D iccionario
biográfico - estadístico de los matadores de toros españoles olvidados del siglo
XX
Atienzar Sarriá, María Isabel “MARIBEL ATIENZAR”
Matadora de toros nacida en Albacete, el 20 de septiembre de 1959. Su padre, Ignacio Atiénzar trabajaba en una fábrica de cerveza y estaba empleado en la plaza de toros de Albacete, igual que su tío Alejandro, que estaba de acomodador, por lo que Maribel, comenzó a ver espectáculos taurinos desde muy niña. En diciembre de 1974, presenciando con unas amigas un tentadero en la finca llamada “La Petronila”, que después fue propiedad del matador de toros Dámaso González, de Jara López, fue invitada a torear una becerra, lo que hizo con total desenvoltura y lucimiento. Ese fue el detonante para que tomara la determinación de probar suerte en el toreo, debutando en público, el 26 de enero de 1975 en Villavaliente, un municipio de la provincia de Albacete, con gran éxito. El festejo lo organizaron sus hermanos Paco y Mauri, que después fue su mozo de espadas, y su cuñada Paqui, fue la taquillera. La plaza estaba hecha con carros y remolques de tractores y ella vistió con traje corto campero que le había hecho su madre. Su primer apoderado fue Manolo Tercero padre de la rejoneadora Carmuchi, que era compañera suya de colegio, y tío de la también rejoneadora Begoñita Iglesias. Tras lo de Villavaliente alternaba la asistencia a clase en su colegio con las becerradas que toreaba. Toreó mucho por toda la provincia: Munera, La Roda, La Gineta, Villamalea, Villarrobledo, aunque también salió fuera de la provincia y toreó en plazas de la provincias de Castellón, Valencia, Murcia, Alicante, Alcalá de Henares (Madrid), el 2 de mayo, o en Granada el día 3 de mayo, Festividad de la Santa Cruz. Mi amigo Pepito Cortés, crítico del diario “Ideal” cubrió el festejo y publicó al día siguiente la crónica que transcribo, aunque solo en lo referente a la torera que nos ocupa: “Maribel Atiénzar, un punto y aparte. No, no fue un momento de inspiración lo que hizo la albaceteña en el Día de la Cruz, volviendo a mostrar unas cualidades toreras difícilmente superables. Su actuación fue un encanto, en la plena aceptación (sic) de la palabra. Tiempo hacía que no veíamos aplaudir con tanta rabia, con tanto afán, con entusiasmo a los profesionales. Es más, había, entre ellos, quienes afirmaban que la faena de la chavala iba a ser la de la feria. Entrar en él un tanto manoseado léxico taurino para detallar la faena no merece la pena. Baste a nuestro juicio afirmar y remitirnos a los presentes que los lances a la verónica con el compás abierto, ganado terreno en cada uno de ellos, y en su trasteo muleteríl rayó casi en la perfección. Enjundia en los naturales,
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