César Gutiérrez
Una excusa perfecta Maricruz Carreño
Estaba en un momento de esos en que estás estancado, desilusionado, sin una perspectiva clara en esa relación. Era un poco como todas: el encuentro, el deslumbramiento, la relación y… nada más. Y luego, claro, la ruptura. Todas, todas me dejaban. Por lisis o por crisis. Y ahora tocaba otra vez. No había ningún problema gordo, ningún desencuentro especial, sólo… falta de ilusión. No era ella, el problema siempre era yo. Pero esta vez ella no parecía enterarse de que aquello no iba a ningún sitio. Estábamos cómodos, tranquilos… aburridos, diría yo. Era evidente que ella no iba a tomar ninguna decisión y yo no tenía ningún motivo especial… Además, siempre conseguía que me dejaran ellas. —Buenas tardes, siéntese. ¿A qué se dedica? Acudía al neumólogo porque tenía tos. Una tos que últimamente iba en aumento y se acompañaba de algo de ahogo. Frente a mí, el médico empezaba su interrogatorio, y yo iba respondiendo a sus preguntas para intentar esclarecer el origen del problema. —¿Fuma? ¿Tiene usted alergia a algo? —Bueno, fumo de vez en cuando. Tuve bronquitis asmática cuando era niño. Luego no he tenido problemas hasta ahora. —¿Y a qué tenía usted alergia? —me preguntó. —¿Le hicieron pruebas en algún momento? —Sí, —respondí. —A pólenes y al pelo de animales. Era evidente cuál era la siguiente pregunta. —¿Y tiene usted animales? —Yo no, pero mi novia tiene un gato. —¿Y se ha dado cuenta si tiene más tos cuando está allí?
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