Los albores de la ciudad
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aguadores, unos a pie y otros portadores de botijas en angarillas a lo mos de cuadrúpedos. Con el incremento del número de habitantes, acudían a la par al río cada vez mayor cantidad de lavanderas, de suer te que el Cabildo tuvo que acotar aguas abajo del casco urbano un sector para las mismas, así como para bañar bestias y verter inmun dicias. Empero, subsistía la dificultad de provisión de agua para el con sumo humano. En 1552 comenzaron a advertirse dolencias y afeccio nes, frecuentes sobre todo en la época veraniega, en que el río arrastra ba un creciente caudal de aguas turbias. Se contempló entonces la necesidad de encañar el agua procedente de veneros y ofrecerla con mayores garantías de salubridad. Mediante una afectación de rentas municipales, se acometió la captación de agua en un paraje en donde los facultativos la hallaron abundante y sin riesgos para la salud de los consumidores: unos manantiales situados río arriba, en el lugar llama do Cacahuasi (la actual Atarjea). Se construyó un acueducto de cal y ladrillo, y al cabo de diez años, ya bajo el mandato del virrey Toledo, que hizo responsables a los capitulares de su salud personal si la obra no se terminaba sin mayor dilación, Lima pudo gozar el 21 de diciem bre de 1578 del beneficio de que en una fuente instalada en la plaza Mayor fluyese por primera vez agua sin contaminación. En señal de júbilo se dispararon salvas de arcabucería, resonaron las trompetas y las chirimías, los alcaldes arrojaron puñados de monedas desde los balco nes edificios, y por la tarde hubo gran corrida de toros. La primera fuente de la plaza Mayor (sustituida en 1651 por la que hasta hoy existe) constaba de dos cuerpos. El superior, obra de los plateros Miguel Morcillo y Juan Ruiz, consistía en una taza de metal, adornada con ocho mascarones, desde la cual caía el agua a la alberca, y rematada con una bola dorada, sobre la cual se empinaba una esta tua de poco menos de un metro de alto, sosteniendo el escudo de la ciudad y empuñando una bandera con las armas del virrey Toledo —calco del giraldillo que corona la Giralda sevillana (salvo la palma de la mano izquierda). El arcaduz troncal desde Cacahuasi vertía en un partidor, la lla mada caja del agua, situado detrás del actual emplazamiento de las cá maras legislativas, donde a mediados del siglo xvn construyeron los dominicos el colegio de Santo Tomás. Desde allí se distribuía por el resto de los barrios a través de tres viajes o caños principales, que re