Goiz-Argi Taberna Fermin Kalbeton, 4 - DONOSTIA
L
ógicamente, el post de hoy tiene que ir dedicado a Juli Beltrán, hostelera de sangre y de carácter que nos dejó ayer huérfanos y alicaídos a todos los que tanto disfrutamos en su día de su arte... Os dejo aquí el texto que le he dedicado hoy en el Facebook de Ondojan.com... Beti arte, Juli !!!! Plazer haundi bat !!!
AGUR, JULI BELTRÁN... LA PARTE VIEJA SE QUEDA TODAVÍA MÁS HUÉRFANA (Texto publicado hoy en la página de Facebook de Ondojan.com) Por Josema Azpeitia Ayer, martes 2 de marzo, nos acostamos con una tristísima noticia: el fallecimiento de Juli Beltrán, quien tantas veces nos alegro la vida junto a su marido Agustín Lopetegi cuando regentaban el Goiz-Argi de la calle Fermín Calbetón... Agustín y Juli eran unos hosteleros de carácter, de esos que llevan la profesión en la sangre. De esos a lo que, entráramos cuando entráramos al bar, siempre encontrábamos al pie del cañón, montando aquellas insuperables brochetas de gambas que nadie ha vuelto a hacer como ellos, planchando txipirones, currando como unos campeones... Juli y Agustín empezaron a dirigir el Goiz-Argi en 1984, en los años en los que el pintxo dio un paso al frente, animado por la repercusión que estaba teniendo el movimiento de la Nueva Cocina Vasca, y ya no se hablaba de simples banderillas sino de “alta cocina en miniatura”, Eran los años en los que referencias ineludibles como el Bergara, el Aloña Berri, el Iturrioz, el Negresco... maravillaban a gastrónomos y “tripazais” con pintxos dignos de grandes restaurantes y la fama gastronómica de Donostia empezó a traspasar fronteras. Y este pequeño bar se convirtió en uno de los más sonados y emblemáticos de la ciudad no precisamente por lo moderno o atrevido de los pintxos, sino por la calidad de los mismos. Agustín y Juli nunca pretendieron emular a los grandes chefs de la cocina de bocado, sino que su apuesta fue el género: los txipirones más frescos, las mejores gambas, las verduritas de las vinagretas picadas día a día, la elaboración de los pintxos en el momento de su demanda y, muy importante, todo hecho a la vista del cliente, sin esconder nada, sin trampa ni cartón. Agustín y Juli fueron de los primeros que practicaron el “showcooking” cuando en Donostia todavía nadie sabía ni siquiera pronunciar esa palabreja. (Sigue en la página siguiente)
243