Abre la ventana Juan Antonio Irache Sanz
La vida, y con ella el día a día, parece estar cambiando: ello da lugar a muchas preguntas, muchas de ellas sin respuesta. En las noticias mañaneras, escuchamos cosas que, en ocasiones, ponen nuestra piel como indica esa frase tan común que dice “la piel de gallina”. Quizás al escucharlas no sepamos bien su significado ni su repercusión en el ser humano y, por tanto, en la humanidad entera. Muchas de esas noticias están relacionadas con eso que se han dado en llamar “enfermedades raras”, que atacan constantemente a nuestro cuerpo. Cantidad de veces, pasan desapercibidas en ciertos seres humanos. Esto viene a demostrar que no todos tenemos las partes de nuestro cuerpo con las mismas sensaciones o defensas para enfrentarnos a la vida. Cuando una de esas partes presenta algún déficit de esos nutrientes que lo alimentan, viene la hecatombe, nos sentimos atacados y, en ocasiones, sin remedio alguno. Cuando dichos ataques se diagnostican pueden aparecer esas palabras que tanto tememos escuchar y que pueden ser, “padece usted una enfermedad de las llamadas raras”. Esos momentos son, tanto para el paciente como para el médico, las que jamás querrían ni escuchar ni pronunciar. Entre ellas hay cantidad, sin poder nombrar su número concreto debido a que diariamente aparecen nuevas y con nuevos nombres. Las hay malas, menos malas, benignas, graves, y de tantas alteraciones funcionales que los libros están repletos de ellas. Unas de estas enfermedades pueden ser las relacionadas con el sistema respiratorio. También hay otras muchas y más graves, pero no poder respirar es malísimo, de ello doy fe. Entre cantidad de cosas que te pueden ocurrir pueden estar no poder sujetar en tus brazos a un hijo o a una hija recién nacidos, tener que circular en ocasiones, aún con el
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