Javier Pérez Frías
Dame un respiro Alfonso Miguel Viñuela Juárez
Subía la corta pendiente resoplando. Se dirigía al supermercado antes de ir a casa y el autobús que tomó al salir del tratamiento quincenal en el hospital —le ponían prolastina por vía intravenosa cada quince días para tratar su déficit— le había dejado a solo unos cincuenta metros, pero para él era toda una cuesta. Entendía por qué se le llamaba así por lo mucho que le costaba comparado con lo relativamente fácil que le era caminar en bajada y, según el día, incluso en llano. A veces tenía que parar y hacerse a un lado, dejando pasar a aquellos otros transeúntes que le miraban compadeciéndose de su dificultad respiratoria. Alguno le preguntaba a veces, en momentos de patente dificultad, si se encontraba bien, y él, con marcada resignación y mirada agradecida, decía que sí o levantaba el pulgar cuando estaba tan apurado que no podía decir ni mu. Cuando se cansaba, procuraba sentarse en algún banco —cuando los había y estaban libres— pero, ¡qué pocos había por las calles, atiborradas las aceras de motocicletas! En ocasiones, también usaba los escalones de escaparates de algún establecimiento bajo la hostil mirada o el reproche directo de sus propietarios. Necesitaba parar unos minutos para recuperar fuelle… Y ahora, con la pandemia y el uso obligatorio de la mascarilla, era aún peor. Le costaba aún más respirar con la tela que se adhería a sus fosas nasales y que no le dejaba marcar su ritmo de corta inspiración y larga espiración, corta inspiración y larga espiración… larga espiración con los labios fruncidos, forzada mueca que exageraba visiblemente — cuando se permitía ir con la mascarilla bajada— a quien le censuraba con la mirada por no llevar la mascarilla bien colocada, y, a veces, desde una distancia que buscaba siempre prudencial, usaba el gesto como mensaje. «¿Ves cómo me cuesta respirar?, ¿Entiendes que tengo dificultades? Pues no te quejes, tú que respiras decentemente, sigue caminando», quería decir —a quien quisiera entenderlo con la suficiente empatía— con la mirada y la respiración sincopada, corta inspiración y larga espiración… 193