Silvia Aparicio Martínez
Mujer alfa Cira Ínsua Martínez
Había estado toda su vida respirando. Así, sin más. Algo innato, involuntario, tan sencillo y tan complejo a la vez. Algo en lo que pocos pensamos, y si lo hacemos, es cuando algo no funciona del todo bien. Y así, también sin más, mientras respiraba, le dieron la noticia: Padece usted un déficit de Alfa 1 Antitripsina. “Y eso, ¿qué es lo que es?”, pensó con cara de pocos amigos. Porque, seamos sinceros, así de primeras, suena mal. Ya después, de segundas pues... te suena pues peor. El caso es que se lo explicaron todo, a grandes rasgos y comenzaron las pruebas médicas, de aquí para allá, hasta que por fin tuvo todos los resultados. Tenía, según decían, déficit de una proteína plasmática (Alfa 1 o AAT para los amigos) que se fabricaba en el hígado y que tenía como función proteger los pulmones. Era una condición genética y hereditaria. Y claro, esta condición genética se asociaba a alguna patología hepática o respiratoria. En su caso concreto, se asociaba a la destrucción de los alveolos pulmonares, que son los que introducen el oxígeno que respiramos en la sangre. Que a quién le importa, ¿verdad?, que llegue oxígeno a tus células. ¿Pa´ qué? Bueno, que a partir de aquí ya le tocaba pensar en respirar. Que no era todo tan innato como se lo vendieron, vamos. Le preocupaba su familia, a los que les hicieron las pruebas y, por suerte, sólo portaban un gen pero no tenían el déficit. Le preocupaba su futuro, el desconocimiento sobre el tema y no saber si esto iba a limitar su vida, sus aficiones, su todo. Y decidió que información es poder y descubrió una asociación donde se puso al día, donde aportaba su granito de arena para la investigación médica y donde había personas como ella, en mayor o menor grado. Y supo que la vida es adaptarse, y esto solo era un cambio más al que enfrentarse.
115