El estandarte real y la mascapaycha
con el fin de que él y su hijo Juan Ramón Uclucana Guaypartopa fueran elegidos como alférez real y elector, y habría embriagado con «chicha y vino» a los nobles incas que participaron en la junta. Una vez conseguida la elección, los Uclucana fueron a «las casas del Cabildo» para conseguir la aprobación del corregidor, sin que este último se hubiera informado de que: Las preeminencias y prerrogativas que nos pertenece del dicho alferazgo y la mascapaicha y como consta de esta provisión con el juramento del derecho necesario, por donde se verá que las dichas elecciones se hacen veinte días antes de la fiesta del Señor Santiago que es por el mes de junio y para hacer elección se juntan veinticuatro ingas ante dicho corregidor en las casas del Cabildo y ante el escribano de cabildo de dicha ciudad y sin hacer estas diligencias lo ha continuado su intención dañada Don Francisco de Lucana siendo así que el susodicho no tiene derecho para sacar el dicho estandarte porque no es descendiente él ni su hijo de los Ingas (García, 1937, p. 199)48.
Con todo, es necesario que aclararemos algunos puntos en relación con esta denuncia. En primer lugar, don Francisco Uclucana fue identificado como «Sahuaytocto indio Cañari» cuando en realidad era del ayllu Chachapoya y su apellido fue señalado como «Lucana», a pesar de que en otros documentos de la época aparece como «Uclucana». Por otro lado, parece que su filiación materna —que lo mostraba como uno de los descendientes de Huayna Capac, por ser nieto de Leonor Soto— no estaba tan clara, pues no se la consideró. Asimismo, debemos señalar que, según su descendencia materna, su hijo Juan Ramón, hubiera tenido mayor derecho al cargo, pues su madre también procedía de la descendencia de Huayna Capac. En segundo lugar, don Francisco habría transgredido la costumbre de la elección del alférez real, pues, de acuerdo con el auto de don Agustín Jara de la Cerda, esta debía realizarse el día de San Juan Bautista, en el mes de junio —es decir, veinte días antes de la fiesta del señor Santiago— y la convocatoria se habría hecho 48
El artículo de Uriel García contiene un documento transcrito que va de la página 194 a la 208. Sobre su procedencia, el autor indica que «son manuscritos inéditos, legados en varios volúmenes al Patrimonio de la Universidad por el malogrado e inolvidable escritor Ángel Vega Enríquez, documento que servirá a los estudiosos de fuentes vivas para las investigaciones históricas originales y de primera mano». El autor dijo que continuaría con esta publicación en la misma revista y así lo hizo. Pero ¿qué son estos documentos legados por Vega Enríquez? Tratamos de investigar sobre su naturaleza y pudimos establecer que estos documentos son los que actualmente se hallan en ARC con el título de Libros de genealogía de don Diego Felipe Betancur Tupa Amaru. El documento trascrito por Uriel García corresponde al Libro segundo, registro 9, testimonio otorgado por el escribano don Juan de Dios Quintanilla, el 17 de enero de 1769. El expediente contiene varios testimonios de provisiones desde 1598 hasta 1739. Sin duda, estos documentos fueron los que recogió clandestinamente don José Vicente García, yerno de don Diego Felipe Betancur Tupa Amaru.
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