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JAL-J
THE CITY NEWSPAPER
situ e ipso facto del país, que se les monten en autobuses y se les dejen en la frontera norte; lo mismo con los colombianos, que son los padres de lacras sociales mucho más peligrosas que las de los nicaragüenses. Porque una verdad tiene que ser dicha: en Costa Rica no necesitamos homosexuales, borrachos, prostitutas, analfabetas, gente inculta y pendenciera y mucho menos de quienes dispersen la pandemia entre nosotros; porque ya de todo eso, de ese lumpen precisamente, tenemos más que suficiente en nuestra misma nacionalidad. ¡No necesitamos “refuerzos”! ¡A ver quién le pone “el cascabel al gato”! ¡A ver quién se llena de patriotismo y limpia de una vez por todas a la ciudad Capital de tanto indeseable! Pero ya vimos que el Alcalde Araya no es el indicado, no es el hombre… porque, justamente… él no es hombre.
Si Yo tengo un Perro Bravo… SAN JOSE, Costa Rica-(Especial para The City Newspaper) …que además de morder a mis hijos, les quita la comida y no nos deja vivir tranquilos en nuestra propia casa,” lo que me queda son dos caminos: saco al can definitivamente de nuestras vidas para alcanzar la paz y el progreso que nos ha robado; o lo sacrifico, porque es un animal que perjudica, destruye y no sirve para edificar absolutamente nada bueno. Esta fábula para ejemplificar lo que sucede en Nicaragua desde que llegó la dictadura de Daniel Ortega y su horrenda mujer, Rosario Murillo, y lo que no hacen –o no quieren hacer-, los nicaragüenses, quienes prefieren huir de la pésima vida que les dan los dos dictadores, para llevar otras vidas parecidas en Costa Rica, donde la pobreza y el flagelo que se desprende de ella, tampoco les ayuda en nada. Este análisis nos ha resultado obligatorio debido a un amplísimo artículo, aparentemente redactado por nicaragüenses, aparecido en el importante diario español, El País. En el escrito, lleno de verdades a medias, sus autoras, Ana Laura Méndez Araya, cuyo nombre nos hace presumir que es originaria de Nicaragua; y Veena Siddharth, le echan la culpa a los costarricenses de todos los males que sufren los “expatriados” de Ortega; y debatir tales argumentos sería muy extenso, casi eterno, pues tenemos miles de puntos para rebatir las posturas de ambas mujeres. Pero nos vamos a circunscribir a unos pocos solamente. Si damos un vistazo retrospectivo, de 1978 hacia atrás, durante la dictadura de la familia Somoza –quizás menos criminal que la actual de Daniel Ortega-, notaremos que la inmigración hacia cualquier país de América Central, era nula prácticamente. En suelo costarricense era muy difícil encontrar a un ciudadano de aquel país y si lo hallabas, era también simpatizante del dictador Anastasio Somoza Debayle y de los ancestros de éste