus pasaportes. A Quiñones pareció sumarse, por un momento, el ministro brasileño Leonel de Alencar; pero luego se inhibió "en vista de las dilaciones con que correspondía el Gobierno boliviano" según manifestó Quiñones a su Cancillería el 22 de febrero y tomando en cuenta, asimismo, el hecho consumado de la remisión de los pasaportes al ministro chileno seguida por el retiro de este. Quiñones creyó ya encontrar en esos momentos una buena disposición de Doria Medina para su gestión, y se dirigió donde Videla a rogarle que demorase su viaje y acudiera a una conferencia, a lo que Videla se negó insistiendo en que las tentativas pacifistas se hicieran ante los dos ministros de Relaciones Exteriores. Ya Antofagasta había sido tomada por las fuerzas chilenas y Videla no lo podía ignorar (nota de Quiñones el 22 de febrero). Quiñones se había formado, desde antes de que resultaran fallidos sus esfuerzos, un claro concepto acerca de la firme voluntad de pugna que en esos momentos movía tanto a los diri-
MelcHor coNcHa Y toro (1833-1892)
este empresario y político chileno, presidente de la cámara de diputados de su país durante la guerra, era accionista de la compañía Huanchaca, que explotaba plata, y de la compañía corocoro, productora de cobre en Bolivia. en defensa de sus intereses intentó convencer a su Gobierno de evitar el estallido de un conflicto armado, pero no fue escuchado.
1879
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7 De junio
10 De julio
31 De julio
8 De ocTuBre
Por averías, Miguel Grau, comandante del Huáscar, decide internarlo en la rada del Callao debido a sus averías. El 6 de julio, zarpa nuevamente rumbo a Arica. Durante ese mes, la Pilcomayo quedó a cargo de las incursiones hasta Tocopilla (Bolivia).
Frente a las costas de Iquique, el Huáscar combate con los buques chilenos Magallanes, Abtao y Cochrane, y deja libre al Matías Cousiño. Días más tarde los peruanos capturan el Rímac, que transportaba hombres y caballos para el regimiento Carabineros de Yungay en Antofagasta.
La corbeta Unión, al mando del Capitán de Navío Nicolás Portal, viaja al estrecho de Magallanes para interceptar un cargamento de pertrechos de guerra que Chile había comprado en Europa. Al llegar a la zona, sin embargo, el barco que esperaba ya había pasado.
El combate de Angamos enfrenta al Huáscar contra la Cochrane y el Blanco Encalada. El O’Higgins y el Loa se dedican a perseguir a la Unión en el empeño de batirla, sin éxito. En el combate, mueren Miguel Grau y gran parte de su tripulación. Este infortunio supuso el fin de la campaña marítima peruana.
[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 4
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