El estandarte real y la mascapaycha
y obsequio a los señores de los cabildos y prelados. Por otro lado, con las limosnas de la misa de los martes se debía costear un arpista, un organista, dos violinistas, una flauta, un cajero y clarinero, y su gasto debía ser asentado en el libro de cuentas por los dos mayordomos. El sobrante de esta cuenta se debía depositar en la caja de tres llaves con las otras limosnas. – Para que se cumpliera debidamente la ordenanza 16, título 5, que versaba sobre el paseo del estandarte real, se mandó prevenir, a través del apoderado, que se nombrase en la corte y, al mismo tiempo, solicite ante Su Majestad la aprobación de esta hermandad y cofradía. Asimismo, se mandó observar puntualmente dicha ordenanza: la misa del día del santo se diría con un sermón predicado por uno de los hermanos, contribuyéndosele con veinticinco pesos que sacarían del fondo de las limosnas. El señor rector y el cura, cada uno en lo que les tocaba, daban las órdenes necesarias a los indios de las parroquias del Hospital de Naturales y Señor Santiago para que arreglen las calles por donde debía pasar el estandarte real en la víspera y el día. Por su parte, los hermanos y los cofrades se empeñarían en asear las calles y en poner colgaduras y arcos, especialmente en la plazuela. Además, en las procesiones y actos públicos debían pedir a Su Majestad que los cofrades y hermandad cargasen un estandarte para que fuesen conocidos por dicho distintivo y se hiciera más notoria esta devoción. Finalmente, el jubileo por la fiesta de Santiago se aplicaba durante los nueve días, desde el 15 de julio hasta fines de dicho mes.
2. El origen del alférez real inca y del Cabildo de los veinticuatro electores En un determinado momento la fiesta del apóstol Santiago se hizo extensiva a los nobles incas; es aquí donde encontramos el origen de la institucionalización del alférez real inca y su posterior elección por el Cabildo de los veinticuatro electores de las ocho parroquias. Este privilegio evidentemente responde a la colaboración prestada por un sector de la nobleza inca en la conquista y pacificación: Los privilegios de los electores y el uso de la mascaypacha por una posesión de doscientos quarenta y siete años no interrumpida en nada se oponen a las regalías del Rey y si ceden en su mayor servicio y exaltación de Nuestra Santa Fe Católica por dirigirse a el culto y veneración de ella, como lo persuade la magnífica función que se celebra en la Santa Iglesia catedral de esta ciudad, en memoria del dichoso día en que fue recibida bajo la católica protección y dominación lexítima de la
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