Lima
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bres, la más nutrida que tuvo jamás el Virreinato y sometida a una disciplina rigurosamente castrense. Como acción complementaria acometió la construcción del cuar tel de artillería de Santa Catalina, obra colosal para su época. El com plejo incluía una maestranza en la que se fundieron un centenar de piezas de grueso calibre, y un parque del cual salieron para derramarse por todos los teatros de batalla hasta donde se extendía la vigilancia de Abascal los pertrechos bélicos indispensables para sofocar la rebeldía. En diez meses erigió una nueva fábrica de pólvora, parte de cuya pro ducción por su excelente calidad llegó a exportarse hasta España. En cuatro años se pudo ofrecer 4.000 quintales de ese explosivo. En lo ideológico no fue menos eficaz su industria para contrarres tar la propagación de las doctrinas sediciosas, sobre todo cuando se proclamó en Lima la Constitución de Cádiz (octubre de 1812), en cuya oportunidad un himno de circunstancia terminaba con esta copla: Sí, Lima felice Patria esclarecida Ya con mejor vida Honrada te ves.
Con dolor contemplaba empero minadas sus expectativas al espar cirse manifiestos del Consejo de Regencia en que campeaban princi pios liberales. En una proclama de despedida (31 de mayo de 1816) expresó su sentimiento de [...] separarse de en medio de un pueblo que tanto ha contribuido con su acendrada lealtad y heroica constancia a multiplicar mis satis facciones y las glorias de la Nación española [...].
P ezuela (1816-1821)3
Sucedió a Abascal en el solio virreinal el teniente general Joaquín de la Pezuela, que se había destacado por sus campañas en el Alto 3 M em oria de gobierno del Virrey Pezuela (1816-1821), Sevilla, 1947.