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THE CITY NEWSPAPER
La Popularidad de Carlos Alvarado en Caída Libre REDACCIÓN THE CITY NEWSPAPER- Igual a un fardo lanzado desde un avión hacia tierra firme, con la misma velocidad y dramatismo, la popularidad del presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, se precipita hasta tocar el suelo y quizás más allá, donde habitan los roedores que no soportan ver la luz del Sol. La caída del joven mandatario es libre, dura, dolorosa e impensada hasta hace poco tiempo, cuando el pueblo costarricense le había dado el aval, debido al buen manejo de la pandemia china; pero, fundamentado en sus decisiones dubitativas en el plano económico, el mismo ciudadano, esta vez rozando el hambre, la desesperanza y la quiebra económica, lo ha lanzado al vacío como si se tratase del pesado fardo al que hicimos referencia al inicio de este artículo. Pero “esos palos de ciego” que Carlos Alvarado ha venido dando al asumir la presidencia del país, no son recientes, porque, al haber colocado en un ministerio tan sensible como lo es el de Hacienda, a una aparente “dulce abuelita,” que resultó más voraz que 10 tiburones con hambre, conforme avanzaba su gestión, le demostró al pueblo que este gobierno no iba a ser todo lo fácil que se dijo durante el proceso electoral que ganó, desgraciadamente y reiterativamente el PAC. Esa “dulce abuelita”, llamada Rocío Aguilar Montoya, sacada por el mismo Alvarado no sabemos de cuál armario olvidado y lleno de telarañas, comenzó a jugar –sí, “jugar”, así como se lee-, con las pensiones de personas más ancianas que ella, quienes vieron corridas la fechas de pago y les dejó más de una semana a esos humildes pensionados, sin alimentos ni medicamentos durante ese lapso. Así de deshumanizada aparecía la sweet grandma; es decir, en esos duros momentos, gran cantidad de pensionados de la tercera edad llegaron a los Bancos para retirar su dinero, ganado después de ingentes y penosos años de trabajo, y se encontraron con la desagradable sorpresa de que la ministra había desplazado la fecha de pago una semana y hasta quince días posteriores. ¡Hay que ser un desalmado para hacer cosas así en esta vida!