El estandarte real y la mascapaycha
descendientes incas y que legalmente podían gozar de los privilegios de exceptuarse del pago del tributo y del servicio personal. A partir de estas consideraciones, creemos que en la década de 1580 se observó cierta igualdad en los derechos de privilegios en los descendientes incas; por lo menos hay un hecho que nos permite hacer esta afirmación. Cuando se trataba de los españoles, el oficio de alferazgo le correspondía al regidor más antiguo; en cambio, para los descendientes incas, este oficio les correspondía exclusivamente a los descendientes de Huayna Capac. Sin embargo, observamos un cambio a partir de la década de 1580 que fue cuando se empezó a reconocer a los descendientes de Hurin Cuzco al igual que a los de Hanan y se estableció que el alférez inca, encargado de portar el estandarte real el día víspera y misa mayor de la fiesta del apóstol Santiago, debía ser electo entre los incas de Hanan Cuzco y Hurin Cuzco. Sin embargo, antes de explicar la constitución del Cabildo de los veinticuatro electores del alférez real inca, es necesario hacerse una pregunta: ¿qué función o qué significado tenía para el reino de España el poseer el cargo de «veinticuatro» dentro de un cabildo o ayuntamiento? Para responder a este interrogante hemos tomado el caso del Ayuntamiento de Sevilla. Al comenzar la Edad Moderna, el Ayuntamiento de Sevilla constaba de dos cabildos. El de los regidores y el de los jurados. Los regidores se llamaban también «veinticuatros», porque ese era su primitivo número, pero después de las ventas de cargos municipales realizados por los reyes de la Casa de Austria, su número llegó a sobrepasar los ochenta. Entre los propietarios de «veinticuatros» encontramos miembros de la primera nobleza, como los Guzmanes, Enríquez, Monsalves, Roelas, y Ponce de León. Eran cargos que conferían prestigio y también ventajas, pues dominaban un municipio con extensas atribuciones. Sin embargo, en el siglo XVIII, ya era patente el desinterés de muchas de estas grandes familias por el gobierno de una ciudad muy decaída y muy intervenida por las autoridades reales; muchos cargos de veinticuatro se servían por sustitutos y algunos estaban prácticamente abandonados. En cambio, en el cabildo de jurados se había producido una evolución análoga: en su origen sus miembros representaban un contrapeso popular al poder de los regidores: eran elegidos por los vecinos de las collaciones o parroquias, lo que les daba una apariencia democrática. No obstante, desde principios del siglo XVI, en un afán por emular a los «veinticuatros», se exigió probar la nobleza para entrar en el cabildo de jurados; en consecuencia, cesaron las elecciones y los puestos se compraron y vendieron como cualquier otro patrimonio. Mercaderes, en parte de origen converso, adquirieron plazas de jurados. Nunca consiguieron el mismo grado de 110