Comparto anexo mi más reciente libro en la línea del pensamiento cristiano “Cosas nuevas y cosas vie

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Mateo 13:52

-Temas de estudio de los cuales uno nunca deja de aprender-

Roberto Celaya Figueroa


…para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas y nosotros por medio de él (I Corintios 8:6)


Dedicatoria

A la Iglesia de Dios (7° Día)

Página web habla hispana: http://www.iglesiadediosapostolica.org/ Página web oficinas centrales: http://www.churchofgod-7thday.org/


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 1

1. DAR ........................................................................................................... 3 2. PAN DEL CIELO ....................................................................................... 10 3. INSTRUCCIONES DESDE EL MONTE .................................................... 17 4. BUENA CONDUCTA ................................................................................ 22 5. LA EXPIACIÓN (POR JESUCRISTO) ...................................................... 29 6. MOISÉS EN EL MONTE ........................................................................... 36 7. LAS DOS TABLAS ................................................................................... 42 8. LA EXPIACIÓN (POR ANIMAL) ............................................................... 48 9. SEPARACIÓN/DIFERENCIAS E INSTRUCCIÓN .................................... 55 10. EL TABERNÁCULO ................................................................................. 63 11. SACRIFICIOS Y OFRENDAS ................................................................... 71 12. RECIBIENDO NUESTRA CORONA ......................................................... 78 13. CARIDAD .................................................................................................. 85 14. EL ESPÍRITU SANTO ............................................................................... 91 15. AMOR FRATERNAL ............................................................................... 105 16. PIEDAD ................................................................................................... 114 17. POR QUÉ NECESITAMOS LA LEY DE DIOS ....................................... 119 18. PACIENCIA ............................................................................................. 131 19. TEMPLANZA .......................................................................................... 137 20. FE ............................................................................................................ 144 21. VIRTUD ................................................................................................... 149 22. CONOCIMIENTO .................................................................................... 155 23. PASCUA ................................................................................................. 162 24. LA CENA DEL SEÑOR ........................................................................... 168 25. EL REINO................................................................................................ 175 26. REVELACIÓN ......................................................................................... 181 27. SIGNIFICADOS ....................................................................................... 189


28. LAS LLAVES DEL INFIERNO Y DE LA MUERTE ................................. 194 29. EFESIOS ................................................................................................. 200 30. ESMIRNA Y PÉRGAMO ......................................................................... 206 31. TIATIRA .................................................................................................. 213 32. SARDIS ................................................................................................... 219 33. FILADELFIA ............................................................................................ 225 34. LAODICEA .............................................................................................. 231 35. ¿QUÉ ESPERAR EN LOS ÚLTIMOS DÍAS? ......................................... 236 36. EL CORAZÓN ......................................................................................... 242 37. EL CORAZÓN, PARTE 2 ........................................................................ 251 38. PERSONAS Y COSAS SANTAS ............................................................ 256 39. PERSONAS Y COSAS SANTAS, PARTE 2 ........................................... 262 40. NUESTRA LUCHA .................................................................................. 269 41. VENCIENDO ........................................................................................... 277 42. JESÚS VINO A SALVAR A TODA LA HUMANIDAD ............................ 285 43. CÓMO LLAMAN OTROS A JESÚS ....................................................... 293 44. CÓMO SE REFIERE JESÚS A SÍ MISMO ............................................. 300 45. EL NUEVO TESTAMENTO VERIFICACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO, PERSONAJES ............................................................. 310 46. DIOS ........................................................................................................ 317 47. HOMBRE ................................................................................................. 326 48. ESPÍRITU SANTO................................................................................... 333 49. EL MISTERIO DE LA PIEDAD ............................................................... 344 50. LOS MISTERIOS QUE PRUEBAN LA FE DEL HOMBRE ..................... 350


Introducción “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17), esta es una verdad fundamental para todo cristiano quien en la Escritura busca la guía para la edificación de su vida a que está comprometido como parte del llamamiento del Padre al que se ha respondido.

Con todo y todo la Escritura, al tener su fuente en la inteligencia infinita de Dios, no tiene un solo mensaje sino varios, numerosos, podría decirse que infinitos como su autor. Reflexionando sobre esto Pablo escribiendo a los Romanos exclama “¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33), en ese mismo sentido, escribiendo a los Efesios les declara “A mí […] me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (Efesios 3:8-12).

De esta forma, como aquel escriba que Jesús mencionaba en Mateo 13:52, quien se adentra en el estudio, la meditación, la oración por medio de la Escritura puede esperar sacar de ella cosas nuevas y cosas viejas, es decir, avanzar en la comprensión de las verdades divinas “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13) pues como 1


Cristo Jesús dijo “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Esta es la intención de esta serie de libros.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para crecer en el conocimiento del Padre y de Su Hijo, a través de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne, para Su mayor gloria, para testimonio de las naciones y para nuestra propia edificación, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

2


DAR “Dar” es una palabra muy pequeña la misma, pero dentro del llamamiento al que hemos respondido, tiene un gran significado.

Mateo 7 1

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

2

Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con

que medís, os será medido. 3

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de

ver la viga que está en tu propio ojo? 4

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la

viga en el ojo tuyo? 5

¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien

para sacar la paja del ojo de tu hermano. 6

No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los

cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. 7

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

8

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama,

se le abrirá. 9

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una

piedra? 10

¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?

11

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros

hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con

vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. 13

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el

camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 3


14

porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y

pocos son los que la hallan. 15

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de

ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o

higos de los abrojos? 17

Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

18

No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos

buenos. 19

Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

20

Así que, por sus frutos los conoceréis.

21

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,

sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu

nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23

Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de

maldad. 24

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a

un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25

Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra

aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a

un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27

y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu

contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. 28

Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su

doctrina; 29

porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

4


La lectura bíblica de Mateo 7, hace referencia a siete formas de dar: la primera referida a la justicia cuando se nos dice que primero quitemos la viga de nuestro ojo para ayudar al hermano a quitar la paja del suyo, la segunda referida a la oración insistente y constante para obtener lo que sea conforme a la voluntad de Dios, la tercera referida al trato donde debemos tratar a los demás como quisiéramos nos trataran, la cuarta referida a la doctrina que profesamos donde debemos tratar de entrar por la puerta estrecha de nuestra fe antes que perdernos por la puerta ancha del mundo, la quinta referida a los frutos que damos después de todo esos son los que el mundo ve, la sexta referida al testimonio que damos ya que si este no es congruente con la voluntad de Dios por más que digamos Señor, Señor en su momento podremos ser rechazados, y la séptima referida al cimiento sobre el cual construimos la casa, nuestra propia vida, siendo que éste debe ser la Roca de nuestra salvación.

Sobre esto el texto áureo de Hechos 20:35 nos da mayor luz cuando señala que más bienaventurado es dar que recibir: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”. Ahora bien, ¿por qué habrá mayor bienaventuranza, felicidad, gozo en dar que en recibir?, ¿no debería ser más bien al revés? Visto como el mundo tal vez, pero desde la perspectiva divina el dar es motivo de mayor bienaventuranza, felicidad y gozo pues nos pone en la perspectiva de que aquel que da es porque tiene mientras que el que recibe es porque carece, ¿cuál de esos dos es más bienaventurado? Obvio que el primero pues ha sido bendecido, más sin embargo esa bendición inicial se incrementa, se multiplica cuando dando la compartimos.

De igual forma, podemos ver en Mateo 7, las siete formas de dar que la misma enumera se refiere lo mismo a cosas materiales que espirituales, ya que el dar puede referirse tanto a ofrendas, cosas materiales, como a tiempo, ayuda y servicio, cosas intangibles pero en ocasiones incluso hasta más valiosas.

5


Esto mismo, es decir, el aspecto material y el aspecto espiritual contenido en la noción de dar, podemos verlo en las citas de la Lección de este sábado referidas a la resurrección que del hijo de la viuda hizo Elías, narrada en 1 Reyes 17:17-24, y en la multiplicación del aceite con la que Eliseo ayudó a la mujer endeudada, como se narra en 2 Reyes 4:1-7.

1 Reyes 17 17

Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la

casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. 18

Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a

mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? 19

Él le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al

aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. 20

Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya

casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? 21

Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios

mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. 22

Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.

23

Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su

madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive. 24

Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios,

y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.

2 Reyes 4 1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2

Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella

dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

6


3

Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas

vacías, no pocas. 4

Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y

cuando una esté llena, ponla aparte. 5

Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le

traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6

Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras

vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7

Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el

aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

El primer relato claramente tiene una connotación material al ser a la vida física a la que el hijo de la viuda fue devuelto, el segundo relato tiene una connotación espiritual pues el aceite es símbolo del Espíritu.

El entendimiento que nos proporciona la Lección de este sábado permite entender un relato escritural intrigante el cual está registrado en Mateo 25:35-46 y se refiere a cuando, al regreso de Cristo, recibirá en su Reino a aquellos que le ayudaron cuando, en la figura de los necesitados, estuvo Él con hambre, sed, siendo forastero, estando desnudo, enfermo o en prisión, de igual forma rechazará a aquellos que, en la figura de estos necesitados no le ayudaron.

Mateo 25 35

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de

beber; fui forastero, y me recogisteis; 36

estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y

vinisteis a mí. 37

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos

hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38

¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

39

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 7


40

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo

hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Lo intrigante de este relato es que ni unos ni otros tienen la menor noción de a qué se estará refiriendo Cristo, ¿por qué es intrigante?, porque Él mismo explica que lo que hicieron con los necesitados lo hicieron con Él por lo que los que han respondido al llamamiento del Padre, conociendo este relato escritural, no deberían al final de los tiempos estar intrigados de lo que Cristo les dirá, pero así es. Pongámoslo de esta forma: si tú haces obras de caridad y al final de los tiempos Cristo te reconoce esto diciendo lo que consigna Mateo 25:35-46 no te extrañarías pues conoces la Escritura, entonces ¿por qué sí habrá gente intrigada? La respuesta la tenemos cuando entendemos, como ya se ha comentado, que el dar se refiere a cosas materiales pero también, y más importante a espirituales, y es en estas últimas donde no tenemos noción de lo que nuestra proclamación, nuestro testimonio, pueden tener en los demás, hasta que al final nos sea revelado. Es por ello que Eclesiastés 11:6 exhorta diciendo “Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”.

Para este dar, material y espiritualmente hablando, la iglesia de Dios ha sido dotada de dones por parte del Espíritu, como lo señala Mateo 10:1-8.

Mateo 10 1

Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los

espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2

Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado

Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3

Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo,

Lebeo, por sobrenombre Tadeo, 8


4

Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.

5

A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de

gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6

sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7

Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.

8

Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera

demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

Como señala Mateo 10:1-8, la iglesia de Dios ha tenido, y sigue teniendo, donde de sanidad de enfermos, limpieza de leprosos, resurrección de muertos, expulsión de demonios, en algunos casos materialmente hablando, en otros espiritualmente hablando, por lo que el llamamiento a la Gran Comisión de ir a todas las naciones y proclamar el Evangelio, de ser sal de la tierra y luz del mundo, y de obrar en el presente siglo como los profetas de Dios, impactará en la vida de aquellos para quienes el Padre muestre misericordia sanándolos, limpiándolos, resucitándolos, restaurándolos, pero en muchos casos ni enterados estaremos hasta que al regreso de Cristo se nos sea revelado, de ahí la importancia de proclamar nuestra fe y testimoniar con hechos en lo que creemos de manera perfecta y santa ante las naciones.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir dando a los demás, física pero sobre todo espiritualmente hablando, usando en ello los dones que se nos han conferido y pidiendo cada día al Padre que aunque imperfectos nosotros nos use Él de manera perfecta y santa para lo que pensó para la humanidad, Su familia, desde la eternidad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

9


PAN DEL CIELO “Pan del cielo” en la Escritura tiene una connotación lo mismo material, relacionada con el Antiguo Testamento, específicamente con el Maná que comió el Pueblo de Israel en el desierto, y otra, y con mayor énfasis, espiritual, relacionada con el Nuevo Testamento, específicamente con Cristo quien da vida eterna a todo aquel que acepta Su sacrificio redentor.

Éxodo 16 1

Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al

desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. 2

Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y

Aarón en el desierto; 3

y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de

Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. 4

Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo

saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. 5

Más en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen

recoger cada día. 6

Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: En la tarde

sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto, 7

y a la mañana veréis la gloria de Jehová; porque él ha oído vuestras

murmuraciones contra Jehová; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros? 8

Dijo también Moisés: Jehová os dará en la tarde carne para comer, y en la

mañana pan hasta saciaros; porque Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, 10


¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová. 9

Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel:

Acercaos a la presencia de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones. 10

Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron

hacia el desierto, y he aquí la gloria de Jehová apareció en la nube. 11

Y Jehová habló a Moisés, diciendo:

12

Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo:

Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios. 13

Y venida la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento; y

por la mañana descendió rocío en derredor del campamento. 14

Y cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto

una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra. 15

Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto?

porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer. 16

Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de él cada uno según lo

que pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda. 17

Y los hijos de Israel lo hicieron así; y recogieron unos más, otros menos;

18

y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó

al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. 19

Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana.

20

Más ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para

otro día, y crio gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés. 21

Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y

luego que el sol calentaba, se derretía.

11


22

En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para

cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés. 23

Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de

sábado, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. 24

Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moisés había

mandado, y no se agusanó, ni hedió. 25

Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo[b] para Jehová;

hoy no hallaréis en el campo. 26

Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo; en él no se

hallará. 27

Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger,

y no hallaron. 28

Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis

mandamientos y mis leyes? 29

Mirad que Jehová os dio el día de sábado, y por eso en el sexto día os da

pan para dos días. Estese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día. 30

Así el pueblo reposó el séptimo día.

31

Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco,

y su sabor como de hojuelas con miel.

La lectura bíblica de Éxodo 16:1-31 contiene la narración de la primera vez que Dios dispone dar a su pueblo el Maná en el desierto, ese pan que del cielo se les proporcionaría para su alimentación, esto haciendo referencia al sentido material de la expresión pan del cielo. Por su parte el texto áureo de Juan 6:49-50 trae la referencia de ese pan del cielo, Cristo, que quien lo comiera no moriría, en contraposición con aquello que comieron del Maná el cual, por ser material, no podía dar mayor vida que la que la alimentación proporciona. 12


Juan 6:49-51 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.

Las referencias del texto áureo de Juan 6:49-50 a éxodo 16:1-31 permite entender y establecer la correlación existente escrituralmente hablando. En este sentido podemos ver que hay tres grandes similitudes: la primer similitud es que tanto el pan del cielo material, el Maná, como el pan del cielo espiritual, Cristo, son dados por Dios no conseguidos por nosotros, por nuestro esfuerzo, por nuestra piedad, por nuestra espiritualidad.

La segunda similitud, y que está relacionada con la primera, es que en ambos casos tanto el pan material como el pan espiritual eran dados por Dios de forma gratuita, gratuita para nosotros pues no hemos hecho nada para ser merecedores de esto, sobre todo en el caso de la salvación, pero no gratuita en el sentido absoluto pues se tuvo que pagar por ella con el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo.

Y la tercer similitud, y muy importante, es que a la par que Dios proporcionaba pan, sea en el sentido material o en el sentido espiritual, traía aparejado una obediencia que se tenía que demostrar. En el caso del pan material, el Maná, tal como señala Éxodo 16:4, la condicionante era recoger doble ración en el día sexto para descansar el séptimo (por cierto, esta es una evidencia de como la observancia del sábado estaba vigente como parte de la Ley de Dios, Sus Diez Mandamientos, antes que estos fuesen dados en Éxodo 20); en el caso del pan espiritual, Cristo, la condicionante se mantiene, a saber, cumplir con la Ley de Dios engrandecida por el testimonio de Jesús.

Es así como Dios nos da gratuitamente la salvación pero debemos demostrar con una vida de santidad que estamos dispuestos a vivir como Él quiere y aquí es 13


donde podemos encontrar un muy gran problema pues cualquiera de nosotros, viendo los errores, las torpezas, las cobardías, vamos los pecados que cometemos, podrá desanimarse al ver que estamos muy lejos de ser santos y perfectos, ¿cómo conciliar esto? La respuesta nos la da Éxodo 16:28 cuando Dios le reclama a Su pueblo por salir en el día séptimo a buscar Maná a pesar de que Él se los había prohibido y no solo prohibido sino que el sexto día les había dado doble ración para que pudiesen cumplir con esa ordenanza: “¿hasta cuándo no querréis obedecer mis mandamientos?” Esa es la clave: una cosa es ser rebelde, como el pueblo de Israel y negarse a cumplir con lo que Dios espera de nosotros y otra muy distinta esforzarnos en ello aunque por nuestra propia carnalidad caigamos y nos levantemos, preocupados deberemos estar cuando caídos no nos importe seguir así despreciando de esta forma la salvación otorgada y con ello las promesas entregadas.

Ahora bien, y esto hay que aclararlo, el ser carnales en este siglo no exime de esforzarnos por demostrar al Padre que realmente queremos ser lo que Él pensó para nosotros desde la eternidad, para ello, como señala Juan 6:53-54, debemos comer la carne de cristo y beber Su sangre, “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Comer la carne de Cristo y beber Su sangre es algo que ha confundido a muchos que diciéndose cristianos no forman parte de la iglesia de Dios. El pan y el vino de la Santa Cena no son la carne y la sangre de Cristo sino solo Sus emblemas, aquello que simboliza ese cuerpo que habría de ser quebrantado y esa sangre que habría de ser derramada, entonces ¿a qué se refiere la escritura con comer la carne de Cristo y beber Su sangre?

No hay muchas referencias sobre lo que este término pudiese implicar, pero las que hay permiten entender a qué se refiere. Génesis 2:16-17 y 3: 1-7 refieren de la 14


prohibición, y su posterior violación de dicha prohibición, de comer del árbol de la ciencia del bien y el mal, de igual forma Revelación 17:16 nos presenta a los diez reyes de los postreros días que entregarán a la Bestia su poder comiendo la carne de la ramera, estas dos citas permiten entender que comer a algo o a alguien implica hacerse uno con eso, adquirir sus características. Nuestro Padre ha diseñado todo para que incluso de manera natural pueda entendérsele y en la vida el comer implica adquirir las características de aquello que se ingiere, así, si comemos comida no sustanciosa, no nutritiva, adquiriremos las deficiencias de dicha alimentación acarreando sobre nosotros debilidad y enfermedades, pero al contrario comer alimentos sanos y nutritivos nos volverá como aquello que consumimos, personas con energía y salud. Es así como el comer la carne de Cristo y beber Su sangre implica adquirir las características de Cristo, nutrirnos a través de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne, guardando los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús, para ser hallados a Su regreso llamados, escogidos y fieles.

Pero esto no termina aquí, 1 Pedro 2:1-2 exhorta a procurar la leche espiritual para crecer en salvación, “desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”, ¿cómo podemos crecer para salvación? 1 Timoteo 4:11-16 señala aspectos como predicar, enseñar, no descuidar los dones sino aprovecharlos, velar, perseverar y obrar.

1 Timoteo 4 11

Esto manda y enseña.

12

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los

creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la

enseñanza.

15


14

No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante

profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 15

Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu

aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues

haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.

Pero para ello, es decir, para crecer, necesitamos pasar de la leche espiritual, las doctrinas básicas de la fe, rudimentos de la doctrina de Cristo, como las llama Pablo en Hebreos 6:1, a el alimento sólido, que Pablo menciona en 1 Corintios 3:2, la plenitud de la estatura de Cristo, como lo indica Pablo en Efesios 4.13; es por eso que Pablo exhorta en 1 Tesalonicenses 4:1 a vivir conforme a la doctrina predicada por él pero a progresar aún más, esto a través del estudio, la meditación, la oración y sobre todo a través de poner por obra la fe que expresamos tener, ya que, al igual que en nuestra vida natural, si solo comemos pero no tenemos actividad se genera en nosotros pernicioso para nuestra salud.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir alimentándonos cada día con el pan del cielo, la palabra escrita y la palabra hecha carne, a avanzar de la leche espiritual al alimento sólido, a crecer en conocimiento de Dios y Su Hijo, y a poner por obra la fe que profesamos, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

16


INSTRUCCIONES DESDE EL MONTE “Instrucciones desde el monte” hace referencia a ese momento tan conocido y tan especial donde Dios entrega Sus Diez Mandamientos como parte del pacto que hace con Israel.

La lectura bíblica de Éxodo 20 presenta ese momento, pero como en la Escritura, contiene instrucción adicional y valiosa para nosotros.

Éxodo 20 1

Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

2

Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de

servidumbre. 3

No tendrás dioses ajenos delante de mí.

4

No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el

cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5

No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,

fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6

y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis

mandamientos. 7

No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por

inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. 8

Acuérdate del sábado para santificarlo.

9

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

10

más el séptimo día es sábado para Jehová tu Dios; no hagas en él obra

alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las

cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó. 17


12

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra

que Jehová tu Dios te da. 13

No matarás.

14

No cometerás adulterio.

15

No hurtarás.

16

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

17

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo,

ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. 18

Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de

la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19

Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no

hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20

Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino

Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. 21

Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad

en la cual estaba Dios. 22

Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis

visto que he hablado desde el cielo con vosotros. 23

No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.

24

Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus

ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25

Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si

alzares herramienta sobre él, lo profanarás. 26

No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra

junto a él.

Los versículos del 1 al 21 contienen la entrega de la Ley, los Diez Mandamientos de Dios, dichos mandamientos contienen lo mismo instrucciones relativa a hacer 18


que otras relativas a no hacer. Las primeras procuran nuestra santificación mientras que las segundas nos protegen de contaminarnos. Es interesante que antes que Dios le entregara Su Ley a Su pueblo, como menciona Éxodo 19:10-13, 22 les ordenara por medio de Moisés que se santificarán y al mismo tiempo que les indicara los límites del monte que no debían ser traspasados.

Éxodo 19 10

Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y

laven sus vestidos, 11

y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová

descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. 12

Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis

al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13

No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o

sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. … 22

Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová,

para que Jehová no haga en ellos estrago.

Interesante pues simboliza lo que anteriormente se comentó de los Diez Mandamientos: algunos de hacer a efectos de santificarse, otros de no hacer, de límites de los cuales no pasar, para no contaminarse.

En la actualidad, como bien sabemos, los Diez Mandamientos siguen vigentes, más sin embargo, como menciona Isaías 42:21, los mismos han sido engrandecidos, dados lustre por Cristo quien los espiritualizó para darle la perfección y santidad requerida por Dios. Mateo 5:31-48 contiene esto cuando Jesús, haciendo referencia a lo señalado en los Mandamientos al decir “habéis oído que se dijo a los antiguos…” pasa a establecer un nivel superior de 19


cumplimiento de la Ley espiritualizándola y señalando que eso es necesario para ser perfectos como Dios lo es.

Con todo y todo hay en Éxodo 20 unos versículos que deben ser considerados, estos están después de que la Ley ha sido dada y que dan instrucción que debe ser considerada. Los versículos 22 al 26 señalan el no hacerse dioses, el no construirse altares, el usar piedras sin labrar en los mismos y el no hacer escalinatas para subir al altar de Dios, ¿a qué viene estas indicaciones? A algo muy importante: no considerar que es el esfuerzo personal, el trabajo de uno, el que logra que la gracia de Dios se nos dé, el que consigue la santidad o la justificación. Todo lo que mencionan esos versículos son esfuerzos que el pueblo de Israel no debía confundir como parte del culto pues podía pensar que ellos conseguían lo que de Dios obtenían. Igual nosotros, debemos tener muy claro que no es nuestro esfuerzo lo que nos gana la gracia, la justificación o la santidad, sino que son dádivas de Dios, como dice la Escritura en Romanos 9:16, no es del que quiere o del que corre sin del que Dios tiene misericordia. Esto no implica, y esto hay que dejarlo muy claro, que debe embargarnos entonces un espíritu de desidia, toda la Escritura nos exhorta a esforzarnos y ser valientes, como señala Josué 1:7, pero si tener la correcta perspectiva de que tenemos que hacer lo que Dios espera de nosotros, pero que es Él quien cumplirá en nosotros lo que desde la eternidad pensó para cada uno.

Como bien sabemos, no sólo fueron los Diez Mandamientos los que como instrucción fueron dados por Dios desde el monte, hay dos momentos en que Moisés sube, Éxodo 20, cuando recibe los Diez Mandamientos, y luego de quebrar las tablas de la Ley de nuevo en Éxodo 34, en esta segunda ocasión, además de los Diez Mandamientos Dios instruyó por medio de Moisés de otro conjunto de leyes, estas temporales, las conocidas como leyes mosaicas, las cuales, como señala Gálatas 3:19, fueron añadidas por las transgresiones del pueblo, “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por 20


medio de ángeles en mano de un mediador”, transgresiones que hicieron que Moisés rompiera aquellas primeras tablas que contenían la Ley de Dios.

Éxodo 19:3-7 contiene una condicionante interesante que Dios puso al pueblo de Israel como parte del pacto que habría de celebrarse, esta condicionante incluía oír su voz y guardar su pacto. Se comenta que es interesante pues esto viene ser la definición que de la palabra santo hace la Escritura. Pero antes de llegar a ello, ¿qué significa oír la voz de Dios? Si se refiriera a leer Su palara así lo hubiera dicho, pero señala oír Su voz, ¿qué o más bien quién es esa Voz? Juan 1:1 señala a la Palabra de Dios estando con Dios y de la explicación que hace el Apóstol en los versículos 1 al 18 de ese primer capítulo se entiende se está refiriendo a Jesús, es así como ese oír la voz de Dios es atender al testimonio de Jesucristo. La otra parte de la condicionante, guardar el pato, implica cumplir con la Ley de Dios. De esta forma, como se comentó, tenemos la definición escritural de la palabra santo cuando Revelación 12:17 y 14:2 los señala a estos como aquellos que guardan el testimonio de Jesús y los mandamientos de Dios. Toda la Escritura es inspirada y nada en ella se contradice, por lo que es interesante que desde el inicio de la misma, aquí en Éxodo, se tenga la definición escritural de santo, aquel que guarda el testimonio de Jesús y los mandamientos de Dios, en la indicación de escuchar la voz de Dios, atender Su Palabra hecha carne, y guardar el pacto, cumplir sus mandamientos, es por eso que el texto áureo de Eclesiastés 12:13 indica que “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir prestando oído a la voz de Dios es decir atendiendo al testimonio de Jesús quien engrandeció y dio lustre a la Ley y guardando el pacto, esforzándonos por cumplir con Sus mandamientos, sabiendo, como dice Filipenses 1:6, que Aquel que inicio en nosotros la buena obra la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús. 21


BUENA CONDUCTA “Buena conducta” hace referencia a ese comportamiento que se espera de todo aquel que respondiendo al llamado del Padre viene a la salvación que se nos otorga por medio de Jesucristo.

La Lectura Bíblica de Efesios 5 señala precisamente aquellos aspectos de ese comportamiento que tanto en la Congregación como en la célula básica de la misma, la familia, cada cristiano debe mostrar.

Efesios 5 1

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

2

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo

por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre

vosotros, como conviene a santos; 4

ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen,

sino antes bien acciones de gracias. 5

Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es

idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6

Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira

de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7

No seáis, pues, partícipes con ellos.

8

Porque en otro tiempo erais tinieblas, más ahora sois luz en el Señor;

andad como hijos de luz 9

(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),

10

comprobando lo que es agradable al Señor.

11

Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien

reprendedlas; 12

porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.

22


13

Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son

hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. 14

Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.

15

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como

sabios, 16

aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

17

Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad

del Señor. 18

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed

llenos del Espíritu, 19

hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,

cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20

dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro

Señor Jesucristo. Someteos los unos a los otros 21

Someteos unos a otros en el temor de Dios.

22

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;

23

porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la

iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24

Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo

estén a sus maridos en todo. 25

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se

entregó a sí mismo por ella, 26

para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la

palabra, 27

a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese

mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

23


28

Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos

cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29

Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la

cuida, como también Cristo a la iglesia, 30

porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

31

Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,

y los dos serán una sola carne. 32

Grande es este misterio; más yo digo esto respecto de Cristo y de la

iglesia. 33

Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí

mismo; y la mujer respete a su marido.

Si bien buena conducta es una frase que incluso el mundo usa, escrituralmente hablando no se refiere a ese comportamiento que siendo ético o cívico para el mundo recibe reconocimiento de él, sino que el término, en el caso de la vida cristiana, apunta a un comportamiento diferente por su misma naturaleza al del mundo y al cual sólo puede accederse a través del Espíritu de Dios.

En la frase inicial de la Lectura Bíblica, Pablo insta a ser imitadores de Dios, pero ¿cómo imitar a alguien que no vemos, y no sólo que no vemos sino que es omnipotente, infinito y eterno?, la respuesta la da Pablo mismo a continuación cuando menciona que el ejemplo práctico de esa imitación a Dios la tenemos en Cristo, con lo que Él es el ejemplo que sí podemos seguir.

Todos los consejos que la Escritura da sobre la conducta de uno son, como se señala en el Texto Áureo de 1 Timoteo 3:15, para saber cómo debe uno comportarse en la iglesia de Dios, la cual es columna y fundamento de la verdad. Estas recomendaciones sobre el comportamiento no son sólo para aquello que los demás pueden ver sino incluso para esos momentos en que estamos solos pues Dios nos ve en todo momento.

24


En su segunda carta a Timoteo, capítulo 2, versículo 15, Pablo le insta a ser alguien que traza bien la palabra de verdad, ¿qué querrá decir Pablo con esto?, ¿se referirá literalmente a escribir la Palabra o simbólicamente, como algunas versiones dan a entender, a la manera en que la misma es explicada? El trazar la Palabra implica escribirla, ¿cómo podemos escribirla?, ¡con nuestra propia vida!

El oír la Palabra es el primero paso en la vida cristiana, pero no el último, la misma Escritura exhorta a ponerla por práctica, es cuando uno la pone por práctica cuando comienza a escribirla en la propia vida, ¿y quién podrá leer eso?, pues los demás, las personas que nos conocen, por eso Pablo en 2 Corintios 3:2 les dice, y a nosotros, vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestra corazones, conocida y leída por todos los hombres.

Extendiéndose sobre este tema, es decir, la buena conducta que todo cristiano debe mostrar, Pablo en 1 Corintios 13:1-3, 11-13, establece varias conductas que si bien pueden ser loables no son nada si se carece de amor.

1 Corintios 1

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser

como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2

Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si

tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3

Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si

entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. … 11

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba

como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12

Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a

cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

25


13

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el

mayor de ellos es el amor.

Esto puede confundir pues las cuestiones que menciona Pablo pueden ser consideradas en sí mismas como una muestra precisamente de ese amor que uno dice tener por los demás, por ejemplo ayudándolos, alimentándolos o vistiéndolos, pero con todo y todo Pablo claramente señala que se puede estar haciendo esto, e incluso más, sin tener amor, ¿cómo puede entenderse esto?

El problema radica en que generalmente cuando se escucha la palabra amor viene a la mente la definición que el mundo ha dado, una definición sentimental, emocional, humanista en el mejor de los casos pero desafortunadamente carnal, y como dice Romanos 8:7, la carne es enemistad para con Dios y no puede sujetarse a Su Ley. Es así que más que la idea que el mundo tiene de la palabra amor, habrá que ver como la Escritura lo define, siendo que Juan 5:2 señala claramente que sabemos que amamos a los hijos de Dios cuando amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos. ¡He aquí el meollo del asunto!, podemos estar haciendo mucho bien a los demás, desde el punto de vista del mundo, pero si no se hace esto desde la perspectiva que da el cumplir los mandamientos no estamos amando ni a Dios ni a sus hijos. Es por ello que en Gálatas 5:14 Pablo dice que el cumplimiento de la Ley se da cuando se ama al prójimo.

Sí que la cuestión de amar no se circunscribe a los sentimientos o las emociones, si así fuera sería imposible, como nos exhorta la Escritura, a amar a nuestros enemigos, ¿por qué?, porque puede haber un sentimiento encontrado en nosotros, pero si los tratamos desde la perspectiva del cumplimiento de la Ley de Dios los estaremos amando, aunque emocional, sentimentalmente, tengamos algún conflicto. Ahora bien, tratar a los demás desde la perspectiva de la Ley de Dios aunque no nos nazca, aunque signifique un esfuerzo, ¿no será convertirnos en unos hipócritas?, nada más lejos de la realidad, una cosa es fingir algo que ni pensamos ni sentimos y otra muy distinta esforzarnos por alcanzar el estándar que 26


nos pide la Ley de Dios aunque eso nos genere un conflicto interno pues la carne tiende a rebelarse. Y es precisamente ese esfuerzo el evidencia ante el Padre nuestro deseo de llegar a ser lo que Él pensó para nosotros desde la eternidad siendo que en su momento se alcanzará de manera perfecta y santa, después de todo si bien esto es imposible para nosotros es posible para Dios, como señala Mateo 19:26

La instrucción que sobre buena conducta entrega la Escritura debe servir para mirarnos en el espejo que nos presenta la Palabra para ver, como señala Mateo 7:1-5.

Mateo 7 1

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

2

Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con

que medís, os será medido. 3

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de

ver la viga que está en tu propio ojo? 4

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la

viga en el ojo tuyo? 5

¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien

para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Esas vigas que tenemos, y no sólo en el ojo sino en las manos, la espalda, los pies, y que nos impiden avanzar en el Camino, de otra forma, es decir, si creemos que ya es poco lo que queda por trabajar en nosotros, puede pasarnos como las cinco vírgenes fatuas de Mateo 25:1-13 que se durmieron consumiendo su aceite.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir poniendo por práctica y mejorando día con día la buena conducta tal como se nos presenta por la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, cumpliendo así ese amor, desde el punto de vista escritural referido al 27


cumplimiento perfecto y santo de la Ley de Dios que nos debemos los unos con los otros, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

28


LA EXPIACIÓN (POR JESUCRISTO) “La Expiación (por Jesucristo)” hace referencia precisamente a ese misterio que es fundamental para la vida cristiana referido a la salvación que por el sacrificio redentor de Cristo hemos obtenido.

La Lectura Bíblica de Hebreos 7 permite entender a cabalidad lo referido a la expiación que viene del sacrificio redentor de Jesús.

Hebreos 7 1

Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que

salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2

a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa

primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3

sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin

de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4

Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca

dio diezmos del botín. 5

Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio,

tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6

Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de

Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7

Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.

8

Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno

de quien se da testimonio de que vive. 9

Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los

diezmos; 29


10

porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió

al encuentro. 11

Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él

recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12

Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio

de ley; 13

y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al

altar. 14

Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la

cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 15

Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta

un sacerdote distinto, 16

no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la

descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 17

Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

18

Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad

e ineficacia 19

(pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor

esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. 20

Y esto no fue hecho sin juramento;

21

porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes;

pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. 22

Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.

30


23

Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte

no podían continuar; 24

más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio

inmutable; 25

por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se

acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. 26

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,

apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27

que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de

ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28

Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la

palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.

De igual forma el Texto Áureo de Colosenses 1:14 condensa lo anterior cuando señala que “en [Cristo] tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.

Con todo y todo debemos estar prestos para dar razón de nuestra fe ya que dicho misterio plantea interrogantes importantes para quien en su comprensión se adentra: ¿por qué se dice que era necesario el sacrificio de Cristo para el perdón de los pecados cuando en el Antiguo Testamento se tienen sacrificios que conseguían esto como queda claro en el capítulo 4 de Levítico?, ¿cómo puede la muerte de Cristo aplicársenos para expiación de nuestros pecados cuando Ezequiel 18:20 claramente dice que nadie pagará por el pecado del otro sino que aquel que pecare ese habría de morir?, ¿a qué ley se refiere la Escritura, en Efesios 2:14-15, Colosenses 2:14-15 y Gálatas 3:10, 13 y 4:4-5, cuando dice que ésta fue clavada en la cruz?

Sobre la primera pregunta referida a la necesidad del sacrificio de Cristo para perdón de nuestros pecados cuando ya había sacrificios en el Antiguo Testamento 31


que hacían eso es menester aclarar el alcance limitado de estos últimos. En efecto, como señala Levítico 4, había sacrificios que permitían el perdón de los pecados pero éstos eran para aquellos pecados de ignorancia o sin intención, pero para los pecados hechos con plena conciencia, con rebeldía pues, no había remisión posible, en Levítico 20 se tiene alguna listas estos pecados como el ofrecer a los hijos a Moloc, el consultar adivinos, el cometer adulterio y otras transgresiones sexuales, estos pecados no pueden hacerse sin conocimiento, sin conciencia de ellos, necesariamente tienen que hacerse descarada y rebeldemente como los caracteriza Números 15:30-31, y para estos no había remisión posible pues como señala ese mismo capítulo la paga de ellos era la muerte; también había pecados que permitían una compensación y por ende ser perdonados, como en el caso del robo, como señala Éxodo 22:1-16, pero incluso para estos pecados susceptibles de ser perdonados, los sacrificios debían ofrecerse una y otra vez mientras se cometiesen. En este sentido, como dice Hebreos 9:27-28 y Romanos 6:9-10, el sacrificio de Cristo es completo y perfecto, hecho una vez y para siempre, mediante el cual se obtiene redención plena y total incluso de aquellos pecados para los cuales la ley no había dispuesto manera algún de obtener perdón, como los realizados con plena conciencia, con rebeldía, como menciona la profecía de Isaías 53, conocida como la del siervo sufriente, aplicable a Jesucristo, que en el versículo 5 menciona que Él, Cristo, fue herido por nuestras rebeldías.

Respecto de la segunda pregunta relativa a cómo pudo Cristo pagar la pena que por nuestros pecados nos habíamos granjeado cuando según Ezequiel 18:20 nadie cargaría con el pecado del otro es necesario entender que Ezequiel 18:20 se refiere a la imposición que un tercero haría sobre alguien sobre los pecados de otro, lo cual no es válido, pero no impide que libremente otro pudiera ofrecerse para pagar la deuda que alguien tenía, Levítico 25:25 permite que alguien libremente pudiera pagar el rescate debido por alguno, así, a Cristo no le fueron impuestos nuestros pecados para que Él pagara nuestra deuda sino que Él se ofreció para ello, ¿y cuál era la deuda que teníamos? Romanos 6:23 señala que la 32


paga del pecado es la muerte, y Deuteronomio 12:23 señala que la vida está en la sangre, es así como para pagar la deuda de muerte que sobre nosotros pendía, Cristo hubo de derramar su sangre, de entregar su vida, como señala Hebreos 9:22, y ganarnos así acceso a la vida eterna. Curiosamente la cita señalada de Levítico 25:25 que permite el rescate de la deuda de alguien por otro, menciona al rescatador con la palabra hebrea ֹֽ‫ֹ֙ולֲ א‬, ḡō·’ă·lōw, misma que deviene de la palabra ‫לֹֽלאֹו א‬, gō·w·’êl, goel que está en la profecía de Isaías 59:20 aplicable a Cristo que señala que vendría un rescatador, ‫לֹֽלאֹו א‬, gō·w·’êl, goel, que quitaría la impiedad de Israel.

Por último, sobre la tercera pregunta relativa a que si cuál es la ley que fue clavada en la cruz es menester entender que en la Escritura hay dos cuerpos legislativos: una ley eterna y otra temporal.

Si yo digo que Juan Pérez mide 1.70 mts., y luego digo que Juan Pérez mide 1.90 mts., es más que obvio que no puede tratarse del mismo Juan Pérez sino de dos personas con el mismo nombre. En otras palabras, cuando adjudicó a un sujeto u objeto dos características que son mutuamente excluyentes, es más que lógico, obvio y evidente que no puede tratarse del mismo sujeto u objeto sino que deberán ser dos sujetos u objetos diferentes.

Pues bien, tenemos citas escriturales que mencionan, respecto de la ley, que fue dada por Dios (Éxodo 20:1) y fue dada por Moisés (Deuteronomio 1:1), fue escrita en tablas de piedra (Éxodo 24:12) y fue escrita en un libro (Deuteronomio 31:24); fue escrita por el mismo Dios (Éxodo 31:18) y fue escrita por Moisés (Deuteronomio 31:9); fue puesta dentro del Arca de la Alianza (Éxodo 31:18) y fue puesta enseguida del Arca de la Alianza (Deuteronomio 31:26); trae bienaventuranza (Salmos 119:1) y trae maldición (Gálatas 3:10); permanece (Salmos 119:44) y tendría un término final (Efesios 2:15; Colosenses 2:14); es perfecta y perfecciona (Salmos 19:7) y es imperfecta y no perfecciona (Hebreos 7:19); es espiritual (Romanos 7:14) y es carnal (Hebreos 9:10); es santa, justa y 33


buena (Romanos 7:12) y apenas y si es una sombra de lo que habría de venir (Hebreos 10:1); es para siempre (Salmos 119:44) y es temporal (Gálatas 3:19).

Nomás con la lógica elemental que hemos comentado, dada las características mutuamente excluyentes con las que se identifica a la ley, hemos de concluir que se trata de dos leyes o conjuntos de leyes diferentes. Esto es lo primero que debemos tener en cuenta.

Después de lo anterior, lo siguiente es tratar de entender, cuál de estas dos leyes o conjuntos de leyes es la que fue abolida en la cruz. Si en la cruz se abolieron las ordenanzas que eran contra nosotros (Colosenses 2:14-13), los mandamientos que eran motivo de enemistad (Efesios 2:14-15), y, más contundentemente, que la ley devino en maldición hacia nosotros (Gálatas 3:13), ¿a cuál de estas dos leyes o conjuntos de leyes se referirá?, ¿a la ley dada por Dios, escrita en tablas de piedra, escrita por el mismo Dios y puesta dentro del Arca de la Alianza que trae bienaventuranza, permanece, es perfecta y perfecciona, es espiritual, es santa, justa y buena, y es para siempre, o a la ley dada por Moisés, escrita en un libro, escrita por Moisés y puesta enseguida del Arca de la Alianza que trae maldición, tendría un término final, es imperfecta y no perfecciona , es carnal , apenas y si es una sombra de lo que habría de venir y es temporal? Creo la respuesta es más que lógica, obvia y evidente: la ley que fue clavada en la cruz son las que se conocen como leyes mosaicas y que fueron adicionadas a los Diez Mandamientos, la Ley de Dios.

De esta forma queda clara la existencia de dos cuerpos legislativos: la Ley de Dios, sus Diez Mandamientos, perfectos, eternos, vigentes, y las leyes mosaicas imperfectas, temporales y ya no vigentes al menos en su forma material aunque sí espiritualizadas, siendo estas últimas las que, entendiendo lo que la Escritura presenta, fueron clavadas en la cruz, de hecho, como señala la cita anterior de Gálatas 3:19 ese conjunto legislativo adicional fue añadido -y esto es muy

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importante –“hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa”, es decir, la misma tendría vigencia hasta el advenimiento de Cristo.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir alabando, glorificando y adorando al Padre por la expiación que se nos ha otorgado mediante el sacrificio redentor de Jesús, entendiendo a cabalidad el significado de éste, y viviendo en consecuencia por la fe que decimos profesar, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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MOISÉS EN EL MONTE “Moisés en el monte” se refiere a la manera en que Dios entrega a Moisés las normas aplicables al Pacto que con Su pueblo haría.

La Lectura Bíblica de Éxodo 24 presenta tanto los preparativos para el evento anterior como a la manera en que finalmente lo señalado fue realizado.

Éxodo 24 1

Dijo Jehová a Moisés: Sube ante Jehová, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y

setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. 2

Pero Moisés solo se acercará a Jehová; y ellos no se acerquen, ni suba el

pueblo con él. 3

Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las

leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. 4

Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de

mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel. 5

Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y

becerros como sacrificios de paz a Jehová. 6

Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la

otra mitad de la sangre sobre el altar. 7

Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos

todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8

Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la

sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. 9

Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de

Israel;

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10

y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un

embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. 11

Más no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y

vieron a Dios, y comieron y bebieron. 12

Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te

daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. 13

Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de

Dios. 14

Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y

he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos. 15

Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte.

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Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por

seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. 17

Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la

cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. 18

Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés

en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

De igual forma el Texto Áureo de 2 Corintios 3:7 permite entender que aquella normatividad para nada perfeccionó sino que eran sombras de la gracia venidera que por medio de Cristo se derramaría en sus seguidores: “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer”.

Con todo y todo es menester los detalles finos de lo anterior ya que el no hacerlo ha llevado a quienes no permanecen en la fe dada a los santos de una vez y para siempre (Judas 3) ha conclusiones erróneas sobre la verdad revelada siendo la

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principal, en cuanto a este tema, el considerar que todo lo entregado en Sinaí ya no está vigente, incluyendo en esto los Diez Mandamientos.

De las normas dadas por Dios la misma Escritura dice, en Gálatas 3:19, que hubo normas que fueron añadidas, añadidas a causa de las trasgresiones, y no sólo añadidas sino que las mismas estarían vigentes hasta que llegase la descendencia a quien iba destinada la promesa, esto es, hasta el advenimiento de Cristo, “entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador”, es así que la pregunta básica es ¿qué normas y en qué momento fueron añadidas?

Para responder a lo anterior es menester entender que Moisés no subió una sino dos veces al monte Sinaí, esto es declarado por la Escritura cuando en Deuteronomio 10:10 así lo señala: “Y yo estuve en el monte como los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches; y Jehová también me escuchó esta vez, y no quiso Jehová destruirte”. ¿Qué recibió tanto en la primera vez que subió como en la segunda? Deuteronomio 5:22 es muy claro cuando menciona que Dios entregó Sus Diez Mandamientos en sendas tablas a Moisés y que nada añadió, luego entonces esto tuvo que haber acontecido en la primera vez que Moisés subió a Sinaí, de hecho en Éxodo 32:15 puede verse a Moisés bajando de Sinaí únicamente con dichas dos tablas. Más sin embargo, como puede leerse a manera de ejemplo en Éxodo 26:30, hubieron normas adicionales que fueron entregadas y las cuales, siguiendo el mismo razonamiento escritural, sólo pudieron haber sido entregadas en la segunda vez que Moisés subió al monte, estas leyes sociales, políticas y religiosas son las que se conocen como leyes mosaicas y este misma división la hace el propio Moisés cuando en Deuteronomio 4:13-14 señala que Dios le dio Sus Diez Mandamientos en sendas tablas mientras que a él le mandó instruir en otras normas adicionales al pueblo de Israel.

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De esta forma pueden identificarse las normas que fueron añadidas, añadidas por causa de la rebeldía, como señala la misma Escritura, añadidas a los Diez Mandamientos cuyas primeras tablas fueron rotas por Moisés cuando al bajar del Monte vio como el pueblo de Israel en rebeldía se había puesto a retozar y disfrutar adorando aquel becerro de oro. Estas normas, y no los Diez Mandamientos, los cuales son eternos, son las que temporalmente estarían vigentes, al menos en su expresión material, hasta el advenimiento de Cristo.

De la Lectura Bíblica puede verse como es que Moisés sube al monte que Dios había dispuesto para entregar Su Ley. Esto significa un esfuerzo para Moisés, sin duda, pero un esfuerzo mínimo pues el camino hacia Dios que es infinito y eterno es insalvable a menos que Dios mismo lo supere. Moisés sube al monte, es verdad, pero es Dios que viene realmente al encuentro del hombre cuando, como dice Salmos 113:6, Él se abaja. Esto es importante entenderlo para no confundir que nuestros actuales esfuerzos por cumplir la Ley de Dios son los que nos granjean la consecución de las promesas. Isaías 64:6 señala como es que todas nuestras obras de justicia son como trapos de inmundicia ante Dios, esto porque en el presente siglo no alcanzan el nivel de perfección y santidad requeridos, lo cual es reconocido por Pedro cuando en Hechos 15:10 señala que las mismas nunca pudieron ser cumplidas, “¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?”, pero esto no debe mover a indolencia sino a seguir esforzándonos en el Camino, no como una forma de ganar por nosotros las promesas sino como una forma de evidencia que queremos que en su momento el Padre lleve en nosotros la obra que desde le eternidad pensó reflejando, en el reino venidero, al carácter perfecto y santo de Cristo.

Pero entonces, ¿por qué fueron estas leyes añadidas?, precisamente para evidenciar la imposibilidad de que desde nuestra carnalidad se cumpliese de manera perfecta y santa lo que Dios de nosotros espera, con todo y todo llegará el momento en que dichas normas puedan ser cumplidas de manera perfecta y 39


santa, espiritualizadas, ya que las mismas eran sombra de lo venidero, a la venida de Cristo cuando aquellos llamados y elegidos que sean hallados fieles sean transformados en cuerpos de gloria y no puedan pecar más sino que reflejando el carácter perfecto y santo de Cristo sirvamos al Padre en perfección y santidad.

Sobre esto es interesante que las tablas de la ley estaban dentro del Arca, como señala Éxodo 25:16, pero encima de ella estaba el propiciatorio, la tapa del Arca, la cual era rociada cada año con la sangre requerida para el perdón de los pecados del pueblo, símbolo de la sangre de Cristo que habría de ser derramada por todos, siendo que este propiciatorio también se conoce como el trono de gracia ante el cual podemos acudir, como señala Hebreos 4:16 a obtener misericordia: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Se comenta que es interesante ya que, en el mismo tenor de lo expresado anteriormente, no es el cumplimiento de la Ley lo que nos gana las promesas del Padre sino la misericordia de Dios quien cubre con la sangre de Cristo nuestros pecados permitiendo así acceder a la filiación divina, después de todo, como señala Éxodo 25:22, era encima del propiciatorio, el cual cubría las tablas de la Ley, desde donde Dios se manifestaba.

Uno como Moisés va al encuentro de Dios cuando responde al llamado, al igual que el pueblo de Israel, como señala Éxodo 24:7, uno dice que hará y obedecerá todo lo referido por Dios, pero al igual que el pueblo de Israel, al comenzar el andar por el Camino vienen los tropiezos, las caídas. Estos tropiezos y caídas, si es que nos molestan, nos entristecen, evidencian aquello que no somos ni queremos y mediante el esfuerzo y la lucha, por el Espíritu de Dios, se va desarrollando en nosotros Su carácter perfecto y santo hasta el día de nuestra liberación, mientras tanto seguimos acudiendo por Cristo al trono de misericordia, cubierto por Su sangre, para obtener por medio de su intersección, como señala 1 Juan 2:1-2, el perdón de nuestros pecados: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el 40


Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en constante ascensión al monte de Dios, tanto para convenir el pacto por medio del cual obtenemos la filiación divina como para renovarlo después de cada caída entendiendo que dicha ascensión evidencia con nuestro esfuerzo la intención de servir a Dios pero que es Su gracia derramada mediante el sacrificio redentor de Cristo lo que nos habilita para la obtención de las promesas, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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LAS DOS TABLAS “Las dos tablas” se refiere tanto a ese primer momento en que Dios entrega Su Ley al pueblo de Israel a través de Moisés así como a la segunda vez en que la Ley es entregada después que Moisés rompe las primeras tablas al bajar del monte y encontrar al pueblo entregado a rebeldía.

La Lectura Bíblica de Éxodo 34:1-17 habla precisamente de ese segundo momento cuando Dios vuelve a entregar Su Ley al pueblo de Israel a través de Moisés así como las instrucciones de mantenerse como un pueblo santo para Dios.

Éxodo 34 1

Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y

escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. 2

Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y

preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. 3

Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas

ni bueyes pazcan delante del monte. 4

Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de

mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. 5

Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el

nombre de Jehová. 6

Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte,

misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; 7

que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y

el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita

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la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. 8

Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

9

Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor

en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. 10

Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré

maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo. 11

Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu

presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. 12

Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de

entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. 13

Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus

imágenes de Asera. 14

Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo

nombre es Celoso, Dios celoso es. 15

Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque

fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; 16

o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de

sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas. 17

No te harás dioses de fundición.

De igual forma el Texto Áureo de Deuteronomio 10:5 corrobora que las tablas de la Ley fueron puestas dentro del Arca, “entonces me volví y descendí del monte, y puse las tablas en el arca que yo había hecho; y allí están tal como el Señor me ordenó”, a diferencia de las leyes mosaicas que escritas en un libro fueron puestas a un lado de la misma como señala Deuteronomio 31:24-26. 43


Antes de continuar, ¿te has dado cuenta cómo es que nuestro llamamiento se parece a las dos veces en que Dios entrega Su Ley a su pueblo por medio de Moisés? Primero respondiendo al llamado de Dios venimos a salvación, es decir, aceptamos hacer pacto con Dios, pero después, una vez bautizados, una vez recibido el Espíritu Santo, a pesar de nuestro esfuerzo seguimos cayendo, pecando, rebelándonos, pues aún somos carnales, entonces, una vez comprendido que no es por nuestro esfuerzo que cumpliremos en perfección y santidad lo que Dios de nosotros espera, las tablas de piedra son rotas, ¡nosotros somos rotos! y Dios nos pide aparejar otras tablas, ahora las de nuestro corazón, para comenzar a lo largo de nuestra vida a escribir Su Ley en nosotros, como el alfarero que rehace el jarrón de barro que se ha malogrado.

Volviendo sobre el tema, en la Lectura Bíblica Éxodo 34:1-4 presenta la instrucción de Dios a Moisés de preparar otras dos piedras para que Dios pudiera escribir en ellas de nuevo Su Ley. Por Hebreos 10:16 sabemos que después del advenimiento de Jesús la Ley de Dios es escrita en los corazones de los fieles, “este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”, pero de igual forma que con Moisés, se nos pide preparar nuestros corazones, después de todo, ¿cómo podría Dios escribir en nosotros Su Ley si no estamos dispuestos, preparados para ello? Ahora bien, esta preparación no es sólo una vez, digamos cuando venimos al bautismo, sino que cada día uno debe preparar el corazón pues el trabajo de Dios en nosotros es constante mientras vamos creciendo en el conocimiento de Dios Padre y Su Hijo, como señala, Juan 17:3, “y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”, hasta llegar a la estatura perfecta de Cristo, como dice Efesios 4:13, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

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De igual forma la cita de Éxodo 34:1-4 presenta a Dios instruyendo a Moisés de que él sólo debía subir al momento por ese segundo juego de tablas de la Ley que sobre las piedras preparadas por Moisés escribiría Dios mismo. En esta subida Moisés debía cuidarse de ir sólo, es decir, sin hombres, ovejas o bueyes. Esto es interesante pues Dios nos dice a nosotros exactamente lo mismo: que si queremos ir a su encuentro debemos dejar todo lo que somos y todo lo que tenemos, como dice Mateo 19:21, dejar atrás al hombre viejo para comenzar a vivir bajo el hombre nuevo, como señala Efesios 4:22-24. No podemos ir al encuentro de Dios a recibir Su Ley con nuestras ideas, con nuestra propia justicia, con nuestra mente y nuestro corazón puestos sobre nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestra ambiciones, debemos dejar todo, poner la mano sobre el arado sin ver hacia atrás, como dice Lucas 9:62, y esto, al igual que la preparación de las tablas de nuestro corazón que debe ser hecho día con día, también debe ser hecho constantemente.

Deuteronomio 10:11-13 resume el sentido del pacto que Dios había hecho con Su pueblo, resumen que es aplicable de igual forma nosotros, cuando presenta a la par tanto el creer como el hacer cuando dice “y me dijo Jehová: Levántate, anda, para que marches delante del pueblo, para que entren y posean la tierra que juré a sus padres que les había de dar. Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” Esto es repetido en Deuteronomio 11:13-18 cuando señala, en el versículo 13 “si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma”, pero de igual forma agrega las bendiciones que de ellos se desprendería cuando en el versículo 14 señala que “ yo daré la lluvia de vuestra

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tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite”.

Es interesante lo que Dios entregaría como parte de su proveeduría a quien le amase, le sirviese y obedeciera sus mandamientos: lluvia, grano, vino y aceite. ¿Por qué es interesante? Porque resume prácticamente la manera en que Dios, interactuando con la humanidad, lleva a los elegidos a reflejar el carácter perfecto y santo de Cristo. Primero menciona a la lluvia, la cual, como señala Isaías 55:1011 es un símbolo de la Palabra escrita, “porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Luego menciona al grano, el cual triturado se vuelve harina de la cual sale el pan, y al vino, el cual sale de uvas que son trituradas, ambas figuras son símbolo del sacrificio redentor de Cristo, la Palabra hecha carne, el cual, como señala Mateo 26:26-28, utilizó los emblemas del pan y del vino como símbolo de su cuerpo que sería entregado y de su sangre que sería derramada para nuestra redención, “y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”. Por último menciona al aceite, el cual es símbolo del Espíritu Santo, como queda claro en la parábola de las vírgenes prudentes y de las vírgenes fatuas que presenta Mateo 25:1-13.

De esta forma, aquello que nos presenta Dios para nuestra corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación, a saber: Su Palabra escrita, Su palabra hecha carne y Su Espíritu, está a nuestra disposición siempre y cuando las primeras condiciones sean cumplidas: amar a Dios, servirle y obedecer Sus mandamientos.

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Termina la cita de Deuteronomio 11:13-18 señalando en el último versículo que las palabras de Dios debían ser puestas como señales entre los ojos y atadas en las manos y, esto, si bien literalmente el pueblo de Israel así lo hacía, la iglesia de Dios sabe que se refiere a lo que se cree, aquello que está entre los ojos, es decir, en la mente, como señala Mateo 11:27 referido al conocimiento del Padre y del Hijo, “todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”, y a aquello que se hace, aquello atado a las manos, como señala Romanos 2:13 al decir que no son los oidores de la Ley los que serán justificados sino los hacedores de la misma.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir subiendo día con día a recibir la instrucción de Dios, dejando nuestras ideas, pensamientos y sentimientos, lo que somos y tenemos, alistando de igual forma, es decir, día con día, las tablas de nuestros corazones para que Dios pueda escribir en ellos Su instrucción, poniendo dicha instrucción entre nuestros ojos, es decir en nuestra mente en referencia a la fe que decimos profesar y atando dicha instrucción a nuestras manos, es decir poniéndola por obra, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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LA EXPIACIÓN (POR ANIMAL) “La expiación (por animal)” se refiere principalmente al Día de la Expiación, el cual, como sombra de lo venidero, apuntaba hacia el sacrificio redentor de Jesús.

La Lectura Bíblica de Levítico 16 presenta de manera precisa las prescripciones que Dios había establecido con Su pueblo, como parte de Su pacto, referidas a la manera en que esta fiesta debía observarse.

Levítico 16 1

Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón,

cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. 2

Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo

entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio. 3

Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y

un carnero para holocausto. 4

Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de

lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua. 5

Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos

para expiación, y un carnero para holocausto. 6

Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la

reconciliación por sí y por su casa. 7

Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de

Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. 8

Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por

Jehová, y otra suerte por Azazel.

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9

Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por

Jehová, y lo ofrecerá en expiación. 10

Más el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo

presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. 11

Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la

reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo. 12

Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de

delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. 13

Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del

perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. 14

Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el

propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. 15

Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del

pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. 16

Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel,

de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas. 17

Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a

hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel. 18

Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la

sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. 49


19

Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y

lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. 20

Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de

reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; 21

y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y

confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. 22

Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a

tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto. 23

Después vendrá Aarón al tabernáculo de reunión, y se quitará las

vestiduras de lino que había vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. 24

Lavará luego su cuerpo con agua en el lugar del santuario, y después de

ponerse sus vestidos saldrá, y hará su holocausto, y el holocausto del pueblo, y hará la expiación por sí y por el pueblo. 25

Y quemará en el altar la grosura del sacrificio por el pecado.

26

El que hubiere llevado el macho cabrío a Azazel, lavará sus vestidos,

lavará también con agua su cuerpo, y después entrará en el campamento. 27

Y sacarán fuera del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados

por el pecado, cuya sangre fue llevada al santuario para hacer la expiación; y quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol. 28

El que los quemare lavará sus vestidos, lavará también su cuerpo con

agua, y después podrá entrar en el campamento. 29

Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días

del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. 30

Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de

todos vuestros pecados delante de Jehová. 31

Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto

perpetuo. 50


32

Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser

sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. 33

Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión;

también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. 34

Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al

año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó.

De igual forma el Texto Áureo de Levítico 16:30 señala el objetivo mismo de dicha fiesta al declarar que la misma permitiría la purificación de todos los pecados del pueblo ante Dios: “Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová”.

La enseñanza de la iglesia de Dios permite comprender que dicho Día apuntaba a la obra redentora de Cristo, profeta, sacerdote y rey, sobre todo en la figura de los dos machos cabríos: el macho cabrío sacrificado representaba a Cristo, profeta, muriendo para reconciliarnos con el Padre; el macho cabrío que se soltaba en el desierto representaba a Cristo, sacerdote, quien con su intercesión logra el perdón de nuestros pecados. La figura de Cristo como rey, no presente en el Día de la Expiación, se cumplimentará a Su regreso.

Con todo y todo hay preguntas referidas a esta fiesta que requieren de un mayor estudio: si el Día de la Expiación alcanzaba al perdón de todos los pecados, ¿para qué era necesario que el Cristo muriera?, el pueblo bien pudo haber seguido alcanzando expiación por medio de ese día, ¿cómo es posible que el Día de la Expiación alcanzase perdón de aquellos pecados para los cuales las leyes mosaicas no preveían sacrificio para ello, como el homicidio, el adulterio, o la hechicería?, ¿por qué era necesario ese día para expiar los pecados del pueblo

51


cuando dichos pecados ya habían sido perdonados, a lo largo del año y para cada transgresor de la ley, con los sacrificios prescritos por las leyes mosaicas?

Para responder a las interrogantes anteriores es menester entender que si bien el versículo 30 de la Lectura Bíblica señala que en el Día de la Expiación todos los pecados del pueblo eran perdonados, esto se refiere a todos los pecados que eran perdonables. Las leyes que dio Dios a Moisés, conocidas como leyes mosaicas, permiten ver dos tipos de pecados: aquellos perdonables, como los señalados en Levítico capítulos 4, 5 y 6, señalados como de yerro, involuntarios o resarcibles, y aquellos que no podían ser perdonados señalados como hechos con rebeldía, conscientemente o que no eran resarcibles, y cuyo castigo era la pena capital, la muerte, como los señalados en Levítico capítulos 18 y 20.

De hecho la misma Escritura hace esta diferenciación cuando en Números 15:2730 señala “si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación. Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado. El nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro. Más la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo”.

Esto nos permite entender que en el Día de la Expiación se alcanzaba el perdón, sí, pero sólo de aquellos pecados que podían ser perdonados, no de aquellos para los cuales la muerte era el castigo establecido. De igual forma este entendimiento permite comprender por qué el sacrificio de Cristo no sólo es infinitamente mejor sino necesariamente obligatorio: como señala Hebreos 19:10, 12-14, Su sacrificio nos alcanza redención de todos los pecados, tanto los perdonables como los imperdonables según las leyes mosaicas, siendo Su sacrificio, a diferencia de los sacrificios prescritos en las leyes mosaicas, perfecto y completo de una vez y para siempre. 52


Pero aún queda ¿por qué era necesario ese día para expiar los pecados del pueblo cuando dichos pecados ya habían sido perdonados, a lo largo del año y para cada transgresor de la ley, con los sacrificios prescritos por las leyes mosaicas? La respuesta es: porque así lo requería el templo para seguir estando funcional.

Pensemos esto, si un día antes del Día de la Expiación todo el pueblo hubiese efectuado a lo largo del año los sacrificios prescritos por las leyes mosaicas para los pecados perdonables, habrían estado sin pecados por lo que el Día de la Expiación hubiese sido inútil e innecesario, ¿entonces?, la clave de la respuesta está en el versículo 16 de la Lectura Bíblica el cual declara que todo lo referido al Día de la Expiación lo que conseguía era limpiar el santuario, ¡ahí está la clave!, no es que el Día de la Expiación de sí y por sí limpiara al pueblo de los pecados perdonables, sino que limpiaba el santuario el cual durante el año se iba contaminando por los sacrificios que diariamente se ofrecían en él para alcanzar perdón, por lo que era necesario que una vez al año, en el Día de la Expiación, se purificase el santuario para que este estuviera funcional y permitiese en consecuencia que los sacrificios que en él se ofrecían alcanzaran el perdón de los pecados perdonables.

Es decir, el Día de la Expiación no alcanzaba de manera directa el perdón de los pecados del pueblo, sino de manera indirecta al purificar el santuario y permitir que este siguiera funcional para los sacrificios que por el perdón de los pecados del pueblo diariamente se ofrecían.

Con este entendimiento uno puede comprender, tomando como sombra el Día de la Expiación y trayéndolo a la vida actual de la iglesia de Dios, que el sacrificio de Cristo, el macho cabrío sacrificado, fue hecho de una vez y para siempre, pero que la intercesión de Cristo, el macho cabrío soltado en el desierto, es constantemente efectuada por Él, de esta forma, si bien al acepar el sacrificio redentor de Jesús todos nuestros pecados nos son perdonados, su intercesión 53


permite alcanzar perdón por aquellos pecados que dada nuestra carnalidad se siguen cometiendo, con todo y todo, para que esto sea funcional, como lo era el Día de la Expiación, uno debe ceñirse a los requerimientos que establece la Palabra en cuanto a lo que de nosotros se espera, esto es, esforzarnos en el Camino, obedeciendo la Ley de Dios, cumpliendo Su voluntad, proclamando el Evangelio y siendo mediante nuestro testimonio ante las naciones sal de la tierra y luz del mundo.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir agradeciendo por la redención que Cristo, realización de las sombra del Día de la Expiación, nos ha alcanzado, acudiendo por Su medio al Padre para seguir alcanzando perdón de las faltas que seguimos cometiendo, y esforzándonos en el Camino para vivir conforme a la voluntad del Padre, haciendo así funcional, como en el pasado en el Día de la Expiación, la salvación alcanzada para nosotros por Cristo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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SEPARACIÓN/DIFERENCIAS E INSTRUCCIÓN “Separación/Diferencias e Instrucción” hace referencia a aquello en lo que uno debe creer y a aquello que en consecuencia debe uno de actuar para considerarse hijo de Dios.

La Lectura Bíblica de Levítico 11 presenta lo que se conoce como leyes dietéticas, es decir, aquellos animales, peces, aves e insectos que podían ser considerados aptos como alimentos, limpios pues, y aquellos que no se consideraban comida señalados como inmundos.

Levítico 11 (Dt. 14:3-21) 1

Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles:

2

Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que

comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. 3

De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste

comeréis. 4

Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el

camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. 5

También el conejo, porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por

inmundo. 6

Asimismo la liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por

inmunda. 7

También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero

no rumia, lo tendréis por inmundo. 8

De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los

tendréis por inmundos. 9

Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que

tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis.

55


10

Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos,

así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. 11

Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis

sus cuerpos muertos. 12

Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en

abominación. 13

Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán

abominación: el águila, el quebrantahuesos, el azor, 14

el gallinazo, el milano según su especie;

15

todo cuervo según su especie;

16

el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán según su especie;

17

el búho, el somormujo, el ibis,

18

el calamón, el pelícano, el buitre,

19

la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago.

20

Todo insecto alado que anduviere sobre cuatro patas, tendréis en

abominación. 21

Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas,

que tuviere piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la tierra; 22

estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín según

su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie. 23

Todo insecto alado que tenga cuatro patas, tendréis en abominación.

24

Y por estas cosas seréis inmundos; cualquiera que tocare sus cuerpos

muertos será inmundo hasta la noche, 25

y cualquiera que llevare algo de sus cadáveres lavará sus vestidos, y será

inmundo hasta la noche. 26

Todo animal de pezuña, pero que no tiene pezuña hendida, ni rumia,

tendréis por inmundo; y cualquiera que los tocare será inmundo.

56


27

Y de todos los animales que andan en cuatro patas, tendréis por inmundo

a cualquiera que ande sobre sus garras; y todo el que tocare sus cadáveres será inmundo hasta la noche. 28

Y el que llevare sus cadáveres, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta

la noche; los tendréis por inmundos. 29

Y tendréis por inmundos a estos animales que se mueven sobre la tierra:

la comadreja, el ratón, la rana según su especie, 30

el erizo, el cocodrilo, el lagarto, la lagartija y el camaleón.

31

Estos tendréis por inmundos de entre los animales que se mueven, y

cualquiera que los tocare cuando estuvieren muertos será inmundo hasta la noche. 32

Y todo aquello sobre que cayere algo de ellos después de muertos, será

inmundo; sea cosa de madera, vestido, piel, saco, sea cualquier instrumento con que se trabaja, será metido en agua, y quedará inmundo hasta la noche; entonces quedará limpio. 33

Toda vasija de barro dentro de la cual cayere alguno de ellos será

inmunda, así como todo lo que estuviere en ella, y quebraréis la vasija. 34

Todo alimento que se come, sobre el cual cayere el agua de tales vasijas,

será inmundo; y toda bebida que hubiere en esas vasijas será inmunda. 35

Todo aquello sobre que cayere algo del cadáver de ellos será inmundo; el

horno u hornillos se derribarán; son inmundos, y por inmundos los tendréis. 36

Con todo, la fuente y la cisterna donde se recogen aguas serán limpias;

mas lo que hubiere tocado en los cadáveres será inmundo. 37

Y si cayere algo de los cadáveres sobre alguna semilla que se haya de

sembrar, será limpia. 38

Más si se hubiere puesto agua en la semilla, y cayere algo de los

cadáveres sobre ella, la tendréis por inmunda. 39

Y si algún animal que tuviereis para comer muriere, el que tocare su

cadáver será inmundo hasta la noche.

57


40

Y el que comiere del cuerpo muerto, lavará sus vestidos y será inmundo

hasta la noche; asimismo el que sacare el cuerpo muerto, lavará sus vestidos y será inmundo hasta la noche. 41

Y todo reptil que se arrastra sobre la tierra es abominación; no se comerá.

42

Todo lo que anda sobre el pecho, y todo lo que anda sobre cuatro o más

patas, de todo animal que se arrastra sobre la tierra, no lo comeréis, porque es abominación. 43

No hagáis abominables vuestras personas con ningún animal que se

arrastra, ni os contaminéis con ellos, ni seáis inmundos por ellos. 44

Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y

seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. 45

Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser

vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo. 46

Esta es la ley acerca de las bestias, y las aves, y todo ser viviente que se

mueve en las aguas, y todo animal que se arrastra sobre la tierra, 47

para hacer diferencia entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales

que se pueden comer y los animales que no se pueden comer.

El Texto Áureo de Levítico 10:10 establece el sentido de la instrucción anterior cuando señala que la misma es dada para discernir lo santos de lo profano y hacer distinción entre lo puro y lo impuro.

Dado que mucho de la Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, más bien instruye respecto con la conducta del creyente, ¿qué relación hay de esto con las leyes dietéticas de Levítico 11? Mucha, como ya veremos.

Lo primero es entender el sentido de Levítico 11, ¿para qué fueron dadas esas leyes dietéticas?, ¿qué instrucción entregan?, ¿cómo es que las mismas nos sirven para edificación?

58


Algunos, tratando de entender lo anterior, proponen que las leyes dietéticas tienen un carácter meramente material, es decir, fueron dadas para que pudiéramos alimentarnos de aquellos animales que eran más nutritivos y saludables para nosotros. Si bien esta explicación algo tiene de verdad la misma enfrenta tres grandes problemas que la vuelven improcedente: el primer problema que no necesariamente alimentándonos de una manera escritural uno garantiza la salud, por ejemplo, una hamburguesa y un refresco de cola no contiene nada inmundo, pero si uno se alimentara con eso mañana, tarde y noche diariamente, poco a poco vería mermada su salud; el segundo problema es que el comer con moderación alimentos considerados inmundos no daña la salud, por ejemplo, comer camarones una vez al mes; y el tercer problema es que incluso lo que se considera escrituralmente inmundo, con las actuales técnicas de producción, pueden llegar a ser más sanos y nutritivos que aquello que se considera apto para consumo humano, como por ejemplo cerdos provenientes de granjas con certificación TIF.

Pero además, la Escritura señala en 1 Corintios 15:46 que primero es lo natural, luego lo espiritual, así que si lo materialmente contenido en las leyes dietéticas es lo natural ¿qué será lo espiritual?; de igual forma Hebreos 10:1 señala que la ley era sombra de lo venidero, así que si lo materialmente contenido en las leyes dietéticas es la sombra de lo venidero, ¿sombra de qué sería?; por último 1 Corintios 3:2 señala que, en cuanto a instrucción, hay leche y hay alimento sólido, así que, considerando lo dicho anteriormente, si lo materialmente contenido en las leyes dietéticas es leche, ¿qué es el alimento sólido?

Así que la explicación meramente material respecto de las leyes dietéticas, dado que se queda corto en ello, permite inferir que debe haber algo más, pero ¿qué es?

Para responder las anteriores dudas, lo primero es entender que dado que las leyes dietéticas apuntan a la alimentación. Si uno come comida no nutritiva su 59


salud se demerita, si uno come comida sana esto se ver reflejado en su condición física; así, dado que uno se convierte en lo que se alimenta, ¿qué simbolismo entregan dichas leyes referido a lo que los llamados deben llegar a ser?

Respecto de los animales de tierra, los que se permite comer son aquellos que rumian y tienen la pezuña hendida, ¿en qué sentido uno al comer esos animales refrenda su intención de adquirir esas características en su vida cristiana? Los animales que rumian se alimentan de pasto, plantas, cosas que están vivas pues, a diferencia de los otros animales que no comparten estas características y que se alimentan de carroña o desperdicios, y ¿de dónde obtiene el cristiano alimento para su vida espiritual? Mateo 4:4, Hebreos 4:12, Romanos 8:16 señalan que el alimento para ello por excelencia es la Palabra de Dios, de igual forma Deuteronomio 6:7, 11:19 y 31:11 nos hablan de ese rumiar que de la Palabra se espera de nosotros leyéndola, estudiándola, meditándola una y otra vez. En cuanto a la pezuña hendida, la referencia de ello está dada con el andar, con el caminar, Génesis 17:1 respecto de esto señala que debemos caminar delante de Dios y ser perfectos, así ¿cómo debe ser el caminar de los llamados?, Romanos 2:13 y Revelación 14:12 señalan que nuestro andar debe estar evidenciado lo mismo por la fe que por las obras. Así los animales aptos para consumo cuyas características son que rumian y tienen la pezuña hendida se refieren a aquellas características que en nuestra vida debemos buscar respecto a la edificación que proviene de la Palabra de Dios y al testimonio que como creyentes debemos dar.

Los peces permitidos para consumo humano tienen aletas y escamas. Las aletas son el correspondiente acuático de las pezuñas en los animales tierra y señalan la dualidad anteriormente vista referida a ese caminar sustentado lo mismo en la fe y en las obras. Dado que las aletas tienen que ver con el andar, y siguiendo la misma línea dada por la comprensión inicial de Levítico 11, las escamas tendrían que ver con el comer, pero ¿cómo es eso? Lo peces con escamas se alimentan de igual forma que los animales que rumian de plantas, cosas vivas, mientras que los que no presentan esas características se alimentan de carroña o de 60


desperdicios, es así como de nueva cuenta la Escritura es reiterativa en cuanto a la manera en que el cristiano debe alimentarse y que ya se comentó anteriormente.

Luego vienen las aves, en este caso no se dan características sino una lista de aquellas que no debían ser comidas por considerarse inmundas, pero con la comprensión que se ha ido adquiriendo uno puede establecer que esto debe apuntar lo mismo al comer que al caminar, y en efecto así es. Del análisis de la lista de aves no permitidas para consumo humano uno puede ver esas dos diferencias: las aves inmundas se alimentan de carroña o de desperdicios, por ende las que no están en la lista son consideradas aptas para consumo humano siendo que estas se alimentan principalmente de semillas, siendo que el referente de la semilla, según Mateo 13:31-32, Marcos 4:2629 y Lucas 8:4-15, hacen énfasis el trabajo que en nosotros hace la Palabra de Dios para hacernos aptos para el reino, de igual forma las aves limpias tienen molleja que actúa como el rumiar en los animales de tierra, mientras que las inmundas no la tienen; en cuanto al andar, las aves listadas por Levítico 11 y señaladas como inmundas tienen garras diseñadas para cazar, para matar, para desgarrar, mientras que en las aves consideradas limpias sus patas no están hechas para eso sino principalmente para andar lo cual, según Proverbios 14:12, Salmos 119:105 e Isaías 2:5, en el creyente debe ser de perfección y santidad ante Dios.

Por último, en cuanto a los insectos, los permitidos son aquellos que además de sus patas para andar tienen un par de patas para saltar. De nueva cuenta, si se sigue la comprensión adquirida, uno debe esperar ver características replicables en el creyente en cuanto al comer y al andar y así es: estos insectos, declarados por la Escritura aptos para consumo humano, se alimentan de plantas, cosas vivas, mientras que los declarados como inmundos se alimentan de desperdicios; de igual forma, la característica nueva señalada respecto de los limpios en cuanto a que tengan patas para saltar hacer referencia a lo señalado en Salmos 18:19,

61


Malaquías 4:2 y Lucas 4:23, referido a la victoria, el triunfo de los llamados y el gozo que esto produce en ellos.

Así, las leyes dietéticas de Levítico 11, las cuales en su forma material sigue vigentes, apuntan a una realidad espiritual referida a la manera en que los creyentes deben alimentarse y la forma en que estos deben andar por el Camino.

Con esta comprensión, si uno lee aquella instrucción dada por la Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que instruye respecto con la conducta del creyente, podrá ver reflejada en ella estas verdades espirituales: no se vuelvan ustedes inmundos como las naciones que no conocen a Dios, que se alimentan de carroña y desperdicios y que su andar es contrario a la voluntad de Dios, sean limpios, santos y perfectos alimentándose de la Palabra de Dios y andando con el testimonio de la fe y de las obras.

Con esta comprensión, no para juzgar a los demás sino para primero examinarnos a nosotros mismos, preguntémonos ¿sabemos distinguir entre lo limpio y lo inmundo en cuanto a lo que consumimos, sea música, lecturas, programas de televisión, películas, conversaciones?, ¿sabemos andar congruentemente expresando con obras la fe que decimos profesar? Si no es así, aunque cumplamos las leyes dietéticas, nos hemos quedado en lo natural de las mismas sin haber avanzado hacia lo espiritual que se nos es requerido para ser perfectos y santos.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir alimentándonos del alimento limpio, puro y santo que es la Palabra y a andar por el Camino sustentados lo mismo en la fe que en las obras, para ser considerados de esta forma hijos de Dios, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

62


EL TABERNÁCULO “El Tabernáculo” hace referencia a las instrucciones que Dios entregó a Su pueblo respeto de la obra relativa precisamente al Tabernáculo.

La Lectura Bíblica de Éxodo 25:1-9 y 26:26-37 entrega alguna de las instrucciones que Dios dio a Su pueblo respecto de la obra relativa al Tabernáculo.

Éxodo 25 1

Jehová habló a Moisés, diciendo:

2

Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la

diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. 3

Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre,

4

azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras,

5

pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia,

6

aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el

incienso aromático, 7

piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.

8

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.

9

Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el

diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.

Éxodo 26 26

Harás también cinco barras de madera de acacia, para las tablas de un

lado del tabernáculo, 27

y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras

para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente. 28

Y la barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo

al otro. 29

Y cubrirás de oro las tablas, y harás sus anillos de oro para meter por

ellos las barras; también cubrirás de oro las barras. 63


30

Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el

monte. 31

También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será

hecho de obra primorosa, con querubines; 32

y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de

oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. 33

Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo

adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. 34

Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo.

35

Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al

lado sur del tabernáculo; y pondrás la mesa al lado del norte. 36

Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura,

carmesí y lino torcido, obra de recamador. 37

Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales

cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas.

El Texto Áureo de Salmo 15:1-2 establece lo que Dios espera de nosotros para que nos volvamos un Tabernáculo donde el Espíritu de Dios viva, “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?, ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón”, como lo señala Pablo en 1 Corintios 3:16, “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”

Independientemente de esto, cuando uno aborda las cuestiones relativas al diseño del Tabernáculo pudiera pensar que el mismo ya no tiene mayor relevancia al haber sido sustituidos los sacrificios relativos, imperfectos, por el sacrificio perfecto de Cristo, más sin embargo esto es al revés, el diseño del Tabernáculo adquiere mayor relevancia para nuestro tiempo ya que si lo contenido en la ley era sombra de lo venidero, como señala Hebreos 10:1, “Porque la ley, teniendo la sombra de 64


los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan”, no es sino hasta este tiempo de dispensación de la gracia que todo lo relativo al mismo puede ser entendido.

Si bien el diseño del Tabernáculo es muy amplio y cada cosa tiene un significado, lo primero, para poder entender el resto, es saber a qué se refiere el mismo. Sobre esto, lo primero que hay que ver es que todo el diseño permite identificar tres espacios: el Atrio del Tabernáculo, que era el patio exterior del Tabernáculo y el cual estaba cercado, el Tabernáculo en sí mismo pero que dividido estaba en Lugar Santo y Lugar Santísimo, siendo que para entender qué simbolizaba el Tabernáculo en su diseño general debemos prestar atención a sus medidas y lo que cada uno de estos tres espacios contenía.

Como señala Éxodo 27:11, 12, 13 y 18, el perímetro del Atrio medía 300 codos en total de largo (100 de cada lado sur y norte –o sea 200 en total- y 50 codos de cada lado occidental y oriental –o sea 100 en total-), de igual forma ese perímetro mide cinco codos de altura, así se tiene que el área del perímetro del Atrio mide 1,500 codos en total (resultantes de multiplicar 300 codos de largo del perímetro del Atrio por sus cinco codos de altura), así que la primer medida total, la del Atrio, es de 1,500 codos.

Ahora bien, en cuanto al Tabernáculo, las medidas pueden deducirse de Éxodo 26. Los versículos 15 y 16 mencionan que la estructura del Tabernáculo estaría dada por tablas de madera de acacia y que la longitud de las mismas sería de diez codos y su anchura de codo y medio. Los diez codos de longitud nos dicen la altura misma del Tabernáculo. Los versículo 18, 20 y 22 mencionan que veinte tablas estarían al sur, veinte al norte, y seis al occidente (no se mencionan tablas al oriente pues el Tabernáculo no estaría cerrado sino que en esa parte estaría el acceso al mismo). Estas tablas de madera de acacia estarán sostenidas cada una por dos basas de plata donde emboarían sus dos espigas (v. 19), lo que darían un 65


total de cuarenta basas (v. 19) para cada lado del Tabernáculo y doce para la parte posterior.

Con estas indicaciones se puede dar una idea clara de la forma y medidas del Tabernáculo. Lo primero que se observa es que el mismo tenía una forma rectangular, ya que los lados que daban al sur y al norte tenían veinte tablas mientras que el lado que daba al occidente tenía seis. Dado que las tablas median de anchura codo y medio, los lados sur y norte en totalidad daban 30 codos, resultante de multiplicar veinte tablas por codo y medio. De igual forma el lado que daba al occidente medía 9 codos resultante de multiplicar seis tablas por codo y medio, más sin embargo se considera que estas seis tablas estaban en su totalidad en la parte posterior del Tabernáculo, contenidas por los lados sur y norte, por lo que la medida interior sería 9 codos pero la medida exterior, considerando la parte proporcional de los lados sur y norte, daban medio codo más por lo que la medida exterior sería de diez codos. Este medio codo no se inventa de la nada sino que se toma de base la misma Escritura. El templo que construyó Salomón era en cuanto al Tabernáculo el doble en proporciones, 1 Reyes 6:2 menciona que el Templo medía 60 codos de largo (el doble de los 30 del Tabernáculo) y 20 de ancho, con lo que siguiendo la proporción, el ancho del Tabernáculo sería de diez codos. Así tenemos que el Tabernáculo era un rectángulo de 30 codos de largo por 10 codos de ancho y 10 codos de alto, pero el ismo estaba divido entre Lugar Santo y Lugar Santísimo, así que de ese total hay que sacar las medidas de estos dos lugares.

Lo anterior se deduce de Éxodo 26 si se toma en cuenta que el Tabernáculo estaba cubierto en una primera instancia por diez tapices (v. 1), la longitud de cada uno era de 28 codos y su anchura de cuatro (v. 2). Cinco tapices estarían unidos entre sí, lo mismo que los otros cinco (v. 3), y estos dos conjuntos de tapices, de cinco tapices cada uno, estaría unidos entre sí por broches de oro y lazos (v. 4-6). La anchura total de cinco tapices unidos es de veinte codos (resultante de multiplicar cinco tapices por cuatro de anchura de cada uno), la 66


anchura total de los dos conjuntos de tapices, de cinco cada conjunto, es de cuarenta codos. Dispuesta esta cobertura desde la entrada del Tabernáculo, que como se dijo medía de largo 30 codos, se tiene que los cuarenta codos de ancho cubrían enteramente el techo del Tabernáculo sobrando diez codos que caían en la parte. El versículo 33 señala que el velo que dividía el lugar santo del lugar santísimo se colgaba precisamente de los broches de oro que unían los dos conjuntos de cinco tapices cada uno. Si se tiene que la entrada del Tabernáculo era de donde comenzaban a colocarse esos tapices se tiene que el lugar santo medía lo que medían el primer conjunto de tapices, es decir, 20 codos de largo, el lugar santísimo medía los otros diez.

Así se tiene que las medidas del Lugar Santo eran de 20 codos de largo, por 10 codos de ancho, por 10 codos de alto, dando 2,000 codos, en cuanto al Lugar Santísimo eran de 10 codos de largo, por 10 codos de ancho, por 10 codos de alto, dando 1,000 codos, en cuanto al Lugar Santísimo. Así se tienen las dos medidas restantes, las cuales junto con los 1,500 codos del Atrio permiten entender qué simboliza todo el diseño.

Si consideramos esas medidas en el orden desde la entrada del Atrio y hasta el lugar santísimo, 1,500, 2,000 y 1,000, y si vemos lo que cada espacio contenía, Atrio: sacrificios, Lugar Santo: Panes, candelero e incienso, y Lugar Santísimo: Arca, y si comparamos esto con toda la Escritura, de principio a fin, ¿qué diseño salta a nuestra vista? Nada más y nada menos que el plan de Dios para con Su familia: Los 1,500 años de las leyes mosaicas, los 2,00 años de la era de la iglesia y los 1,000 años del Milenio por venir.

Por cierto, como se señala en Éxodo 26, la primer cobertura del Tabernáculo dada de lino fino torcido, y tela azul, púrpura y escarlata, estaba confeccionada por diez cortinas (v. 1), cinco unidas a las otras cinco a través de cincuenta -este número es importante- anillos de oro (v. 3-6), lo interesante de esto es que ese punto de unión, es de donde se colgaba el velo que dividía el lugar santo del lugar 67


santísimo (v. 33), ¿qué puede significar esto? Dado que el velo señalaba la división entre el lugar santo y el lugar santísimo, y dado que ambos simbolizan la era de la iglesia y el milenio, respectivamente, el significado divisorio debe tener alguna relación con el proceso temporal de la historia, ¿qué sucede, qué cambio hay relativo a la conclusión de la era de la iglesia y el inicio del milenio?, ¡la liberación de la corruptibilidad en la que cayó la humanidad como causa de la desobediencia! Curiosamente en la Escritura, en Levítico 25, el número cincuenta, relacionado con un período temporal al final del cual hay liberación, sólo tiene un referente: el año del jubileo.

Por último a estos tres espacios, Atrio, Lugar Santo y Lugar Santísimo, sólo podía accederse por una puerta, puerta que tenía el mismo diseño en todos los casos, como menciona Éxodo 26:31, 36 y Éxodo 27:16: Una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, ¿qué significará esto? Para responder a esto primero responderse la pregunta sobre ¿cuál era la finalidad última del diseño del Tabernáculo?, dicho de otra forma ¿hacia dónde señalaba todo este diseño? Y para responder esto es necesario saber cuál era la parte más importante del mismo. Ahí está la clave. En este punto no debe ser muy difícil concordar que el espacio más importante del Tabernáculo era el lugar santísimo y que lo más importante de ese lugar era el Arca, la cual representa a Cristo en sus manifestaciones como profeta, representad por las Tablas de la Ley, sacerdote, representado por la vara de Aharón, y rey, representado por el vaso de oro conteniendo el Maná, ¿habrá alguna relación de esto con el diseño de la puerta de entrada al Atrio del Tabernáculo, con el diseño de las puertas de ingreso al lugar santo y al lugar santísimo?, lo que permitirá entender y enlazar dos puntos, es decir, al inicio del Tabernáculo, dado por la puerta de acceso al Atrio, y el final del mismo dado por el Arca contenida en el lugar santísimo, así como el resto de puertas y cubiertas, es entender qué significa esa primera puerta de acceso. Dado que se está hablando del plan de salvación de Dios para con la humanidad, con Su familia, ¿cuál es la puerta de acceso para esto?, ¡Cristo!, así es, la puerta por la que se entra a la salvación y con ello a formar parte de la familia de Dios es 68


Cristo (Juan 10:9), no hay otro nombre dado a los hombres con el que se alcance salvación (Hechos 4:12), este entendimiento permite enlazar la entra al Tabernáculo dado por la puerta de acceso al Atrio con el fin del mismo que es el Arca contenida en el lugar santísimo, de igual forma concordar esto con la Escritura que menciona que todo fue hecho por Él y para Él (Colosenses 1:16) y que Él es el primogénito de toda creación (Colosenses 1:15 ) y que tiene primacía en todo (Colosenses 1:18). Ahora bien, la puerta estaba dada por una cortina de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, el lino son las acciones justas de los santos, siendo Cristo el primogénito de muchos hermanos (Romanos 8:29), entonces ¿que significarán los colores azul, púrpura y carmesí? Si todo el diseño del Tabernáculo lleva al punto focal del lugar santo y en el del Arca, ¿qué relación puede haber entre este lugar y aquellos tres colores de la puerta de acceso al Atrio del Tabernáculo?, la misma pregunta va dirigiendo la atención para que pueda ser respondida, para mayor claridad: los tres colores de la puerta de entrada al Atrio del Tabernáculo, dado que son diferentes entre sí y si bien son mencionados como parte de la puerta misma también son diferenciados entre ellos ¿a qué grupo de tres cosas puede estarse refiriendo que de igual forma formen parte de una sola entidad pero sean diferentes entre sí? La respuesta obvia, y no sólo obvia sino evidente en cuanto a la finalidad última del diseño del Tabernáculo, es al Arca y su contenido. Así que el diseño de las puertas de acceso apuntan a Cristo como eje de los tres momentos del plan de Dios para con Su familia: los 1,500 años de las leyes mosaicas, los 2,000 años de la era de la iglesia, y los 1,000 años del milenio por venir. Dado que el plan de Dios para con Su familia implica que ésta refleje Su carácter perfecto y santo llegando a la estatura perfecta de Cristo, todo el diseño del Tabernáculo apunta precisamente a eso: al proceso histórico dado por los tres momentos ya mencionados, donde Cristo es eje de los mismos, donde el objetivo es que sus hijos llegan a ser arcas, profetas, sacerdotes y reyes.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir acorde con Su Palabra escrita y con Su Palabra hecha carne, 69


entendiendo que el diseño del Tabernáculo apunta al plan de Dios para con SU familia, y sabiendo que estamos llamados a ser Tabernáculos y a volvernos arcas profetas, sacerdotes y reyes, que reflejen Su gloria, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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SACRIFICIOS Y OFRENDAS “Sacrificios y ofrendas” hace referencia precisamente a las disposiciones por Dios establecidas respecto de los servicios del Tabernáculo referidos a esto.

La Lectura Bíblica de Levítico 1 entrega parte de estas instrucciones que en ese caso se refieren a lo que se conoce como holocaustos.

Levítico 1 1

Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión,

diciendo: 2

Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece

ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. 3

Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de

su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. 4

Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para

expiación suya. 5

Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes

hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión. 6

Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas.

7

Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y

compondrán la leña sobre el fuego. 8

Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y

la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; 9

y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder

todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

71


10

Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las ovejas o de las

cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. 11

Y lo degollará al lado norte del altar delante de Jehová; y los sacerdotes

hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 12

Lo dividirá en sus piezas, con su cabeza y la grosura de los intestinos; y

el sacerdote las acomodará sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; 13

y lavará las entrañas y las piernas con agua; y el sacerdote lo ofrecerá

todo, y lo hará arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. 14

Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves, presentará su

ofrenda de tórtolas, o de palominos. 15

Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que

arda en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. 16

Y le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el

oriente, en el lugar de las cenizas. 17

Y la henderá por sus alas, pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la

hará arder sobre el altar, sobre la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

El Texto Áureo de Isaías 1:14 es un indicativo de la actitud de Dios a todos aquellos que se rebelan ante la instrucción recibida y prefieren andar por sus caminos: “Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas”.

Lo primero que hay que saber, entender y comprender es que toda la instrucción referida a los sacrificios y ofrendan apuntaban como sombra de lo venidero al sacrificio perfecto y santo de Cristo. Cualquier comprensión que pueda obtenerse de la instrucción al respecto entregada es realizada plena, completa, total, perfecta y santamente por Cristo, pero de igual forma nosotros, que estamos llamados a

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ser imitadores de Cristo, encontramos en ello enseñanza para nuestra corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

Uno está llamado, como señala Romanos 12:1, a presentarnos, al igual que Cristo, como un sacrificio, como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. En este sentido, al leer Levítico 1, salta a la vista que los sacrificios y ofrendas que se presentasen debían ser de animales sin defectos, esto es, perfectos, pero además hay menciones especiales a ciertas partes del cuerpo de los sacrificios y ofrendas presentados, a saber: cabeza, grasa, piernas y sangre, ¿qué significa esto para nosotros que queremos se ese sacrificio vivo, santo y agradable para Dios?

La cabeza hace referencia al entendimiento. Primero viene la fe y luego el actuar en consecuencia, y en cuanto a ese entendimiento estamos llamados a crecer en el conocimiento de Dios y de Su Hijo, de igual forma, y es por ello, que Cristo en Marcos 12:29 señala que a Dios debe amársele con toda nuestra mente, de igual forma Deuteronomio 6:8 señala que la instrucción de Dios recibida debe ser atada como señal entre los ojos, es decir, en la mente.

La grasa, que es otra parte de los sacrificios y ofrendas que específicamente es mencionada en Levítico 1, es una referencia a la fuerza que tenemos. Como sabemos la grasa es ese depósito de energía que divinamente fue diseñado para el funcionamiento de nuestro cuerpo, pues bien, la imagen de la grasa en Levítico 1 indica la manera en que debemos amar a Dios: con todas nuestras fuerzas, como lo señala Deuteronomio 6:5.

Por su parte, las piernas, la otra parte del cuerpo de los sacrificios y ofrendas que específicamente es mencionada, es una referencia al andar, siendo que dicho andar, como dice Génesis 17:1, debe ser perfecto ante Dios. 73


Y por último, la referencia a la sangre derramada en todos los casos apunta a la vida misma ya que, como dice Levítico 17:11, la vida está en la sangre.

De esta forma, el entendimiento de Levítico 1 es perfecto referido a Cristo, siendo que en nuestro caso, si queremos ser como nuestro Señor y Salvador, debemos imitarle amando a Dios con toda nuestra mente y toda nuestras fuerzas, con toda nuestra vida, y nuestro caminar debe ser perfecto y santo ante Dios.

Adicionalmente, Levítico 2:13 señala que todo sacrificio u ofrenda debía ser sazonado con sal, “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal”, ¿y qué nos dice Mateo 5:13-16?, que estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo, lo cual solo será posible si se cumple lo que anteriormente se ha comentado respecto de la manera en que podemos ofrecernos a Dios como un sacrificio vivo, santo y agradable.

Ahora bien, las ofrendas y sacrificios sólo podían ser presentadas por los sacerdotes en el Tabernáculo. Levítico 8:6 y 8:10-13 menciona el rito por medio del cual los sacerdotes eran consagrados: primero eran lavados y después se les ungía con aceite. Estos dos símbolos tienen su referente en los llamados cuando por el bautismo somos lavados de nuestros pecados y con la imposición de manos se recibe el Espíritu de Dios, es decir, como menciona Gálatas 3:27, de esta forma somos revestidos de Cristo, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”, de ahí que no sólo estamos llamados a presentarnos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios sino también a ser con Cristo sacerdotes, ahora bien, si bien con el bautismo e imposición de manos somos revestidos de Cristo teniendo la encomienda de ser sacerdotes con él, ¿cómo puede hacerse esto de una manera perfecta y santa?

Levítico 8:14-15, 18-19 y 22-24 señalan que después del lavamiento y ungimiento de los sacerdotes, la sangre del sacrificio dado para ello les era untada a los 74


sacerdotes en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el pulgar del pie derecho, ¿esto que puede significar?

Toda la Escritura está relacionada, es un todo coherente, siendo que los símbolos y la instrucción que entrega son consistentes y reiterativos. En este caso, la sangre untada en oreja, mano y pie tiene su referente en las características de los animales considerados aptos para consumo humano señalados en Levítico 11, características que apuntaban como sombra a aquellas que los elegidos debían de mostrar.

Como ya se comentó en su momento en otro apartado de este libro referido precisamente la enseñanza espiritual de las instrucciones relativas a animales puros de aquellos que no lo son (Separación/Diferencias e instrucción), toda la instrucción de Levítico 11 respecto de los animales considerados aptos para consumo humano de aquellos que no consideraban de esa forma, es una referencia al comer y al caminar y, como ya se vio en su momento, ese comer, es decir, ese alimentarse, debe hacerse en nuestro caso, si como sacrificio debemos ser considerados aptos, con la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, de igual forma el caminar, como se comentó en su momento, debe ser en dos vertientes: la fe y las obras.

De esta forma puede verse como el untar a los sacerdotes con sangre la oreja, la mano y el pie derecho, hace referencia precisamente a lo mismo: la oreja tiene que ver con el oír y como dice Romanos 10:17, la fe viene por el oír la Palabra de Dios, por lo que el untamiento en la oreja se refiere a la manera en que uno como sacerdote debe a lo largo de la vida seguir creciendo en el entendimiento y la comprensión de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne; de igual forma, y esto es todavía más evidente, el untamiento en la mano hace referencia al hacer, es decir, a las obras que como consecuencia de la fe que se dice profesar se espera de uno, mientras que el untamiento en el pie hace referencia a la manera

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en que uno debe caminar por la vida, en perfección y santidad basados en la fe y en las obras.

Es así como si bien la investidura del sacerdocio se nos da por el bautismo y la imposición de manos, el ejercicio del sacerdocio durante toda nuestra vida, el cual debe ser un reflejo espiritual de las características materiales de los animales considerados aptos para consumo humano, está dado por el oír la palabra de Dios, es decir, estudiarla, meditarla, así como el obrar conforme a la voluntad de Dios y caminar delante de Él de manera perfecta y santa.

Por último, al leer lo requerido lo mismo para ser un sacrificio agradable a Dios que para ejercer el sacerdocio al que con Cristo hemos sido llamados, a saber: ser perfectos y santos, uno pudiera desanimarse pues no podemos en este siglo, en esta carnalidad, alcanzar esa perfección y santidad que nos son requeridas, ¡y es verdad!, pero no es nuestro esfuerzo lo que logra lo anterior, sino el sacrificio perfecto de Cristo y el ejercicio santo de Él como sacerdote, como dice Jesús en Juan 15:5 nada podemos separados de Él, “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”, pero unidos a Él, nuestra fe nos es contada por justicia, como lo fue en el caso de Abraham, tal como señala Santiago 2:23, “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios”, ya que en Cristo, como dice Hebreos 10:14, somos perfeccionados, “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el ejercicio del sacerdocio al que hemos sido llamados en Cristo Jesús oyendo la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, realizando obras de justicia y andando delante de Dios en perfección y santidad, y de igual forma presentándonos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, amándole con toda nuestra mente con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra vida, creciendo 76


en el conocimiento de Dios y Su Hijo y caminando por la vida, en perfecciĂłn y santidad basados en la fe y en las obras, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

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RECIBIENDO NUESTRA CORONA “Recibiendo nuestra corona” hace referencia a la promesa dada a los elegidos y representada por las coronas que les esperan, si es que estos son hallados fieles al regreso de Cristo.

La Lectura Bíblica de 2 Timoteo 4 presenta aquellos exhortos que Pablo hace a Timoteo, y en su figura a los santos de todos los tiempos, sobre el trabajo en el que se requiere se esté ocupado para buscar calificar así por las coronas que han sido prometidas.

2 Timoteo 4 1

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los

vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2

que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;

redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3

Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que

teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4

y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.

5

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista,

cumple tu ministerio. 6

Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está

cercano. 7

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

8

Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el

Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 9

Procura venir pronto a verme,

10

porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a

Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. 78


11

Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es

útil para el ministerio. 12

A Tíquico lo envié a Efeso.

13

Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y

los libros, mayormente los pergaminos. 14

Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague

conforme a sus hechos. 15

Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a

nuestras palabras. 16

En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me

desampararon; no les sea tomado en cuenta. 17

Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese

cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. 18

Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino

celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. 19

Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo.

20

Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo.

21

Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, Lino,

Claudia y todos los hermanos. 22

El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.

Amén.

El Texto Áureo de Revelación 2:10 menciona precisamente ese requisito buscado, esperado y exigido de los elegidos para calificar para el Reino de Dios, ser hallados fieles: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

79


Sin duda alguna, cuando se mencionan las promesas que el Padre ha dado a los elegidos a través de Su Palabra escrita y de Su palabra hecha carne, una sensación de gozo, de esperanza, llena nuestros corazones.

Estas promesas están representadas por coronas: Corona de justicia (2 Timoteo 4:8), “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. Corona de vida (Revelación 2:10), “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Corona de oro (Éxodo 25:10-11), “Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor”. Corona de hermosura (Proverbios 4:5-9), “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará”. Corona incorruptible (1 Corintios 9.25), “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”. 80


Corona de gloria (1 Pedro 5:1-4), “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”.

Con todo y si bien estas coronas como se dijo son buscadas y esperadas, hay una corona previa que bien puede no ser deseable, pero que es requerida para alcanzar aquellas: la corona de espinas.

El simbolismo de esta corona de espina no necesariamente es físico, como en el caso de nuestro Señor (Mateo 27:29), pero sí apunta a esa tribulación que la Escritura señala para los justos y que Cristo declaró como consecuencia de los que le buscan, como señala 2 Timoteo 3:12, “y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.

Volviendo sobre la Lectura Bíblica, encontramos en ella los dos aspectos requeridos para recibir las promesas del Padre representadas por las coronas, estos dos aspectos son el hacer y el obtener. El hacer está dado por el exhorto que Pablo hace a Timoteo, consignado en el versículo 3, referido a predicar, a instar a tiempo y destiempo, y a redargüir, reprender y exhortar, todo esto, como señala al final dicha cita, en paciencia y doctrina. El obtener, si es que se hace lo anterior, está dado por el versículo 8 que habla de alcanzar la corona de justicia, en representación de las demás coronas que ya se han mencionado.

Dado que el exhorto de Pablo contenido en el versículo 3 de la Lectura Bíblica es requisito para la obtención de las promesas representadas por las coronas, es menester entender a cabalidad a qué se refiere al Apóstol. 81


Lo primero que señala es la necesidad de trabajar en la obra del Señor a través de predicar. Ahora, si bien el término predicar tiene una connotación preponderante referida al hablar, también hace referencia al hacer, ya que si uno predica con la palabra pero contradice esta predicación con el ejemplo, su predicación no sólo es vana sino que incluso, llevando a algunos a tropezar, puede acarrear más bien condenación.

Lo segundo que señala es que como parte del trabajo en la obra del Señor está el instar a tiempo y a fuera de tiempo. Esto es muy importante ya que uno podría llegar a pensar que hay momentos idóneos, óptimos para proclamar las Buenas Nuevas, y en efecto los hay, un ejemplo de esto son los servicios de la congregación que en el templo se dan, pero el exhorto menciona no sólo instar a tiempo, es decir, cuando se dan las condiciones idóneas, óptimas, sino incluso cuando estas condiciones a nuestra vista está ausentes lo cual implica que todo momento, por más que no lo veamos así, es momento para el cual estamos llamados a cumplir con la Gran Comisión (Mateo 28:16-20).

Lo tercero que señala como parte de las labores de aquellos que trabajan en la encomienda dada por nuestro Señor, es a redargüir, reprender y exhortar. Redargüir tiene que ver con instruir, reprender tiene que ver con corregir, y exhortar tiene que ver con motivar. Estos tres aspectos son inseparables en el trabajo para el que todos los elegidos han sido llamados, y los tres tienen que ver con la doctrina, el entendimiento y el ánimo que debemos darnos unos a otros, o como yo los llamo: las verdades de salvación, las verdades de comprensión y las verdades de motivación.

Ahora bien, y como colofón de todo lo anterior, hay dos características dadas al final del versículo 3 de la Lectura Bíblica que caracterizan el exhorto que dicha cita contiene, ya que todo eso debe hacerse, como señala dicho colofón, con paciencia y doctrina. La paciencia implica esa misericordia a la que estamos llamados a ejercer con aquellos que andando por el Camino caen, tropiezan, con 82


todo y todo ésta misericordia no es esperada de nosotros como un gesto magnánimo de nuestra parte sino como un resultado de la misericordia que de igual forma se ha tenido con nosotros y no sólo eso sino que se sigue teniendo. Por su parte la doctrina es la base para ese predicar, para ese instar a tiempo y destiempo, para ese redargüir, reprender y exhortar que de nosotros se espera como parte del trabajo encomendado en la obra del Señor, no lo que uno piense sino lo que doctrinal y escrituralmente tenga sustento para hacer de ello el fundamento de aquello que se nos pide.

Ahora bien, ¿y cómo podremos lograr todo lo que anteriormente se ha comentado? Con la sabiduría, como menciona Proverbios 4:5-9, “adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará”, y la fuente de esta sabiduría es la Palabra escrita, la Escritura, como señala Proverbios 3:1, “hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos”, y Proverbios 4:4, “Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás”, y la Palabra hecha carne, Cristo, como señala 1 Corintios 1:24, “más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”.

Pero, con todo y todo lo anterior es una obra formidable, ¿la podremos hacer, podremos conseguir lo que de nosotros se espera?, sí, pero no por nuestra fuerza o nuestra capacidad sino por el Espíritu de Dios que en nosotros está, como señala 2 Corintios 3:5, “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”.

83


Visto de esta forma, se entiende cómo es que este trabajo que nos es requerido, al ser contrario al Enemigo, al Mundo y a la carne, nos trae tribulación, por lo que repitiendo lo dicho inicialmente, la primer corona que nos es necesario aceptar como preámbulo de aquellas que simbolizan las promesas del Padre, es precisamente la corona de espinas, con todo y todo ésta corona es temporal, aquellas son permanentes.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir buscando alcanzar las promesas que del Padre hemos recibido y simbolizadas por las coronas que menciona Su Palabra, sabiendo que para ello se nos requiere a predicar, a instar a tiempo y destiempo, y a redargüir, reprender y exhortar, basados en la sabiduría que deviene de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne, y entendiendo que como consecuencia de esto primero nos es menester padecer tribulación, recibir la corona de espinas, pero comprendiendo que esto último será temporal mientras que las promesas serán eternas, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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CARIDAD “Caridad” hace referencia a lo que escrituralmente debe entenderse por ese término así como a lo que de los elegidos se espera para evidenciar que en ellos hay tal cualidad.

La Lectura Bíblica de 1 Corintios 13 presenta una definición práctica de lo que es caridad y la establece como el requisito ineludible que deben mostrar en su vida los elegidos para ser considerados como parte del reino venidero.

1 Corintios 13 1

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser

como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2

Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si

tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3

Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si

entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es

jactancioso, no se envanece; 5

no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

6

no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.

7

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las

lenguas, y la ciencia acabará. 9

Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;

10

más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

11

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba

como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a

cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 85


13

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el

mayor de ellos es el amor.

El Texto Áureo de Mateo 6:34 da luz a lo anterior cuando presenta que en el correcto orden de prioridades debe estar primero buscar el Reino de Dios y Su justicia ya que todas las demás cosas nos serán dadas por añadidura: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

Si bien el término referido a caridad es fundamental para la vida cristiana, el entendimiento, la comprensión, y sobre todo la aplicación del mismo debe cuidar dos aspectos: el primero es que el mismo no necesariamente hace referencia a lo que podría considerarse, en términos humanos, como portarse bien con los demás; y el segundo, que dicho término no debe ser confundido con ese sentimiento que generalmente se asocia con dicha palabra.

Veamos lo primero. Mucha de la instrucción entregada por la Escritura hacen referencia a un trato diferente que como hijos de Dios debemos dar al prójimo, ejemplo de esto la cita de Romanos 12:17-21 que exhorta a no devolver mal por mal, a no buscar vengarse y es más a dar al enemigo aquello que necesite.

Romanos 12 17

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los

hombres. 18

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los

hombres. 19

No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira

de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20

Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale

de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 86


21

No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Con todo y todo la caridad va más allá de ello y esto salta a la vista con la Lectura Bíblica cuando Pablo señala que aunque se repartiesen los bienes entre quienes los necesiten, si no se tiene caridad, nada se es. ¿Cómo puede alguien repartir todo lo que tiene, es decir, dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento, y aun así considerarse que no se tiene caridad?, para responder esto habría que ver la definición que del amor hace la Escritura: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).

Así que el amar, primeramente a Dios y en segundo lugar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, como señala Mateo 22:36-40, pasa por obedecer la Ley de Dios.

Mateo 22 36

Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?

37

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu

alma, y con toda tu mente. 38

Este es el primero y grande mandamiento.

39

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

40

De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

De hecho esto es corroborado en Romanos 13:9-10 cuando Pablo señala “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”.

Así que en efecto, como parte del llamamiento uno debe buscar estar bien con todos y ayudar al prójimo en sus necesidades materiales y espirituales pero 87


pasando todo esto por el cedazo del cumplimiento de la Ley de Dios para poder realmente decir que el amor está en nosotros, amor entendido escrituralmente, y que ese amor nos mueve a tener caridad con los demás.

Ahora bien, en cuanto a lo segundo que hay que cuidar respecto del término caridad, está que el mismo no necesariamente se refiere a ese sentimiento que generalmente se asocia cuando se dice dicha palabra, ¿por qué?, porque es más que claro que dicho sentimiento no estará presente cuando, por ejemplo, se trate de enemigos bajo los cuales se padezca tribulación, más sin embargo, y aunque ese sentimiento no esté presente, el trato hacia ellos, como hacia todos, nos nazca o no, debe ser como escrituralmente se espera de un hijo de Dios. Pero, un momento, si no nos nace hacer el bien que de nosotros se demanda, es decir, si no hay ese sentimiento que se asocia cuando uno usa el término de caridad, ¿no podría decirse que uno es hipócrita, que está fingiendo un trato que no surge espontáneamente? Para nada.

Si se esperase que el actuar cristiano surgiese naturalmente del sentimiento que se relaciona cuando se habla de caridad, Cristo mismo no hubiese dejado tantas instrucciones al respecto, como las contenidas en Mateo 5 a manera de ejemplo, ya que dichas acciones surgirían de manera natural, espontánea. El hecho de que esté o no presente ese sentimiento que uno relaciona cuando escucha la palabra amor, caridad, no implica que las acciones que de uno se espera estén condicionadas al mismo, pero, de nueva cuenta: ¿no será actuar así un fingimiento, un obrar de manera hipócrita? Lo fuera si uno no estuviera convencido de ello y sólo actuase—más bien: fingiese— con un fin meramente humano, pero los elegidos convencidos estamos de ese actuar y nos esforzamos en ello pero, como dice la misma Lectura Bíblica en los versículos 9 y 10 “porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará”, así que aunque en el presente siglo estamos convencidos del actuar que escrituralmente de nosotros se espera, y por el cual nos esforzamos, ese actuar es parcial, imperfecto, pero el mismo nos sirve para 88


evidenciar ante el Padre la meta que queremos alcanzar sabiendo a la venida de nuestro Señor, cuando seamos transformados en cuerpos de gloria, ese actuar será perfecto y santo, tanto en el actuar como en el sentir, algo así como el que se entrena para alcanzar algún desempeño: mientras se entrena no se desempeña como aún se espera de él, pero se requiere de ese entrenamiento para alcanzar aquel desempeño, por eso 1 Corintios 8:1 habla de que el amor edifica, “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica”, porque se trata de eso: algo que se está construyendo, una meta que alcanzaremos si no desfallecemos, de igual forma Colosenses 3:14 habla de revestirse del amor, “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”, porque el vestido no es propiamente uno, pero a fuerza de usarlo uno llega a identificarse con eso que usa, como las armas espirituales que Pablo menciona en Efesios 6:13-18 las cuales, si bien no son uno, a fuerza de usarlas nos transforman en la esencia de las mismas.

Efesios 6 13

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el

día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con

la coraza de justicia, 15

y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

16

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los

dardos de fuego del maligno. 17

Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la

palabra de Dios; 18

orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando

en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir ejercitándonos en el amor, la caridad, como escrituralmente es definida: obrar con el prójimo conforme, de acuerdo y a través de la Ley de Dios, 89


sabiendo que el ejercicio volitivo de esa condición, aunque imperfecto en el presente siglo, nos irá habilitando para alcanzar la estatura perfecta de Cristo sabiendo que si somos hallados dignos de ser reyes y sacerdotes con Cristo en el reino venidero, ese actuar dejará de ser parcial e imperfecto para ser perfecto y santo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

90


EL ESPÍRITU SANTO “El Espíritu Santo” hace referencia precisamente a esa promesa que después de la ascensión de Jesús a los cielos se ha venido cumpliendo en quienes responden al llamado del Padre respecto de que el Espíritu de Dios vendría a morar en cada uno para edificación de los hijos de Dios.

La Lectura Bíblica de Romanos 8:1-17 establece una diferencia entre aquellos que son guiados por la carne —detrás de lo cual siempre se encuentra el Enemigo, el Mundo o nuestras propias concupiscencias— y aquellos que son guiados por el Espíritu, entendido esto no como el espíritu del hombre sino como el Espíritu de Dios que mora en cada uno, de igual forma dicha lectura presenta tanto el proceso como el resultado que de ser guiado sea por la carne o por el Espíritu trae.

Romanos 8 1

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,

los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley

del pecado y de la muerte. 3

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,

Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4

para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos

conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5

Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los

que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6

Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es

vida y paz. 7

Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no

se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8

y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 91


9

Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el

Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10

Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa

del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. 11

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en

vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos

conforme a la carne; 13

porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis

morir las obras de la carne, viviréis. 14

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos

de Dios. 15

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en

temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de

Dios. 17

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con

Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

El Texto Áureo de Lucas 11:13 arroja luz sobre el tema al señalar que lo que uno puede hacer, obvio: actuando congruentemente y en consecuencia, es pedir ese Espíritu al Padre el cual dará a quienes así hagan, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Sin duda alguna que el tener el Espíritu de Dios trae grandes bendiciones a la vida del creyente. Trae a su vida sabiduría, doctrina, razones prudentes, consejos de 92


prudencia, justicia, juicio y equidad, sagacidad, inteligencia y cordura, y entendimiento de proverbios, declaraciones, palabras de sabios y dichos profundos (Proverbios 1:2‭-4); esto porque es el mismo Espíritu que en Cristo reposó con sabiduría e inteligencia, consejo y poder, y conocimiento y temor de Dios (Isaías 11:1-2). De igual forma, es el Espíritu de Dios quien habilita al creyente para que persistiendo en la doctrina y escudriñando en la Palabra las verdades reveladas, las proclame para la mayor gloria de Dios, para edificación del Cuerpo de Cristo y para testimonio ante las naciones, “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:12-16). Pero sin duda alguna, tal vez la mayor promesa, la mayor esperanza que posee el creyente, es que el tener el Espíritu de Dios permite esperar esa resurrección, esa transformación gloriosa como hijos de Dios, “y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).‭

Con todo y todo tres aclaraciones son pertinentes. La primera tiene que ver con la manera en que el Espíritu de Dios viene a cada creyente, la segunda tiene que ver con la función del Espíritu de Dios en cuanto a guiarnos a la verdad plena, y la tercera tiene que ver con la acción del Espíritu en cada creyente y la función de dicho creyente aunada a dicha acción.

Respecto de la primera aclaración, es decir, la manera en que el Espíritu de Dios viene a cada creyente, el Texto Áureo señala claramente que es el Padre quien lo da a quien lo pide. Esta cita no debe malentenderse en el sentido de que lo único 93


que se necesita para que el Padre otorgue Su Espíritu a quien así lo quiera, es pedirlo. Algo similar pasa con quienes leyendo en Hechos 16:31, “ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”, que para ser salvos se requiere aceptar a Cristo, dejan de lado todo lo demás que la misma Escritura señala, en este caso, arrepentirse y ser bautizados, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38); de igual forma, en el caso del Espíritu Santo, este viene al creyente cuando, una vez bautizado, las manos le son impuestas para ello, “Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:17). Más sin embargo, una vez aceptado el llamado del Padre y habiéndose bautizado para perdón de los pecados y recibido el Espíritu de Dios, el creyente puede, más ben debe seguir pidiendo el Espíritu de Dios para que éste lo edifique, entendiendo que dicha petición será atendida para aquellos que demuestren obediencia a Dios, “y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:32).

Respecto de la segunda aclaración, la función del Espíritu de Dios en cuanto a guiarnos a la verdad plena, esta promesa está contenida tanto en Juan 14:26, “más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”, como en Juan 16:12-15, “tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. Él mostrará mi gloria, porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes”, más sin embargo la misma requiere e implica cautela, ¿por qué?, porque la misma Escritura y la misma historia de la iglesia presenta a miembros de esta que dedicados al estudio de la Palabra se han decantado por doctrinas extrañas al grado de terminar saliendo del Cuerpo de Cristo, 94


¿entonces?, la misma Escritura nos lo dice cuando en Romanos 12:6 señala que el ejercicio del don de profecía —no entendido este término en su acepción particular de ver el futuro sino en su significado más amplio de profesar, es decir, de comprender y enseñar— debe hacerse en la medida de la fe, es decir, el creyente está llamado a estudiar la Palabra, a meditarla, y la revelación que por el Espíritu vaya obteniendo debe siempre contrastarla con la doctrina de la iglesia para no errar, ¿por qué esto?, porque seguimos siendo carnales y sujetos estamos a las acechanzas del Enemigo, del Mundo o de nuestras propias concupiscencias, de hecho este consejo Dios mismo lo dio cuando referido a los profetas que se levantaban a aquel tiempo en Su pueblo, Él les decía que contrastaran todo lo que les dijeran con la Ley y el Testimonio, “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20) lo cual tiene un fuerte referente con la definición que el último libro de la Escritura da para los santos: aquellos que guardan la Ley de Dios y el Testimonio de Jesús, “entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Revelación 12:17), “aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Revelación 14:12).

Por último, en cuanto a la tercera aclaración referida a la acción del Espíritu en cada creyente y la función de dicho creyente aunada a dicha acción, hay que señalar que ni todo se ha dejado para que el Espíritu lo haga, ni todo es responsabilidad del creyente, pero que asombrosa, milagrosa, divinamente pues, ha sido establecido por el Padre para que ambos actúen de manera armoniosa en los elegidos. Una visión clara de esto lo dan los términos referidos a los dones del Espíritu (1 Corintios 12:7-11) y los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22).

1 Corintios 12 7

Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

95


8

Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra

de ciencia según el mismo Espíritu; 9

a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo

Espíritu. 10

A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de

espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11

Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a

cada uno en particular como él quiere.

Gálatas 5:22 Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe

Un don es algo que se recibe, no algo que uno produce, pero al contrario, un fruto es algo que uno consigue por el esfuerzo, la dedicación. Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, todos estos son dones dados libremente por el Espíritu a los miembros del Cuerpo de Cristo, uno no puede hacer nada para desarrollarlos en uno mismo, pero sí puede pedirlos al Padre, “y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5); por el contrario amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, todos estos son frutos del Espíritu los cuales, como es más que evidente, requieren de nuestra participación para que vengan a realización, es así como en cada elegido el Espíritu pone dones, dones que deben ser trabajados para producir frutos, trabajo en el cual el mismo Espíritu nos guía, nos fortalece, nos edifica, nos perfecciona.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el Espíritu, pidiéndolo constantemente al Padre para que nos guíe en nuestro andar por el Camino, no contristándolo para que no nos sea 96


retirado sino al contrario, dejando nos use, mediante la instrucción, la oración y la meditación, en nuestra propia edificación y permitiendo ser el canal para llevar las verdades de salvación, las verdades de comprensión y las verdades de motivación a los demás, poniendo así a trabajar los dones que por su medio se nos han dado para dar frutos de excelencia de perfección y santidad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

97


CRISTO EN VOSOTROS “Cristo en vosotros” hace referencia tanto al proceso como al resultado que por medio del Espíritu de Dios se está realizando en nosotros en el presente siglo: llevarnos, como dice la Escritura en Efesios 4:13, “a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

La Lectura Bíblica de Colosenses 1:5-29 habla precisamente de dicho proceso, de la manera en que uno puede participar de él, y del objetivo del mismo, lo que finalmente se conseguirá.

Colosenses 1 5

a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya

habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6

que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y

crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7

como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un

fiel ministro de Cristo para vosotros, 8

quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.

9

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de

orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10

para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando

fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 11

fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para

toda paciencia y longanimidad; 12

con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la

herencia de los santos en luz;

98


13

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino

de su amado Hijo, 14

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

15

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

16

Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y

las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

18

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el

primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 19

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

De igual forma, el Texto Áureo de Colosenses 1:27 resume lo anterior cuando señala que “Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”, es decir, un proceso mediante el cual uno va adquiriendo conocimiento, no mundano, sino divino, que permite la transformación de uno física, mental, emocional y espiritual, hasta llevarnos a reflejar a Cristo mismo, quien es a su vez imagen del Dios invisible, como señala Colosenses 1:15, “Él [Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”, o dicho de otra forma, para llegar a estar llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en sabiduría e inteligencia espiritual, como señala Colosenses 1:9, “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.

Y aquí radica el centro de todo este proceso pues ese adquirir conocimiento es lo que permite que el mismo se dé, pero hay que entender que este adquirir conocimiento no se refiere únicamente a las cuestiones cognitivas, mentales, sino que debe permear todo nuestro ser hasta incidir en nosotros física, mental,

99


emocional y espiritualmente, es por ello que además de crecer en la fe la Escritura nos insta a ponerla por obra, a testimoniar esa fe, a proclamarla.

Este proceso se vislumbra cuando Romanos 6:4-6 señala que en Cristo, simbólicamente con el bautismo, se ha sido sepultado, “porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”; pero de igual forma señala que así como se ha sido sepultado en Cristo, de igual forma se guarda la esperanza de en Él ser resucitados; y 1 Corintios 15:43-44 es más claro cuando señala, respecto de esto, que primero se siembra lo natural, pero que luego se cosecha lo espiritual, “se siembra en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder; 44 se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual”.

Este llamado al que se ha respondido nos ha llevado a forma parte del Cuerpo de Cristo, Su iglesia, como señala Efesios 5:30, “porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” y 1 Corintios 12:12-14, “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos”. Así, siguiendo el símil que establece la Escritura en estas citas, si uno deja de ser parte de la iglesia, deja de ser parte del Cuerpo de Cristo. Ahora bien, en ambos casos, es decir, siendo parte de la iglesia, del Cuerpo de Cristo, o no siendo parte de ella, hay que tener claridad de la seriedad, de la gravedad de cualquiera de las dos decisiones ya que siendo 100


parte estamos llamados a ser perfecto y santos, no tibios o mediocres, y si no se es parte la expectativa que queda es la condenación.

En este punto hay que aclarar que este formar parte de la iglesia no quiere decir simplemente estar en ella, seguirse congregando, sino en tener en nosotros, como parte de la iglesia, ese espíritu de caridad, de fraternidad de unos con otros que permita la edificación mutua, ¿o podrá alguien creer que sólo con ser parte de la iglesia ya se es uno con el Cuerpo de Cristo cuando se genera, participa, se validan murmuraciones, juicios, rebeldías, condenaciones y un actuar que más que claro es antiescritural de unos para con otros? No nos engañemos, esto no es así y quien así actúa, aunque siga en la iglesia, ha dejado de ser parte de ella ya que, siguiendo el símil que la Escritura presente respecto de esto, los miembros del cuerpo no pueden estar divididos entre sí ni mucho menos enfrentados con el cuerpo.

Siguiendo con el tema, se comentó al inicio que la Escritura permite entender el proceso que en nosotros se está llevando, la manera en que uno puede participar en él, y los resultados que del mismo se espera.

Este proceso es pasar de lo animal a lo espiritual, como señala 1 Corintios 15:46, “más lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”, e implica renovar nuestro entendimiento, como señala Romanos 12:2, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” y Efesios 4:23, “y renovaos en el espíritu de vuestra mente”; este renovar nuestro entendimiento se refiere a adquirir conocimiento, no mundano, sino divino, que permita ser accesado en nuestra esencia misma y transformarnos física, mental, emocional y espiritualmente, hasta que, como dice Gálatas 4:19, Cristo sea formado en nosotros, “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. De nuevo: este adquirir conocimiento no se circunscribe a lo cognitivo, a procesos mentales, sino 101


a todo nuestro ser, a esa comprensión que a base de entendimiento y ejercicio de las verdades reveladas nos cambia, nos transforma física, mental, emocional y espiritualmente hablando, siendo que podemos incidir en ello positivamente, como de nosotros se espera, o negativamente, como el Enemigo, el Mundo y nuestra propia concupiscencia nos impele.

Esta nuestra participación es decisiva, de hecho es esperada, más bien: exigida por el Padre para que dicho proceso se lleve a cabo, ¿y cómo participamos de ella?, todo lo que vemos, oímos, hablamos, decimos, hacemos, pensamos o sentimos nos van transformando en nuestra esencia, todo ello coadyuva o entorpece el propósito de Dios, pues como dice 1 Corintios 10:23, “todo me es lícito, más no todo me edifica”, en este sentido cada quien debe evaluar a la luz de esta instrucción aquello con lo que se está nutriendo: música, videos, películas, programas, lecturas, conversaciones, vestimentas, modas, pensamientos, acciones, emociones, todo participa, positiva o negativamente, en este proceso de transformación al que hemos sido llamados. Ahora bien, como este conocimiento –en su acepción más amplia referida a la comprensión de verdades divinas que incide en cada uno física, emocional, intelectual y espiritualmente– no es mundano, sino divino, se contrapone con nuestra naturaleza pecaminosa, pero además se contrapone con los designios del Enemigo y con las intenciones del Mundo, lo cual genera tribulación, pruebas, pero como dice Romanos 5:3-5, incluso esas adversidades obran para edificación en uno en tanto uno siga en el Camino y manteniéndose fiel se esfuerce por alcanzar las promesas del Padre, “y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”, por lo que incluso en estas adversidades uno debe estar gozoso pues si estamos en las manos de Dios incluso esto será para nuestro bien, para nuestra edificación, para nuestro perfeccionamiento, para nuestra santificación. 102


Esto es importante comprenderlo claramente pues permite entender las tribulaciones por las que en el presente siglo se padecen, la manera en que uno de manera consciente, deliberada, con propósito pues, puede participar de este proceso, y lo que se espera del mismo, a saber: el cumplimiento de las promesas que del Padre se han recibido.

Con todo y todo hay que entender, que comprender, que si bien nuestra participación es esperada, exigida para que este proceso se lleva a cabo, ésta no es definitiva ni definitoria para lograr el mismo, eso es imposible para uno, pero no imposible para Dios, pero esa participación evidencia nuestro deseo de alcanzar lo que el Padre pensó para cada uno de nosotros desde la eternidad y nos habilita para acceder a las promesas que se nos han hecho.

Dios, como menciona 1 Corintios 1:26-31, escogió lo débil, menospreciado y vil del mundo para llevarlo a la perfección y la santidad, a la plenitud de Cristo, “pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”, como señala Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, así que con humildad no se debe olvidar uno de donde ha venido, pero con gozo y esperanza no debe de dejar de poner la mirada en la promesas que del Padre se han recibido.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento del proceso que en el presente siglo se está llevando en cada uno para llevar de lo mortal a lo inmortal, de lo imperfecto a 103


lo perfecto, de lo pecaminoso a lo santificado, de lo que ahorita somos a reflejar a Cristo en nosotros, entendiendo que nuestra participación en ello es requerida, exigida más bien, y que esta participación está dada por lo vemos, oímos, hablamos, hacemos, pensamos y sentimos, siendo que si somos guiados por la Palabra, escrita y hecha carne, todo lo que somos, hacemos y tenemos actuará para llevarnos a alcanzar las promesas que de Dios hemos recibido, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

104


AMOR FRATERNAL “Amor fraternal” hace referencia a esa cualidad que debe identificar a los hijos de Dios respecto del trato que nos debemos unos para con otros.

La Lectura Bíblica de Mateo 18 es toda una instrucción relativa este punto, con todo y todo hay que ver la manera en que la estructura de la misma es presentada.

Mateo 18 1

En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el

mayor en el reino de los cielos? 2

Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,

3

y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no

entraréis en el reino de los cielos. 4

Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el

reino de los cielos. 5

Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me

recibe. 6

Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en

mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. 7

¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan

tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 8

Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti;

mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9

Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar

con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

105


10

Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo

que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11

Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.

12

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de

ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? 13

Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por

aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 14

Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se

pierda uno de estos pequeños. 15

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él

solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16

Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de

dos o tres testigos conste toda palabra. 17

Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por

gentil y publicano. 18

De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo;

y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la

tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo

en medio de ellos. 21

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a

mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22

Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

23

Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer

cuentas con sus siervos. 24

Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez

mil talentos. 106


25

A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e

hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26

Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten

paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27

El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la

deuda. 28

Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía

cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29

Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten

paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30

Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la

deuda. 31

Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y

refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32

Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella

deuda te perdoné, porque me rogaste. 33

¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve

misericordia de ti? 34

Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase

todo lo que le debía. 35

Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo

corazón cada uno a su hermano sus ofensas. Dicho capítulo contiene cinco apartados: la cuestión de quién es mayor –aclarada por Cristo en cuanto a que mayor entre los hermanos es quien humildemente se hace como un niño–, la cuestión de los tropiezos –los cuales son inherentes al presente siglo pero que acarrean responsabilidad sobre aquél que motivo es de ello entre los hermanos-, la cuestión de la oveja perdida –que representa el amor del Padre y de Su Hijo quienes van por aquellos que ajenos a las promesas pueden avenirse a ellas a través del sacrificios redentor de Jesús y llegar a ser de 107


manera plena, perfecta y santa hijos de Dios–, la cuestión relativa al perdón que nos debemos unos a otros –siendo que la medida de setenta veces siete para ello no implica 490 veces, sino un llamado a la perfecta y santa magnanimidad con la que el Padre nos trata y que debe ser reflejada en nuestra vida–, y la cuestión relativa a los dos deudores –que ejemplifica lo anterior señalando que quien no perdona lo poco que pudiesen deberse entre hermanos, a pesar de haber él recibido el perdón del Padre, no puede entrar al reino venidero–.

Es interesante que en esta exposición de ideas la cuestión de la oveja perdida está a la mitad de las mismas, interesante ya que todo el capítulo trata de ese trato que nos debemos unos con otros como hijos de Dios, pero la cuestión de la oveja perdida aparece en la mitad del relato como un recordatorio de lo mucho que del Padre cada uno de nosotros ha recibido al haber sido llamados a salvación el presente siglo, al habérsenos perdonados las faltas cometidas, y al habérsenos habilitado la posibilidad de llegar a ser reyes y sacerdotes en el reino venidero. De esta forma la cuestión de la oveja perdida se inserta a la mitad de la instrucción de Mateo 18 como un recordatorio de lo mucho que del Padre hemos recibido con lo que el resto de las cuestiones –quien es mayor, ocasiones de caer, el perdón al hermano y los dos deudores–, adquieren perspectiva que permiten su realización.

El Texto Áureo de Juan 15:15 agrega luz sobre lo anterior cuando señala que el trato de Cristo a quienes responden al llamado del Padre y hacen Su voluntad ya no es de siervos sino de amigos, “ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”, siendo que un amigo debe ser amigo de todos los amigos de su amigo, y si todos los hermanos y hermanas que han respondido al llamado del Padre son llamados amigos de Cristo, nuestro trato con ellos debe ser como señala Mateo 18 y que puede identificarse como de amor fraternal.

108


Con todo y todo tal vez alguien pudiera preguntar ¿cómo debe ser ese amor fraternal que nos debemos unos con otros? Efesios 4:30-32 responde cuando señala que debemos apartar de nosotros, en el trato hacia los demás, amargura, enojo, ira, griteríos, maledicencia, malicia, y que por el contrario debemos ser benignos, misericordiosos y perdonadores, “y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

De igual forma Colosenses 3:5-13, haciéndose eco de lo anterior, señala sobre lo mismo que los elegidos deben apartar de su vida fornicación, impurezas, pasiones, malos deseos, avaricia, ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas, y mentiras de unos para con otros, y por el contrario debemos ser misericordiosos, benignos, humildes, mansos, pacientes, soportándonos unos a otros, perdonándonos unos a otros.

Colosenses 3 5

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones

desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6

cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,

7

en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais

en ellas. 8

Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,

blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo

hombre con sus hechos, 10

y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va

renovando hasta el conocimiento pleno, 11

donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni

escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. 109


12

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable

misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13

soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere

queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

15

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo

fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Si, alguien podrá decir “eso ya lo sé”, pero ¿lo haces? Tal vez si, tal vez en parte, tal vez caigamos en cuenta –Dios así lo quiera– de lo que aún nos falta de trabajar en nosotros para que pongamos manos a la obra en ello-, y aquí es dónde estriba la cuestión a resolver, ¿por qué? Porque si somos honestos nos daremos cuenta que lo que Dios espera de nosotros excede nuestras capacidades, no podemos alcanzarlo con nuestras propias fuerzas, entonces ¿para qué Dios nos lo pide?, ¡precisamente para eso!, para que cayendo en cuenta de nuestra incapacidad de alcanzarlo pidamos Su ayuda que deviene de Su Espíritu siendo que así, y sólo así, Él comienza a trabajar en nosotros hasta llevarnos a la plenitud de lo que pensó para cada uno desde la eternidad, de otra forma, es decir, si nos consideramos suficientes, ni requerimos ni solicitamos y por ende ni obtenemos, esta ayuda que deviene del Padre y que es la única que nos permitirá llegar a ser lo que estamos llamados a ser.

Ahora bien, me gustaría traer en este punto la cita de Hechos 28:3-6 la cual que gira en torno a aquel sucedió donde a Pablo una víbora le muerde.

Hechos 28 3

Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al

fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.

110


4

Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían

unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir. 5

Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció.

6

Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de repente;

más habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.

¿Qué tiene que ver ese evento donde Pablo es picado por una víbora con el tema del amor fraternal? ¡Mucho!

Cuando uno comienza a entender lo requerido por el Padre para con sus hijos, tal como ya se comentó y que expuesto está e Efesios 4:30-32 y Colosenses 3:5-13, lo primero que inmediatamente después de esa comprensión puede acudir a nuestra mente es el miedo, la aprensión, la preocupación de que se aprovechen de uno, y ¿quién podría aprovecharse de alguien misericordioso, benigno, humilde, manso y demás? Honestamente habría que contestar que casi cualquier persona no sólo del mundo, que desconoce a Dios, sino incluso entre los mismos hermanos y hermanas de la iglesia que aún no reflejan el carácter perfecto y santo del Padre, ¿entonces?, es aquí donde entra la historia de Pablo siendo picado por la víbora ya que ¿qué vemos en ella?, vemos a Pablo haciendo lo que Dios le ha encomendado, siendo recibido con deferencia y atención en una isla después de naufragar, pero aun así siendo picado por una víbora. Más sin embargo la historia no termina ahí: la víbora es echada el fuego por Pablo, quien no muere pues su vida está en manos de Dios siendo que eso es motivo de glorificar al Padre por su infinita misericordia y eterno amor.

Y ¿qué podemos aprender de ello? Que al igual que Pablo uno debe hacer lo que está llamado a hacer –ser misericordioso, benigno, humilde, manso y demás–, sin preocuparnos por esas víboras que, en la figura de personas que quieran aprovecharse de uno, busquen picarnos ya que incluso en los naufragios, es decir, 111


las adversidades está Dios, y que si esas personas llegan a picarnos, a tratar de dañarnos, el resultado no será así pues todo obrará para nuestro bien siendo que quien busque nuestro mal solo acarreara sobre sí juicio y condenación, más sin embargo el resultado que sobre nuestra vida venga será para gloria del Padre y para nuestra propia edificación.

Pero la lección de este sábado no termina aquí, pues ¿de qué vale se nos diga lo que tenemos que hacer sin completar con la idea de aquello que se busca alcanzar?, esto está dado por Efesios 2:4-7 cuando señala que todo el esfuerzo anterior tiene recompensa que aguarda para quien así haga: ser resucitados y llegar a formar de manera plena, perfecta y santa parte de la familia de Dios como sus hijos glorificados, “pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.

De esta forma la idea sobre el amor fraternal contenida en la Escritura queda completa: se nos instruye sobre la infinita misericordia y eterno amor que el Padre ha tenido para con cada uno de nosotros, se nos señala lo que se espera de nosotros como hijos de Dios –tanto en lo que debemos hacer como en lo que no debemos hacer en nuestro trato con los demás–, se nos dice que no temamos de aquellos que con base en lo anterior busquen aprovecharse de nosotros, dañarnos, ya que en las manos de Dios estamos, y se nos recuerda las promesas a las que hemos sido llamados para que éstas alienten nuestro andar moviéndonos a avanzar en el camino.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir con la comprensión de todo lo que del Padre hemos recibido, que esa comprensión nos lleve a responder, por el Espíritu, como se espera de un 112


hijo suyo en cuanto al trato con los demás referido al amor fraternal que nos debemos unos para con otros, que esa respuesta no dé cabida al temor de aquellos que quieran hacernos daño pues en manos de Dios estamos, avanzando en el Camino con la esperanza de las promesas que hemos recibido y que en su momento vendrán a plena realización, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

113


PIEDAD “Piedad” hace referencia a esa cualidad que debe identificar a los hijos de Dios relacionada con la forma en que cada uno vive su fe.

La Lectura Bíblica de 1 de Timoteo 4 señala precisamente esas características que deben identificar, en cuanto a la piedad a un hijo de Dios.

1 Timoteo 4 1

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos

apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 2

por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,

3

prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó

para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. 4

Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se

toma con acción de gracias; 5

porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.

6

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido

con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. 7

Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad;

8

porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para

todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 9

Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos.

10

Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos

en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. 11

Esto manda y enseña.

114


12

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en

palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

14

No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con

la imposición de las manos del presbiterio. 15

Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu

aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo

esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.

De igual forma, el Texto Áureo de 1 Timoteo 6:6 arroja luz sobre lo anterior al señalar que la piedad, conforme a la Palabra, debe ser realizada con contentamiento, “pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”.

Si bien la piedad tiene su referente en la Escritura, el mundo ha asignado su propia definición, definición que oscurece la entregada por la Palabra, esa definición dada por el mundo presenta a la piedad como un sentimiento de lástima, de tristeza ante las desgracias ajenas y si bien este sentimiento sí forma parte de la piedad la definición escritural excede y con mucho lo que el mudo entiende al respecto.

Con todo y todo, más que una definición lo que la Escritura entrega es una forma de vivir la piedad, siendo que viviéndola, uno entonces comienza a entenderla.

En este punto y referido a la Lectura Bíblica, sobre todo en los primeros cinco versículos de la misma referidos a la apostasía, uno pudiera preguntar ¿qué tiene que ver esto, es decir: la apostasía, con la cuestión de la piedad?, pero el resto del capítulo explica lo referido a la piedad y es ahí donde uno entiende la relación.

115


La piedad, como ya se comentó, más que definirla uno debe de vivirla, y los versículos 6, 13 y 16 de la Lectura Bíblica señalan la forma de vivir esa piedad, vivencia que entonces sí, y sólo sí, nos acerca a esa definición escritural de la misma. “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido”, señala el versículo 6 de la Lectura Bíblica, lo cual implica que la piedad debe movernos unos a otros a la enseñanza mutua, pero –y esto es muy importante– para ello uno debe estar firmemente cimentado en la doctrina de la iglesia, siendo que es aquí donde comienza a verse la relación entre el ejercicio de la piedad y la contención de la apostasía, lo cual se comentará más delante. “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza”, señala el versículo 13 de la Lectura Bíblica, y de nueva cuenta indica aquello en que el elegido debe trabajar diaria, constantemente: la lectura, la exhortación y la enseñanza. De nueva cuenta, como puede verse, el estudio es previo a la exhortación y la enseñanza, de hecho es requisito primario sin lo cual no puede darse lo segundo, después de todo ¿cómo pretenderá uno exhortar o enseñar si no ha crecido en la Palabra, si no ha pasado del alimento líquido al sólido? Pero una vez que uno ha sido nutrido, edificado, obligación tiene de ayudar a los demás en ello, y es aquí donde entra lo segundo: exhortación y enseñanza. Exhortación tiene que ver con señalar lo que está mal, enseñanza tienen que ver con señalar lo que está bien, ahora bien ambas cosas deben ser ejercidas a la luz de la Palabra y del entendimiento que emana de las doctrinas de la iglesia, lo cual de nuevo tiene que ver con el ejercicio de la piedad y la contención de la apostasía, lo cual, como ya se dijo, se comentará más delante. “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”, señala el versículo 16 de la Lectura Bíblica y con esto cierra la idea referida al ejercicio de la piedad y la contención de 116


la apostasía, ya que énfasis hace, para el correcto ejercicio vivencial de la piedad, como escrituralmente es entendido y que ya se ha comentado, en persistir en la doctrina. Esto es lo que permite entender qué relación hay entre la apostasía mencionada en los primeros cinco versículos de la Lectura Bíblica y el resto del capítulo referido a la piedad ya que el correcto ejercicio de esta última es el que permite la contención de la primera, es por ello que 1 Timoteo 6:3‭-4 señala que “si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas”.‭

Sobre esta idea, 2 Timoteo 3:1-5 advierte sobre ciertas personas con características inicuas, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, ingratos, impíos, y demás, que si bien tienen apariencia de piedad con sus hechos niegan su eficacia, y cómo no ya que dichas personas podrán decir lo que sea, incluso que sus palabras sean dulces, edificantes, conforma a la verdad, pero si con sus hechos se contradicen su predicación es enteramente vana. Cuidemos no ser nosotros de estos que se señala que conociendo lo que está bien no lo hacen, por que quien hace así lo que comete es pecad, como dice Santiago 4:17, “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.

Visto de esta forma, la piedad, más allá de la caricatura pusilánime que el mundo nos presenta, escrituralmente hablando implica mucha fortaleza, mucho carácter, mucha decisión, de hecho, si se ve detenidamente, implica un esfuerzo, una lucha constante por hacer la voluntad de Dios, esfuerzo y lucha que comienza primeramente con la propia instrucción, corrección, perfeccionamiento y santificación y que conlleva entonces, y sólo entonces, a señalar lo que está mal y a enseñar lo que está bien, conforme a la Palabra y la verdad contenida en las doctrinas de la iglesia.

117


Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir la piedad como escrituralmente nos es presentada: trabajando constantemente en la propia edificación cimentados firmemente en la doctrina de la iglesia pasando así del alimento líquido al sólido y entonces, sólo entonces, contener la apostasía, exhortando a los demás al señalar lo que está mal, y enseñando a los demás al señalar lo que está bien, en consonancia con a la Escritura y de acuerdo a la verdad contenida en la iglesia, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

118


POR QUÉ NECESITAMOS LA LEY DE DIOS “Por qué necesitamos la Ley de Dios” hace referencia precisamente a la necesidad que tenemos de guía en nuestra vida para vivirla de manera perfecta y santa tal como es la voluntad del Padre, lo interesante del título de la lección de este sábado es que el mismo dice por qué no para qué lo cual se comentará más delante.

La Lectura Bíblica de Santiago 2 contiene dos grandes apartados a manera de instrucción, el primero donde se señala que no es de un hijo de Dios hacer acepción de personas y el segundo donde se declara de manera contundente que la fe sin obras es una fue muerta, con todo y todo ¿qué tiene que ver el no hacer acepción de personas con la cuestión de poner por obra nuestra fe?, esto lo veremos más delante.

Santiago 2 1

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 2

Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 3

y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; 4

¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? 5

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 6

Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 7

¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? 119


8

Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; 9

pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. 10

Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. 11

Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. 12

Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. 13

Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio. 14

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16

y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17

Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.

18

Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19

Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20

¿Más quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?

21

¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22

¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?

120


23

Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24

Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25

Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26

Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

De igual forma, el Texto Áureo de Salmos 119:105 arroja luz sobre el tema en cuestión al declarar que la Palabra de Dios es lámpara a nuestros pies, lumbrera que ilumina nuestro camino, “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.

A diferencia de aquellas congregaciones que separadas de la verdadera iglesia no tienen en sí la verdad revelada y que sostienen, por un lado que la salvación viene de gracia o por otro que las obras son las que ganan dicha salvación, nuestra iglesia sabe que se ocupa de ambas, a saber: de la fe y de las obras. La salvación viene por fe en el sacrificio redentor de Jesús, pero una vez salvos somos llamados a testimoniar esa fe con obras de justicia, siendo que ambas son requeridas para todo hijo de Dios. Por eso el Texto Áureo presenta a la Palabra de Dios como lámpara a nuestros pies, como lumbrera para nuestro camino, ya que dicha imagen implica que la Palabra alumbra pero que de nosotros se requiere que avancemos en nuestro andar.

¿Has pensado en ello? Imagina que estás en despoblado y que te alcanza la noche. Todo alrededor está completamente oscuro, en tinieblas, ¿qué tendrías que hacer para caminar?, encender alguna luz, pero ¿qué pasa si no avanzas, si te quedas en un mismo lugar?, ¡dicha luz se vuelve innecesaria, incluso puedes apagarla y no pasa nada pues ya conoces el lugar donde has decidido quedarte!, siendo así ¿para qué seguir alumbrándolo? La imagen de una lámpara a nuestros 121


pies, de una lumbrera para nuestro camino sólo tiene sentido si es que se avanza, si es que anda por dicho camino, siendo ahí dónde reside el valor de la Ley de Dios: guiarnos en nuestro andar, en nuestro caminar.

En hebreo hay algunas palabras que están relacionadas con el concepto de pecado. Sin embargo, la principal palabra –hay otras, por supuesto– utilizada para describir el pecado es ‫ רטה‬hatáh cuyo sentido básico es el de "errar el blanco, equivocar el camino", o aún "quedarse por debajo del estándar". Así, la utilidad de la Ley de Dios no es granjearnos la salvación, esa deviene por el sacrificio redentor de Jesús, sino de indicarnos aquello que está mal, que es un error, que nos hace equivocar el blanco de la perfección y la santidad, que nos desvía del camino de Dios, pues como dice Romanos 3:20 por medio de la ley viene el conocimiento del pecado, es por eso que la Escritura define 1 Juan 3:4 el pecado como es la transgresión de la Ley.

Es en este punto donde puede verse porque el título de este apartado dice por qué necesitamos la Ley de Dios, por qué no para qué, ya que la Ley nos es dada para acceder un conocimiento que no podríamos por nosotros mismos señalando aquello que es contrario a la voluntad de Dios, pero el para qué, a saber: cumplirla, ponerla por obra, no es dada por la Ley misma sino que sólo es posible gracias al Espíritu de Dios, dicho de otra forma la Ley de Dios nos es dada –el por qué– para saber lo que está mal, pero el hacer el bien –el para qué– sólo es posible con el Espíritu del Padre, es decir, la Ley de Dios nos dice cómo no errar el blanco pero para dar en él se requiere del Espíritu de Dios.

Con todo y todo Santiago 2:10 contiene una expresión que para nuestra naturaleza puede llegar a no ser comprensible: quien falta en un solo de los mandamientos se hace culpable de violar todo, “porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.”, ¿cómo puede ser esto posible? Si uno va en su auto y se pasa un semáforo en rojo, el policía que lo detenga lo multará por eso, pero no comenzará a levantarle multas por 122


todos los delitos que contenga el reglamento de tránsito ya que no violó todos los preceptos sino sólo uno, ¿por qué no es igual en el caso de la Ley de Dios? Porque las leyes humanas, a diferencia de la Ley de Dios, son imperfectas, puede incluso disgregarse, pero en el caso de la Ley de Dios ésta es completa, total, plena, perfecta y santa, no puede disgregarse, no puede pretenderse violarla en un punto pero cumplir los demás, el pecado nos mancha completamente y nuestras obras, aunque cumplidoras del resto de los mandamientos, se manchan con nuestra iniquidad. Veámoslo así: la Ley de Dios es como si tuviéramos un globo, no podemos pretender pinchar con un alfiler una parte del globo y pretender que el resto no se reviente, todo el globo se reventará pues el mismo es un todo y un pinchazo en cualquier parte del mismo lo daña completamente, de igual forma la Ley de Dios es un todo completo, total, perfecto y santo, darle un pinchazo, mediante el pecado, a uno de los mandamientos pretendiendo dejar intocados el resto sólo es engañarnos a nosotros mismos pues ese pinchazo termina por reventar ese globo que es la Ley de Dios.

La Ley de Dios es necesaria para la vida eterna como dice Mateo 19:16-19, es una Ley dada para nuestra libertad como dice Santiago 2:9-12, es santa, justa y buena como dice Romanos 7:12, y nos da entendimiento, comprensión y sabiduría como dice Salmos 119:98-100, claro: siempre y cuando no sólo se conozca sino que se ponga por obra, y es en este punto donde puede entenderse por qué la primera parte de la Lectura Bíblica menciona que no hay que hacer acepción de personas, ya que quien viva de esta forma no puede caer en esto que la Escritura condena. Más sin embargo, sobre esto –a saber: no hacer acepción de personas–, hay que aclarar que no sólo se refiere a la cuestión material de alguien que tenga posesiones o riquezas sino que también tiene una dimensión espiritual que cuidar, después de todo, como dice Romanos 7:14, la Ley es espiritual, ¿y cuál es esa dimensión espiritual?, la misma Lectura Bíblica lo señala cuando en el versículo 5 señala que Dios ha escogido a los pobres según el mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino venidero. Es así como el no hacer acepción de personas no sólo tiene un carácter material basado en las riquezas o posesiones 123


que alguien tenga, sino también tiene un carácter espiritual basado en las riquezas inmateriales –conocimiento, testimonio o frutos espirituales– que se tenga. Todos en la iglesia somos valiosos a los ojos de Dios, pero si uno hace acepción de tal o cual hermano porque tiene mucho conocimiento espiritual porque su testimonio es un verdadero faro de luz o porque sus frutos son abundantes, igual estaremos haciendo acepción de personas y esta acepción es aún más sutil que la material. Pero bueno, ¿qué no dice 1 Timoteo 5:17 que aquellos ministros que ejercen bien su cargo son dignos de doble honra?, “los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.”, si, así es, más sin embargo dos observaciones, la primera, referido a lo material, es que el contexto en que se dice eso se refiere al apoyo requerido por su ministerio y que la iglesia está obligada a aportar, y la segunda, referido a lo inmaterial, es que incluso ese respeto, esa deferencia, esa atención que también deviene de un buen ejercicio ministerial no implica ni se refiere a hacer acepción de personas pensando que el hermano cuyo conocimiento, testimonio o frutos aún no alcanzan la madurez merece menosprecio. Cuidado con esto.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir siendo guiados por la Ley de Dios, por Su Palabra escrita y hecha carne, tomándola como lámpara a nuestros pies, como lumbrera a nuestro andar, para avanzar por el Camino al cual el Padre nos ha llamado, pidiendo constantemente de Su guía para no errar el blanco, para que nuestros pasos no se desvíen, creciendo en el entendimiento de Su Ley, de Su Palabra, y poniéndola por obra para dar fruto en abundancia de perfección y santidad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

124


ORACIÓN “Oración” hace referencia a esa necesidad que elegidos que hemos respondido al llamado del Padre para venir a salvación en el presente siglo tenemos de comunicarnos precisamente con Quien nos ha sacado de la Babilonia del mundo para traernos a formar parte de Su familia.

La Lectura Bíblica de Juan 17 nos muestra la oración de Jesús el Padre momentos previo a su arresto, arresto que lo conduciría al sacrificio con el que redimiría a la humanidad de sus pecados.

Juan 17 1

Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora

ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2

como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a

todos los que le diste. 3

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a

Jesucristo, a quien has enviado. 4

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que

hiciese. 5

Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve

contigo antes que el mundo fuese. 6

He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos

eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. 7

Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;

8

porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han

conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9

Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste;

porque tuyos son, 10

y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

125


11

Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti.

Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12

Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a

los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13

Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo

cumplido en sí mismos. 14

Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del

mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15

No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

16

No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

17

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

18

Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.

19

Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean

santificados en la verdad. 20

Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer

en mí por la palabra de ellos, 21

para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que

también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22

La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como

nosotros somos uno. 23

Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el

mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. 24

Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también

ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25

Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos

han conocido que tú me enviaste. 126


26

Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el

amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

De igual forma el Texto Áureo de Mateo 5:44 arroja luz sobre esto al señalar, respecto de la oración, que uno debe estar puesto para orar por aquellos que nos ultrajan y nos persiguen, “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.

Respecto de esto, a saber: de la oración, la pregunta que todos nos hacemos en algún momento es ¿cómo orar?, nuestro Señor, sabiendo esta necesidad, nos instruye en Mateo 6:5-7 a orar sin palabrería vana, de igual forma a hacerlo sin ostentación, “y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”.

Pero volviendo sobre la Lectura Bíblica, ¿qué podemos aprender de esa oración de Jesús al Padre? Vamos tomando perspectiva de ello. Supongamos que conocemos a alguien que nunca ha oído de Jesús, ni de nuestro Dios, es más: ni siquiera sabe que existe la Biblia, en ese contexto, ¿qué pensaría esa persona si le diéramos a leer la Lectura Bíblica? Vuelve a leerla como si tu fueses esa persona, ¿qué imagen tienes de esa oración? Más que una formalidad religiosa se trata de un diálogo muy íntimo, muy personal, entre dos personas que se conocen. Esa es la principal lección. Una oración, más que constreñirse a formalismos –y formulismos–, debe ser lo que debería ser: un diálogo entre dos personas que se acompañan, que se conocen, que se aman.

127


Pero la pregunta sigue en el aire: ¿cómo hay que orar? Ante esto yo te pregunto, ¿cómo hablas con tu amigo, con tu hermano, con tus padres, con alguien que puedas decir que tienes intimidad?, ¡pues de la misma forma debería ser poder hablar con Dios! Sobre esto, a veces veo mis oraciones y me pregunto: si le hablara así a un amigo íntimo, ¿cómo me vería?, la respuesta a veces me muestra lo lejano que puedo llegar a considerar a Dios de mi pues mi oración más que un diálogo íntimo, familiar con un amigo pareciera un formalismo rígido con alguien no sólo lejano sino desconocido.

Con esto no quiero decir que la formalidad en el orar no sea algo que en ocasiones sea necesario, la misma Escritura nos señala que no debe hacerse común aquello que es santo ¡y que más santo que comunicarnos con nuestro Padre!, lo que quiero señalar es que habrá esos momento de diálogo fluido, íntimo, ajeno a ritos y formas, como el que tenemos con un amigo pues eso es Dios, nuestro amigo, y más que nuestro amigo: nuestro Padre que nos ama con amor eterno e infinito. Ahora bien –y esto es muy importante– salvar el escollo de la oración rígida, formalista, meramente ritual, no soluciona todo ya que hay otro problema que debemos considerar, a saber: el ruido ajeno a Dios que en nuestra mente puede hacer no oigamos su mensaje o le atribuyamos lo que Él nunca nos ha dicho.

Siendo honestos debemos reconocer que en nuestra carnalidad actual, existe aún mucho ruido en nuestra mente, ruido que proviene del Enemigo, del Mundo o de la Carne, ese ruido, cuando estamos en oración ante el Padre, puede hacer que creamos que de lo que él viene tiene su fuente a Dios, lo cual no es así. Casos de estos abundan no sólo en la historia de la humanidad sino incluso en la historia de nuestra iglesia donde personas que creen que han recibido revelaciones que contradicen la Escritura y la Palabra crean sus propias organizaciones, ajenas al Cuerpo de Cristo, con doctrinas que si bien parecen rectas su fin es fin de muerte, entonces ¿qué hacer? 128


Hablar con nuestro Padre es un acto de comunicación llena de familiaridad, de intimidad, de compañerismo, cuando este diálogo se lleva a cabo comienza a fluir en ambas direcciones, uno habla pero también escucha, este escuchar es sutil, diferente a como lo entendemos, pero claro, casi casi audible, a veces es a manera de intuición, otras de repente viene una iluminación sobre un tema o la comprensión de un asunto, etc., pero lo importante –y referido a cómo identificar aquello que de Dios venga así como aquello que del Enemigo, de la Carne o del Mundo venga– la misma Escritura nos lo dice: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).

La Ley de Dios y el Testimonio de Jesús, como señala Revelación 12:17 y 14:12, son los distintivos de los santos, siendo que ese es el cedazo que los mismos utilizan para todo lo que piensan, hacen o sienten, incluyendo lo que en oración puede llegar a recibirse.

¿Alguna vez has limpiado frijol?, el frijol debe limpiarse pues en ocasiones el comprado puede venir con piedras o restos de maleza, pues la oración es igual, cuando estamos en diálogo con el Padre –de nuevo: un diálogo familiar, íntimo, de compañeros–, uno debe estar atento para ir limpiando de lo que se reciba aquello que viene del Enemigo, del Mundo o de la Carne, esas piedras y esos restos de maleza, para quedarnos con lo que realmente viene de Dios, con lo que es para nuestra edificación, con esas semillas de vida que creciendo en nuestro interior darán fruto en abundancia para la vida eterna. Dios nunca responderá nuestras oraciones con algo ajeno a Su Palabra –escrita y hecha carne–, con algo ajeno a la doctrina de Su iglesia, con algo que no sirva para avanzar en el Camino hacia la perfección y la santidad, de ahí en fuera nuestra oración, nuestro diálogo con Él debe ser fluido, íntimo, familiar, ajeno a formalismos, a ritos, después de todo si hay alguien que siempre espera escuchar de nosotros, y escuchándonos respondernos, es precisamente nuestro Padre Dios.

129


Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en una oración constante con el Padre, dinámica, fluida, llena de familiaridad, de intimidad, de compañerismo, ejercitando los sentidos para identificar aquello que del Padre proviene, sabiendo que nos ama, que eterna e infinitamente nos ama, y que desea esa relación con nosotros como la que tiene con nuestro señor y salvador, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

130


PACIENCIA “Paciencia” hace referencia a una de las cualidades que como hijos de Dios debemos de mostrar.

La Lectura Bíblica de Salmos 27, si bien no menciona a la paciencia de manera explícita, sí permite entender muchas situaciones relacionadas con las tribulaciones que se padecen en el presente siglo y que para ser salir airosos de las mismas requieren precisamente de la paciencia.

Salmos 27 1

Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

2

Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis

enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. 3

Aunque un ejército acampe contra mí,

No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. 4

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;

Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. 5

Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;

Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto. 6

Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,

Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová. 7

Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;

Ten misericordia de mí, y respóndeme. 131


8

Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.

Tu rostro buscaré, oh Jehová; 9

No escondas tu rostro de mí.

No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. 10

Aunque mi padre y mi madre me dejaran,

Con todo, Jehová me recogerá. 11

Enséñame, oh Jehová, tu camino,

Y guíame por senda de rectitud A causa de mis enemigos. 12

No me entregues a la voluntad de mis enemigos;

Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad. 13

Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová

En la tierra de los vivientes. 14

Aguarda a Jehová;

Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.

De igual forma el Texto Áureo de Salmos 130:5 arroja luz sobre el tema al señalar que ante todo la paciencia implica esperar en Jehová, “Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado”.

La paciencia, como señala Gálatas 5:22, es uno de los frutos del Espíritu, ¿eso quieres decir que si no tenemos paciencia no tenemos en nosotros el Espíritu de Dios?, no necesariamente, más bien implica reconocer que seguimos en el presente siglos sujetos a la debilidad de esta carnalidad, pero abordaremos esto más delante.

132


Como se mencionó, referido al Texto Áureo, la paciencia implica esperar en Jehová; este esperar ¿implica estar simplemente expectante para que aquello que se espera se cumpla?, al contrario, implica estar muy activo no porque nuestro esfuerzo logre lo esperado sino que es requerido para que aquello que se espera se manifieste por el poder de Dios en nosotros. Activos, ¿en qué?, Salmos 25:5-7 responde esto cuando referido a lo que señala el Texto Áureo, a saber: a esperar en Dios, pide a Dios mismo que sea Él quien enseñe y quien encamine, “encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día”, siendo que enseñar tiene que ver con el saber mientras que encaminar tiene que ver con el hacer, es decir, con la fe y con las obras.

De esta manera la actividad de los elegidos mientras en paciencia se espera el cumplimiento de las promesas del Padre pasa por ir creciendo en el conocimiento de Dios y Su hijo, la fe, e ir madurando en los frutos de perfección y santidad que de nosotros se espera, las obras. Salmos 25:21 es reiterativo en esto al señalar, referido a esperar en Dios, que esta espera debe ser en integridad y rectitud, “integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado”, de nuevo: integridad se refiere a la fe, rectitud se refiere a las obras.

En este punto hay que aclarar que paciencia no implica estar impávidos, como si nada nos afectara, sino más bien en mantenernos firmes en nuestra profesión de fe sabiendo, como señala Romanos 8:18-25, que las tribulaciones del presente siglo no son comparables con la gloria que en los hijos de Dios habrá de manifestarse.

Romanos 8 18

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son

comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación

de los hijos de Dios. 133


20

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino

por causa del que la sujetó en esperanza; 21

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de

corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con

dolores de parto hasta ahora; 23

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las

primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24

Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es

esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25

Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

En este sentido es significativo como Pablo expresa en 2 Corintios 4:8-9 que él mismo, así como muchos de los elegidos, experimentan el estar afligidos, perplejos, perseguidos y derribados, pero –y esto es muy importante– no por ello son agobiados, desesperados, abandonados o destruidos: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”.

Así, como puede verse, la zozobra de las tribulaciones que se experimentan pueden embargar nuestro corazón, pero la confianza en las promesas recibidas permite en paciencia, por paciencia y con paciencia, esperar su plena realización.

Sin duda alguna que nuestro modelo de paciencia es nuestro Señor Jesús, Isaías 53:7 lo presente como esa oveja, como ese cordero, que humillándose a sí mismo fue conducido al sumo sacrificio por nuestros pecados, “angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. Con todo y todo esa paciencia es algo que se está formando en nosotros y que tendrá su plena realización cuando seamos transformados. 134


Tan importante es la paciencia que en palabra mismas de nuestro Señor Jesús, como está escrito en Lucas 21:19, será gracias a esta que ganaremos nuestras almas, “con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”, ¿se capta la importancia de esperar, de aguantar, de ser pacientes?

Pero bueno, en este punto tal vez surja la pregunta ¿cuál es la razón de la impaciencia en que ocasiones –a veces muy recurrentemente– experimentamos? El primer versículo de la Lectura Bíblica lo señala cuando dice “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”, ahí está la clave: la impaciencia surge del temor, y el temor es un indicativo de que aún nos falta crecer para confiar plenamente en el Padre, pero esto no es para deprimirnos, sino para entender que estamos en un proceso, con todo y todo ¿qué hacer cuando ese temor hace que más bien nos mostremos impacientes?, la misma Escritura nos da la respuesta cuando en Salmos 55:22 señala “echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”, en otras palabras, es válido, de hecho es deseable, venir ante Dios y humillándose reconocer que no podemos, pero que en Él confiamos.

Por último, la pregunta que de inicio quedó pendiente: Dado que la paciencia es uno de los frutos del Espíritu, ¿eso quieres decir que si no tenemos paciencia no tenemos en nosotros el Espíritu de Dios?, ya se dijo que no necesariamente, más bien implica reconocer que seguimos en el presente siglos sujetos a la debilidad de esta carnalidad, más sin embargo extendámonos en ello.

El esforzarse, como nos dice la Escritura, por ser pacientes, aunque a veces fallemos, aunque a veces lo hagamos de manera imperfecta, es igual a ese bebé que aún no camine y que alza sus brazos para que su padre lo agarre. Si nunca levantara sus brazos su padre no lo levantaría, pero si insiste una y otra vez el padre, al darse cuenta de que el hijo desea lo agarre, lo levanta y lo toma con él. Así, si nos esforzamos en la paciencia, no por nosotros mismos sino con la ayuda del Espíritu, estamos mostrando una y otra vez al Padre que deseamos ser como 135


Él lo desea, pero que en nuestra fragilidad no lo podemos hacer, pero si seguimos en esta lucha, si hasta el final levantamos una y otra vez los brazos como en el ejemplo del bebé, llegará ese momento, ¡y ya está a la puerta!, en que siendo recogidos por Dios seremos glorificados en Cristo Jesús para, entonces sí, mostrar en nosotros los frutos del Espíritu, incluyendo la paciencia, de manera perfecta y santa.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir pacientemente las pruebas y tribulaciones inherentes a nuestra carnalidad en el presente siglo, creciendo en el conocimiento de Dios y Su hijo y poniendo por obra esa fe que decimos profesar, confiados en que si nos mantenemos fieles hasta el final llegará ese momento en que la gloria venidera sea manifestada en nosotros y que los frutos del Espíritu, incluyendo la paciencia, tendrán su plena realización, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

136


TEMPLANZA “Templanza” hace referencia a otra de las cualidades que como hijos de Dios debemos de mostrar.

La Lectura Bíblica de 1 Corintios 9 presenta una narrativa que permite entender, de manera práctica, la cuestión de la templanza ya que en ella Pablo señala que si bien él, al igual que todos los que predican el Evangelio, aún y cuando derecho a tiene de vivir de eso, no ha querido así hacerlo para no crear obstáculo alguno al Evangelio de Cristo.

1 Corintios 9 1

¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?

¿No sois vosotros mi obra en el Señor? 2

Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el

sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. 3

Contra los que me acusan, esta es mi defensa:

4

¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber?

5

¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como

también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 6

¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?

7

¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y

no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? 8

¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley?

9

Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que

trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10

o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió;

porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.

137


11

Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si

segáremos de vosotros lo material? 12

Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más

nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. 13

¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del

templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14

Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan

del evangelio. 15

Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto

para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria. 16

Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es

impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! 17

Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de

mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. 18

¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente

gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio. 19

Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para

ganar a mayor número. 20

Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que

están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21

a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley

de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22

Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he

hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 23

Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

138


24

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren,

pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25

Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir

una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 26

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera

peleo, no como quien golpea el aire, 27

sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que

habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

De igual forma el Texto Áureo de 1 Corintios 9:25 arroja luz sobre el tema al señala, tomando como ejemplo a los atletas que buscan una corona corruptible, que si bien ellos se privan de todo con tal de alcanzar su fin, con más razón nosotros que buscamos una corona incorruptible: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”

En este punto tal vez alguien se pregunte: entonces ¿de qué debemos privarnos? La primer respuesta que puede salir es que debemos privarnos del pecado, de aquello que nos separa de Dios, pero Pablo en la Lectura Bíblica, remarcado esto en el Texto Áureo, no hace referencia a aquello que le está prohibido a todo hijo de Dios nacido de nuevo sino más bien a aquello que le es lícito pero que uno decide privarse de ello buscando un bien mayor. Sobre esto la misma Escritura señala, y en boca del mismo Pablo: “Todo me es lícito, más no todo me edifica” (1 Corintios 10:23), luego entonces como cristianos debemos de buscar, no nada más lo que nos es lícito, sino lo que finalmente termina por edificarnos.

Entonces, ¿de qué debemos privarnos?, ¿debemos volvernos como aquellos ascetas del cristianismo nominal que sometidos a sacrificios extremos buscaban ganar por su esfuerzo la gloria?, nada más alejado de la realidad. De lo que debemos privarnos, de aquello sobre lo cual hemos de mostrar templanza, es de aquello que no es para la mayor gloria de Dios, que no busca la edificación del 139


Cuerpo de Cristo, que no es útil para el testimonio que ante las naciones debemos dar y, como consecuencia de todo esto, que no es para nuestro propio bien

Gálatas 5:24 señala de manera general aquellas cosas sobre las cuales hemos de ejercer templanza y las engloba como la carne con sus deseos y pasiones, “pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”, señalando en Gálatas 6:8 que quien siembra para la carne cosechará corrupción, más quien siembra para el Espíritu segará vida, “porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

En este punto ya comienza a tener más claridad aquello que como parte de la templanza es loable si nos privamos: las pasiones y deseos de la carne que si bien pueden ser lícitos pueden llegar a actuar en contra del llamamiento al que hemos respondido.

Sobre esto, Tito 1:7-9 señala de manera más específica algunos aspectos que a manera enunciativa indican aquello sobre lo que debe ejercerse autocontrol: soberbia, enojos, alcohol, pelas, codicia; de igual forma, y por el contrario, señala lo que sí debe fomentarse en el mismo contexto de la templanza: desprendimiento, bondad, sobriedad, justicia, santidad.

De nuevo: aquello de lo que Pablo señala que en el contexto de la templanza uno debe ejercer autocontrol, no es lo que nos es ilícito, eso está más que claramente prohibido para un cristiano por la Palabra, sino incluso de aquello que siendo lícito no es para la mayor gloria de Dios, que no busca la edificación del Cuerpo de Cristo, que no es útil para el testimonio que ante las naciones debemos dar y, como consecuencia de todo esto, que no es para nuestro propio bien. Ahondemos un poco más en esto.

140


En 1 Corintios 8:1-11 Pablo discursa sobre un problema en la iglesia primitiva relativo al consumo de la carne ofrecida a los ídolos.

1 Corintios 8 1

En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos

conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2

Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe

saberlo. 3

Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.

4

Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que

un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5

Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la

tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6

para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden

todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. 7

Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados

hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina. 8

Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque

comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. 9

Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los

débiles. 10

Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa

en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? 11

Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo

murió.

En la instrucción que se presenta se aclara que dado que los ídolos nada son uno puede consumir la carne que se les haya ofrecido, pero –y esto es muy 141


importante— señala que si eso que le es lícito a un cristiano es causa de tropiezo para otro hermano en la fe, mejor es privarse de aquello. Como menciona el mismo Pablo escribiendo a los de Roma: “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos” (Romanos 15:1).

Sobre esta instrucción referida a la templanza hay que tener cuidado pues la corriente del mundo bombardea constantemente con la filosofía dónde uno busca obtener al máximo lo que según por derecho nos corresponde: yo puedo vestirme como quiera –aunque eso escandalice a los más débiles en la fe—, yo puedo oír la música que quiera o ver las películas que desee–aunque eso escandalice a los más débiles en la fe—, yo puedo comer y beber lo que sea, donde sea y como sea –aunque eso escandalice a los más débiles en la fe—, yo puedo divertirme como quiera –aunque eso escandalice a los más débiles en la fe—. En la iglesia no puede tener cabida esto ya que, como se vio anteriormente, incluso de aquello que nos es lícito es bueno privarnos cuando se busca un bien superior y este bien superior siempre será la mayor gloria de Dios, la edificación del Cuerpo de Cristo, el testimonio que ante las naciones debemos dar y, como consecuencia de todo esto, nuestro propio bien.

De esta forma la pregunta que ante alguna decisión relacionada con la templanza todo cristiano debería formularse no es “¿me es lícito?, ¿tengo derecho a esto?, ¿hay algo que me lo prohíba?”, sino más bien “esto que siendo lícito busco, ¿es para la mayor gloria de Dios, busca la edificación del Cuerpo de Cristo, sirve como testimonio que ante las naciones debo dar y, como consecuencia de todo esto, va para mi propio bien?”

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir ejerciendo esa templanza a la que nos exhorta la Escritura donde no es nuestros fines que aunque lícitos egoístamente buscamos, sino aquello que siendo lícito sirve para la mayor gloria de Dios, busca la edificación del 142


Cuerpo de Cristo, actĂşa como el testimonio que ante las naciones debemos dar y, como consecuencia de todo esto, va para nuestro propio bien, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

143


FE “Fe” hace referencia a un aspecto básico, indispensable de la vida cristiana, que aunque común en el lenguaje de los elegidos debe entenderse a la luz de la Palabra de Dios

La Lectura Bíblica de Salmos 19 presenta de una manera muy clara, muy práctica, la cuestión del entendimiento de lo que la palabra fe significa y que permite, de lo que uno ya conoce, pasar a lo que uno aún está por conocer.

Salmos 19 1

Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de

sus manos. 2

Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara

sabiduría. 3

No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz.

4

Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.

En ellos puso tabernáculo para el sol; 5

Y éste, como esposo que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para

correr el camino. 6

De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de

ellos; y nada hay que se esconda de su calor. 7

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de

Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8

Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el

precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9

El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de

Jehová son verdad, todos justos. 10

Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces

más que miel, y que la que destila del panal.

144


11

Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande

galardón. 12

¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son

ocultos. 13

Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de

mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. 14

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante

de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

Primeramente, los vv. 1-7 se refieren a la creación, lo conocido, lo cual nos permite inferir, tener fe pues, en lo que se está por conocer, existencia de un creador; esto es lo que yo llamo la fe que va de abajo hacia arriba, o la fe efectocausa. De abajo hacia arriba pues de la creación partimos para llegar al creador, de efecto-causa pues viendo lo existente podemos inferir en Aquel que le dio existencia.

Posteriormente, los vv. 8-12 se refieren a la ley, los dictámenes, los preceptos, los mandamientos de Dios, en otras palabras, lo que no podemos conocer por iniciativa propia sino que de Dios debemos recibir para entonces, aplicándolos, conocer de manera vivencial la verdad que en Su Palabra está, es decir, ir de lo desconocido a lo que podemos llegar a conocer; a esto le llamo la fe que va de arriba abajo, o la fe de causa-efecto. De arriba hacia abajo pues de revelación de la voluntad de Dios partimos para llegar a la aplicación de la misma en nuestra vida, de causa-efecto pues creyendo en la voluntad de Dios revelada la comenzamos a aplicar y entonces de manera vivencial vemos las bendiciones que ello trae a nuestra vida.

La última parte de la Lectura Bíblica, los vv. 13-15, juntan ambas nociones de la fe: de abajo a arriba, o de efecto-causa y de arriba a abajo, o de causa-efecto, al

145


ponernos en las manos de Dios para que se Él quien nos instruya, corrija, edifique perfeccione y santifique.

De igual forma el Texto Áureo de Santiago 2:5 arroja luz sobre el tema al señalar como es que Dios ha escogido a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino venidero, lo cual sólo puede ser conocido, comprendido y aplicado por medio de la fe: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?”

En consonancia con lo dicho anteriormente, fe es definida escrituralmente, en Hebreos 11:1, como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. De igual forma la fe es el inicio de nuestro andar por el Camino ya que, como señala 2 Pedro 1:5, a la fe hay que agregar virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal, y al afecto fraternal amor. Es así como la fe es un cimiento sobre el cual uno debe ir construyendo, con la ayuda de Dios, ese templo vivo donde more el Espíritu.

Pero el estudio de la fe tiene muchas aristas que son eminentemente prácticas para la vida cristiana, y una de esas aristas –muy importante por cierto–, es la cuestión relativa a los tropiezos, caídas, pecados que seguimos experimentando y de los cuales nos preguntamos ¿por qué se dan en nuestra vida?, y –de igual forma muy importante– ¿qué podemos hacer para fortalecernos en esta lucha y salir de ella victoriosos?

La respuesta a la primer pregunta, a saber: ¿por qué seguimos experimentando tropiezos, caídas y pecados?, es clara, es sencilla, es contundente: por falta de fe. Hebreos 11:6 nos dice que sin fe es imposible agradar a Dios, los tropiezos, las caídas, los pecados que cometemos no agradan a Dios, luego entonces si hacemos aquello que desagrada a Dios, siguiendo la definición de fe, es que ésta 146


no es suficiente en nuestra vida para llevarnos por el Camino conforme a la voluntad del Padre. “¿Pero cómo que me falta fe?”, –alguien pudiera decir– “¡claro que tengo fe!”. Una cosa es tener fe, lo cual todos los que hemos respondido al llamado tenemos, y otra que esa fe sea lo suficiente como para permitirnos ante el Padre ser perfectos y santos, lo cual hemos de reconocer aún nos falta. Esto es más que claro cuando en Mateo 17:20 y Lucas 17:6, nuestro Señor claramente dice que si nuestra fe fuese como un grano de mostaza nada, literalmente: nada nos sería imposible.

Pero esta insuficiencia que aún mostramos en nuestra fe no es para deprimirnos, desanimarnos, pues la misma Palabra, como se comentó relativo al Texto Áureo, Dios ha elegido a los pobres de este mundo –a ti, a mí y a todos los hermanos y hermanas de la iglesia de Dios– para ser ricos en fe y herederos del reino, y si hemos sido elegidos para ser ricos en fe es lógico que ahorita somos pobres en ella, con todo y todo no hemos sido llamados para mantenernos en esa pobreza sino para ir creciendo en las riquezas inescrutables que devienen de una fe perfecta y santa.

Una vez entendido esto surge la segunda pregunta ¿qué podemos hacer para fortalecernos en esta lucha y salir de ella victoriosos? Para responder a esto habría que buscar en la Escritura la manera en que la fe viene al creyente. Sobre esto Romanos 10:17 señala que la fe viene por oír la Palabra de Dios. Cuando aquí se menciona la Palabra de Dios no sólo se refiere a la Palabra escrita, la Biblia, sino también a la Palabra hecha carne, Jesús, nuestro Señor y Salvador, después de todo la misma Escritura define a los santos, en Revelación 12:17 y 14:12, como aquellos que guardan los mandamientos de Dios, la Palabra escrita, y el testimonio de Jesús, la Palabra hecha carne.

Así que tanto para tener fe como para crecer en la fe, uno necesita escuchar la Palabra de Dios: estudiar, meditar, orar con y por la Palabra escrita; y por medio 147


de Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, pedir al Padre Su Espíritu para de manera vivencial ser edificados conforme a la imagen de Su Hijo, la Palabra hecha carne, quien es a la vez imagen del Dios invisible.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir teniendo conciencia de la fe que nos falta desarrollar aún para ser ante el Padre perfectos y santos, y trabajando en ello mientras aún hay tiempo escuchando la Palabra de Dios, tanto la escrita, contenida en la Biblia, como la hecha carne, Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, para llegar cumplir la definición que sobre los santos da la escritura como la de aquellos que guardan, que cumplen, que testimonian, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

148


VIRTUD “Virtud” hace referencia a otro un aspecto básico, mucho muy práctico de la vida cristiana, que finalmente es el que pone en evidencia aquella fe que decimos profesar.

La Lectura Bíblica de 2 Pedro 1 contiene la referencia a la virtud como parte de un proceso, un elemento clave, que permite ir construyendo, con la ayuda de Dios, ese templo vivo donde more el Espíritu ya que, como señala 2 Pedro 1:5, a la fe hay que agregar virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal, y al afecto fraternal amor.

2 Pedro 1 1

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado,

por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 2

Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de

nuestro Señor Jesús. 3

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido

dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4

por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,

para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 5

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a

vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6

al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la

paciencia, piedad; 7

a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 149


8

Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar

ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9

Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego,

habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10

Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y

elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11

Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el

reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 12

Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque

vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 13

Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros

con amonestación; 14

sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor

Jesucristo me ha declarado. 15

También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros

podáis en todo momento tener memoria de estas cosas. 16

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro

Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 17

Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde

la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 18

Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en

el monte santo. 19

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien

en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20

entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de

interpretación privada,

150


21

porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los

santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

De igual forma el Texto Áureo de Mateo 5:48 arroja luz sobre el tema al señalar claramente qué es lo que se espera de nosotros, la meta aquella a la que debemos llegar: ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

Cuando escuchamos la palabra virtud generalmente la asociamos con cuestiones del mundo referidas a tener un buen comportamiento, ser un ejemplo de rectitud, e incluso con nociones de moralidad o ética, lo cual en efecto tienen su referente en lo que denominamos virtud, pero escrituralmente hablando ese buen comportamiento, esa rectitud en la vida, esa moralidad o esa ética deben tener de referente la verdad de Dios revelada en Su Palabra, la diferencia entre los primeros, aquellos que viven la virtud conforme la entiende el mundo, y aquellos que la viven conforme la entiende Dios, está explicitada en 1 Juan 2:15-17 que señala para los primeros un atarse a un mundo que pasa mientras que para los segundo está la promesa de la vida eterna: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

Proverbios 14:2, Salmos 19:9 y Proverbios 8:13, señalan al temor de Dios como ese requisito para comportarse de manera virtuosa, recta, siendo que, como la última cita lo señala, el temor de Dios es aborrecer el mal, así que la virtud comienza por identificar lo que para Dios es incorrecto, está mal, es pecado, y obrar en consecuencia luchando contra ello.

151


Con todo y todo el temor de Dios, como señala Proverbios 1:7, es apenas el principio de la sabiduría, ya que la misma implica no sólo odiar el mal sino hacer el bien, actuar de manera virtuosa, o como dice Pablo escribiendo a los de Roma en Romanos 12:9-12, en aborrecer lo malo y hacer lo bueno: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”.

Vivir la virtud es buscar, como señala Filipenses 4:8-9, lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo de buen nombre, “por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”, todo esto entendido como Dios lo entiende, y si se presta atención a los referentes explicitados en esta cita, los mismos son eminentemente prácticos, es decir, tienen que ver con el hacer, con poner la fe por obras.

Es por eso que, como se comentó desde el principio, la noción de la virtud es eminentemente práctica, implica poner la fe por obras, mostrando así, de manera visible, aquello invisible en lo que decimos creer, caso contrario, es decir, si no actuamos en consecuencia con la fe que decimos profesar, no sólo no tenemos virtud sino que caemos en ese grupo que Cristo, en Mateo 6:2, 6:5, 6:16 y 23:1323, identificaba como hipócritas, aquellos a los que, como dice Mateo 23:3, uno puede prestar atención a lo que dicen pero para nada imitar en lo que hacen: “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”.

Este grupo de gente, es decir, aquellos que no viven la virtud, no sólo son hipócritas, como nuestro Señor mismo los denomina, sino que peor aún son 152


pecadores ya que como dice Santiago 4:17 el que sabe hacer el bien y no lo hace comete pecado. De igual forma Pablo escribiendo a los de Roma, en Romanos 2:21-23, les hace ver la incongruencia de predicar no robar, no adulterar, no idolatrar, no violar la Ley ¡y estar incurriendo precisamente en eso contra lo que se exhorta!: “Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?”.

De igual forma, y para todo aquel que cree estar en una posición diferente a la del grupo anterior, es decir, que se considera que sí se está viviendo con virtud, la misma Escritura previene contra dicha jactancia cuando en 1 Corintios 10:12 previene a todo aquel que cree estar firme para que cuide no resbalar, exhortando más bien, como lo hace Mateo 25.1-13, a estar vigilantes, a no descuidar el llamamiento del que se ha sido objeto: velando como las cinco vírgenes prudentes antes que dormirnos como las cinco vírgenes insensatas. Ahora bien, ¿cómo pudiera resumirse todo esto?, ¿qué prueba de fuego –como coloquialmente s dice– pudiera implementar uno para evaluar, bajo la luz de la virtud, lo que uno hace? Volviendo sobre Filipenses 4:8-9, donde Pablo referencia ese vivir de manera virtuosa como la búsqueda de lo verdadero, honesto, justo, puro, amable y de buen nombre, la manera en que termina dicha admonición nos puede dar ese elemento que necesitamos para ver si lo que uno hace cae en el ámbito de lo que podríamos llamar virtud, ya que Pablo resume todo lo expuesto señalando que se haga como se oyó, recibió y aprendió de él, lo cual está bien, pero agrega el elemento clave que nos sirve para lo que estamos buscando cuando también señala a imitar lo que se ha visto en él.

Aquí está el elemento clave de la vida virtuosa, la prueba de fuego para evaluar, bajo la luz de la virtud, lo que uno hace: cuando uno es capaz de decir “¿quieres saber cómo vivir la fe? Mira la manera como me comporto”. Si uno es capaz, como 153


Pablo, de ponerse como ejemplo, esa es la garantía de que uno está viviendo en virtud, no que uno sea el ejemplo a seguir, en 1 Corintios 11:1, el mismo Pablo que se señalaba a sí mismo como ejemplo aclaraba que él seguía el ejemplo de Cristo a quien deseaba imitar, “sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”, sino que la manera en que uno vive, lo que uno hace pues, finalmente es lo que permite testimoniar esa fe que se dice profesar, siendo que si ese vivir es congruente con lo que uno cree, bien puede mostrarlo como la manera de poner por obra la fe que se dice profesar.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir de manera virtuosa, poniendo nuestra fe por obra, de tal forma que podamos decir como Jacobo, el hermano de Jesús, quien en Santiago 2:18 escribió muéstrame tu fe sin obras que yo te probaré por las obras mi fe”, siendo así, como señala Mateo 5.13,-16, sal de la tierra y luz del mundo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

154


CONOCIMIENTO “Conocimiento” hace referencia a la necesidad espiritual existente en cada redimido de crecer en el entendimiento de Dios, como señala Efesios 1:17, “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”, y de Su Hijo Jesucristo, como dice 2 Pedro 3:18 p.p., “antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.

La Lectura Bíblica de Proverbios 1 es clara, enfática y contundente respecto de la necesidad que inherentemente tenemos de conocimiento, pero aclarando: de conocimiento verdadero.

Proverbios 1 1

Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.

2

Para entender sabiduría y doctrina,

para conocer razones prudentes, 3

Para recibir el consejo de prudencia,

justicia, juicio y equidad; 4

Para dar sagacidad a los simples,

y a los jóvenes inteligencia y cordura. 5

Oirá el sabio, y aumentará el saber,

y el entendido adquirirá consejo, 6

Para entender proverbio y declaración,

palabras de sabios, y sus dichos profundos. 7

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Amonestaciones de la Sabiduría 8

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre;

155


9

Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,

y collares a tu cuello. 10

Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,

no consientas. 11

Si dijeren: Ven con nosotros;

pongamos asechanzas para derramar sangre, Acechemos sin motivo al inocente; 12

Los tragaremos vivos como el Seol,

y enteros, como los que caen en un abismo; 13

Hallaremos riquezas de toda clase,

llenaremos nuestras casas de despojos; 14

Echa tu suerte entre nosotros;

tengamos todos una bolsa. 15

Hijo mío, no andes en camino con ellos.

Aparta tu pie de sus veredas, 16

Porque sus pies corren hacia el mal,

y van presurosos a derramar sangre. 17

Porque en vano se tenderá la red

ante los ojos de toda ave; 18

Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,

Y a sus almas tienden lazo. 19

Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,

la cual quita la vida de sus poseedores. 20

La sabiduría clama en las calles,

alza su voz en las plazas; 21

Clama en los principales lugares de reunión;

en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones. 22

¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,

y los burladores desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán la ciencia?

156


23

Volveos a mi reprensión;

he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. 24

Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,

extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, 25

Sino que desechasteis todo consejo mío

y mi reprensión no quisisteis, 26

También yo me reiré en vuestra calamidad,

y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; 27

Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,

y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. 28

Entonces me llamarán, y no responderé;

me buscarán de mañana, y no me hallarán. 29

Por cuanto aborrecieron la sabiduría,

y no escogieron el temor de Jehová, 30

Ni quisieron mi consejo,

y menospreciaron toda reprensión mía, 31

Comerán del fruto de su camino,

y serán hastiados de sus propios consejos. 32

Porque el desvío de los ignorantes los matará,

y la prosperidad de los necios los echará a perder; 33

Mas el que me oyere, habitará confiadamente

y vivirá tranquilo, sin temor del mal.

De igual forma el Texto Áureo de Oseas 4:6 arroja luz sobre el tema al señalar también clara, enfática y contundentemente que si el pueblo perece siempre es a causa de falta de conocimiento, “mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”. ¿Ves problemas en la iglesia?, ¿hay contiendas?, ¿hay rebeldía?, ¿hay 157


enfriamiento?, ahora ¿a qué crees que se deba?, vuelve a leer Oseas 4:6. ¿Ves la importancia del conocimiento que de arriba viene?, ¿ves la importancia de crecer en ese conocimiento y de hacer partícipe del mismo a los demás?

Esto es mucho muy importante tenerlo en mente pues el haber respondido al llamamiento que del Padre hemos sido objeto no termina con el entendimiento básico de las verdades contenidas en la doctrina de la iglesia sino que requiere, sobre esas bases, seguir creciendo en la comprensión de las verdades reveladas, en otras palabras, y usando la misma analogía que Pablo presenta en 1 Corintios 3:2, “os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía”, pasar del alimento líquido, las verdades de salvación, al alimento sólido, las verdades de comprensión

Sobre esto, y con relación a la Lectura Bíblica, es interesante prestar atención que la misma presenta dos visiones del conocimiento: aquel que deviene del mundo y aquel que deviene de Dios. En la misma ambos argumentos son presentados, el primero en la persona del inicuo que busca convencer para ir con la corriente del mundo, el segundo en la persona de la sabiduría divina que exhorta a buscar el conocimiento que emana de Dios.

Esto es importante tenerlo en mente pues no todo conocimiento, ni siquiera el que es presentado como explicativo de las verdades reveladas por Dios, debe tenerse como verdadero, sino sólo aquel que conforme a la Escritura y a la verdad contenida en la iglesia, permite entender lo que Dios desea comprendamos.

Se menciona que esto es importante ya que, acorde con la profecía entregada por Daniel 12:4, “pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará”, si algo sobra en los tiempos actuales es conocimiento, pero no todo conocimiento es acorde con la verdad. Libros, revistas, audios, videos, y un sinfín de información que circula por la red busca entregar conocimiento al mundo, conocimiento que en muchas 158


ocasiones de igual forma aborda verdades divinas pero que éstas, al no verse de manera correcta tomando como fundamento la doctrina contenida en la iglesia, deviene en mayor confusión poniendo en riesgo el llamamiento al que se ha respondido, después de todo, como señala Gálatas 5:9, “un poco de levadura leuda toda la masa”.

De igual forma hay que aclarar, que el conocimiento al que hace referencia la Palabra no es sinónimo de estudios realizados, libros leídos o títulos académicos obtenidos, sino que más bien se refiere a esas verdades que el Espíritu de Dios revela, no a los sabios e inteligentes según el mundo, sino a aquellos que como pequeños, dócil y humildemente, piden esa comprensión al Padre, como bien señala Jesús en Mateo 11:25, “en aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños”.

Así, respecto de ese conocimiento que todo hijo de Dios debe tener y aplicar, resaltan las verdades de salvación, las doctrinas de la iglesia, las cuales son firmes y vigentes y no admiten cambio o reinterpretación, verdades que, como mencionad Judas 3, uno debe estar dispuesto a contender por ellas, “amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”; pero de igual forma incluye esas verdades de comprensión que es el conocimiento adicional que a través del estudio, la meditación, y la oración deviene de lo alto, pero que, como menciona Pablo en 1 Corintios 8:2 “y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” y 13:9 “porque en parte conocemos, y en parte profetizamos”, apenas es conocimiento parcial por lo que no debe ser considerado al mismo nivel que los principios doctrinales al estar aquellos aún en proceso de entendimiento por lo que no deben dar pauta para disensiones o contención.

159


La Gran Comisión contenida en Mateo 28:19-20, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones […] enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, obliga a todo elegido a proclamar el Evangelio, lo cual implica a ser herramienta de instrucción, tanto de las verdades de salvación como de las verdades de comprensión, para los demás en manos de Dios, pero esto, más que un privilegio implica una responsabilidad, una grave y delicada responsabilidad, ¿por qué?, porque más allá de que la instrucción que entreguemos puede acercar o alejar a los demás de las verdades reveladas por Dios, la Escritura misma señala en Lucas 12:47-48 que aquel que sabe se le exigirá más y que si sabiendo no hizo mayor castigo recibirá, “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”, lo cual está expresado en el mismo sentido por Santiago 3:1 cuando señala que estos, es decir, los que enseñen a los demás, recibirán un juicio más severo, “hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.”, ¿y por qué habría de ser así?, pues por que en ambos casos se trata de gente que dice conocer la verdad ¡y que mejor ejemplo de esto que quienes conformamos la iglesia de Dios y tenemos acceso a la verdad en ella contenida!, pero como al Escritura no sólo se requiere el decir, es decir, expresar la fe, sino también el hacer es decir, el poner por obra esa fe que se dice profesar.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir buscando día con día ese conocimiento que deviene de lo alto, no conformándonos con lo que sabemos, las verdades de salvación, la doctrina contenida en la iglesia, sino reconociendo lo que aún nos falta por entender, las verdades de comprensión, agradeciendo por el conocimiento que a nuestro entendimiento vaya agregando el Padre y respondiendo en consecuencia enseñando a los demás, gentiles y salvos, sabiendo que por habérsenos dado 160


mucho, mucho se nos exigirĂĄ y por ende obrando en consecuencia, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

161


PASCUA “Pascua” hace referencia a la ordenanza que cumplió el pueblo de Israel previo a su salida de Egipto, ordenanza que prefiguraba el papel redentor de nuestro Señor Jesucristo.

La Lectura Bíblica de Éxodo 12:1-14 establece las instrucciones que Dios dio a Su pueblo para aquella primera celebración de lo que se conocería como la Pascua.

Éxodo 12 1

Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:

2

Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el

primero en los meses del año. 3

Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de

este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4

Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el

cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5

El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las

ovejas o de las cabras. 6

Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda

la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7

Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el

dintel de las casas en que lo han de comer. 8

Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin

levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9

Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada

al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.

162


10

Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare

hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11

Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en

vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. 12

Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a

todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13

Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y

veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. 14

Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta

solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.

De igual forma el Texto Áureo de Juan 1:29 arroja luz sobre el tema al señalar, en referencia al cumplimiento de lo que prefiguraba la Pascua, que en Jesús se cumplía la figura del Cordero de Dios que había venido para quitar el pecado del mundo: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Las indicaciones para la Pascua estaban contenidas en Éxodo 12:1-14 y 43-49, en Levítico 23:4-5, en Números 28:26, y en Deuteronomio 16:1-2 y 4-7.

De manera trascendental la Pascua es una sombra del sacrificio redentor que en su momento haría Jesús por toda la humanidad. Pascua (‫פסחל‬, Pesaj), significa Pasar en referencia a cuando el ángel de la muerte pasó por alto las casas de los hebreos que habían marcado sus muertas con la sangre del cordero evitando la muerte de sus primogénitos cuando cayó la décima plaga sobre Egipto, esto es

163


sombra del sacrificio de Cristo cuando derramando Su sangre nos libró de la esclavitud del pecado y nos salvó de la muerte.

Al igual que el cordero pascual que según Éxodo 12:3 debía ser escogido el 10 de Nisán para sacrificar posteriormente el 14, Cristo es seleccionado el día 10 de Nisán. Esto puede saberse al considerar que el 9 de Nisán, como señala Juan 12:1, Jesús estaba en Betania, al día siguiente, 10 de Nisán, como señala Juan 12:12-13, Jesús va a Jerusalén y la gente lo aclama como el que viene en el nombre del Señor, como el rey de Israel.

La idea de tener el cordero pascual desde el 10 y hasta el 14 de Nisán era para inspeccionarlo y estar seguro que cumplía los requisitos dados de ser sin defecto, esto inicia cuando el 10 de Nisán Jesús echa a los mercaderes del Templo y es cuestionado por los sacerdotes por hacer eso, es decir, lo estaban examinando, dando Jesús en sus respuestas prueba de ser sin defecto alguno, como señala Mateo 21:23-27; 22:35-40. Esta examinación no terminaría sino hasta su sacrificio el día 14 de Nisán. Y todavía previo a este sería revisado por Anás, sumo sacerdote del Sanedrín, como señala Juan 18:12-14, por Caifás, sumo sacerdote del Sanedrín, como indica Mateo 26:57-68, por Herodes, rey de Judea, como presenta Lucas 23:6-12, y por Pilato, prefecto de la provincia de Judea, como establece Mateo 27: 1-2, 11-14, en este sentido claramente este último, Pilato, llega a decir “no encuentro delito en este hombre”, como dice Lucas 23:4.

Ahora veamos algo impresionante que tiene que ver con el momento en que debía celebrarse la Pascua, hacerse el sacrificio pascual. ¿Alguna vez te has preguntado de que si existiera un momento específico y exacto para la Pascua tendríamos un problema ya que o Jesús la celebró en el momento correcto mientras que Su sacrificio fue en el momento incorrecto o bien Jesús la celebró en el momento incorrecto y Su sacrificio fue en el momento correcto? ¿Cómo conciliar estos dos momentos?

164


La pascua debía ser celebrada la noche del 14 de Nisán según Éxodo 12:6,8, entre las dos tardes como dice Levítico 23:5, el 14 de Nisán según Números 28:6, a la puesta del sol como establece Deuteronomio 16:6. Éxodo, Números y Deuteronomio no dejan lugar a dudas que la celebración de la Pascua sería al inicio del 14 de Nisán (recordar que para Dios los días se calculan de tarde en tarde, es decir el día comienza caída del sol y termina hasta la siguiente caída del sol, según Génesis 1:5 que señalan en ese orden a la tarde y la mañana como un día), por lo que su celebración sería a la caída del sol, cuando comienza la noche propiamente dicho. Sobre la cuestión del término las dos tardes de Levítico 23:5 para el sacrificio de la Pascua, es asombroso como es que Jesús cumplió con las dos interpretaciones existentes. Para los Saduceos “entre las dos tarde” significa al anochecer, ya que de esta manera definen el período de tiempo que va desde la puesta del sol a la oscuridad total. Por esta razón ellos sacrificaban al cordero inmediatamente después a la puesta del sol del 14 de Nisán y es decir que cenaba al comienzo del 14 de Nisán, como lo hizo Jesús, como señala Mateo 26:20. Mientras que los fariseos consideraban que “la primera tarde” como el tiempo posterior a la primera caída del sol, es decir, después del mediodía hasta la hora novena, las 15.00 hrs., y la segunda tarde desde la hora novena hasta la puesta del sol. Por eso sacrificaban al cordero “entre las dos tardes” es decir entre la novena y la décima hora (entre las 15:00 y 16:00 hrs.) y lo comían a la noche, es decir al comienzo del 15 de Nisán, por eso después de la Santa Cena, al día siguiente cuando Jesús es llevado al Pretorio, algunos de los sacerdotes no entraron para poder luego celebrar la Pascua, como dice Juan 18:28.

Jesús cumplió ambas interpretaciones, que al parecer y solo por esto pueden ser válidas ya que celebró la Santa Cena al inicio del 14 de Nisán, a la puesta del sol, iniciando la noche (dejándonos ese memorial para siempre) y a la vez fue muerto “entre las dos tardes”, es decir, a la hora novena, como señala Mateo 27:45-56), es decir las 15:00 horas. Así que tenemos un momento para la celebración (al 165


inicio del 14 de Nisán) y otro para la realización (14 de Nisán, entre “dos tardes”), siendo que ambos los cumplió Jesús.

Jesús celebró la Santa Cena al inicio del 14 de Nisán, como dice Mateo 26:20, fue muerto en la cruz el 14 de Nisán entre dos tardes, como señala Mateo 27:50 y 5760, fue muerto en Jerusalén, dónde Dios había establecido se celebrara la Pascua, como establecen Juan 12:12 y 19:4 y Marcos 15:25, aunque fuera de sus puertas como ofrenda por el pecado, como indica Levítico 4:12, y no se le quebró hueso alguno, como establece Juan 19:36. La sombra de comer la carne del cordero pascual –lo cual sólo podía hacerlo todo siervo comprado, como señalan 1 Timoteo 2:6, Romanos 3:25 y Hebreos 10:12– se clarifica cuando “Jesús [ ] dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”, como dice Juan 6:53.

Sobre esto, el profeta Isaías predijo el sacrificio supremo de Jesucristo: al señalar que “más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”, como señala Isaías 53:5. Isaías profetizó además que “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (v. 6). El Mesías iba a ser “angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (v. 7). “Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido” (v. 8).

El rey David, cuyos escritos se remontan unos 1,000 años antes de la muerte de Cristo, también profetizó sobre la humillación y el dolor insoportable que sufriría Jesús durante su crucifixión: “más yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me ven me escarnecen”, como dice Salmos 22:6-7. “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me 166


has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan”, como señala Salmos 22: 14-17.

Los alcances de este sacrificio, si bien estaban contenidos en sombra en la celebración de la pascua judía, serían claramente expuestos en los primeros años de la iglesia de Dios. Pedro hablando al respecto señalo sobre Jesús en 1 Pedro 2:24 que “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. Pablo escribiendo a los Hebreos señaló en cuanto a Jesús que “en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”, como señala Hebreos 9:26; escribiendo a los Romanos señaló que “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”, como señala Romanos 5:6, y escribiendo a los Corintios les dijo que “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”, como establece 1 Corintios 5:7.

Si bien la reconciliación que el sacrificio redentor de Jesús con su muerte nos ganó ante el Padre, el efecto pleno de esto excede incluso lo que pudiéramos decir o pensar: ser parte de Su familia divina, como dice Efesios 2:19, como reyes y sacerdotes según establece Revelación 5:10 y coheredar con Jesús todas las cosas, como señala Romanos 8:32.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de lo que prefiguraba la Pascua que a Su pueblo Dios ordenó celebrar: el sacrificio redentor de nuestro Señor por el cual fuimos reconciliados con Dios posibilitándonos el llegar a ser hijos de Dios, reyes y sacerdotes en el reino venidero, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

167


LA CENA DEL SEÑOR “La Cena del Señor” hace referencia a la ordenanza que estableció nuestro Señor en la última Pascua que con sus discípulos celebró.

La Lectura Bíblica de Marcos 14:12-26 establece precisamente la relatoría de lo acontecido en esa última Pascua así como lo relativo a la ordenanza de lo que se conoce como la Cena del Señor.

Marcos 14 12

El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, cuando sacrificaban

el cordero de la Pascua, sus discípulos le preguntaron: —¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la Pascua?

13

Y

envió a dos de sus discípulos diciéndoles: —Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14 y donde entre decid al señor de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos?’” 15 Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto. Haced allí los preparativos para nosotros. 16

Fueron sus discípulos, entraron en la ciudad, hallaron lo que les había

dicho y prepararon la Pascua. 17

Cuando llegó la noche vino él con los doce.

18

Y cuando se sentaron a la

mesa, mientras comían, dijo Jesús: —De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. 19

Entonces ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno tras otro:

—¿Seré yo? Y el otro: —¿Seré yo? 20

Él, respondiendo, les dijo:

168


—Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. 21 A la verdad el Hijo del hombre va, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. 22

Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y les dio, diciendo:

—Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Después tomó la copa y, habiendo dado gracias, les dio y bebieron de ella todos. 24 Y les dijo: —Esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada.

25

De

cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. 26

Después de haber cantado el himno, salieron al Monte de los Olivos.

De igual forma el Texto Áureo de Juan 6:53 arroja luz sobre el tema al señalar que sólo aquellos que comen la carne de nuestro Señor y beben su sangre pueden llegar a tener vida en sí mismos: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”.

Comer la carne de nuestro Señor y beber Su sangre no se refiere a participar de los emblemas, si así fuese se estaría compartiendo la doctrina de la iglesia romana de la transustanciación que sostiene que el pan y el vino, durante la consagración, se convierten literalmente en la carne y la sangre de Cristo, prueba de esto es que el Texto Áureo, la cita de Juan 6:53 donde Jesús menciona lo relativo a comer su sangre y beber su carne es dicha mucho antes de lo que se conocería como la Cena del Señor, es decir, mucho antes de que se hubieran establecido los emblemas, entonces ¿a qué se refería Cristo con comer Su carne y beber Su sangre?

Pocas referencias en la Escritura hay a comer de algo en el sentido que Cristo lo mencionaba, aparte de la cita de Juan 6:53 se tiene la de Génesis 2:16-1, relativo a no comer del Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal, “y mandó Jehová Dios al 169


hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”, –lo cual finalmente hicieron nuestros primeros padres– y la cita de Revelación 17:16 cuando los diez reyes que al final de los tiempos cederán su poder a la bestia comen las carnes de la Ramera, “y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”, ¿qué podrá significar esto de comer de algo?

En Juan 6:32-34 Cristo se refiere a sí mismo como el Pan del Cielo y hace una comparación entre Él, como Pan del Cielo, y el Maná que el Pueblo de Israel comió en el desierto, “y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan”, de esta manera hay una analogía que permite comprender ese comer como alimentarse de, nutrirse de, y si a esto se le suma la observación de la vida natural donde uno llega a convertirse en aquello que come –es decir: una alimentación saludable genera una vida saludable mientras que una alimentación deficiente genera una vida deficiente– puede entonces llegar a comprenderse que ese comer la carne de nuestro Señor y beber Su sangre implica alimentarse de Él, nutrirse de Él, hasta llegar a ser como Él, y ¿cómo alimentarnos de Él, nutrirnos de Él?, mediante el Espíritu Santo de Dios a través de la Palabra escrita y a través de la Palabra hecha carne, creciendo en el conocimiento del Padre y Su Hijo y poniendo por obra esa fe que se dice profesar.

Este conocimiento permite entender Génesis 2:16 pues nuestros primeros padres, en representación de toda la humanidad, en vez de optar por comer del Árbol de la Vida, es decir alimentarse, nutrirse del conocimiento que deviene de Dios, se optó por comer del Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal, es decir, alimentarnos, nutrirnos del conocimiento que resulta de nuestra propia experiencia, es decir, tomar lo que es de este árbol –el conocimiento del bien y del mal– volviéndonos 170


como él, con los sufrimientos que ello conlleva. De igual forma permite entender la cita de Revelación 17:46 pues ese comer de las carnes de la Ramera que harán los diez reyes que en el tiempos finales cederán su poder a la Bestia implica que estos se alimentarán, se nutrirán de aquella, es decir, tomarán lo que es de ella volviéndose como ella lo cual implica que le quitaran su autoridad moral para erigirse como figura ética que determine en la sociedad lo que es bueno y malo, lo cual ya ha comenzado a suceder.

Pero ¿y los emblemas?, el pan y el vino que en la Cena del Señor se comen simbolizan –por eso se conocen como emblemas– nuestra intención de comer de la carne de Cristo y beber de Su sangre, todos los días, no solamente un día, es decir, alimentarnos de Él, nutrirnos de Él, hasta llegar a ser como Él, pero los emblemas en sí tiene un significado claro pues, como dice 1 Corintios 11:26, participar de los mismos es proclamar la muerte del Señor hasta que venga, “así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”.

Respecto de esto, ¿alguna vez te has preguntado por que con la participación en los emblemas proclamamos la muerte del Señor?, ¿no sería mejor proclamar, por ejemplo, su resurrección?, ¿por qué un recordatorio de algo tan triste, tan desagradable como la muerte de nuestro Señor?, se me vienen tres razones: la primera razón es que a diferencia de la resurrección de nuestro Señor, que finalmente lo vuelve a la vida, la muerte del mismo era algo que nunca jamás en la historia de todo el universo había acontecido al grado que hasta la creación se conmovió con ello, como menciona Mateo 27:51-53, “y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”, de esta forma Su muerte era más asombrosa para todo; la segunda razón es que es su muerte la que nos redimió de todos nuestros pecados, la que nos reconcilio con el Padre, como menciona 171


Mateo 26:27-28, “y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”; y la tercera razón, ¿recuerdas lo que ya se explicó sobre el significado de la frase de comer la carne de nuestro Señor y beber Su sangre?, pues si queremos nutrirnos de Él, si queremos alimentarnos de Él, hasta llegar a ser como Él, tendremos que compartir Sus sufrimientos, como señala 2 Timoteo 3:12, “y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.

Adicionalmente, y referido a la Cena del Señor, Juan 13:4-5 y 12-17 presenta lo relativo al lavatorio de pies, acto que junto con el participar en los emblemas forma parte de aquella ordenanza. Con todo y todo hay que entender, que al igual que los emblemas, el lavatorio de pies simboliza algo para hacer cada día de nuestra vida: lavarnos los pies espirituales unos a otros.

Juan 13 4

se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la

ciñó. 5

Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los

discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido … 12

Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la

mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13

Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.

14

Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros

también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15

Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros

también hagáis. 16

De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el

enviado es mayor que el que le envió. 17

Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. 172


Por medio del bautismos nuestros pecados son limpiados y en nosotros comienza una nueva vida, pero seguimos en el mundo y nuestro andar por el mismo nos va ensuciando, esto en la forma de los errores, las torpezas, las cobardías que cometemos, vaya: los pecados en que incurrimos; lavarnos los pies unos a otros implica esa edificación mutua a la que estamos obligados, como menciona 1 Tesalonicenses 5:11, “por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”, pero claro, para ello debemos primero examinarnos a nosotros mismos para no pretender quitar la paja del ojo ajeno muestras en el nuestro una viga tenemos, como mencionó nuestro Señor en Mateo 7:3-5, “¿y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?, ¿o cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?, ¡hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. De esta forma el lavatorio de pies no nos limpia de nuestros errores cometidos, pensar así sería hacerlo casi igual que la confesión de la iglesia romana, sino que simboliza esa actitud que como hermanos debemos tener entre nosotros de instruirnos, corregirnos y edificarnos.

Por último, ¿qué pasa cuando alguien no se siente digno de participar en la Cena del Señor, cobre todo de los emblemas?, ¿sabes qué?, me preocuparía más de alguien que sí se siente digno, ¿por qué?, ¡por qué nadie somos dignos por nosotros mismos de ello!, es el sacrificio de Cristo el que nos redime ante el Padre y el que nos justifica y hace dignos de estar en Su presencia, de esta forma todos somos indignos por nosotros mismos pero dignificados en y por nuestro Señor. Pero entiendo la idea: hay veces que los errores cometidos pesan tanto que uno no quiere acercarse a esta ordenanza, ¿te recuerda algo esto?, Pedro, en la primer Cena del Señor celebrada, se sentía tan indigno que, después de negarse a que el Maestro le lavara los pies, le pidió le lavara la cabeza y las manos, como señala Juan 13:6-10, Cristo no le corrige esta idea pero sí se la clarifica: todos han sido limpiados por la Palabra pero igual se han ensuciado al andar por el mundo, la actitud correcta es limpiarse de esa suciedad, no el negarse a participar de la 173


Cena del Señor, lo más asombroso es que ese limpiarse de esa suciedad se da en Pedro, no meses, semanas o días antes sino minutos antes de participar en la Cena del Señor, así que ese sentimiento de ser indignos de participar en la misma no debe privar a nadie de hacerlo siempre y cuando en su conciencia exista ese deseo de que sus pies sean limpios, ese sentimiento de arrepentimiento, que le permita acercarse dignamente –no por sí sino por Cristo– y participar de la Santa Cena.

La ordenanza establecida en la Cena del Señor relativa al lavatorio de pies y al participar de los emblemas, además del simbolismo que en sí mismo cada una de estas acciones significan, representan un vivir que diariamente debemos esforzarnos por replicar en nuestra vida: alimentarnos del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor, es decir, de la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, y edificarnos con humildad, mansedumbre y caridad unos a otros como miembros del Cuerpo de Cristo

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de los símbolos que forman parte de la Cena del Señor –el lavatorio de pies y la participación en los emblemas–, replicando su significado en nuestra vida: lavándonos cada día los pies unos a otros, es decir, instruyéndonos, corrigiéndonos, edificándonos con paciencia y benignidad unos a otros, y comiendo cada día la carne de nuestro Señor y bebiendo Su sangre, es decir, alimentándonos, nutriéndonos de la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, hasta llegar a la estatura perfecta de Cristo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

174


EL REINO “El Reino” hace referencia a esa promesa, el reino venidero, que engloba el resto de promesas recibidas.

La Lectura Bíblica de Mateo 3 presenta la predicación de Juan el Bautista, referida a la necesidad de arrepentirse y dar frutos de arrepentimiento como parte de ese requisito para ser parte de ese reino venidero, de igual forma presenta el bautismo de Jesús donde el mismo indica que se efectuó para así cumplir con toda justicia, siendo que aquel arrepentimiento proclamado por Juan así como los frutos derivados de ello deben tener como referente, no nuestra propia justicia, sino la justicia conforme a la voluntad de Dios.

Mateo 3 1

En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de

Judea, 2

y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

3

Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.

4

Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero

alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. 5

Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del

Jordán, 6

y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.

7

Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su

bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

175


9

y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por

padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 10

Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo

árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. 11

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene

tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12

Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el

granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. 13

Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por

él. 14

Más Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú

vienes a mí? 15

Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que

cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. 16

Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los

cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17

Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien

tengo complacencia.

De igual forma el Texto Áureo de Mateo 10:7 arroja luz sobre el tema al señalar que, referido al reino venidero, y aun cuando éste no ha venido a total cumplimiento, este se ha acercado, siendo que al regreso de Cristo comenzará su plena realización: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado”. El término Reino de Dios hace referencia a un sistema que necesaria y forzosamente requiere de cuatro elementos para ser considerado como tal: gobierno —encabezado por Cristo en sujeción al Padre—, territorio —con sede en 176


la tierra, cuya capital será Jerusalén, pero con alcance universal—, ciudadanos — los llamados y elegidos que sean hallado fieles, los santos quienes con Cristo reinarán como reyes y sacerdotes—, y leyes —la Ley de Dios, Sus Diez Mandamientos—.

De igual forma, las siete parábolas por Cristo entregadas referidas al Reino de Dios —la del sembrador, la del trigo y la cizaña, la de la levadura, la de la semilla de mostaza, la del tesoro escondido, la de la perla de gran precio, y la de la red— permiten una comprensión del proceso mediante el cual el mismo vendrá a plena realización.

La parábola del sembrador habla de la Palabra esparcida en el mundo la cual, dependiendo de la persona que la reciba, fructifica o bien queda estéril; la parábola del trigo y la cizaña habla de los dos tipos de personas existentes y relacionantes en el presente siglo: aquellas que responden al llamado del Padre y aquellas que más bien responden al llamado del Enemigo, del Mundo y de la carne; la parábola de la levadura habla de la situación, imperceptible al inicio pero visible al final, de la contaminación de la iglesia de Dios; la parábola de la semilla de mostaza permite entender que el proceso mediante el cual los santos alcanzan la estatura perfecta de Cristo es un proceso natural —no en el sentido material, sino en el sentido espiritual—; las parábolas del tesoro escondido y de la de la perla de gran precio se refieren a la Palabra, sólo que la primera a la Palabra escrita mientras que la segunda se refiere a la Palabra hecha carne, y hacen énfasis en que aquellos que califiquen para el reino venidero en las dos deben cimentar su formación, su corrección, su edificación, su perfeccionamiento y su santificación; por último, la parábola de la red habla de aquellos que finalmente califiquen para el reino venidero presentando para ello las características de alimentarse de la Palabra, escrita y hecha carne, y de tener lo mismo una fe firme que obras que testifiquen precisamente de esa fe.

177


Para mayor énfasis que las siete parábolas del Reino de Dios se refieren a lo mismo y que esto es al proceso mediante el cual ese reino vendrá a plena realización, es interesante notar que las mismas inician con una siembra (parábola del sembrador) mientras que terminan con un recogimiento (parábola de la red), es decir, marcan el inicio y el fin del proceso: cuando éste comienza en el presente siglo con la Palabra sembrada y cuando al final del mismo aquellos que hayan alcanzado la estatura perfecta son recogidos para reinar con Cristo como reyes y sacerdotes.

Visto de esta manera las siete parábolas pueden ordenarse de una forma u otra, respetando el inicio y la conclusión comentadas anteriormente mediante el cual el Reino de Dios vendrá a planea realización, para darnos una visión de un solo proceso, un proceso que ha llevado miles de años y que permite entender para nuestra edificación qué es lo que está sucediendo en el presente siglo:

1. Parábola del sembrador (Mateo 13 (Marcos 4:1-9; Lucas 8:4-8) y Mateo 13 (Marcos 4:13-20; Lucas 8:11-15)(: La Palabra es sembrada en el mundo por el Sembrador. Cuatro diferentes tipos de personas la reciben pero sólo en una echa raíces y comienza a crecer. 2. Parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30 y Mateo 13:38-43): Las personas identificadas anteriormente como aquellas que a semejanza de tierra fértil reciben la Palabra comenzando a ser edificados por ella, deberán convivir, desde el inicio del proceso y hasta la conclusión del mismo, con otro grupo de personas identificadas como hijos del maligno que siempre estarán en contraposición. 3. Parábola de la levadura (Mateo 13 (Lc. 13.20-21)): Enfocándonos al grupo de los llamados y elegidos, esta parábola previene de un fenómeno que el mismo experimentaría pues desde el principio, por algunos elementos, estaría contaminado, siendo que esta contaminación sería inicialmente imperceptible aunque al final de los tiempos llegaría a contaminar toda la iglesia. 178


4. Parábola de la semilla de mostaza (Mateo 13 (Mr. 4.30-32; Lc. 13.18-19)): De igual forma, y siguiendo con la línea de pensamiento anterior, aquellos miembros del grupo de elegidos que no sean contaminados, deben entender que si bien son llamados a esforzarse al máximo por alcanzar las promesas, el proceso que permite que los mismos alcancen la estatura perfecta de Cristo es un proceso natural, no en el sentido material sino en el sentido espiritual, proceso guiado por el Santo Espíritu de Dios. 5. Parábola del tesoro escondido (Mateo 13:44) y parábola de la perla de gran precio (Mateo 13:45-46): El esfuerzo mencionado anteriormente mediante el cual los elegidos buscan alcanzar las promesas que del Padre se han recibido debe fundamentarse en la Palabra escrita, las Escrituras, y en la Palabra hecha carne, Cristo Jesús, a través de la instrucción, formación, edificación, corrección, perfeccionamiento santificación que se reciba. 6. Parábola de la red (Mateo 13:47-50): Por último, quienes al final del proceso anterior hallan alcanzado la estatura perfecta de Cristo, alimentándose de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne y de tener lo mismo una fe firme que obras que testifiquen precisamente de esa fe, serán recogidos pues habrán calificado para ser con Jesús reyes y sacerdotes en el reino venidero.

Por último, y como parte de esa esperanza que debe mover a andar en el Camino, es menester entender que una vez que el Reino de Dios venga a plena realización las condiciones imperantes serán de amor, gozo, paz y abundancia.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos permita ser tierra fértil donde la Palabra echa raíces y crezca hasta dar frutos en abundancia de perfección y santidad, sabiendo que los hijos del Enemigo están al acecho, cuidándonos de ser contaminados con la levadura que la iglesia está, sabiendo que si bien nos esforzamos en el Camino el proceso que nos lleva a la estatura perfecta de Cristo es un proceso natural, espiritualmente hablando, guiado por el Espíritu Santo de Dios, fundamentando el esfuerzo anterior en la 179


Palabra escrita y en la Palabra hecha carne, y buscando tener una fe sĂłlida y obras que testifiquen de dicha fe para ser hallados dignos de ser con Cristo en el reino venidero reyes y sacerdotes, reino donde imperarĂĄ el amor, el gozo, la paz y la abundancia, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

180


REVELACIÓN “Revelación” hace referencia a esa información que estando fuera del alcance de nuestro propio entendimiento viene a nuestra conciencia a través de alguien con acceso a ella, algo muy actual por la cantidad de información que con estas características, conforme se acerca el advenimiento de nuestro Señor, ha comenzado a circular lo mismo en el mundo que en la iglesia de Dios.

La Lectura Bíblica de Revelación 1, introducción del mismo libro, presenta a Cristo como Aquel por medio del cual el Padre revela lo que ha de acontecer con la finalidad de mostrar a sus siervos lo que estaría por acontecer, esto lo mismo para prevenirlos que para animarlos.

Revelación 1 1

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos

las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, 2

que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de

Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. 3

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y

guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. 4

Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del

que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; 5

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano

de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e

imperio por los siglos de los siglos. Amén.

181


7

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le

traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. 8

Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que

era y que ha de venir, el Todopoderoso. 9

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el

reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. 10

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran

voz como de trompeta, 11

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un

libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. 12

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete

candeleros de oro, 13

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del

Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. 14

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como

nieve; sus ojos como llama de fuego; 15

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y

su voz como estruendo de muchas aguas. 16

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de

dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. 17

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí,

diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 18

y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los

siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. 19

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser

después de estas.

182


20

El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete

candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

De igual forma el Texto Áureo de 2 Pedro 1:20 arroja luz sobre el tema al señalar que ninguna profecía es de interpretación privada, “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada”, es decir, que las imágenes y símbolos que generalmente acompañan una profecía no deben ser interpretados según nuestro propio entendimiento –bastante limitado para ello por cierto– sino que debe tratar de entenderse bajo la guía de Aquel que la ha revelado.

Sobre esto, como señala el comentario de nuestro primer principio doctrinal: “Creemos que la Biblia es su propio comentario. Por tanto debemos examinarlo todo en la luz de la Biblia, pesando todo en la balanza de la Biblia, y si algo no concuerda, rechazadlo, pero si algo concuerda bajo escrutinio, aceptadlo”.

Esto es importante considerarlo pues, como se comentó al inicio, conforme se acerca el advenimiento de nuestro Señor, ha comenzado a circular lo mismo en el mundo que en la iglesia de Dios, mucha información –excesiva información, diría yo– que se presentan como verdades reveladas.

Sobre esto la misma Escritura nos previene cuando exhorta, como señala 1 Juan 4:1-6, a no creer en todo espíritu: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del 183


mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”. Esto implica de igual forma a la información que por su medio se entregue, para probarlos para ver si estos son de Dios, y ¿cómo podríamos probar todo espíritu? Veremos esto.

Una revelación, si bien implica mostrar algo oculto, comunicar una información que hasta ese entonces nos estaba velada, generalmente tiene dos vertientes: profetizar sobre un acontecimiento futuro o bien explicar algo que hasta entonces no se entendía permitiendo entender un tema con el que se tiene referencia.

El primero punto, el profetizar sobre un acontecimiento futuro, es un poco más fácil de probar pues el tiempo traer la evidencia de si el profeta hablo en nombre de Dios y, como señala Deuteronomio 18:22, si esto no es así, dicho profeta no fue enviado por Dios, “si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él”, con lo que su mensaje –el cual generalmente también incluye lo que a continuación se tratará, a saber: explicaciones sobre algo que hasta entonces no se entendía permitiendo entender un tema con el que se tiene referencia– debe ser rechazado.

Tal vez esto te parezca muy lógico pero es asombroso la cantidad de iglesias, denominaciones o congregaciones cuyos iniciadores han profetizado cantidad de eventos que no se han cumplido –como John Smith con los Mormones, Elena de White con los Adventistas, Charles Taze Russel con los Testigos de Jehová, o Herbert W. Armstrong con la Iglesia de Dios Universal– y que aun así quienes está en ellas son incapaces de verlos como lo que son: falsos profetas.

El segundo punto, las explicaciones sobre algo que hasta entonces no se entendía permitiendo entender un tema con el que se tiene referencia, es un poco más complicado, más no imposible, de probar. Pero antes veamos el caso de un 184


profeta que revela acontecimientos futuros los cuales se cumplen, ¿quiere decir que éste ha sido enviado por Dios? No necesariamente. Aquí es dónde debe tenerse perspicacia para dilucidar esto, ¿y cómo?, la misma Escritura nos lo dice cuando en Deuteronomio 13:1-3 señala que incluso en el caso de que lo profetizado por alguien se cumpla, si este profeta, con las verdades reveladas que acompañe su profecía, quiere desviar al pueblo en pos de otros dioses, dicho profeta debe de igual forma ser rechazado ya que, como dice esa cita, ha sido enviado por Dios para probar a Su pueblo: “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma”.

Y es aquí donde tenemos la principal prueba que nos propone la Escritura para toda revelación que sea entregada, no tanto si las profecías sobre acontecimientos futuros se cumplen o no, sino más bien si el mensaje del profeta, sobre todo en cuanto a verdades reveladas, es conforme a la Escritura, como dice Isaías 8:20, confrontar lo revelado contra la Ley y el Testimonio: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.

Esta regla aplica también para aquellas revelaciones referidas en el segundo punto, es decir, aquellas que no necesariamente traen profecías sobre acontecimientos futuros sino que más bien versan sobre explicaciones sobre algo que hasta entonces no se entendía permitiendo entender un tema con el que se tiene referencia, incluso si dichas explicaciones provienen de un miembro de la iglesia de Dios y con mayor razón si la fuente de las mismas es ajena al Cuerpo del Cristo.

185


Tomando esta regla, Pablo prevenía a los de su tiempo, y en su figura a todos los cristianos de todos los tiempos, señalando que si él o incluso si un ángel revelara verdades diferentes al Evangelio, el mismo debía ser rechazado y no sólo rechazado sino declarado anatema.

Las dos vertientes que se han mencionado relativas a lo que podemos denominar de revelación, –a saber: profetizar sobre un acontecimiento futuro o bien explicar algo que hasta entonces no se entendía permitiendo entender un tema con el que se tiene referencia–, tal y como ya se dijo, conforme se acerca el advenimiento de nuestro Señor, ha comenzado a circular profusamente lo mismo en el mundo que en la iglesia de Dios.

No podemos substraernos de este fenómeno pero si podemos ejercitar nuestro entendimiento para no ser engañados confrontando todo lo revelado con lo mismo que la Escritura revela: la Ley y el Testimonio, es decir, la Palabra escrita y la Palabra hecha carne. Para ello dos son las que ante algo revelado nos podemos hacer: primera, ¿contradice la Escritura sea aumentándole, quitándole o interpretándola contradictoriamente?; y segunda, ¿contradice los principios doctrinales de la iglesia de Dios sea aumentándole, quitándole o interpretándolos contradictoriamente?

Pero bueno, estos consejos requieren de tener un conocimiento maduro para poder hacer aquellas preguntas y confrontar lo revelado contra la Palabra, ¿habrá, por así decirlo, algo más básico que independientemente de lo anterior, podamos usar para de inicio protegernos contra esas revelaciones que literalmente en la actualidad inundan el mundo y de igual forma pueden circular en la iglesia de Dios?, sí que lo hay.

Si bien confrontar todo lo revelado contra la Ley el Testimonio, es decir, contra la Palabra escrita y la Palabra hecha carne o en otras palabras contra la Escritura y las doctrinas de la iglesia, es el principal consejo que podemos seguir, déjame 186


darte uno más básico que puede servir para que de inicio se esté alerta y este es dudar de todo aquello con características de revelación, sea de acontecimientos futuros o de explicaciones de cosas que hasta ese entonces no se entendían, cuya fuente sea ajena a la iglesia de Dios. Esto puede servirte de mucho en un mundo que constantemente crece en confusión por las supuestas revelaciones que se están recibiendo.

Audios, revistas, videos, estudios, explicaciones y literalmente un sinfín de revelaciones han comenzado a surgir en el mundo, revelaciones que si no se tiene cuidado pueden llegar a la iglesia de Dios y contaminarla, ¿por qué habríamos de creer en verdades propuestas como reveladas en personas o grupos ajenos al Cuerpo de Cristo? Pablo escribiendo a los de Éfeso señala en Efesios 4:4-5 y 1114, que Dios puso en Su iglesia, –Su única iglesia– apóstoles, profetas, evangelizadores pastores y maestros para –atención con esto– “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. ¿Te fijas? Todo lo que necesitamos para lo que aquí se menciona ¡está en la iglesia de Dios!, no tenemos por qué andar bebiendo de otras aguas, buscando en otras fuentes, siendo instruidos por aquellos que no forman parte del Cuerpo de Cristo. Así que a la otra que creas haber hallado revelación, antes de creerla, peor aún: antes de difundirla en la iglesia, pregúntate si ésta tiene su fuente en la iglesia de Dios, si no es así ponla mucho en duda en tanto no sea confrontada, como dice la Escritura, contra la Ley y el Testimonio.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir creciendo en las verdades reveladas de las cuales la iglesia de Dios es depositaria, ejercitando nuestros sentidos para probar todo espíritu confrontando lo que se revele contra la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, 187


es decir contra la Escritura y contra las doctrinas de la iglesia, poniendo especial ĂŠnfasis en aquellas revelaciones que provienen de fuentes ajenas a la iglesia de Dios, pero tambiĂŠn de aquellas que surjan al interior de la misma, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

188


SIGNIFICADOS “Significados” hace referencia, como su nombre lo indica, a lo que buscan representar los símbolos que nos entrega la Escritura, los cuales, por cierto, vedados están para el mundo.

La Lectura Bíblica de Isaías 53, presenta un cuadro que para todo creyente es más que conocido: la del siervo sufriente, figura con la cual identificamos a nuestro Señor Jesucristo. Lo interesante de esto es que por sí misma la lectura de dicho capítulo no permita tal conclusión, prueba de ello es que el actual pueblo de Israel no la entiende de la misma forma, por lo que, como se dijo al inicio, los significados de mucho que está en la Escritura solo es accesible para aquellos que tienen oídos para oír, es decir, que tienen en sí el Espíritu de Dios.

Isaías 53 1

¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el

brazo de Jehová? 2

Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay

parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. 3

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,

experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y

nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el

castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su

camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

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7

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al

matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8

Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará?

Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9

Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su

muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. 10

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.

Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11

Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su

conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12

Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá

despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

De igual forma el Texto Áureo de Mateo 17:5 arroja luz sobre el tema al señalar, en la persona de Jesús, al hijo amado en el cual el Padre se complace, “mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”, siendo luego entonces que es en Él en quien se cumple todo lo que los profetas escribieron respecto del Mesías.

Si bien la Lectura Bíblica presenta en profecía a nuestro Señor en lo que se conoce como el siervo sufriente, la historia misma no termina ahí, son que como sabemos Jesús fue resucitado de entre los muertos ascendiendo al Padre, siendo que a su regreso, como lo presenta Revelación 19:11-16, lo veremos con toda su gloria, majestuosidad y poderío, “sus ojos eran como llama de fuego, y había en 190


su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS […] De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”, acompañado por todos aquellos que mediante Su sangre fuimos redimidos, como señala Revelación 1:5, “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”, y comprados para sí por Su mismo sacrificio, como señala Hechos 20:28, “por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.

Este requisito de morir para vivir fue presentado por nuestro Señor cuando señaló, en Juan 12:24, “de cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Este fruto, todos los elegidos que en el presente siglo hayan respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación, si permaneciesen fieles hasta el final, serán con Él reyes y sacerdotes en el siglo venidero, como señala Revelación 1:6, “y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos”.

Sin duda alguna esto de ser reyes y sacerdotes con Cristo en el mundo por venir es algo atrayente, pero el cuadro completo implica reconocer, como señala 1 Juan 2:6, la necesidad de vivir como Él vivió, “el que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo”, siendo que si Él fue quebrantado, nosotros, que no somos más que Él, debemos estar dispuestos de igual a morir para vivir.

Sobre esto, a saber, las tribulaciones que debemos de pasar, quisiera extenderme pues uno pudiera pensar que los tiempos actuales, aunque complicados, no representan mayor tribulación para con la iglesia, sobre todo si comparamos la vida actual con los siglos pasados que nuestros hermanos en la fe tuvieron que 191


padecer, pero yo más bien lo veo al revés, en la actualidad la tribulación experimentada por la iglesia es mucho mayor, más complicada, de mayor riesgo. Me explico.

Antes de los aires de igualdad, libertad y fraternidad que trajeron el cese de la persecución a la iglesia, nuestros hermanos vivían separados, literalmente, del mundo; tenían más que claro quiénes eran sus enemigos y cuando a lo lejos veían estos se acercaban podían siquiera intentar huir; de igual forma en muchas ocasiones vivían varios años, incluso tal vez toda un vida, en tranquilidad hasta que la persecución caía sobre ellos, lo cual podía ser padecer algunos días, para finalmente morir.

Pero en la actualidad es diferente. Vivimos inmersos en el mundo, no podemos identificar a nuestros enemigos y constantemente somos atacados, en muchas ocasiones incluso sin darnos cuenta. La Escritura menciona los días difíciles de manejar que padecería la iglesia de Dios al final de los tiempos. Algo difícil de manejar generalmente se da por no tener la experiencia para ello. Ese es el caso actual del Cuerpo de Cristo: no tenemos experiencia previa, ni siquiera viendo la historia milenaria de la iglesia, que nos permita concluir sobre la manera correcta de manejar estos tiempos difíciles. De nuevo: vivimos inmersos en el mundo, no podemos identificar a nuestros enemigos y constantemente somos atacados: películas, conversaciones, programas de televisión, todo lo que fluye por la red de la información, revistas y periódicos, ¡incluso información que supuestamente tienen que ver con las verdades reveladas por la Palabra pero que no tienen su fuente en la iglesia de Dios! Nunca antes la iglesia sufrió la tribulación que está sufriendo ahora, tribulación la cual, si no velamos, puede terminar enfriándonos y, Dios no lo quiera, hacernos perder las promesas.

Amos 3:7 señala que Dios no hace nada sin revelar sus designios a sus profetas, “porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. No es coincidencia que esta lección llegue en este momento a la iglesia 192


de Dios, un momento donde, junto con la humanidad, sentimos miedo, temor, zozobra. La venida de nuestro Señor está a la puerta, estoque acontece en el mundo, si bien aún no es ese principio de dolores que menciona la Palabra, sí puede considerarse como esa primera, segunda o más bien tercera llamada que en las obras de teatro se da previo al inicio de la representación. Dios nos está hablando, estamos a escasos minutos de que inicie la parte final de este drama que ha sido nuestra historia, pero Dios no hace nada sin revelar sus designios a sus profetas. Primera, segunda, tercera llamada. Pongámonos a cuenta con Dios, ordenemos nuestra casa, aparejemos el aceite para nuestra lámparas y velemos para que el Señor a su regreso no nos halle durmiendo sino que alegres y gozosos salgamos a recibirlo con los vestidos apropiados para entrar en las Bodas del Cordero y de ahí, con Él, a la eternidad con Dios.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de los tiempos difíciles que estamos experimentando, sabiendo los significados que la Escritura nos entrega para nuestra comprensión y edificación, entendiendo que al igual que nuestro Señor hay que morir para vivir y aparejándonos para salir con catos de gozo y júbilo a recibir al novio que con gloria, poderío y majestuosidad ya a lo lejos se acerca, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

193


LAS LLAVES DEL INFIERNO Y DE LA MUERTE “Las Llaves del Infierno y de la Muerte” hace referencia al poderío, a la majestuosidad, al señorío de Nuestro Salvador, Jesús, sobre el sepulcro.

La Lectura Bíblica de Deuteronomio 32:1-29, que es un cántico entonado por Moisés, resume la historia del Pueblo de Israel a partir de la salida de Egipto señalando como es que a pesar de la fidelidad, cuidados y protección de Dios para con Su pueblo, estos no le obedecieron siéndole infieles, descuidados y rebeldes y acarreándose por sí mismo y para sí mismos, las maldiciones aunadas a su actuar pecaminoso.

Deuteronomio 32 1

Escuchad, cielos, y hablaré;

Y oiga la tierra los dichos de mi boca. 2

Goteará como la lluvia mi enseñanza;

Destilará como el rocío mi razonamiento; Como la llovizna sobre la grama, Y como las gotas sobre la hierba; 3

Porque el nombre de Jehová proclamaré.

Engrandeced a nuestro Dios. 4

Él es la Roca, cuya obra es perfecta,

Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto. 5

La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha,

Generación torcida y perversa. 6

¿Así pagáis a Jehová,

Pueblo loco e ignorante?

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¿No es él tu padre que te creó? Él te hizo y te estableció. 7

Acuérdate de los tiempos antiguos,

Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán. 8

Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones,

Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel. 9

Porque la porción de Jehová es su pueblo;

Jacob la heredad que le tocó. 10

Le halló en tierra de desierto,

Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo. 11

Como el águila que excita su nidada,

Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas, 12

Jehová solo le guio,

Y con él no hubo dios extraño. 13

Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra,

Y comió los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la peña, Y aceite del duro pedernal; 14

Mantequilla de vacas y leche de ovejas,

Con grosura de corderos, Y carneros de Basán; también machos cabríos, Con lo mejor del trigo; Y de la sangre de la uva bebiste vino. 195


15

Pero engordó Jesurún, y tiró coces

(Engordaste, te cubriste de grasa); Entonces abandonó al Dios que lo hizo, Y menospreció la Roca de su salvación. 16

Le despertaron a celos con los dioses ajenos;

Lo provocaron a ira con abominaciones. 17

Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;

A dioses que no habían conocido, A nuevos dioses venidos de cerca, Que no habían temido vuestros padres. 18

De la Roca que te creó te olvidaste;

Te has olvidado de Dios tu creador. 19

Y lo vio Jehová, y se encendió en ira

Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas. 20

Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro,

Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos infieles. 21

Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios;

Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata. 22

Porque fuego se ha encendido en mi ira,

Y arderá hasta las profundidades del Seol; Devorará la tierra y sus frutos, Y abrasará los fundamentos de los montes. 23

Yo amontonaré males sobre ellos;

Emplearé en ellos mis saetas. 24

Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente

Y de peste amarga;

196


Diente de fieras enviaré también sobre ellos, Con veneno de serpientes de la tierra. 25

Por fuera desolará la espada,

Y dentro de las cámaras el espanto; Así al joven como a la doncella, Al niño de pecho como al hombre cano. 26

Yo había dicho que los esparciría lejos,

Que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos, 27

De no haber temido la provocación del enemigo,

No sea que se envanezcan sus adversarios, No sea que digan: Nuestra mano poderosa Ha hecho todo esto, y no Jehová. 28

Porque son nación privada de consejos,

Y no hay en ellos entendimiento. 29

¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto,

Y se dieran cuenta del fin que les espera!

De igual forma el Texto Áureo de Revelación 14:13 arroja luz sobre el tema al señalar, que aquellos que mueren en el Señor son bienaventurados, “oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”, pues, aunque van al descanso esperando el momento de la resurrección, sus acciones van con ellos, ya que, como señala Revelación 22.12, al regreso de nuestro Señor El pagará a cada uno según sus obras, “he aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

La cuestión de la muerte siempre ha intrigado a la humanidad. Prácticamente cada pueblo, cada cultura, ha creado toda una serie de creencias alrededor de este tema. Con todo y todo es un tema que difícilmente puede abordarse desde la

197


perspectiva humana dada la naturaleza del mismo, pero eso no quiere decir que Dios nos haya dejado en tinieblas al respecto.

La Escritura es muy clara en cuanto a la situación de los muertos, la cual es semejante a la inconciencia que se experimental estar dormidos. Salmos 146:3-4 señala “No confiéis en los príncipes ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación, pues sale su aliento y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”; Eclesiastés 9:5 dice que “los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa. Su memoria cae en el olvido”; Eclesiastés 3:19-20 señala como es que “lo mismo les sucede a los hijos de los hombres que a las bestias: como mueren las unas, así mueren los otros, y todos tienen un mismo aliento de vida. No es más el hombre que la bestia, porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo fue hecho del polvo, y todo al polvo volverá”; Salmo 115:17 dice cómo es que “No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al silencio”; y el Salmos 6:5 dice y se pregunta “porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?” En el mismo orden de ideas, Romanos 6:23 señala como es que “la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro”, luego entonces como vemos la paga del pegado es contraria a la dádiva de Dios, así pues la muerte no puede ser sinónimo de vida eterna. De hecho esa idea de un alma inmortal no es bíblica y las raíces de la misma llegan hasta el Jardín de Edén cuando la serpiente, como señala Génesis 3:4, buscando engañar a nuestros primeros padres, les dijo que no habrían de morir.

Ahondando un poco más en la falsa doctrina del alma inmortal, es decir, que no puede morir, vemos como Ezequiel 18:4, 20 señala que “el alma que pecare, esa morirá”, y de igual forma Mateo 10:28 advierte diciendo “no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel [Dios] 198


que puede destruir el alma y el cuerpo en el Gehenna”. Luego entonces el alma sí puede ser destruida.

Pero entonces, ¿qué esperanza se tiene ante la muerte? Juan 5:28-29 señala como es que “No os asombréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados”, para mayor claridad de esto 1 Corintios 15:51-52, 54 señala “Fijaos bien en el misterio que os voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta, pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados… Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria »”. De nueva cuenta: no será sino hasta la resurrección en que, quienes hayan aceptado a Aquel que tiene las Llaves del Infierno y de la Muerte, Jesús, como su Señor y Salvador y al Padre como su único Dios serán entonces sí vueltos inmortales.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de que hemos sido hechos salvos por el sacrificio redentor de Aquel que, habiendo sido resucitado, posee las Llaves del Infierno y de la Muerte, y la potestad de, que así como Él tiene vida en sí mismo, dar vida a quien lo ha aceptado como su salvador, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

199


EFESIOS “Efesios” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

La Lectura Bíblica de Revelación 2:1-7 y Hechos 20:17-21, nos presentan a esa comunidad cristiana tanto al inicio de la misma como varios años más delante.

Revelación 2 1

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en

su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: 2

Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes

soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3

y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por

amor de mi nombre, y no has desmayado. 4

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

5

Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las

primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6

Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo

también aborrezco. 7

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que

venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

Hechos 20 Discurso de despedida de Pablo en Mileto 17

Enviando, pues, desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la

iglesia. 200


18

Cuando vinieron a él, les dijo:

Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, 19

sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas

que me han venido por las asechanzas de los judíos; 20

y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros,

públicamente y por las casas, 21

testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con

Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

De igual forma el Texto Áureo de Revelación 2:2 arroja luz sobre el tema al señalar, refiriéndose a la iglesia en Éfeso, en boca de nuestro Señor Jesús: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos”

En la Lectura Bíblica, la cita de Hechos muestra a Pablo despidiéndose de esa comunidad después de varios años de trabajo con ella, esto podría considerarse las semillas de la Palabra sembradas en la misma a través de la persona de Pablo, y ¿cómo ha sido esa siembra?, él mismo lo señala cuando dice como ha cumplido su comisión entre o que resalta (1) servir al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, (2) soportar las pruebas que le vinieron por las asechanzas de los judíos, y (3) anunciar y enseñar, públicamente y privadamente, acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Como se comentó, estas pueden considerarse las semillas de la Palabra que Pablo como parte de su comisión sembró en Éfeso.

Ahora bien, ¿qué fue lo que germinó de esas semillas?, ¿cuáles fueron sus frutos? La cita de Revelación, de la Lectura Bíblica, responde cuando, en palabras de nuestro Señor, reconoce el trabajo que ha hecho cuando le dice (1) que conoce sus obras, su arduo trabajo y su paciencia, (2) que sabe que no puede soportar a 201


los malos, probando a los que se dicen ser apóstoles, no siéndolo, y hallándolos por lo tanto mentirosos, y (3) que sabe cómo es que ha sufrido, ha tenido paciencia, y ha trabajado arduamente sin desmayar. Hasta ahí todo bien, pero en la cita en cuestión también va una recriminación: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”.

Sabemos, por la misma Palabra, que el andar por el Camino se hace en función, por así decirlo, de dos piernas: la fe y las obras. En este sentido es interesante que el reconocimiento que nuestro Señor hace de la iglesia de Éfeso incluye ambas cosas: la fe cuando le señala que sabe que dicha iglesia no puede soportar a los malos, probando a los que se dicen ser apóstoles, no siéndolo, y hallándolos por lo tanto mentirosos; las obras cuando le dice que las conoce, así como su arduo trabajo y su paciencia. Pero el reclamo no va hacia su fe o sus obras sino a la forma en que sutilmente se ha ido deslizando hasta perder aquello que se señala como su primer amor: el celo, el fervor, el deseo vehemente de cumplir con la voluntad de Dios.

Pero bueno, eso era para la comunidad de Éfeso, ¿verdad? Haz una prueba. Vuelve a leer ambas citas pero sustituye la expresión relativa a la iglesia de Éfeso por más ben la iglesia de Dios y mírala en el contexto actual, ¿realmente crees que eso sólo se escribió para la iglesia de Éfeso?

En la iglesia de Dios nos jactamos de tener la verdadera doctrina, de igual forma señalamos que nuestras obras van en función de nuestra fe, pero ¿y qué tal nuestro primer amor?, ¿sigue en nosotros existiendo, motivándonos, de manera individual o colectiva, ese celo, ese fervor inicial o nos hemos estado deslizando sutilmente hasta ser merecedores del reclamo de nuestro Señor?

Ve los programas de televisión y las películas del mundo que ahora vemos como congregación para nuestro entretenimiento, plagados de historias y personajes llenos de faltas y violaciones a los mandamientos de Dios que decimos obedecer 202


en la forma de mentiras, violencias, robos, fornicaciones, adulterios y demás, ¿no nos hemos deslizado?

Escucha las canciones del mundo que como parte del Cuerpo de Cristo escuchamos para recrearnos, es más: canciones seudo-cristianas que según esto nos van a edificar pero que tiene su origen en iglesias, congregaciones y denominaciones ajenas a nosotros, las primeras haciendo una apología del pecado, las segundas pervirtiendo la verdad contenida en la Palabra de Dios y las creencias fundamentales que como iglesia profesamos, ¿no nos hemos deslizado?

Mira la manera de vestirnos, de adornarnos, las modas del mundo que al respecto se han introducido a la grey, vestidos, adornos y modas que más que diferenciarnos del mundo tal pareciera que lo que buscan es que hacernos lo más parecido a él, ¿no nos hemos deslizado? Pon atención en todas los aniversarios, onomásticos y festejos del mundo –repito: del mundo, no de la doctrina de la historia de la iglesia de Dios o con fundamento en la Escritura– que gustosamente hemos incorporado a nuestra vida como parte del Cuerpo de Cristo, prácticamente lo que nos pongan enfrente celebramos excepto, eso sí, el nacimiento de nuestro Señor, lo cual es correcto no hacerlo, pero absurdamente los argumentos para no hacerlo se aplican a todo lo otro que conforme al mundo sí celebramos, ¿no nos hemos deslizado?

Fíjate en esas explicaciones de las verdades escriturales que hemos tomado de otras corrientes religiosas o filosóficas a través de revistas, libros, audios o la misma red de la información, escudriñar todo y retener lo bueno es correcto pero si esbozamos esas explicaciones aún y cuando contradicen de manera clara, abierta y flagrante nuestros principios doctrinales, ¿no nos hemos deslizado?

203


Lo peor de todo lo anterior: que en muchas ocasiones, en vez de aceptar la corrección para nuestra edificación, nos esgrimimos como defensores de todas las posturas, ideas, creencias y actitudes comentadas anteriormente. De nuevo: ¿no nos hemos deslizado?

Las lecciones que nos propone nuestra iglesia no son meramente producto de la casualidad o de la coincidencia, son movidas por el Espíritu de Dios para entregar a Su pueblo la instrucción, corrección, edificación necesaria para hacerlo avanzar en el camino de la perfección y la santidad, en este caso, ante la situación atípica experimentada en la actualidad en todo el mundo debido a esta pandemia, ¿qué quiere nuestro Padre decirnos?

Quiero decirte una cosa: no es posible que el mundo nos tome la delantera como iglesia en las reflexiones a que esta pandemia motiva a todos. En programas de televisión, en periódicos, en las redes sociales, todas las voces del mundo se alzan para señalar que no se puede salir de esta pandemia igual que como se entró, ahora yo te pregunto ¿y la iglesia de Dios si debe salir de esta pandemia igual, sino es que peor, que como entró?

Programas de televisión, películas y canciones, manera de vestirnos y de adornarnos, celebraciones, aniversarios, onomásticos y festejos, explicaciones de las verdades escriturales y demás, ¿vamos a salir como iglesia de Dios de esta pandemia igual, repito: si no es que peor, que como entramos? Nomás te recuerdo la frase final de la cita inicial de Revelación: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para entender los tiempos que estamos viviendo sabiendo que, como dice Amos 3:7, Dios no hace nada sin revelar sus designios a los profetas, pero que necesitamos prestar atención a la instrucción, a la formación, a la corrección y 204


a la edificación, no durmiendo sino velando, aparejándonos para salir a recibir a nuestro Señor que ya viene, escuchando y aplicando Su llamado a recordar de dónde hemos caído, arrepintiéndonos y haciendo nuestras primeras obras para que el candelero no nos sea quitado, en otras palabras, reavivar ese primer amor, ese celo y ese fervor, que como hijos de Dios se espera de nosotros, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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ESMIRNA Y PÉRGAMO “Esmirna y Pérgamo” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a ambas comunidades cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

El Texto Áureo de Mateo 10:22 permite entender lo que estas comunidades padecían pues el mismo señala que quienes se decidiesen en seguir a Cristo serían aborrecidos por todos pero de igual forma señala que quien perseverase hasta el fin ése sería salvo: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.

Sobre Esmirna, la Lectura Bíblica de Revelación 2:8-11, nos presenta a esa comunidad cristiana tanto para ser reconocida por nuestro Señor como para de Él recibir aliento.

Revelación 2 8

Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que

estuvo muerto y vivió, dice esto: 9

Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la

blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10

No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a

algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que

venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

206


Sobre el reconocimiento que la comunidad de Esmirna recibe por parte de nuestro Señor, la Lectura Bíblica consigna que éste se refería a las obra y la tribulación padecida señalando que aunque pobres físicamente eran ricos en tesoros celestiales.

Sobre lo que esta comunidad padecía, la Lectura Bíblica señala que la fuente de ésta eran las blasfemias de aquellos que se decían judíos sin serlo sino que más bien pertenecían a la Sinagoga de Satanás, con todo y todo, ¿a qué podría referirse esto?

Para entender esto hay que identificar que en el señalamiento de estos enemigos de la iglesia hay tres elementos: (1) blasfeman, (2) dicen ser judíos sin serlo, y (3) pertenecen a la Sinagoga de Satanás.

Sobre la blasfemia, esta se define como la adjudicación de las acciones de Dios a al Príncipe de las Tinieblas y sus espíritus inmundos. Esto podemos verlo cuando los líderes religiosos de Jesús decían que los milagros que éste hacía eran más bien por obra de los demonios, como señala Juan 10:20: “Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?”

Sobre el decirse judío sin serlo, si bien puede referirse a la situación meramente carnal el alcance de dicha expresión llega hasta cuestiones espirituales. Cuando los judíos de tiempo de Jesús le encararon diciendo que ellos descendían de Abraham, Él los enfrentó señalando que si así fuese las obras de Abraham harían aclarando que dado que lo rechazaban a Él más bien las obras de su padre el Diablo hacían, como señala Juan 8:39-41, “respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios”. De igual forma Pablo escribiendo a 207


los Romanos señalaba que no era judío aquel que lo fuera en la carne, sino más bien aquel que lo era en el corazón, como dice Romanos 2:28-29, “pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”. De esta forma, aquellos que se dicen judíos sin serlo, si bien puede referirse a su condición física, más bien se refiere a su condición espiritual: ajenos a la verdad, y no sólo ajenos sino incluso enemigos de ésta.

Por último, respecto a que estos que se oponían a la iglesia pertenecían más bien a la Sinagoga de Satanás, además de considerar lo anterior, podemos ver cómo es que el mismo Jesús, cuando Pedro quiso poner en Él la idea de no cumplir lo que sobre Su sacrificio redentor estaba escrito, lo rechaza identificándolo en ese momento como movido por el espíritu de Satanás, como dice Mateo 16:23, “pero él [Jesús], volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. Siendo así que quienes pertenecen a esta Sinagoga son aquellos que pueden identificarse como opuestos a la obra encomendada a la iglesia.

Juntando estos tres elementos podemos ver que aquellos que eran tribulación para los de Esmirna son los que, como falsos judíos, no muestran para nada ser descendientes de Abraham sino que por el contrario, como miembros de la Sinagoga de Satanás son ajenos a la verdad, propugnadores de doctrinas falsas y perseguidores de la iglesia, que en su tiempo le endilgaban a ésta que lo que estaba haciendo era movida, no por el Espíritu de Dios, sino por el espíritu del Diablo, con lo que incurrían en blasfemia.

Antes de pasar a la iglesia de Pérgamo permítase hacer un paréntesis para abordar un punto conflictivo señalado respecto de Esmirna en el versículo 10 de la Lectura Bíblica relativa esta iglesia: que la misma padecería tribulación diez días. ¿Por qué menciono que esto es conflictivo?, porque parecería contradecir la 208


Escritura que señala, como en Mateo 24:9-10, la tribulación que todos los integrantes del Cuerpo de Cristo padecerían durante toda la vida, no solo diez días, a lo largo de toda la historia de la iglesia de Dios, “entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán”, ¿cómo entender entonces esta sentencia? Para ello debemos verla desde el punto de vista histórico, simbólico y edificativo.

En profecía, los días mencionados siempre se refieren a años (Daniel 7:25; Revelación 12:6; Números 14:33-34; Ezequiel 4:6), es así que desde el punto de vista histórico esto se refería a una persecución que duraría 10 años. Alrededor del 303 el Emperador Diocleciano inicio lo que se conocería como al última gran persecución de la iglesia –entiéndase en este término a lo que devendría posteriormente en la iglesia romana-, dicha persecución en Occidente duró más o menos tres años con el ascenso de Maximiano como Augusto, pero en Oriente – lugar de donde eran todas las iglesias mencionadas al inicio de Revelación, donde seguía rigiendo Diocleciano, la persecución no terminaría sino hasta el 313, diez años después de iniciada, con el Edicto de Milán emitido por quien en ese entonces llegó a ser Emperador tato de Occidente como de Oriente: Constantino, curiosamente quien también reconoció a la religión cristiana –de la iglesia romana, se aclara– como la oficial del imperio.

Desde el punto de vista simbólico, la mención de que los días de la persecución son diez, apuntan a una totalidad, a algo que es completo en sí mismo, como en el caso de los Mandamientos de Dios que son diez. De esta forma, los diez días de la persecución simbólicamente apuntan a la totalidad de la historia de la iglesia de Dios, lo cual ha sido así desde su inicio y hasta nuestros días.

Por último, desde el punto de vista edificativo, considerando lo anteriormente dicho, los diez días de la tribulación apuntan a la vida personal de cada uno de los elegidos donde no sólo en toda su vida experimentarían persecución sino incluso 209


en cada momento de cada día, esto como resultado de las acechanzas del Enemigo, del Mundo y de la propia Carne.

Ahora bien, sobre Pérgamo, la Lectura Bíblica de Revelación 2:12-17, nos presenta a esa comunidad cristiana, al igual que la de Esmirna, tanto para ser reconocida por nuestro Señor como para de Él recibir corrección.

Revelación 2:12-17 12

Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda

de dos filos dice esto: 13

Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás;

pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14

Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen

la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15

Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo

aborrezco. 16

Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra

ellos con la espada de mi boca. 17

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que

venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

Sobre el reconocimiento que la comunidad de Pérgamo recibe por parte de nuestro Señor, la Lectura Bíblica consigna que éste se refería seguían fieles a Su nombre sin haber renegado de la fe, esto a pesar de estar en el mismo lugar donde se asentaba el Trono de Satanás. Sobre esto último, si Satanás es el padre de la mentira, el homicida desde el principio, como señala Juan 8:44, “vosotros 210


sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”, lógico será que lo que nuestro Señor recrimine a esta iglesia tendrá que ver con algunas actitudes de sus miembros que giran en torno a esto, es decir, adherirse a doctrinas falsas y ocasionar con ello la muerte espiritual de quienes así hacen.

Sobre esto último, la primera corrección a la que esta iglesia se hace merecedora gira en torno a que toleraba a algunos que sostenían la doctrina de Balaam referida principalmente a comer lo sacrificado a los ídolos y a incurrir en fornicación. Estos señalamientos puede referirse netamente a una cuestión material, pero dado que Pablo de manera inspirada en 1 Corintios 8 dice que no se incurre en falta si se consume en lo sacrificado a los ídolos –siempre y cuando esto no sea motivo de escándalo a los más débiles en la fe–, puede entonces considerarse que más bien se refiere a cuestiones espirituales, a saber: alimentarse de doctrinas ajenas a la iglesia de Dios e instruir con ellas a los miembros del Cuerpo de Cristo alejándolos de la verdad revelada.

La segunda corrección se refiere a que de igual forma toleraba entre los miembros de la comunidad a aquellos que sostenían la doctrina de los Nicolaítas. Nicolaíta (en griego νικολαιτων) quiere decir “triunfo sobre el pueblo” (de νικο, Nico, que significa dominio o conquista sobre otros y λαός, Laos, que significa pueblo, gente común, seglar o laico) y se refiere a aquella organización jerarquizada, ajena a la Escritura y a la iglesia de Dios, que en algunas comunidades que se alejaban cada vez más de la verdad comenzaba a tener vigencia y que devendría en poco tiempo en la organización jerarquizada característica de la iglesia de Roma.

En este punto quiero que prestes atención de algo. Todo el libro de Revelación gira en torno a la historia de la iglesia de Dios, estas iglesias representan, con sus fortalezas y debilidades, a todos los fieles que en todas las edades conformarían 211


al Cuerpo de Cristo, pero en estos primeros capítulos, sobre todo en las cartas dirigidas a las siete iglesias, puede verse su contraparte: la simiente de aquellas doctrinas perniciosas que en poco tiempo devendrían en la que más delante, en el capítulo 17 de Revelación, se conoce como la Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra: la iglesia romana y sus derivados

Ambas cartas, la dirigida a la iglesia de Esmirna y la dirigida a la iglesia de Pérgamo, tienen validez y vigencia en la actualidad: por un lado están aquellos en la iglesia de Dios que se esfuerzan por hacer la voluntad del Padre a los cuales la Palabra les reconoce ese esfuerzo, las obras que el mismo genera y las tribulaciones que por lo mismo aquellos se atraen; de igual forma están aquellos a los que la Palabra recrimina por oponerse a la Gran Comisión, por abrazar doctrinas ajenas al Cuerpo de Cristo y por extraviar a los hermanos en la fe. Cuidemos por ser del primer grupo y estemos muy atentos para no tolerar en ninguna forma y bajo ninguna circunstancia a los del segundo grupo cuidando no ser nosotros los que estemos en este último apartado.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para entender los tiempos que estamos viviendo sabiendo que, así como nuestros primeros hermanos en la fe, estamos llamados a padecer tribulación, pero sabiendo que las promesas dadas exceden con mucho lo que en este tiempo padezcamos, de igual forma cuidando el Cuerpo de Cristo de doctrinas y prácticas ajenas a la iglesia, no tolerando en ella lo que es contrario al llamamiento, entendiendo que el tiempo es corto y que la venida de nuestro Señor para pagar a todos según sus obras ya está a la vuelta, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

212


TIATIRA “Tiatira” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

La Lectura Bíblica de Revelación 2:18-29 presenta, en palabras de nuestro Señor Jesucristo, aquellas cosas que Él tenía que reconocer de esta congregación así como aquellas otras que más bien eran merecedoras de reclamo.

Revelación 2:18-29 18

Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos

como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: 19

Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus

obras postreras son más que las primeras. 20

Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer

Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. 21

Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse

de su fornicación. 22

He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella

adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 23

Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el

que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. 24

Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen

esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25

pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.

26

Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad

sobre las naciones, 213


27

y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de

alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; 28

y le daré la estrella de la mañana.

29

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

De igual forma, el Texto Áureo de Revelación 2:25 arroja luz sobre el tema al señalar, en palabra de nuestro Señor, la necesidad de retener lo que se tiene, esto es, la salvación y las promesas del Padre recibidas, hasta que Él regrese: “pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga”.

Sobre aquello que nuestro Señor le reconoce a la comunidad de creyentes en Tiatira están sus obras, su fe, su amor y su paciencia; por su parte entre aquello que de parte de nuestro Señor merece más bien rechazo es el tolerar a ciertas personas que —como la Jezabel mencionada en 1 Reyes 16:31, “como si fuera poco el andar en los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, tomó por mujer a Jezabel, hija de Et Baal, rey de los sidonios, y fue a servir a Baal y lo adoró”, y 1 Reyes 21:25, “ciertamente no hubo nadie como Acab que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos del Señor, porque Jezabel su mujer lo había convencido” —, engañaban a algunos en aquella comunidad para que comieren lo sacrificados a los ídolos y a cometer fornicación, mismo pecado que estaban cometiendo algunos en la congregación de Pérgamo como menciona Revelación 2:14: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”.

La principal falta de aquellos de la comunidad de Tiatira que eran engañados consistía en comer lo sacrificado a los ídolos e incurrir en fornicación. Estos señalamientos puede referirse netamente a una cuestión material, pero dado que Pablo de manera inspirada en 1 Corintios 8 dice que no se incurre en falta si se consume en lo sacrificado a los ídolos –siempre y cuando esto no sea motivo de escándalo a los más débiles en la fe–, puede entonces considerarse que más bien 214


se refiere a cuestiones espirituales, a saber: el comer lo sacrificado a los ídolos al alimentarse de doctrinas ajenas a la iglesia de Dios e instruir con ellas a los miembros del Cuerpo de Cristo alejándolos de la verdad revelada, y el fornicar al hacer lo que es contrario a la voluntad de Dios, generalmente como consecuencia de lo anterior, es decir, por profesar una fe ajena a la verdad. Así el comer lo sacrificado a los ídolos se refiere a la fe, a una fe tergiversada, y el fornicar se refiere a las obras, a las obras que fundamentadas en una fe errada no son del agrado de Dios.

Si en la actualidad se le preguntase a alguien de la iglesia de Dios si él come lo sacrificado a los ídolos o si participa en actos de fornicación, seguramente después del asombro de la pregunta vendría una retunda negación de lo cuestionado, pero detengámonos a meditar un poco en esto antes de responder.

Comer lo sacrificado a los ídolos es alimentarnos de doctrinas, de ideas, contrarias a la verdad revelada, luego las acciones que surjan de esas creencias, al estar alejadas de la voluntad de Dios, son equiparables a fornicar. Los miembros del Cuerpo de Cristo, ¿nos estamos alimentando así?, ¿nuestras obras tienen un la fundamento?

¿Qué cosas son condenadas de manera clara por la Escritura? Pablo escribiendo a los de Galacia, en Gálatas 5:19‭-21, les dice “y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.‭

Ahora bien, veamos las películas que vemos en el cine, los programas de televisión con que nos entretenemos, las canciones que escuchamos y que cantamos, aquello que leemos, las pláticas en las que participamos, ¿tienen 215


algunos de los elementos que en las palaras anteriores de Pablo son condenables por Dios?, ¿si?, ¡y de eso nos estamos alimentando los miembros del Cuerpo de Cristo! “Bueno –dirá alguien–, eso que se señala, si bien no es del todo edificante, se hace sólo como diversión, como entretenimiento”, más sin embargo Pablo, escribiendo a los de Roma, en Romanos 1:32, después de señalar una serie de características de aquellos que están alejados de Dios los pinta de cuerpo entero al señalar que “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”, ¿te fijas?, “se complacen con los que las practican”; el complacerse, el divertirse, el entretenerse con aquello que desagrada a Dios es de igual forma condenable. Ahora de nuevo te pregunto: ¿estamos seguros los miembros de la iglesia de Dios de que no estamos comiendo lo sacrificados a los ídolos generando obras que desagradan a Dios?

Volviendo sobre Tiatira, si bien aquellas faltas eran referidas de manera exclusiva a aquellos miembros de esa comunidad que eran engañados por quienes tenían en sí el espíritu de Jezabel, hay un reclamo que es dado para la comunidad en general de Tiatira, de hecho, exclusiva para aquellos creyentes que seguían permanecido fieles: el tolerar estos a aquellos.

A partir del siglo XX en el mundo comenzaron nuevos aires de libertad, respeto y tolerancia que comenzaron a permear todos los ámbitos de la actividad humana. Los miembros del Cuerpo de Cristo no estamos ajenos al mundo, pero aunque somos parte de Él estamos llamados a no participar en sus pecados, lo cual debe llevarnos a estar alertas para no tener en nuestras comunidades esa tolerancia que permita avanzar el mal en ellas. “Cada quien su vida”, “hay que respetar”, “que sea Dios quien lo juzgue”, “no hay que erigirnos jueces unos de otros”, “primero hay que quitar la viga propia antes de pretender quitar la paja ajena”, ¿te suenan algunos de estos argumentos?

216


Antes el Cuerpo de Cristo eran muy celoso respecto de las doctrinas y prácticas de sus miembros, esta nueva tolerancia ¿ha cambiado ello?

En efecto, la Escritura contiene mucha instrucción respecto de la manera en que los miembros del Cuerpo de Cristo deben tratarse entre sí resaltando la caridad, la mansedumbre, la humildad, entre otras, pero de igual forma –y pareciera que esta otra parte de la instrucción pasa de noche– también contienen mucha enseñanza e incluso ejemplos de la manera en que los miembros deben ser corregidos, con mucho tacto, con mucho amor, pero cada vez con mayor seriedad llegando incluso a sacarlos de la comunidad si se mantenían en su rebeldía, pregunto de nuevo: esta nueva tolerancia ¿ha cambiado ello? Mateo 23:23 habla del juicio y la misericordia, ambos guiados por la fe, “¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”; juicio se refiere a diferenciar lo bueno de lo malo, misericordia a entender las flaquezas y debilidades de los demás. Pareciera que esta nueva tolerancia sólo toma lo referido a la misericordia olvidando la parte del juicio, es decir, las cosas que antes eran condenables ahora ya no lo son tanto. ¿Te acuerdas del relato de la mujer adúltera llevada ante Jesús relatada en Juan 7:53-8:11?, una vez que quienes la habían llevado ante Jesús se retiraron ¿qué le dijo Él?, ¿qué no había problema?, ¿Qué lo hecho no estaba mal?, ¿Qué respetaba su forma de pensar?, ¡para nada!, claramente una vez que le dice que no la condena, entiéndase: misericordia, le dice no peques más, entiéndase juicio, pero un juicio correcto donde al pecado se le dice pecado.

Juicio y misericordia no están reñidos ni es necesario obviar uno para poder practicar el otro, al contrario, la Escritura nos insta a desarrollar los dos como parte de ese carácter perfecto y santo que nuestro Padre por medio de Su Espíritu está formando en nosotros. Juicio es saber reconocer algo que está mal, conforme

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Dios lo dice, señalándolo así, pero ejerciendo misericordia para entender las flaquezas y debilidades de quien estando en la lucha a veces tropieza y cae.

Si a lo malo comenzamos a decirle no tan malo, y a lo no tan malo comenzamos a decirle aceptable, y si a lo aceptable comenzamos a decirle bueno, ¿podemos decir que hemos desarrollado como miembros del Cuerpo de Cristo esa capacidad de ejercer juicio y misericordia? Ve de nuevo la lista de aquellas cosas listadas anteriormente que en Palabra de Pablo son condenables, ve ahora como es que esas literalmente inundan programas, películas, canciones, libros, revistas y conversaciones, ahora pregunta a los demás y pregúntate a ti ¿está bien o mal participar de eso sea haciéndolo o incluso viéndolo, oyéndolo, leyéndolo o hablándolo?, la respuesta, si está embebida dentro de esta nueva tolerancia que se ha venido comentando terminara por invalidar ese juicio que con base en la Palabra deberíamos tener en nosotros desarrollado para abrazar sólo la misericordia en un “no es tan malo”.

Nadie quiere ser como esos de Tiatira que engañados comían lo sacrificado a los ídolos, es decir, se alimentaban de doctrinas ajenas a la verdad revelada obrando de manera contraria a lo que de ellos se esperaba equiparable a fornicar, pero cuidado: no vayamos a ser como aquellos otros, los fieles de la comunidad, cuya falta era tolerar a los primeros ya que, como dice el dicho popular, para que el mal avance a veces lo único que requiere es que los buenos no hagan nada.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para cuidar no alimentarnos de doctrinas ajenas a la iglesia de Dios ya que eso nos conduciría a obrar de manera contraria a lo que de nosotros se espera, pero de igual forma cuidar no caer en esa nueva tolerancia donde casi casi todo es aceptable sino crecer en juicio y misericordia, guiados por la fe verdadera, hasta alcanzar la estatura perfecta de Cristo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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SARDIS “Sardis” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

La Lectura Bíblica de Revelación 3:1-6 presenta, en palabras de nuestro Señor Jesucristo, aquellas cosas que Él tenía que reconocer de esta congregación así como aquellas otras que más bien eran merecedoras de reclamo.

Revelación 3:1-6 1

Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de

Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. 2

Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he

hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3

Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.

Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 4

Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus

vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. 5

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su

nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 6

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

De igual forma, el Texto Áureo de Judas 21 arroja luz sobre el tema al señalar la necesidad de conservarnos en el amor de Dios, como escrituralmente es definido, esperando la misericordia de Jesús: “conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”. Cuando se señala la necesidad de permanecer en el amor de Dios como escrituralmente es definido, es 219


porque la Palabra, al respecto, indica claramente en 1 Juan 5:3 que “este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.

Sobre aquello que nuestro Señor le reconoce a la comunidad de creyentes en Sardis está el que algunos, de hechos unos pocos, metafóricamente no han manchado sus vestidos. Es interesante que se mencione que no han manchado sus vestidos, no que no han ensuciado sus pies, ¿por qué?, porque sabemos, como señala Gálatas 3:27 que “todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”, más sin embargo nuestro andar por este mundo nos va ensuciando, pero no el vestido, que es Cristo, sino los pies, que representan nuestra carnalidad, siendo el lavatorio de la Santa Cena, mencionado en Juan 13:6-10, el símbolo de la limpieza mutua, a saber: la instrucción, la corrección y la edificación que nos debemos unos a otros, lo que nos va limpiando.

En contraposición a estos, como parte de aquello que nuestro Señor reclama a esta comunidad, están otros que, como se indica en la introducción del mensaje a esta iglesia, tienen nombre de que viven pero están muertos. Estos son los que han caído en eso que se conoce como el pecado imperdonable, explicado en Hebreos 10:26‭-27: “porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”.‭

Más sin embargo hay un tercer grupo, unos que ni están muertos pero que tampoco pertenecen a aquellos que no han manchados sus vestidos, a ese grupo es al que nuestro Señor les dice en Revelación 3:2‭-3 “sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”.‭ 220


Si bien las obras de estos no han sido halladas perfectas, de lo cual se hablará más delante, el indicativo para reavivarlas consiste en acordarse de lo que se ha recibido y oído instando a guardar eso y arrepentirse. La primera parte de este exhorto –lo que se ha recibido y oído— se refiere a la doctrina, mientras que la segunda parte –lo referido a guardar aquello y arrepentirse— se refiere a las obras, el guardar implica poner por obra la fe que se dice profesar mientras que el arrepentirse, dado que las obras señaladas no son perfectas, implica un cambio en el actuar para que estas sean conformes a lo que se espera de un elegido.

Sobre el señalamiento que hace nuestro señor a este tercer grupo relativo a que sus obras no son perfectas quisiera detenerme un poco, ¿por qué?, porque es imposible para aquellos, así como para nosotros, que en la actual carnalidad podamos realizar obras perfectas. Isaías 64:6 señala claramente que nuestras justicias son ante Dios como trapos de inmundicia, “si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”, pero entonces ¿por qué nuestro Señor en la cita comentada señala que las obras de aquellos en Sardis no han sido halladas perfectas?

En efecto, todas nuestras obras, por más que nos esforcemos, por más que guardemos la Palabra, por más que testimoniemos nuestra fe, no alcanzan en el presente siglo, por nuestra propia carnalidad, el grado de perfección que Dios espera de ellas, pero la cuestión estriba en que no es por nosotros por lo que nuestras obras son hechas perfectas sino por medio de nuestro Señor Jesucristo. Hebreos 10:14 señala claramente que Cristo “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”, con todo y todo este es un proceso que aún está teniendo verificativo en cada uno de nosotros en nuestros días, como señala 1 Pedro cuando dice “más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os 221


perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”, siendo que la plenitud de esto se llevará al regreso de nuestro Señor como señala Filipenses 1:6 al decir que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Por eso la necesidad imperioso de permanecer en Cristo, lo cual Jesús ejemplifica en Juan 15:1-8 como los pámpanos que deben permanecer unidos a la vid.

Juan 15:1-8 1

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2

Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva

fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

4

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar

fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,

éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6

El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se

secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo

lo que queréis, y os será hecho. 8

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis

discípulos.

Si estamos unidos a Cristo su espíritu vive en nosotros, como dice Romanos 8:9 “más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”, ¿y cuál es el Espíritu de Cristo?, el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios como queda claro cuando Jesús en Lucas 4:16-21, aplica sobre sí mismo la cita de Isaías 61:1‭-2 que dice “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a 222


los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová”, siendo que si tenemos el Espíritu de Cristo, el cual es el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios, no sólo somos perfeccionados, incluyendo nuestras obras, por medio de Jesús, sino que tenemos la promesa de la vida eterna, como señala Romanos 8:11 cuando dice que “si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”‭

Por último, quiero proponerte una nueva forma de ver los mensajes a las siete iglesias. ¿Te has dado cuenta que los mensajes a las siete iglesias, en su gran mayoría, guardan el mismo formato, saber: algunas cosas que nuestro Señor tienen que reconocerle y otras que nuestro Señor señala para corrección?, de esto último siempre la corrección va en función tanto de la fe como de las obras, ¿por qué ser tan repetitivo?

Algunos en la fe señalan que las siete iglesias representan siete eras de la historia de la iglesia de Dios, otros señalan que más bien representan a las características de aquellas personas que conformarían al mismo tiempo la iglesia de Dios en toda su historia, pero quiero proponerte como que veas que las siete iglesias nos representan a nosotros, a ti y a mí y a todos los hermanos y hermanas de la iglesia de Dios en cada momento de nuestra vida, si así lo vemos entenderemos porque el mensaje nodal se repite una y otra vez: por la dureza de nuestro corazón.

Más allá de las características de las siete iglesias, que bien pueden ser siete eras de la historia de la iglesia de Dios o las personas que conformarían a la iglesia de Dios en toda su historia, el mensaje siempre es el mismo: reconocimiento de lo que está bien y señalamiento de lo que hay que corregir, siendo esto último siempre en función tanto de la fe como de las obras. En este sentido, si se toman los mensajes a las iglesias como de relevancia actual, 223


debemos reconocer que los mismos aplican hoy a la iglesia de Dios y en función de ello a cada uno de nosotros siendo que si es repetitivo es que Dios, en su infinita misericordia y eterno amor, no quiere que ninguno de nosotros nos perdamos. No seamos sordos a su voz en tanto hay tiempo.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para escuchar estos últimos llamados que Dios está haciendo a Su pueblo para que todos alcancemos las promesas y pidamos al Padre que por su Espíritu reavive en nosotros aquellas cosas que están por morir recordándonos lo que hemos recibido y oído, es decir la fe que hemos recibido, guardando ello, es decir, poniendo nuestra fe por obra, arrepintiéndonos de lo que haya que arrepentirse, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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FILADELFIA “Filadelfia” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

La Lectura Bíblica de Revelación 3:7-13 presenta, en palabras de nuestro Señor Jesucristo, aquellas cosas que Él tenía que reconocer de esta congregación así como aquellas palabras de aliento que la misma necesitaba para alcanzar las promesas dadas por el Padre.

Revelación 3:7-13 7

Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el

Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: 8

Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta,

la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 9

He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser

judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. 10

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te

guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. 11

He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu

corona. 12

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más

saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 225


De igual forma, el Texto Áureo de Revelación 3:11 arroja luz sobre el tema al señalar la necesidad de estar vigilantes para no perder lo que nos aguarda si es que permanecemos fieles hasta el final: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”. Esta cita echa por tierra la doctrina antibíblica muy de boga en las iglesias del mundo que señala “salvo una vez, salvo por siempre” ya que como la misma indica las promesas, en la figura de la corona mencionada, es algo que se nos puede quitar, si no fuera así el exhorto a retener las mismas, lo cual implica un esfuerzo de nuestra parte, saldría sobrando.

Sobre la Lectura Bíblica, es interesante que el mensaje a la iglesia de Filadelfia es el único mensaje de las siete iglesias que no tiene reconvenciones, visto de esta forma podría pensarse en que esta iglesia, al menos de las siete mencionadas, es la iglesia ideal a la que uno, en lo individual o como congregación, habría que aspirar, en ese sentido el mensaje a la misma adquiere mayor relevancia por lo que cada versículo merece, sino un estudio particular, al menos si un abordaje en específico.

En el versículo 7 de la Lectura Bíblica nuestro señor se describe a sí mismo como el Santo y el Verdadero. Sabemos que santo significa apartado y, en este sentido, para los fines específicos de Dios. En cuanto a verdadero, Revelación 19:11 presenta a nuestro Señor como Fiel y Verdadero, curiosamente ambas expresiones se refieren a lo mismo, pero desde diferentes perspectivas. Fiel viene de la palabra hebrea ‫לָ נּומֱה‬, emunah (Habacuc 2:4), la cual a su vez deriva de la raíz ‫לָ נֱ א‬, emet (Génesis 24:27), que significa verdad, de esta forma al señalarse que Jesús es fiel hay que entenderlo en el sentido de que es fiel a la verdad, ahora bien, ¿qué es la verdad? Juan 17:17 señala claramente que la Palabra de Dios es verdad. En cuanto a Verdadero, considerando la cita de Juan 17:17, si Jesús es verdadero y si la Palabra de Dios es verdad, luego entonces Él personifica esa Palabra la cual es verdad y por lo tanto Él es verdadero. ¿Te fijas?, Fiel y Verdadero tienen el mismo referente relacionado con la Palabra, pero el primero 226


con la Palabra escrita y el segundo con la Palabra echa carne, los cuales son ambos, por así decirlo, los dos lados de la misma moneda. De esta forma, cuando estudias la Escritura leemos la Palabra, cuando leemos de Jesús conocemos la Palabra, pero lo importante es que nosotros vivamos la Palabra, después de todo estamos llamados a reflejar a Cristo quien es Fiel y Verdadero, dicho de otra forma, estamos llamados no solo a leer la Palabra, no solo a conocer la Palabra, sino a llegar a vivir la Palabra.

El versículo 8 señala que a esta iglesia se le ha puesto una puerta delante la cual nadie puede cerrar, ¿qué o más bien quién es la puerta?, en Juan 10:9 nuestro Señor se presenta a sí mismo como la Puerta, “yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”, de esta forma esta puerta presentada aquí es Él mismo, pero fijémonos en un detalle: la puerta está abierta delante de aquellas iglesia, es decir, le toca a ella decidir, y hacer lo propio –por eso la mención inicial de que nuestro Señor conoce sus obras– , para pasar por esa puerta, por eso el mensaje con el que abre el mensaje a esa iglesia de retener las promesas dadas para que nadie le quite la corona que se le tiene preparada. Ahora bien, aunque a esa iglesia le toca hacer su parte, es claro que no es por sus esfuerzos que alcanza las promesas sino por la infinita misericordia y eterno amor del Padre, es por ello que ese mismo versículo la reconoce como con poca fuerza –humanamente hablando– pero sustentada en la fortaleza de Dios al guardar la Palabra y no negar su nombre. De nueva cuenta la referencia a la Palabra, la cual hay que entenderla en las dos acepciones: la escrita y la hecha carne, la primera representada por la Escritura, la segunda personificada por Jesús, en cuanto a nosotros, la primera se refiere a la fe, la segunda a las obras.

El versículo 9 menciona a los enemigos de la iglesia en Filadelfia como aquellos que se dicen ser judíos sin serlo. Sobre el decirse judío sin serlo, si bien puede referirse a la situación meramente carnal el alcance de dicha expresión llega hasta cuestiones espirituales. Cuando los judíos de tiempo de Jesús le encararon diciendo que ellos descendían de Abraham, Él los enfrentó señalando que si así 227


fuese las obras de Abraham harían aclarando que dado que lo rechazaban a Él más bien las obras de su padre el Diablo hacían, como señala Juan 8:39-41, “respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios”. De igual forma Pablo escribiendo a los Romanos señalaba que no era judío aquel que lo fuera en la carne, sino más bien aquel que lo era en el corazón, como dice Romanos 2:28-29, “pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”. De esta forma, aquellos que se dicen judíos sin serlo, si bien puede referirse a su condición física, más bien se refiere a su condición espiritual: ajenos a la verdad, y no sólo ajenos sino incluso enemigos de ésta.

El versículo 10 contiene una promesa para esa iglesia, y en su figura para todos los creyentes de todos los tiempos, sobre todo a los que nos encontramos a la víspera de la segunda venida de nuestro Señor: ser guardados a la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo. Pero esa promesa, como todas en la Escritura, contiene una condición: se requiere previamente haber guardado la palabra de paciencia. Palabra nos queda claro que, como se ha comentado anteriormente, se refiere tanto a la Palabra escrita como a la Palabra echa carne, pero ¿por qué se le menciona como la palabra de paciencia?, en Revelación 14:12 se menciona la paciencia de los santos definidos estos como aquellos que guardan los mandamientos de Dios y retienen el testimonio de Jesús, “aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”, de nueva cuenta las referencias a la Palabra escrita y a la Palabra echa carne, siendo que ese retener se refiere no sólo a leer la Palabra, no sólo a

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conocer la Palabra, sino a llegar a vivir la Palabra, condición para ser guardados en la hora de prueba que se avecina sobre el mundo.

El versículo 11 de la Lectura Bíblica menciona lo ya comentado sobre retener lo que se tiene, las promesas dadas por el Padre, para que nadie tome la corona que se nos tiene preparada. No se extenderá más en esto dado que ya se ha comentado, sólo se agregaría que con esto en mente todos los días deberíamos de salir a proclamar el Evangelio y a dar testimonio de esa fe que decimos profesar.

El versículo 12 de la Lectura Bíblica contiene la meta condicionada a la que deberíamos estarnos extendiendo: ser una columna en el templo de Dios si es que logramos ser contados entre los vencedores. Como comentario doctrinal es interesante que este versículo ponga en palabras de nuestro Señor, el indicativo, no una, ni dos, ni tres, sino cuatro veces, de que su Padre es su Dios. La iglesia de Dios presenta la verdad escritural de que Jesús, aunque es la imagen del Dios invisible, como señala Colosenses 1:15, no es igual al Padre, de que Él tuvo un inicio siendo así el principio de la creación de Dios, y que Hijo le está sujeto en todo y por todo al Padre, conocimiento velado para el mundo binitario o trinitario a pesar de lo contundente de esta cita, en ese sentido, como dice 1 Corintios 8:6 para “nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas y nosotros por medio de él”.

Por último, el versículo 13 de la Lectura Bíblica de nuevo señala la exhortación repetitiva a lo largo de los mensajes a las iglesias de que aquel que tenga oídos, oiga, es decir, que aquel que posea el Espíritu de Dios entienda a cabalidad, con la mente y el corazón, lo que la Palabra desea transmitirnos.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para entender y aplicar esa verdad que tenemos que reflejar en nuestra 229


vida, la Palabra escrita y la Palabra echa carne, sabiendo que no es suficiente leer la primera y conocer la segunda sino que tenemos que llegar a retenerla, vivirla pues, siendo que esa es la condiciĂłn para ser guardados ante la hora de prueba que se avecina sobre el mundo y de igual forma para alcanzar las promesas que de Dios, por medio de su Hijo, se nos han dado, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo JesĂşs.

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LAODICEA “Laodicea” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

La Lectura Bíblica de Revelación 3:14-22 presenta, en palabras de nuestro Señor Jesucristo, aquellas cosas que Él tenía que decir de esta congregación, tristemente, y a diferencia del mensaje a las demás iglesias, en este caso no hay nada que nuestro Señor le reconozca a esta comunidad, solamente cosas que merecen su severo juicio aunque, como en todos los casos, con un exhorto a la corrección.

Revelación 3:14-22 14

Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo

fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 15

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o

caliente! 16

Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

17

Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa

tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18

Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para

que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19

Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y

arrepiéntete. 20

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la

puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo

he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 231


22

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

De igual forma, el Texto Áureo de Revelación 3:19 arroja luz sobre el tema al señalar una realidad que a veces los elegidos no queremos ver: que nuestro Señor reprende y castiga a quien ama: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.

Respecto de la Lectura Bíblica y sobre las características de esta comunidad merecedoras de reprensión por parte de nuestro Señor, según el versículo 17 son cinco aquellas cosas que de su parte son reclamadas: el ser desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos. Veamos cada una.

Respecto de ser desventurados, en Mateo 5:1-12, Jesús entrega aquella instrucción conocida como las bienaventuranzas, cada una de ellas plantea una situación, en ocasiones adveras para los creyentes, pero que es acompañada por una promesa, promesas que mueven a esperanza, de esta forma, al señalar que la comunidad de Laodicea era desventurada queda patente que la misma, tanto en la individual como en conjunto, no se identifica con ninguna de aquellas bienaventuranzas quedando por lo tanto sin la esperanza de aquellas promesas dadas al respecto. Con relación a ser miserables, Pablo, en 1 Corintios 15:19, señala “si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres”, algunas versiones en vez de miserables dicen los más dignos de conmiseración o de lástima que para el caso es lo mismo. De esta forma la comunidad de Laodicea, al ser miserable, no tenía la promesa de la venida de nuestro Señor, de la resurrección para gloria de los muertos, y de la participación en el reino futro como reyes y sacerdotes, algo por demás digno de conmiseración, de lástima, haciéndolos los más miserables de los hombres.

232


En cuanto a ser pobre, nuestro Señor en Mateo 6:19-34, dijo a los de su tiempo, y en su figura a los cristianos de todos los tiempos: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. De esta forma, al ser la comunidad de Laodicea señalada como pobre, a pesar de las riquezas materiales de las que disfrutaba, implica que la misma no se había hecho de riquezas permanentes, tesoros en el cielo pues, por lo que no había nada al respecto que reconocerle. Respecto de ser ciegos, el Salmo 119:105 señala “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”, de esta forma, la condición de ceguera adjudicable a la comunidad de Laodicea implica que no tenían el entendimiento correcto de la Palabra, por lo que su andar en el Camino era errático, sin rumbo, peor aún: contrario a la voluntad de Dios.

Por último, con relación a estar desnudos, Mateo 22:1-13 presenta aquella parábola donde una persona que entra sin el vestido apropiado a unas bodas es reprendido por ello y echado fuera. Mediante el bautismo somos vestidos de Cristo, como señala Gálatas 3:27, y a través de poner por obra nuestra fe nos vamos vistiendo de lino fino, que son las acciones de los santos, como señala Revelación 19:8, de esta forma, al señalar respecto de la comunidad de Laodicea que ésta se encuentra desnuda, es que no tiene nada de esto que la Palabra señala como aquellas ropas de las cuales los santos debe estar vestidos.

Con todo y todo la reprensión deja un espacio para la corrección, como señala el versículo 18 de la Lectura Bíblica, en tanto se atienda a la instrucción entregada: comprar oro refinado y vestiduras blancas, así como limpiar los ojos para poder ver. El limpiar los ojos, dado su referente a poder ver, implica un entendimiento correcto de la Escritura, luego entonces apunta a la doctrina, a la fe; las vestiduras blancas son las acciones de los santos, como ya se comentó, por lo que este 233


referente apunta a las obras, a vivir conforme a la fe que se dice profesar; y en cuanto al oro refinado, esto apunta a aquellas pruebas que todo creyente debe pasar, algunas para edificación, otras para corrección, pero que finalmente el resultado es glorioso, como señala 1 Pedro1:7: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.

Antes de concluir hay un punto de la Lectura Bíblica a considerar por lo enigmático de su presentación, esto es aquellos señalado en Revelación 3:15‭-16 que dice en palabras de nuestro Señor respecto de la comunidad de Laodicea: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”, ¿por qué es enigmático?, porque generalmente se entiende eso de frío o caliente como algo bueno o lago malo, los dos extremos caracterizados, pero si uno se fija puede darse cuenta que nuestro Señor aboga por que dicha comunidad fuera o bien fría o bien caliente, luego entonces ambas cosas son aceptables para nuestro Señor, de hecho requeridas, por el comentario, para salvación, siendo así ¿a qué puede referirse?‭ En Mateo 11:16-17, nuestro Señor recrimina a los de su tiempo diciendo: “Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis”. Si vemos los mensajes a las iglesias estos tienen lo mismo palabras de aliento, de reconocimiento, que palabras de condenación para corrección. Estas son las dos maneras en las que Dios trata con Su pueblo al poner delante de él, tanto en lo individual como en lo particular, bendiciones y maldiciones exhortando siempre a escoger la bendición, como señala Deuteronomio 30:19: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. Hay personas, hay comunidades, que a través del aliento, del reconocimiento, son 234


impulsadas a mayor edificación, a ir avanzando en el Camino en pos de la perfección y la santidad; otras personas, otras comunidades requieren para eso el señalamiento de sus errores, juicios severos para venir a corrección; pero ¿qué pasa cuando, tanto en la particular como en lo colectivo no se responde ni al reconocimiento ni a la corrección, es decir, cuando no se es frío ni caliente?, pues que de parte de Dios ya no hay nada más que hacer siendo que quienes están en esa situación sólo pueden esperar, como señala Revelación 3:16, ser vomitados, es decir, ser echados fuera, condenados sin posibilidad alguna de remisión.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que, mostrando nuestro celo, tanto en la profesión de nuestras creencias como en el actuar correspondiente, seamos, a diferencia de la comunidad de Laodicea, bienaventurados, gozosos, ricos, pudiendo ver y estando correctamente vestidos, tal como corresponde a todo hijo de Dios, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

235


¿QUÉ ESPERAR EN LOS ÚLTIMOS DÍAS? “¿Qué esperar en los últimos días?” hace referencia a lo que la Palabra declara respecto de lo que acontecerá conforme se acerque la segunda venida de nuestro Señor.

La Lectura Bíblica de 2 Pedro 3 presenta la principal características de aquellos ajenos a las verdades reveladas por la Escritura: el pensar que el tiempo que ha transcurrido desde que se nos dieron las promesas es sinónimo de tardanza, peor aún: de que nuestra esperanza es vana, en cuanto al cumplimiento de las mismas.

2 Pedro 3 1

Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto

con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2

para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por

los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles; 3

sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores,

andando según sus propias concupiscencias, 4

y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el

día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. 5

Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos

por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, 6

por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;

7

pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma

palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. 8

Más, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como

mil años, y mil años como un día. 236


9

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,

sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los

cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11

Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis

vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12

esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los

cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13

Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra

nueva, en los cuales mora la justicia. 14

Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con

diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 15

Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación;

como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16

casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las

cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17

Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea

que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18

Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y

Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

De igual forma, el Texto Áureo de 2 Pedro 3:9 arroja luz sobre el tema al señalar respecto de lo anterior, que eso que el mundo ve como tardanza no es otra cosa que la demostración de la infinita misericordia de Dios al dar el tiempo suficiente 237


para que todos los hombres se arrepientan y vengan a salvación: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.

La cuestión del futuro siempre ha intrigado a la humanidad por el grado de incertidumbre que ello implica. Si bien el mundo busca en sus rudimentos la manera de abordar esto, los elegidos cuentan con la Palabra para sr guiados, con todo y todo hay que cuidar que el énfasis en cuanto a lo que está por venir no sea en identificar lo que las señales dadas por la Escritura simbolizan sino como es que ésta revelación puede servirnos para edificación.

De que estamos en el último tiempo es más que claro por lo señalado por nuestro Señor cuando mencionó, en Mateo 24:32, la principal señal de ello referida al reverdecimiento de la higuera, “de la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca”, símbolo de Israel (Isaías 5:1-7), lo cual comenzó cuando esta nación a medianos del siglo XX volvió a tener su tierra en posesión. Sobre esto, en Mateo 24:34 nuestro Señor claramente dijo que no pasaría la generación que viera esos acontecimientos antes que Él viniera, “de cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”. Con esto en mente ¿qué puede esperarse en estos últimos días? Abordemos esto no viendo al mundo, a los demás, sino a nosotros mismos como iglesia, en lo personal y en lo colectivo, y para ello veamos cuatro cosas.

En primer lugar, como dice Mateo 24:12 es que previo a la segunda venida de nuestro Señor el amor de muchos se enfriaría, ¿se referirá esto al mundo?, ¿será la iniquidad que vemos el cumplimiento de esto? La respuesta es no. Pablo en 2 Timoteo 3:1-5 establece las características de aquellos del mundo previo a la segunda venida de nuestro Señor —avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, etc.—, pero la cita de Mateo 24:12 no se refiere a ellos, ¿por qué?, porque claramente señala que el amor de muchos 238


se enfriaría y dado que, como señala 1 Juan 5:3, el amor a Dios es que guardemos Sus mandamientos, “pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”, aquellos sólo puede referirse a la iglesia de Dios, la cual busca cumplir las ordenanzas divinas, no al mundo el cual no conoce esta verdad. De esta forma ese enfriamiento del amor se refiere a esa relajación, a esa falta de celo, en cuanto al cumplimiento de la Ley de Dios por parte de Su iglesia.

En segundo lugar, como señala Lucas 18:8, nuestro propio Señor se preguntó si es que acaso a su regreso hallaría fe sobre la tierra, “os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”. De nueva cuenta esta sentencia no aplica el mundo ya que la fe pasa por conocer y creer las verdades reveladas, verdades cuya columna es la iglesia de Dios (1 Timoteo 3:15), de esta forma la pregunta que hace nuestro Señor apunta a ese cuestionamiento sobre si a su regreso Su iglesia todavía tendría la fe que se le entregó y si hay duda en ello es que porque lo mismo llegará a un grado de imperceptibilidad tal que parecerá no existir.

En tercer lugar está la parábola de las diez vírgenes consignada en Mateo 25:113. Generalmente uno escucha, cuando se aborda esta parábola, el exhorto de quien está en la predica en el sentido de estar velando para no dormirse como las vírgenes fatuas, pero si uno lee bien la parábola se dará cuenta que las diez vírgenes se durmieron, no sólo las fatuas sino también las que se conocen como sensatas, “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron” (v. 5), y esto en la parábola ¡es previo a la venida del novio! (v. 6), de esta forma se representa como es que en la iglesia de Dios, tanto los sensatos como los fatuos dejarán de velar y se dormirán lo cual implica ese dejar de trabajar en la obra (Mateo 24:45-47), dejar de cumplir la Gran Comisión (Marcos 16:15-18), dejar de ser sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5:13-16).

239


Por último, en cuarto lugar, Mateo 24:24, respecto de la influencia del Enemigo sobre toda la tierra, señala que esto llegará a tal grado que si fuese posible engañaría incluso a los elegidos, “porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”, dada la realidad que vemos en muchos hermanos y hermanas no podemos menos que concluir que aquello es posible por lo que muchos en la iglesia de Dios serán engañados por las acechanzas del Enemigo, las vanidades del Mundo o la concupiscencia de la carne.

Visto de esta forma el panorama futuro cambia ya que no solo se trata de saber, con base en la profecía, qué significa tal o cual señal, sino que mueve a mirarnos, a evaluarnos, a juzgarnos y corregirnos pues lo principal que puede esperarse respecto de los últimos días tiene un referente preponderante con la iglesia de Dios, contigo y conmigo, con todos los que forman el Cuerpo de Cristo.

Este panorama no es para nada halagüeño y, como puede observarse ya en nuestras congregaciones, el espíritu de iniquidad ha comenzado a obrar: el amor se está enfriando, la fe se está diluyendo, de la vela se ha pasado al dormir, y el engaño ha comenzado a campear.

Todo en la Escritura es para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación. Todo lo dicho anteriormente no es una sentencia ineludible como si de predestinación se tratara sino un retrato que Aquel que puede ver el futuro nos entrega para que nuestro amor no se enfríe, para que nuestra fe no decaiga, para que no nos durmamos, y para que no seamos engañados, ¿cómo hacer esto?

Los versículos 14 y 18 de la Lectura Bíblica señalan la forma en que uno debe conducirse para no caer en aquello que se nos está previniendo. Respecto de 2 Pedro 3:14, la Palabra señala “por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en 240


paz”. Los mensajes a las siete iglesias de Revelación 2 y 3 dejan muy en claro a que puede estarse refiriendo la Palabra con esto de estar sin mancha y ser hallados irreprensibles. Dichos mensaje, en palabras de nuestro Señor, reconoce en la iglesia lo que hay de meritorio en su ser, tanto en su pensar como en su actuar, de igual forma señala aquello que es condenable para mover a corrección, conviene prestar oídos a ello y actuar en consecuencia. En cuanto a 2 Pedro 3:18 la Escritura consigna “antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad”, de ahí que nuestra guía en estos últimos tiempos, como en toda nuestra vida, como en toda la historia de la iglesia de Dios, debe ser la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, de ahí que estudiar la Palabra, meditar sobre la Palabra y orar con la Palabra, y obvio: poner en consecuencia por obra esa fe que se dice profesar, debe ser la manera en que podamos seguir creciendo en gracia y en conocimiento divino. No nos confiemos, Revelación 18:4 señala “y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella [la Babilonia del mundo], pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas”, aquí el pueblo son aquellos elegidos que han respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, por la forma en que está expresada la idea ahí contenida si esos elegidos no salen de la Babilonia del mundo pueden hacerse partícipes de sus pecados y recibir sobre sí el castigo referido a las plagas que sobre la tierra caerán.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que nuestro amor no se enfríe, para que nuestra fe no se diluya, para que no cabeceemos y nos durmamos y para que no seamos engañados, usando la Palabra escrita y la Palabra hecha carne para seguir creciendo en gracia y conocimiento divino y ser hallados sin mancha e irreprensibles a la venida de nuestro Señor, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús. 241


EL CORAZÓN “El corazón” hace referencia a lo que la Palabra declara respecto de lo que simbólicamente la misma representa con éste órgano referido a nuestra esencia.

La Lectura Bíblica de Deuteronomio 9 presenta en palabras de Moisés una relatoría que evidencia la dureza del corazón del pueblo de Israel en la cual, a pesar de las señales y prodigios de Dios ara con ellos, su carnalidad los llevaba una y otra vez a incumplir las mismas ordenanzas que habían contraído con motivo del pacto hecho entre Dios y ellos.

Deuteronomio 9 1

Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a

naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; 2

un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú

conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac? 3

Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como

fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho. 4

No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de

delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. 5

No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra

de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6

Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta

buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. 242


7

Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el

desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes a Jehová. 8

En Horeb provocasteis a ira a Jehová, y se enojó Jehová contra vosotros

para destruiros. 9

Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del

pacto que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua; 10

y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y

en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. 11

Sucedió al fin de los cuarenta días y cuarenta noches, que Jehová me dio

las dos tablas de piedra, las tablas del pacto. 12

Y me dijo Jehová: Levántate, desciende pronto de aquí, porque tu pueblo

que sacaste de Egipto se ha corrompido; pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho una imagen de fundición. 13

Y me habló Jehová, diciendo: He observado a ese pueblo, y he aquí que

es pueblo duro de cerviz. 14

Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del cielo, y yo te

pondré sobre una nación fuerte y mucho más numerosa que ellos. 15

Y volví y descendí del monte, el cual ardía en fuego, con las tablas del

pacto en mis dos manos. 16

Y miré, y he aquí habíais pecado contra Jehová vuestro Dios; os habíais

hecho un becerro de fundición, apartándoos pronto del camino que Jehová os había mandado. 17

Entonces tomé las dos tablas y las arrojé de mis dos manos, y las quebré

delante de vuestros ojos. 18

Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta

noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo.

243


19

Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado

contra vosotros para destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez. 20

Contra Aarón también se enojó Jehová en gran manera para destruirlo; y

también oré por Aarón en aquel entonces. 21

Y tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que habíais hecho, y lo

quemé en el fuego, y lo desmenucé moliéndolo muy bien, hasta que fue reducido a polvo; y eché el polvo de él en el arroyo que descendía del monte. 22

También en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava provocasteis a ira a

Jehová. 23

Y cuando Jehová os envió desde Cades-barnea, diciendo: Subid y

poseed la tierra que yo os he dado, también fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios, y no le creísteis, ni obedecisteis a su voz. 24

Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco.

25

Me postré, pues, delante de Jehová; cuarenta días y cuarenta noches

estuve postrado, porque Jehová dijo que os había de destruir. 26

Y oré a Jehová, diciendo: Oh Señor Jehová, no destruyas a tu pueblo y a

tu heredad que has redimido con tu grandeza, que sacaste de Egipto con mano poderosa. 27

Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza

de este pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, 28

no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no

pudo Jehová introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto. 29

Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con

tu brazo extendido.

De igual forma, el Texto Áureo de Salmo 7:9 arroja luz sobre el tema al señalar respecto de lo anterior, y tomando como referencia alegórica al corazón, que Dios precisamente nos prueba evidenciando lo que somos y, en función de ello, lo que

244


podemos llegar a ser: “Fenezca ahora la maldad de los inicuos, más establece tú al justo; porque el Dios justo prueba la mente y el corazón”

Con respecto a la referencia escritural relativa al corazón, hay que entender, como ya se comentó anteriormente, que la misma no señala de manera específica a ese órgano sino que simbólicamente lo usa para representar la esencia de lo que estamos hechos, prueba de ello las referencias de Génesis 6:5, “y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”, o Mateo 9:4, “y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?”, a los pensamientos del corazón, dado que los pensamientos tienen su origen en nuestra mente, el término corazón escrituralmente hablando apunta a lo que interiormente somos.

Sobre esto, a saber, el corazón, nuestra esencia, la Palabra declara en Génesis 8:21, que nuestro corazón es malo desde nuestra juventud, “y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho”, algunas versiones traducen lo de “malo desde su juventud” como “malo desde la niñez”. Esta referencia implica un reconocimiento de esa naturaleza pecaminosa que heredamos de nuestros primeros padres y apunta a nuestra actual carnalidad que, como declara Romanos 8:6-8, es contraria a los designios de Dios: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”.

Con todo y todo esto no es un destino inexorable, eso lo sabemos los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, ya que, como declara Romanos 8:9-13, dicho llamamiento nos ha traído a 245


vivir en el Espíritu, obrando en ello y por ello la justicia de Dios que es en Cristo Jesús, y teniendo las promesas de la liberación futura de esta carnalidad para servir a Dios en perfección y santidad.

Romanos 8 9

Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el

Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10

Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa

del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. 11

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en

vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos

conforme a la carne; 13

porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis

morir las obras de la carne, viviréis.

Con todo y todo hay que tener claro que nada de lo anterior ha sido por merecimiento propio sino por la infinita misericordia y eterno amor del Padre, como declara la Lectura Bíblica en Deuteronomio 9:5, esto, al igual que aquello para el Pueblo de Israel, no ha sido dado por ni por méritos ni por rectitud, sino por la pura gracia de Dios: “No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob”.

De igual forma, y aunque los elegidos nos esforzamos en vivir diariamente, en cada momento, por el Espíritu, la Escritura nos previene a velar, a no desfallecer, a no dormirnos, pues conforme se acerque el advenimiento de nuestro Señor las

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condiciones del mundo irán de mal en peor siendo que si no hacemos lo primero podemos ser arrastrados con quienes viven sin el Espíritu.

Sobre esto, a saber, las condiciones finales de los tiempos, Lucas 17:28 entrega en palabras de nuestro Señor la caracterización de la sociedad comparándola con aquellos existentes en tiempos de Lot previo a la destrucción de Sodoma y Gomorra: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban”. Curiosamente son seis condiciones las que se mencionan: comer, beber, comprar, vender, plantar y edificar. ¿Por qué se señala que esto es curioso?, por tres cosas en las que hay que reparar: en primer lugar, el seis es el número del hombre ya que este fue creado al sexto día (Génesis 1:24-26), así que aquí tenemos representado al hombre que completamente está entregado a satisfacer sus deseos carnales; en segundo lugar, seis son los mandamientos que establecen las normas de nuestra relación con el prójimo (Éxodo 20:12-17), pero si vemos lo que en la cita comentada se menciona, –a saber: comer, beber, comprar, vender, plantar y edificar–, puede verse que todas las acciones están volcadas egoístamente en el yo sin considerar para nada a los demás; y en tercer lugar, de las condiciones sociales mencionadas resalta que ninguna ni por lejos apunta a una relación con Dios, a la búsqueda de Él, al deseo de conocer Su voluntad y agradarle. De esta forma la sociedad existente previo al advenimiento de nuestro Señor estaría volcada a la satisfacción de sus deseos carnales, materiales, de igual forma todo giraría egoístamente en torno al yo sin consideración de los demás, y en la vida de estos no habría espacio alguno para buscar a Dios, para oír Su voz y para cumplir Su voluntad.

El que la Escritura entregue esta instrucción, que no es para el mundo, sino para la iglesia, es precisamente para que la misma no sea arrastrada en la vorágine que el Enemigo, el Mundo y la Carne está generando previo a la venida de nuestro Señor para perdición de los indoctos, de los rebeldes y de los inicuos.

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Lo anterior porque, a pesar de haber respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, seguimos batallando con nuestra carnalidad, lucha que sólo concluirá a la venida de nuestro Señor cuando esto mortal haya sido revestido de inmortalidad y esta corrupción sea cambiada por gloria eterna.

Sobre todo lo dicho hasta aquí el llamado de Joel 2:12-13 cobra una muy actual relevancia: convertíos de corazón, “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo”. “Pero yo ya me convertí cuando me arrepentí y fui bautizado” – podrá decir alguien, y tiene razón, en nuestra vida hubo un momento de quiebre cuando fuimos bautizados, pero de igual forma seguimos tropezando y cayendo, vaya: seguimos batallando con nuestra carnalidad, con nuestra concupiscencia, y, salvo que alguien ya se crea perfecto y santo, la conversión del corazón es un asunto inacabado que debemos seguir trabajando.

Ahora bien, sobre esto quiero que pienses una cosa: ¿alguna vez jugaste a las vencidas con alguien, un hermano o un amigo tal vez?, los dos sentados en extremos de una mesa con sus brazos apoyados con el codo sobre ésta buscan, juntando sus manos, vencer al otro empujando la mano de éste al lado contrario hasta que ésta toca la mesa, ¿sabes a qué me refiero, verdad?, ahora bien: ¿alguna vez has intentado jugar a las vencidas contigo mismo?, ¡es algo absurdo!, simplemente es imposible, ¿por qué?, porque ambas manos tienen la misma fuerza y ambas son controladas por la misma persona, ¡por eso es imposible jugar a las vencidas con nosotros mismos!, pero entonces ¿por qué Joel, en la cita mencionada, exhorta a que convirtamos nuestro corazón?, ¡esto es imposible, tan imposible como jugar a las vencidas con uno mismo y por las mismas razones!, ¿entonces? No podemos nosotros mismos, por nosotros mismos, vencer ese corazón torpe, rebelde y cobarde que tenemos, pero tenemos que intentarlo para darnos cuenta de ello y una vez dado cuenta de ello seguirlo intentando pero 248


ahora señalando, como David en Salmo 51:10, crea Dios en mí un corazón limpio, “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”, otras versiones dicen crean en mi Dios un corazón puro, en todo caso se refiere a esa renovación que Dios puede hacer de nuestra esencia hasta que lleguemos a reflejar Su carácter perfecto y santo, de esta forma, volviendo al ejemplo del juego de las vencidas, Dios actúa como aquel hermano o amigo que viendo no podíamos ganar en el juego se acercaba y aplicaba la fuerza necesaria para que ganáramos en él.

Esta renovación, como señala Ezequiel 11:19-20, implica de parte de Dios quitar este corazón de piedra que tenemos y poner en su lugar un corazón de carne, “y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”, ahora bien ¿conoces a alguien que le hayan hecho una operación de corazón?, es algo mucho muy doloroso, en ese sentido, si una operación carnal del corazón es dolorosa ¡cuantimás lo será una operación espiritual que finalmente cambia nuestra propia esencia!, y eso es precisamente lo que ahorita nos está aconteciendo a los elegidos, por eso el dolor, el sufrimiento y la pena que nos embarga en ocasiones, volviendo al Texto Áureo, Dios está probando nuestros corazones evidenciando lo que somos pero mejor aún: trabajando en él para que lleguemos a ser lo que desde la eternidad pensó para cada uno de nosotros, ¿qué se pide de nuestra parte?, seguir jugando a las vencidas con esta carnalidad sabiendo que ahora de nuestro lado tenemos a Aquel por medio del cual somos más que vencedores, en otras palabras: ser fieles hasta el final para recibir la corona de vida que se nos tiene prometida (Revelación 2:10).

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en la comprensión de la carnalidad reflejo de nuestra esencia representada por nuestro corazón, sabiendo que estamos llamados a luchar 249


contra ello, no para salir vencedores por nuestro propio esfuerzo, sino porque éste es requerido para que nos demos cuenta de la necesidad que tenemos de Dios en nuestra vida y para que Él pueda trabajar en nosotros hasta cambiar este corazón de piedra por uno de carne, cambiar nuestra esencia pues, hasta reflejar la imagen de Cristo quien es a su vez imagen del Dios invisible, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

250


EL CORAZÓN, PARTE 2 “El corazón, parte 2” hace referencia a lo que la Palabra declara respecto de lo que simbólicamente la misma representa con éste órgano referido a nuestra esencia.

La Lectura Bíblica de Salmo 10 presenta las características de lo que podríamos denominar un corazón malo, de igual forma expresa esa confianza de que Dios socorre a los pobres y humildes y que en su momento dará su paga a quienes actúen inicuamente.

Salmos 10 1

¿Por qué estás lejos, oh Jehová, Y te escondes en el tiempo de la tribulación? 2 Con arrogancia el malo persigue al pobre; Será atrapado en los artificios que ha ideado. 3 Porque el malo se jacta del deseo de su alma, Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová. 4

El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. 5 Sus caminos son torcidos en todo tiempo; Tus juicios los tiene muy lejos de su vista; A todos sus adversarios desprecia. 6 Dice en su corazón: No seré movido jamás; Nunca me alcanzará el infortunio. 7 Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude; Debajo de su lengua hay vejación y maldad. 8

Se sienta en acecho cerca de las aldeas; En escondrijos mata al inocente. Sus ojos están acechando al desvalido; 9 Acecha en oculto, como el león desde su cueva; Acecha para arrebatar al pobre; Arrebata al pobre trayéndolo a su red.

251


10

Se encoge, se agacha, Y caen en sus fuertes garras muchos desdichados. 11 Dice en su corazón: Dios ha olvidado; Ha encubierto su rostro; nunca lo verá. 12 Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano; No te olvides de los pobres. 13 ¿Por qué desprecia el malo a Dios? En su corazón ha dicho: Tú no lo inquirirás. 14 Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano; A ti se acoge el desvalido; Tú eres el amparo del huérfano. 15 Quebranta tú el brazo del inicuo, Y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna. 16 Jehová es Rey eternamente y para siempre; De su tierra han perecido las naciones. 17 El deseo de los humildes oíste, oh Jehová; Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído, 18 Para juzgar al huérfano y al oprimido, A fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra. De igual forma, el Texto Áureo de Salmo 31:24 arroja luz sobre el tema al exhortarnos, en la figura de aquellos que esperan en Dios, respecto de nuestro corazón, a esforzarnos y tomar aliento: “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón”.

Respecto del corazón, la Escritura nos señala, en Jeremías 17:9, que el mismo es engañoso y perverso, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. Con todo y todo esto no es un destino inexorable, de ser así Dios no nos instaría a buscar la perfección y santidad, pero de lo que sí nos habla es de esa naturaleza que debe ser cambiada pasando de lo que somos a lo que estamos llamados a ser.

252


Sobre estas dos realidades que hay en nuestro corazón, Efesios 4:31‭-32 contiene un exhorto que permite ver los dos lados de la moneda, por un lado están amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia, del otro lado está el ser benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros. Dado que la cita exhorta a rechazar los primeros y seguir los segundos es más que evidentes que ambos están en uno, pero de igual forma, y basados en la experiencia humana, es imposible para nosotros por nosotros mismos lograrlo, pero el intentarlo nos damos cuenta de ello y entonces acudimos con Aquel que habiéndonos llamado a su luz admirable puede darnos la fuerza para ello. Ahora bien, esto no se logra sin esfuerzo y, lo que es más, sin sufrimiento. ‭

La realidad de la naturaleza humana es que desde que nacemos tenemos el corazón lleno, no puede ser de otra forma, pero ¿lleno de qué? de nosotros mismos. Al inicio traemos nada más nuestra naturaleza pecaminosa pero conforme vamos creciendo vamos desarrollando esas ideas, esos comportamientos, que terminan por llena nuestro corazón. Un corazón lleno no tiene cabida para nada más, de ahí que el mismo necesite, en palabras de la propia Escritura, ser quebrantado, es decir, quitar de él aquello que no es conforme a la perfección y a la santidad de Dios para que en ese espacio nuestro Padre pueda trabajar en él y como consecuencia de ello en nosotros.

Sobre este quebrantamiento, sobre este cambio de la naturaleza de nuestro corazón, el Salmo 147:1-3 señala como es que Dios termina sanándolo: “Alabad a JAH, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza. Jehová edifica a Jerusalén; a los desterrados de Israel recogerá. El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas”. Este sanar no sólo se refiere a aliviar esas dolencias propias del mismo en la figura de sus sufrimientos sino, en un sentido más amplio, se refiere también a llevarlo a su plenitud, a la perfección y santidad a la que estamos llamados.

253


Sobre esto, Salmo 51:16-17, “porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” y Salmo 34:18, “cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu”, hacen énfasis que precisamente lo que Dios desea es un corazón quebrantado. Eso de que Dios desea puede entenderse en el sentido de que lo que Dios necesita para trabajar en nosotros es un corazón quebrantado, es decir, un corazón que dejando lo imperfecto y pecaminoso, tenga el espacio suficiente para que Dios pueda trabajar en Él.

De esta forma puede entenderse en parte ese sufrimiento que en ocasiones se padece al andar en el Camino, ya que el mismo es el reflejo de ese quebrantamiento que está teniendo lugar en nuestro corazón, pero –y esto es muy importante– a diferencia del sufrimiento que de igual forma padecen los del mundo, en nuestro caso Dios está obrando por medio de Él en nosotros para formar su carácter perfecto y santo. Esto está reflejado en Proverbios 17:3 que a manera de símil relaciona el crisol para refinar la plata, la hornaza para refinar el oro, y a Dios mismo para refinar nuestro corazón: “El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; pero Jehová prueba los corazones”.

Pero bueno, ¿qué significa, concretamente hablando, que Dios está formando en nosotros, a través del quebrantamiento de corazón, Su carácter perfecto y santo?, como señala Jeremías 31:33, “pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” y retoma Hebreos 10:16, “este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”, que Él está escribiendo en nosotros Su Ley.

En la medida que, entendiendo lo anterior, aceptemos el trabajo de Dios en nosotros, la naturaleza de nuestro corazón será cambiada hasta reflejar a Cristo 254


quien es a su vez imagen del Dios viviente. Por eso el Salmo 36:10 señala que a los que conocen a Dios, Él mismo les extiende su misericordia y justicia. Esto de que Dios extiende sobre aquellos que le conocen su misericordia y justicia implica, en primer instancia, que éstos se hacen merecedores de ambas cosas de parte de Dios, pero en última instancia implica que Dios desarrolla en aquellos eso mismo, es decir, ese extender sobre ellos Su misericordia y justicia implica, en efecto, cubrirlos con ello pero también desarrollar eso mismo en ellos.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir entendiendo que este quebrantamiento que momentáneamente experimenta nuestro corazón lleva la finalidad de acrisolar el mismo para que, desechando las imperfecciones y pecaminosidades que le son inherentes por naturaleza, se genere ese espacio necesario donde Dios pueda ir escribiendo en nosotros Su Ley, hasta que llegando a la estatura perfecta de Cristo, reflejemos Su carácter perfecto y santo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

255


PERSONAS Y COSAS SANTAS “Personas y cosas santas” hace referencia a lo que la Palabra declara de aquellos sujetos o bien aquellos objetos que han sido apartados para el servicio exclusivo a nuestro Dios.

La Lectura Bíblica de Éxodo 3:1-14, referida con el llamamiento de Moisés, ejemplifica la cuestión de las personas y cosas santas ya que en dicha relatoría podemos ver en la figura de Moisés lo primero mientras que en la figura de la tierra que Moisés pisaba lo segundo.

Éxodo 3 1

Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián,

llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2

Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de

una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué

causa la zarza no se quema. 4

Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y

dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5

Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que

tú estás, tierra santa es. 6

Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios

de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7

Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en

Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8

y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de

aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a 256


los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9

El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también

he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10

Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a

mi pueblo, los hijos de Israel. 11

Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a

Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12

Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de

que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. 13

Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo:

El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14

Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los

hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

De igual forma, el Texto Áureo de Levítico 11:45 arroja luz sobre el tema al señalar de manera clara, objetiva y concreta, el objetivo de nuestro llamamiento: ser santos como nuestro Padre lo es: “Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo”.

Éxodo 26:31-34 nos presenta las dos secciones en que estaba dividido el Tabernáculo: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo: “También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo”. Así como el Atrio del Tabernáculo representaba la era de la Ley, el Lugar Santo representaba la era de 257


la iglesia mientras que el Lugar Santísimo representa la era del Reino de Dios. Esos tres espacios son de manera general las tres etapas del plan de Dios para con Su familia, ¿y qué tiene que ver con nosotros?, veamos.

Éxodo 28:1-2 señala las prendas que en su momento se confeccionaron para que Aharon ejerciese su ministerio como sacerdote, “harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura”, de igual forma nosotros, como señala Gálatas 3:27, por el bautismo hemos sido revestidos de Cristo, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Por su parte Éxodo 28:36-38, “harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Y la pondrás con un cordón de azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará. Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová” y Éxodo 29:6, “y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa”, señalan como es que en la cabeza Aharón llevaba, como parte de su indumentaria como sacerdote, una mitra con una diadema, en este sentido a nosotros, inmediatamente después de bautizarnos, se nos han impuesto las manos en la cabeza para recibir de esta forma el Espíritu Santo de nuestro Dios. Visto de esta manera nosotros también hemos sido llamados a ser santos e investidos para desempeñar con la dignidad debida dicho ministerio.

Es precisamente el Espíritu Santo de nuestro Pare el que, como señala Mateo 1:18 y 20 y 3:11, el que nos da la vida y el que, como señala Lucas 1:57 y 67-69, el que nos da el entendimiento para comprender los designios de Dios y la fuerza para avanzar en el Camino.

258


Esa comprensión y ese avanzar tiene su referente en la Ley de Dios, siendo que de todos los mandamientos el cuarto, la observancia del Sábado, funge como mandamiento señal, ¿por qué?, porque para guardarlo se requiere entender y aplicar los tres primeros –no tener otros dioses aparte de Dios, no hacerse imágenes de Él y no tomar Su nombre en vano–, de igual forma le da sentido a los últimos seis que establecen nuestra relación con el prójimo ya que de igual forma es imposible observarlo si no honramos a los padres, si mentimos, robamos, matamos, cometemos adulterio o codiciamos.

Por cierto, respecto del cuarto mandamiento, es interesante que Génesis 2:3 señale que Dios lo bendijo y lo santificó, “y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”, pero a nosotros sólo se nos pida santificarlo –de nueva cuenta: hay que recordar que santificar es apartar algo o alguien en este caso para uso exclusivo en el servicio de Dios–, ¿por qué se menciona que esto es interesante?, porque Dios ya ha bendecido el Shabat, pero uno se apropia de esa bendición cuando lo santifica, es decir, cuando lo guarda, lo aparta, conforme Dios lo ha establecido según Éxodo 20:9-11 y no sólo en cuanto a la Palabra sino también en cuanto al Espíritu.

Éxodo 20 9

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

10

más el séptimo día es Shabat para Jehová tu Dios; no hagas en él obra

alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las

cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el Shabat y lo santificó

De esta forma la manera en que al bautizarnos y recibir el Espíritu de Dios hemos sido investidos para ministrar según el llamamiento que hemos respondido, la manera en que observamos la Ley de Dios, con el mandamiento insignia de 259


guardar el Shabat, nos va edificando para alcanzar las promesas representadas por el Lugar Santísimo comentado al inicio. Lo curioso de esto es que los siete días de la creación están íntimamente relacionados con las siete fiestas que Dios decretó para Su pueblo como parte de Su pacto, fiestas que representaban el plan de Dios para con su familia, estando la Pascua, Cristo, relacionada con el primer día creativo cuando la Luz es creada, mientras que Tabernáculos, la última fiesta que simbolizaba a Dios viviendo en medio de Su pueblo, está relacionada con el séptimo día creativo cuando Dios establece el Shabat, un día de gozo, paz y edificación. Zacarías 8:3 contiene una profecía para Jerusalén y el Monte de Dios, “así dice Jehová: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad”, relativa precisamente a ese Shabat que iniciará en el Milenio, con el establecimiento por Cristo del Reino de Dios en la tierra pero que llegará a su plena realización después de éste cuando el Hijo entregue todo al Padre siendo así Dios todo en todo, como señala 1 Corintios 15:24, “luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”. Ese será el momento en que se habrá llegado al Lugar Santísimo, cuando Cristo haya sido formado en nosotros, como señala Gálatas 4:19, “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” y hayamos llegado a Su estatura perfecta, como dice Efesios 4:13, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, reflejándole a Él quien es imagen del Dios invisible, como indica Colosenses 1:15, “El [Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en la santificación requerida por el llamamiento al que hemos respondido, entendiendo que hemos sido vestidos de Cristo y recibidos el Espíritu 260


de Dios para vivir conforme a la voluntad de Dios expresada en Su Ley, Ley a la que el Shabat da Luz, sabiendo que en la medida que avancemos en el Camino permitiendo que Cristo sea edificado en nosotros, estaremos siendo habilitados para alcanzar las promesas de ese Shabat que iniciará con el establecimiento del Reino de Dios en la tierra cuando hallamos pasado del Lugar Santo, la era de la iglesia, al Lugar Santísimo, la era de la familia de Dios cuando Él habite entre nosotros, con Su Pueblo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

261


PERSONAS Y COSAS SANTAS, PARTE 2 “Personas y cosas santas, parte 2” hace referencia a lo que la Palabra declara de aquellos sujetos o bien aquellos objetos que han sido apartados para el servicio exclusivo a nuestro Dios.

La Lectura Bíblica de Lucas 1:1-25, referida a la vocación de Juan, hace referencia lo mismo a las personas que a las cosas santas: a las personas en la figura misma de Juan elegido desde antes de nacer para ejercer su ministerio, a las cosas en la figura del Templo donde solo aquellos autorizados podían entrar y cuidando en todo momento su actuar tanto en la forma como en el fondo.

Lucas 1 1

Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las

cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, 2

tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus

ojos, y fueron ministros de la palabra, 3

me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia

todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 4

para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido

instruido. 5

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado

Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. 6

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los

mandamientos y ordenanzas del Señor. 7

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad

avanzada. 8

Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el

orden de su clase, 262


9

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el

incienso, entrando en el santuario del Señor. 10

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

11

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar

del incienso. 12

Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

13

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída,

y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. 14

Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

15

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno

del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de

ellos. 17

E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver

los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. 18

Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi

mujer es de edad avanzada. 19

Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios;

y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. 20

Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se

haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. 21

Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se

demorase en el santuario. 22

Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto

visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo. 23

Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.

24

Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en

casa por cinco meses, diciendo:

263


25

Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi

afrenta entre los hombres.

De igual forma, el Texto Áureo de Proverbios 9:10 arroja luz sobre el tema al señalar de que el temor de Dios es el principio de la Sabiduría: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”.

Sobre esto de que el temor de Dios es el principio de la sabiduría, ¿quiere decir que uno se irá haciendo cada vez más sabio si le tiene miedo a Dios?, para nada, escrituralmente el temor de Dios es definido en Proverbios 8:13 como el odiar el mal, “el temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”, de esta forma, aquel que odia el mal ha iniciado ese andar que en el Camino le irá conduciendo a adquirir cada vez más sabiduría, ¿cómo?, en principio porque para entender ese mal al que hay que odiar uno debe entender cómo define la Escritura el pecado el cual, como dice 1 Juan 3:4, es violación de la Ley, “todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, de esta forma sobre ese sustento básico uno puede ir siendo edificado en el correcto entendimiento de las verdades reveladas, ¿cuántos del mundo saben esto?, es más, ¿cuántos del mundo obedecen esto?, pocos, de hecho muy pocos.

Se comentó, con referencia a la Lectura Bíblica, que Juan desde antes de nacer ya había sido elegido para el ministerio que debía cumplimentar, esto es asombroso, pero más asombroso aún que de igual forma nosotros, como señala Efesios 1:4, hallamos sido elegidos por el Padre desde antes de los siglos para escuchar a este llamamiento al que hemos respondido, “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”, ¿y en qué consiste este llamamiento?, en ser con Cristo profetas, sacerdotes y reyes de manera perfecta y santa.

264


Zacarías, el padre de Juan, en Lucas 1:70 llamó a los profetas de antaño santos, “como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio”, de igual forma nosotros, por la Gran Comisión que en Marcos 16:15 se nos ha encomendado por nuestro Señor de ir por todo el mundo proclamando el Evangelio, hemos sido llamados a ser profetas, ya que si conocemos la Palabra, la cual como se señala en Romanos 1:-2 es santa, nosotros mismos nos santificaremos en el conocimiento y la aplicación de la misma.

En Hechos 21:28 podemos ver cómo es que los judíos de tiempo de Pablo se referían al Templo como un lugar santo, a raíz de esto su celo era mayúsculo al respecto, con todo y todo, como señala 1 Corintios 6:19, nosotros somos Templo del Espíritu Santo, “¿o ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. Aquellos judíos se enardecían siquiera pensando en que Pablo hubiese metido griegos al Templo, “dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar”, ¿y nosotros, también tenemos ese celo para que en este templo no entre por los ojos y los oídos o a través de la mente y el corazón aquello que llegue a contaminarlo? Solo así podremos decir que estamos capacitados para el sacerdocio teniendo en nuestro corazón la Ley y el mandamiento que, como señala Romanos 7:7-12 es santo y por lo tanto nos santifica.

Romanos 7 7

¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no

conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8

Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda

codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9

Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado

revivió y yo morí. 265


10

Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó

para muerte; 11

porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y

por él me mató. 12

De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo

y bueno. Pedro, en el Sermón de Hechos 3:12-15, llama a Jesús Santo, “más vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida”, de igual forma nuestro Señor señaló en Juan 15:5 que como sarmientos debemos estar unidos a Él, la vid verdadera, para dar fruto, “yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”, ahora que si permanecemos unidos a Cristo seremos como las ramas de olivo injertadas mencionadas en Romanos 11:13-17, alimentados por la Santa savia de aquella vid verdadera, desarrollando en nosotros el carácter requerido para llegar a ser reyes con Cristo.

Romanos 11 13

Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los

gentiles, honro mi ministerio, 14

por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y

hacer salvos a algunos de ellos. 15

Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su

admisión, sino vida de entre los muertos? 16

Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es

santa, también lo son las ramas. 17

Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo

silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo

266


Para conseguir lo anterior, a saber: ser con Cristo profetas, sacerdotes y reyes, se debe crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo. Pablo en Romanos 12:1-2 señala que Dios es nuestro culto racional, “así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”, de igual forma Pedro en 1 Pedro 3:15 que debemos estar prestos a dar razón de nuestra fe, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”, para ambas cosas es menester tener conocimiento, entendimiento y comprensión de la Palabra pues de otra forma, como dice Oseas 4:6, pereceremos por falta de ello, “mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”. ¿Y cuál es el parámetro para decir que se tiene conocimiento, entendimiento y comprensión de la Palabra?, cuando uno es capaz de usar correctamente la Palabra de verdad, no cuando uno responde con un “así me dijeron cuando me evangelizaron”, o “así lo vi expuesto en tal estudio por tal hermano”, o “así lo leí en tal número de tal revista”, sino cuando se puede argumentar de tal forma que sólo es uno con la Palabra quien expone de manera relevante, congruente y coherente, las verdades reveladas.

Al inicio se señaló, considerando el Texto Áureo, que el principio de la sabiduría es el temor de Dios, pero no sólo es el principio ¡sino también el final!, ¿no lo crees?, ve al final del libro de la sabiduría conocido como Eclesiastés, capítulo 12, que es el último de ese libro, versículo 13 que es el cierre previo al final, ¿qué dice? “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.

267


Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en la comprensión de la santidad que nos es requerida con motivo del llamamiento al que hemos respondido para llegar ser con Cristo profetas, sacerdotes y reyes, sabiendo que todo ello pasa y se sustenta en el correcto entendimiento y aplicación de las verdades reveladas pues elegidos hemos sido para ello desde antes de la fundación del mundo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

268


NUESTRA LUCHA “Nuestra lucha” hace referencia a lo que la Palabra referido al momento actual donde estamos siendo instruidos, edificados, corregidos, perfeccionados y santificados.

La Lectura Bíblica de Gálatas 5:1-16 habla de esa libertad a la que hemos sido llamados los hijos de Dios por el sacrificio redentor de nuestro Señor, exhortándonos al mismo tiempo para no usar dicha libertad para nuestra perdición sino para trabajar en la propia edificación.

Gálatas 5 1

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis

otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2

He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará

Cristo. 3

Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a

guardar toda la ley. 4

De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia

habéis caído. 5

Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la

justicia; 6

porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino

la fe que obra por el amor. 7

Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?

8

Esta persuasión no procede de aquel que os llama.

9

Un poco de levadura leuda toda la masa.

10

Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro

modo; más el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. 11

Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco

persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. 269


12

¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!

13

Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que

no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14

Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo

como a ti mismo. 15

Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os

consumáis unos a otros. 16

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

De igual forma, el Texto Áureo de Salmos 92:12 arroja luz sobre el tema al señalar que “el justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano”

Sobre esto de que el justo florecerá como palmera hay que señalar que la justicia, la verdadera justicia, sólo puede tener cabida donde hay libertad, de otra forma, es decir, si no hay libertad, no hay mérito en las acciones por lo que alguien que obre con justicia pero lo haga coaccionado sin ser libre, no puede ser declarado como justo.

Ahora bien, esa libertad trae aparejado también un riesgo: el riesgo de obrar inicuamente en vez de con justicia, riesgo ante el cual constantemente nos previene la Palabra. Esta posibilidad de obrar en libertad sea para justicia o sea de manera inicua, Pablo lo describe cuando en Gálatas 5:17 señala que en nuestro ser la carne lucha contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne, “porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”, siendo que esa lucha lo que busca es que no hagamos lo que queremos, entendiendo ese hacer lo que queremos como aquello que el Espíritu busca mientras que ese no hacerlo es impelido por la carne.

270


Esa lucha –y esto hay que tenerlo muy en mente–, es una lucha que todo hijo de Dios experimenta. Se señala que esto hay que tenerlo muy en mente pues a veces uno tiende a idealizar a los grandes héroes de la Biblia e incluso a los hermanos en la fe, sean de esta época o de épocas anteriores, siendo que todos han estado, al igual que nosotros, sujetos a las mismas pasiones, y por lo tanto a las mismas luchas que padecemos.

Pablo describe esto en Romanos 7:14-20 cuando declara que en su cuerpo él ve dos leyes: una que le lleva a buscar aquello que quiere, en el sentido comentado anteriormente, y otra que se contrapone a ello.

Romanos 14

Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al

pecado. 15

Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo

que aborrezco, eso hago. 16

Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.

17

De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que

mora en mí. 18

Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el

querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19

Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

20

Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en

mí.

Pablo sin duda es un héroe de la fe, más sin embargo, ¿cómo se expresa de sí mismo? “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (v.19), así es, Pablo, al igual que tú, yo, y todos los hermanos y hermanas de la iglesia de Dios de todos los hijos, a veces tropezamos, a veces caemos, vamos: a veces, o más bien: muy seguido, pecamos.

271


Que dolor cuando eso pasa, ¿verdad?, que mal nos sentimos, que tan indignos del llamado nos consideramos, pero incluso en esas caídas hay enseñanza ya que si al caer nos sentimos mal, nos consideramos indignos, es que aún hay cosas que depurar en nuestro entendimiento ya que aunque no caigamos aún no hemos sido llegado a ser perfectos y santos por lo que no es entendible nos sintamos bien antes de caer, de igual forma no hemos sido llamados por nuestros méritos, por lo cual no podemos sentirnos dignos, de esta forma las caídas tienen un fin referido a la humildad que en nosotros falta trabajar si es que así se lo permitimos al Espíritu de nuestro Padre Dios.

En este punto quiero hacer un paréntesis pues reiteradamente se señal que el tropezar, que el caer, vamos: que el pecar, es inherente a nuestra actual naturaleza débil, torpe, rebelde y cobarde, pero no se quiere con esto adquirir un ánimo de indolencia que nos lleve a aceptar el pecado, al contrario, la idea es aborrecer el pecado ya que este nos separa de Dios y nos conduce a la muerte, pero entender que nuestra carnalidad nos impide en este momento llegar a esa santidad y perfección que nos es requerida, este último entendimiento para no caer en el desánimo de, como se señaló anteriormente, sentirnos tan mal o llegar a considerarnos tan indignos, que dejemos de luchar por alcanzar las promesas que se nos han dado.

Sobre esa lucha Pablo en Gálatas 5:19-21 nos hace una relatoría de aquellas obras que podemos considerar como de la carne: “Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas”. Ahora bien –y en esto hay que tener sumo cuidado– esta relación no se refiere sólo a la manifestación de esas obras en su acepción material sino también en su acepción espiritual, por ejemplo, alguien podría pensar que no se está incurriendo en adulterio pero claramente nuestro Señor nos dice en Mateo 5:27, que si codiciamos a una mujer en nuestro corazón ya hemos adulterado, de igual forma alguien podría pensar que no se ha incurrido en 272


homicidio pero de igual forma nuestro Señor nos dice, en Mateo 5:21-22 que el odio al hermano se tipifica como tal, de igual forma todas esas obras de la carne que Pablo señala, deben ser vistas a la luz tanto de su acepción material como de su acepción espiritual.

Ahora bien, si esas son las obras de la carne, sus frutos por así decirlo, ¿qué árbol será el que dé esos frutos? Pablo en 2 Timoteo 3:1-5 describe a aquellos hombres que mostraría lo que puede señalarse como las obras de la carne mencionadas anteriormente: “hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios”. Al igual que las obras de la carne, estas características deben ser entendidas tanto en su acepción material como en su acepción espiritual.

Esa es nuestra lucha: morir a ese hombre que refleja las características anteriormente señaladas y de igual forma dejar en consecuencia de practicar aquellas obras de la carne que la Escritura condena.

Dejar de ser lo que somos y avanzar en el Camino hacia lo que debemos llegar a ser, en conformidad con el llamamiento al que hemos respondido, pasa por vencer las tentaciones que constantemente nos acaecen, tentaciones que, como señala Santiago 1:13-15, no proviene para nada de Dios sino que es alentada, alimentada y finalmente sucumbida, por nuestra propia concupiscencia: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.

273


Pero ¿y las caídas?, ya se habló al inicio de esto pero me gustaría una reflexión adicional para entender que está pasando en el presente siglo. Nuestro Señor, en Mateo 18:3, señaló que debemos ser como niños para entrar al Reino de los Cielos: “y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Sobre esta frase he escuchado muchos discursos tratando de explicarla, discursos que nunca me dejaron satisfecho, ¿por qué?, porque dichos discursos siempre señalaban las características bonitas, bellas y agradables de un niño como ejemplo de aquello que debemos alcanzar: dóciles, humildes, confiados y demás, pero dejaban por fuera aquellas otras características no tan bonitas, ni tan bellas y mucho menos agradables que también forman parte de la naturaleza de un niño: egoístas, caprichosos y berrinchudos. Nuestro Señor claramente dijo que había que ser como niños, no nomás tener las características positivas de ellos sino íntegramente ser como niños, entonces ¿por qué quienes explican esto sólo toman de aquellos nomás lo positivo?, ¿implica, en lo dicho por nuestro Señor, tener en nosotros esas características negativas que implica ser como niños?, el problema es la acepción material dada a las palabras de nuestro Señor cuando las mismas más bien tienen una connotación espiritual ya que ese ser como niños para entrar al Reino de Dios se refiere de manera objetiva, concreta y contundente con el segundo nacimiento, el del agua.

A Nicodemo le pasó algo similar, relatado en Juan 3:1-21, cuando Jesús le habló de nacer de nuevo, ¿el no entendía cómo físicamente podía ser esto!, entonces Jesús pasa a explicarle el asunto, asunto que para los redimidos es claro y se refiere a los dos nacimientos adicionales al natural que deben de darse en el creyente para ser apto para el reino: el nacimiento del agua, el bautismo, y el nacimiento del Espíritu, la regeneración.

Ahora bien, y aquí viene la parte que unirá lo dicho a Nicodemo con aquel ser como niño que se nos requiere para entrar al Reino de Dios, ¿cuándo inicia la vida de un niño?, ¡cuando nace!, de esta forma aquellas palabras de nuestro Señor de 274


que necesitamos ser como niños para entrar al Reino de Dios tienen su complemento con lo dicho a Nicodemo ya que ambos discursos se refieren a lo mismo en el sentido de nacer de nuevo ya que cuando nacemos de nuevo, por el agua vía el bautismo, somos niños, niños espirituales que inician su desarrollo hasta alcanzar la estatura perfecta de Cristo. De esta forma ese ser como niños y aquel nacer de nuevo se refieren exactamente a lo mismo.

Pero bueno, ¿y qué tiene que ver esto con nuestra lucha?, ¡mucho!, siguiendo el símil del niño éste, cuando comienza a andar, uno: lo hace agarrado de la mano de su padre, y dos: tropezará y caerá muchas veces antes de poder caminar por sí solo. ¿Se entiende el símil con nuestra vida espiritual, con el llamamiento al que hemos respondido, con la lucha que en el presente siglo experimentamos?, ahorita somos niños espirituales, tengamos 5, 10, 30 o 50 años de haber sido bautizados seguimos siendo niños, algunos con más madurez que otros pero niños que aún no nacen a la adultez espiritual que se consumará con el tercer nacimiento cuando por el Espíritu que mora en nosotros seamos regenerados. De esta forma es entendible que siendo aún niños tropecemos, caigamos, vaya: pequemos, entendible más no aceptable, pero ese entendimiento permite no caer en desesperación sino que, como los niños al caer, levantarnos, limpiarnos el polvo, tomar de nuevo la mano de nuestro Padre y seguir avanzando, por ello Juan en 1 Juan 2:1 nos insta a no pecar, es decir, a estar en esa lucha resultado del llamamiento al que hemos respondido, pero de igual forma señala que si se peca acudamos por perdón al Padre a través de Jesucristo, siendo esa la actitud que como cristianos debemos mostrar mientras luchando avanzamos en el camino hacia las promesas que se nos han dado: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir luchando con denuedo esta batalla que libramos contra el Enemigo, el Mundo y la Carne, entendiendo, para no caer en desánimo y 275


desesperación, que tropiezos tendremos, que caídas habrán, que pecados haremos, pero que si en nuestro ser identificamos esa lucha de las dos leyes que hablaba Pablo eso implica que seguimos en la batalla por lo que levantándonos, sacudiendo la suciedad de la caída y tomándonos de nuevo de la mano del Padre, debemos continuar nuestro andar confiados en que Dios hará en nosotros lo que desde la eternidad pensó para cada uno en tanto permanezcamos fieles hasta el final alcanzado las promesas que se nos han dado, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

276


VENCIENDO “Venciendo” hace referencia a lo que la Palabra declara referido a aquellos que venciendo pasan a formar parte de la familia de Dios.

La Lectura Bíblica de Gálatas 6 habla precisamente de aquella edificación mutua que entre hermanos nos debemos para ayudarnos unos a otros a alcanzar esa promesa de que venciendo seamos parte de la familia de Dios señalando que si alguno fuese encontrado en falta es necesario, de hecho: es una obligación, que aquellos que conforman el Cuerpo de Cristo, con humildad, mansedumbre y caridad, le corrijan.

Gálatas 6 1

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois

espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2

Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

3

Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.

4

Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá

motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; 5

porque cada uno llevará su propia carga.

6

El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al

que lo instruye. 7

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre

sembrare, eso también segará. 8

Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más

el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si

no desmayamos. 10

Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y

mayormente a los de la familia de la fe. 277


11

Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano.

12

Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os

circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. 13

Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren

que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. 14

Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor

Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15

Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión,

sino una nueva creación. 16

Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a

ellos, y al Israel de Dios. 17

De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi

cuerpo las marcas del Señor Jesús. 18

Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.

Amén.

De igual forma, el Texto Áureo de Proverbios 18:19 arroja luz sobre el tema al señalar la necesidad de hacer aquella corrección mencionada con humildad, mansedumbre y caridad para evitar ofender al hermano generando contiendas que para nada edifican y que por el contario generan obstáculos insalvables entre unos y otros: “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar”.

El llamado a vencer es más que claro, esto por el hecho de que sólo aquellos que vencen pasan a formar parte de la familia de Dios, de hecho la familia de Dios conceptual y literalmente está conformada por los que vencen. Expliquemos esto.

Los estudiosos de la Escritura siempre se han quebrado la cabeza tratando de comprender qué representa la mujer de Revelación 12:1 vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada de estrellas: “apareció en el cielo una gran señal: una mujer 278


vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Unos dicen que es el Israel histórico pues Revelación 12:5 señala que dio a luz un varón que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro, “y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono”, lo cual es una imagen clara de Jesús, siendo que es el pueblo histórico de Israel de donde el Cristo proviene, pero esto no puede sostenerse ya que más delante se señala que persigue a sus otros hijos describiendo a éstos como aquellos que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús, “entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Revelación 12:17) siendo que el pueblo histórico de Israel sí cumple con lo primero pero no cumple con lo segundo. Hay otros que señalan que esa mujer es la iglesia de Dios ya que ésta sí guarda los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús, pero esto no puede sostenerse ya que el Mesías no nació de la iglesia de Dios, en todo caso fue la iglesia la que nació del Mesías, ¿entonces?, como se verá esta mujer representa a la familia de Dios, familia de Dios que en las Escrituras también se menciona como Israel, tanto carnal como espiritualmente hablando, pero que cuyo término debe entenderse a cabalidad.

Cuando uno lee la Escritura, encuentra en la misma admoniciones y promesas dadas a Israel, estas admoniciones y promesas pueden ser históricas (ya acontecidas), exhortativas (acontecidas o no pero que sirven de instrucción, de corrección, de edificación), o proféticas (que aún no han sucedido), pero en todos los casos el lector generalmente las ubica referidas única y exclusivamente al Israel carnal, físico y terrenal, sin darse cuenta que también aplican a la iglesia de Dios, pero más aún: apunta a la familia de Dios formada por los que vencen, para ello hay que entender el significado de Israel más allá del claro y evidente referido al pueblo judío. De esta forma, y como se comentará, hay que entender que en la Escritura, la palabra Israel puede referirse, sí, al pueblo carnal, físico y terrenal de

279


Israel, pero también hace referencia a todo aquel quien es llamado por Dios y llega a formar parte de Su familia.

Para ello es necesario referirse al primer momento en que aparece el nombre de Israel y lo que el mismo significa. Cuando el nombre de Jacob es cambiado a Israel, “y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;[b] porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido “(Génesis 32:28), la misma Escritura explica su significado pleno. Israel viene de ‫לארלא‬, Yisra'el, que significa El que Lucha con Dios, pero la Escritura completa el significado pleno al señalar en la cita dada que ese cambio se da no sólo por haber luchado con Dios y los hombres, en el caso de Jacob él había vencido, es así como Israel se refiere a El Que Vence, lo cual abarca tanto el Antiguo como el Nuevo testamento, es decir tanto al pueblo carnal, físico y terrenal de Israel como a los llamados a formar parte de la iglesia de Dios, es decir, en Israel nos estamos refiriendo a la familia de Dios conformada por todo aquel que vence.

Sobre esto, es interesante notar en el capítulo 6 de Gálatas, como es que Pablo hace mención al Israel de Dios (Gálatas 6:16). La carta va dirigida no al Israel carnal, físico y terrenal sino a la iglesia de Dios, de hecho es una admonición contra aquellos que querían llevar a los nuevos creyentes de nuevo a judaizar sometiéndose a las prescripciones que habían sido superadas por el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesús. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la circuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios” (Gálatas 6:14-16). Así, Pablo, al referirse al Israel de Dios en un contexto ajeno al Israel carnal, físico y terrenal, se dirige a la iglesia de Dios, de hecho podemos decir, en la misma línea de lo ya comentado, que se dirige a todo aquel que siendo llamado llega a vencer pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28; cfr. Romanos 11:11-24). 280


De esto último es interesante que las cartas que Jesús por medio de Juan envía a las iglesias en Revelación siempre se refiere las promesas que esperan al que venza (Revelación 2:7, 11, 17, 26: 3, 5, 12, 21), siguiendo la tónica de lo expresado: al que llegue a ser Israel.

Con esta comprensión puede entenderse una profecía dada por Jesús que sigue desconcertando a los estudiosos de la Escritura.

Mateo 10:23 Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre.

Interpretaciones van e interpretaciones vienen respecto de la cita anterior, algunos más prudentes la obvian para no entrar en conflicto ya que la lectura de la misma es contradictoria a primera vista. Jesús, refiriéndose a la encomienda de proclamar el Evangelio, dice a Sus seguidores que si los persiguen en una ciudad vayan a otra, pero luego viene la profecía a la que se hace referencia: “porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”. Es más que evidente que hace mucho, de hecho incluso en el tiempo de la iglesia primitiva, los discípulos de Jesús recorrieron todas las ciudades de Israel, incluso considerando que el exhorto a sus discípulos va dirigido a Sus seguidores de todos los tiempos es difícil argumentar que en la actualidad no se han recorrido todas las ciudades de Israel. Pero hay más, ya que esta cita estaría en contraposición con otra misma de Jesús cuando al enviar a Sus discípulos a predicar el Evangelio les dice “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8), así que aquí Jesús dice que Sus discípulos le serían testigos en toda –no parte- Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra, ¿entonces?, ¿los discípulos no acabarían de predicar 281


en todo Israel para cuando Jesús regresara (Mateo 10:23) o más bien si terminarían y no sólo con Judea y Samaria (Israel) sino incluso hasta las confines más recónditos de la tierra (Hechos 1:8)?, ¿cómo conciliar estas dos citas aparentemente contradictorias?

Vista de la manera tradicional donde Israel se refiera al estado judío el conflicto anterior subiste y de hecho no hay manera de resolverlo, pero con la comprensión referida a que Israel se refiere a El Que Vence puede entenderse la anterior profecía bajo una nueva luz donde la referencia a las ciudades de Israel es un indicativo de todos aquellos lugares alrededor el mundo donde vivieren en todos los tiempos aquellos que habrían de ser llamados a salvación en el presente siglo, así que parafraseando la cita ben pudiera decirse “porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de [Los Que Vencen], antes que venga el Hijo del Hombre”.

Cuando se lea en la Escritura admoniciones y promesas para Israel, hay que llevarlas a la luz de su significado como una exhortación personal a El Que Vence y tomarlas para la propia edificación, pues son dichas también para cada miembro de la iglesia de Dios, por el llamamiento del que se ha sido objeto, para ser acreditado entre los llamados y elegidos que son hallados fieles, “pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Revelación 17:14) y contado entre los vencedores (Romanos 8:29-39; 1 Juan 5:4-5).

De esta forma, la mujer de Revelación 12:1 representa a la familia de Dios, formada tanto por el Israel histórico como por el Israel de Dios –por eso las características de ambos reflejadas en Revelación 12, pero ¿Por qué la mujer esta vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada de estrellas?, para ello hay que remitirse al primer momento en que el sol, la luna y las estrellas aparecen en la Escritura y esto es al momento de su creación.

282


Génesis 1:14-19 contiene el momento de la creación del sol, la luna y las estrellas al cuarto día cuando señala que Dios dijo “haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años”, esto apunta a la finalidad de las lumbreras que fueron hechas, es decir, para servir de señales para las estaciones, para días y años. Lo interesante de esto es que la palabra estaciones se ha traducido del hebreo ‫ּוא דִ֔נֹֽעֲ ֹו מ֣לּו‬, ū·lə·mō·w·‘ă·ḏîm, que significa más bien convocaciones. El calendario bíblico fue diseñado para que con el sol y la luna pudiera señalarse cuando iniciaban los años y los meses, de igual forma cuando iniciaba y terminaba cada día, pero de igual forma para saber cuándo debían observarse las festividades que Dios había decretado como parte de Su pacto para con Su pueblo. De esta forma hay una relación muy estrecha entre las lumbreras –el sol y la luna–, las fiestas de Dios –las cuales simbolizan el plan de Dios para con la humanidad– y Su pueblo – conformado por los que vencen–, relación que tiene su culminación en la descripción de la mujer de Revelación ya mencionada, pero ¿cuál es esa relación?, que los que vencen son aquellos que han pasado por el proceso conformado por las sombras que representaban las fiestas de Dios, reguladas por el sol y la luna, y que en la mujer de Revelación 12:1 de manera simbólica dicho proceso culminado se presenta como el sol y la luna que acompañan a la mujer. ¿Y las estrellas?, el doce es un número que apunta a gobierno, autoridad –doce fueron las tribus de Israel cada una con un príncipe a la cabeza y doce fueron los Apóstoles dejados por nuestro Señor para cuidar su rebaño–, mientras que en Revelación 4:4 aparecen veinticuatro ancianos que representan a los dos Israel, el histórico del Antiguo Testamento y el de Dios del Nuevo Testamento, en la mujer de Revelación 12:1 solo apareen doce estrellas simbolizando esa unión de los dos pueblos que por el sacrificio redentor de nuestro Señor fueron hechos uno. Con esto puede entenderse por qué al establecerse el Reino de Dios en la tierra, conforme lo presenta Revelación 21, no se menciona a Israel ni a la iglesia de Dios sino a la Nueva Jerusalén –la cual por cierto incluye características de

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ambos– ya que la misma representa, no al Israel histórico ni al Israel de Dios, sino a la familia de Dios.

De esta forma la mujer de Revelación vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada de estrellas se refiere a la familia de Dios conformada por el Israel histórico y el Israel espiritual, cuyos miembros han alcanzado la madurez espiritual al haberse cumplido en ellos el proceso pensado por Dios y simbolizado por las siete fiestas de Dios decretadas por Dios para con Su pueblo como parte de Su pacto, fiestas regidas por el sol y la luna, llegando ambos pueblos a ser uno en la forma de la familia de Dios, conforme al plan que Dios idea desde la eternidad para con la humanidad. Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de que estamos llamados a formar parte de la familia de Dios como los que vencen, siendo esto requisito para aquello, siendo para ello menester crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo y poner por obra esa fe que decimos profesar, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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JESÚS VINO A SALVAR A TODA LA HUMANIDAD “Jesús vino a salvar a toda la humanidad” hace referencia a lo que la Palabra declara referido a la salvación que por medio del sacrificio redentor de Jesús fue otorgada a toda la humanidad de gracia para aquel que la acepte.

La Lectura Bíblica de Mateo 1:1, 17-25 habla refiere a las circunstancias especiales en cuanto al nacimiento de Jesús, específicamente el versículo 21 señala que a nuestro salvador se le habría de poner por nombre Jesús ya que Él salvaría a su pueblo de sus pecados. Si tomásemos literalmente lo aquí expresado podría pensarse que Jesús vino sólo a salvar al pueblo histórico de Israel, pero dado que por la misma Escritura entendemos que Él vino a salvar a todo aquel que en la humanidad lo acepte como su redentor, luego entonces eso de su pueblo debe referirse, en una connotación espiritual, a esa familia, formada por el pueblo histórico de Israel y por el Israel de Dios, los gentiles.

Mateo 1 1

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.

… 17

De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son

catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce. 18

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre

con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla

secretamente. 20

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños

y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

285


21

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a

su pueblo de sus pecados. 22

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por

medio del profeta, cuando dijo: 23

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,

Y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con nosotros. 24

Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había

mandado, y recibió a su mujer. 25

Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por

nombre JESÚS.

De igual forma, el Texto Áureo de Juan 3:17 arroja luz sobre el tema al señalar, en palabra de nuestro Señor, el indicativo revelador de que Dios no había enviado a Su Hijo para condenar al mundo sino para salvarlo: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.

Como bien entendemos por la Escritura, en un inicio, durante el ministerio de Jesús aquí en la tierra, instruyó a Sus discípulos para proclamar las Buenas Nuevas primeramente a las ovejas perdidas de la casa de Israel, como lo señala Mateo 10:5-6, “a estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”; sin que eso fuera excluyente, en ese momento, para aquellos que sin ser parte de Israel aceptaran el Evangelio como sucedió, como señala Juan 4:1-42, cuando tras su encuentro con la mujer samaritana, estuvo en su ciudad dos días en los cuales muchos samaritanos creyeron en Él, según lo indica de esa cita los versículos 39 al 42: “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos

286


solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”.

Sobre esta salvación, Cristo, en Juan 15:1-17, señala en palabras de nuestro Señor, el indicativo de que Él es la vida verdadera y todos los que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo somos los sarmientos los cuales debemos estar unidos a Él para dar fruto, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo podemos estar unidos a Cristo?

Espiritualmente hablando eso de estar unido a Cristo no implica mayor problema de entendimiento pero no somos solamente espíritu sino también carne, ¿cómo podemos materialmente hablando, estar unidos a Cristo?

La única forma de poder estar unidos a Cristo, tanto espiritual como materialmente, es siendo parte de Su Cuerpo, ¿y cuál es ese Cuerpo de Cristo?, como señala Colosenses 1:18, el Cuerpo de Cristo es Su iglesia, “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia”.

Pablo, en 1 Corintios 12:12-27, diserta sobre el Cuerpo de Cristo utilizando la analogía del cuerpo humano señalando la diferencia entre los miembros que unidos y en armonía lo conforman, de esta forma es una aberración no sólo doctrinal sino incluso lógica el señalar que se puede estar unido a Cristo sin formar parte de Su cuerpo, con todo y todo, a lo largo de estos dos mil años de historia de la iglesia, hay quienes así han pensado.

Como bien sabemos por nuestra historia, grupos que creyendo haber recibido una revelación novedosa o diferente a la de la iglesia de Dios que formaban parte – restauradora de la verdad, lo llaman ellos– han salido de nosotros para formar nuevas congregaciones, ejemplo de ello los Bautistas en el siglo XVII, los Adventistas en el siglo XIX o la iglesia de Dios universal en el siglo XX, ¿cuál ha 287


sido el resultado?, tal como lo señaló nuestro Señor, una vez separados estos grupos del Cuerpo de Cristo poco a poco han ido alejándose cada vez más de la verdad perdiendo primero verdades de comprensión y luego verdades de salvación: los Bautistas se han vuelto dominicales, los Adventistas trinitarios y los de la iglesia de Dios universal observantes de las fiestas dadas al pueblo de Israel.

Sobre esto último que tiene visos de judaizar, un nuevo movimiento surgido en el siglo XIX, aunque no ha salido propiamente de nuestra iglesia, sí ha ido creciendo agregando mayor confusión a la humanidad: los mesiánicos.

Los mesiánicos son un grupo de judíos que si bien aceptan a Jesús como el Mesías esperado siguen cumpliendo, en la letra –y en el espíritu, dicen ellos– todo lo indicado en la Ley lo cual incluye no solo los Diez Mandamientos sino también las disposiciones mosaicas. Estos mesiánicos, que como se dijo son judíos que aceptan a Jesús como el Mesías esperado, permiten de igual forma que los gentiles pasen a formar parte de su movimiento con la condición de aceptar y cumplir, aparte de la fe de Jesús, las disposiciones establecidas en los primeros cinco libros de la Biblia que contienen la Ley de Dios y las leyes mosaicas.

Lo anterior es atrayente pues el cúmulo de costumbres, ideas y prácticas judaicas dan un sentido de pertenencia comunitaria, de concreción en cuanto a la expresión de la fe, de practicidad en cuanto al creer y el hacer, pero de igual forma referido a todos aquellos que no forman parte del Cuerpo de Cristo, de desviación de las verdades reveladas y no sólo de las verdades de comprensión, sino más peligrosamente aún, de las verdades de salvación.

El principal argumento de este movimiento, sino que el argumento base del mismo, es lo señalado en Romanos 11 por Pablo cuando habla de aquel olivo donde ciertas ramas naturales, el pueblo histórico de Israel, fueron desgajadas para dar lugar a la inserción de ramas silvestres, los gentiles.

288


Romanos 11 1

Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera.

Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2

No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no

sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: 3

Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo

yo he quedado, y procuran matarme? 4

Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres,

que no han doblado la rodilla delante de Baal. 5

Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por

gracia. 6

Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es

gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. 7

¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los

escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; 8

como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y

oídos con que no oigan, hasta el día de hoy. 9

Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución;

10

Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,

Y agóbiales la espalda para siempre. 11

Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna

manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. 12

Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de

los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

289


13

Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los

gentiles, honro mi ministerio, 14

por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y

hacer salvos a algunos de ellos. 15

Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su

admisión, sino vida de entre los muertos? 16

Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es

santa, también lo son las ramas. 17

Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo

silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18

no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la

raíz, sino la raíz a ti. 19

Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

20

Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en

pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21

Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te

perdonará. 22

Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente

para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. 23

Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues

poderoso es Dios para volverlos a injertar. 24

Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y

contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? 25

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no

seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

290


26

y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

27

Y este será mi pacto con ellos,

Cuando yo quite sus pecados. 28

Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros;

pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 29

Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

30

Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios,

pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31

así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la

misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32

Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de

todos. 33

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!

¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34

Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

35

¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

36

Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por

los siglos. Amén.

Con esa cita este movimiento argumenta que así como aquellas ramas silvestres fueron injertadas en el olivo, los gentiles que vienen a salvación deben ser injertados en el pueblo de Israel aceptando, aparte de la fe en Jesús, las ideas, creencias y prácticas de los judíos.

Pareciera que ese argumento es tan sólido que no admite réplica, pero si se mira con detenimiento el mismo termina por desmoronarse. Romanos 11:17 señala “pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo”, ¿te fijas?, en esta cita no hay sólo ramas naturales, el pueblo 291


histórico de Israel, y ramas silvestres, los gentiles, sino que hay un tercer elemento que aquel grupo pasa por alto y, peor aún, que confunde: la raíz. Así es. En lo expresado por Pablo en Romanos 11 hay una raíz que sustenta unas ramas naturales, algunas de las cuales fueron desgajadas, así como una ramas silvestre que fueron injertadas en lugar de las ramas desgajadas, pero –y esto es muy importante tenerlo en mente– la raíz no es las ramas, esto incluso naturalmente es visiblemente observable, luego entonces ¿qué es esa raíz?, la raíz representa la familia de Dios, formada por dos pueblos que han llegado a ser uno como lo señala Efesios 2:14: “porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”.

Ahora bien, quienes como parte del Cuerpo de Cristo tenemos el correcto entendimiento de las verdades reveladas, sabemos que hemos sido injertados de gracia, por el sacrificio redentor de nuestro Señor, en ese olivo que es la familia de Dios, pero –y con esto hay que poner sumo cuidado–, la iglesia de Dios no es un club social cuya membrecía nos gane acceso al Reino de Dios, es una condicionante para ello pero se requiere de nuestra parte no solo el creer las verdades reveladas sino en poner por obra esa fe que se dice profesar, de otra forma, retomando el símil de la vid dado por Jesús, corremos el riesgo de estar unidos a la vid pero como una rama seca, sin vida, sin fruto, y ¿cuál es el fin de una rama así?, como dice nuestro Señor en Juan 15:6, “será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento del enorme privilegio y la enorme responsabilidad que deviene de haber respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, sabiendo que estamos llamados a crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo y a poner por obra esa fe que decimos profesar dando fruto en abundancia de perfección y santidad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

292


CÓMO LLAMAN OTROS A JESÚS “Cómo llaman otros a Jesús” hace referencia a lo que la Palabra declara referido precisamente a todas aquellas otras formas en que puede uno referirse a nuestro Señor y Salvador.

La Lectura Bíblica de Deuteronomio 18:1-15 señala aquellas indicaciones que específicamente debían acatarse en cuanto a los levitas, de igual forma a la manera en que el pueblo de Israel, una vez entrando en la tierra prometida, debía conducirse para no mezclarse con las naciones que debía de arrojar de delante de sí. En ambos casos, como se comentará al final, los elegidos que en el presente siglo hemos aceptado el llamamiento del Padre para venir a salvación, dado que estamos llamados a ser sacerdotes y reyes con Cristo en el reino venidero, debemos esforzarnos por vivir de ya una vida de santidad y de perfección.

Deuteronomio 18 1

Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni

heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. 2

No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad,

como él les ha dicho. 3

Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que

ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar. 4

Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la

lana de tus ovejas le darás; 5

porque le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que

esté para administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre. 6

Y cuando saliere un levita de alguna de tus ciudades de entre todo Israel,

donde hubiere vivido, y viniere con todo el deseo de su alma al lugar que Jehová escogiere, 293


7

ministrará en el nombre de Jehová su Dios como todos sus hermanos los

levitas que estuvieren allí delante de Jehová. 8

Igual ración a la de los otros comerá, además de sus patrimonios.

9

Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer

según las abominaciones de aquellas naciones. 10

No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni

quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11

ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.

12

Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas

cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. 13

Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.

14

Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen;

más a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios. 15

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová

tu Dios; a él oiréis;

De igual forma, el Texto Áureo de Revelación 17:14 arroja luz sobre el tema al referirse a Jesús como Señor de señores y Rey de reyes, “pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”, dejando ver que Él es el principal de muchos sacerdotes y reyes, los llamados y elegidos que hayan sido encontrados fieles, llamándonos a calificar para ser parte de estos.

De principio a fin uno puede encontrar literalmente desde la primer palabra de la Escritura, es más: desde la primer letra de la misma, y hasta la última palabra y letra de toda ella, referencias a nuestro Señor y Salvador, siendo que en el caso de todas aquellas maneras en que la misma se refiere a Jesús una referencia a sus características, a su dignidad, a su majestuosidad.

294


Moisés, en Deuteronomio 18:15-18, llamó a Jesús profeta, “profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare”, siendo que ésta faceta de nuestro Señor es la que más tiempo, hasta hoy, ha desempeñado ya que profeta es aquel que profesa, que dice algo, siendo que desde la misma creación de la humanidad nuestro Señor ha estado instruyendo a todo aquellos que abiertos estén a ello.

Tanto Pedro, en 1 Pedro 5:4 como Pablo en Hebreos 13:20 se refieren a Jesús con relación a la función de pastorear, el primero llamándolo príncipe de los pastores, “y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” y el segundo como el pastor de las ovejas, “y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno”. Ambas descripciones son interesantes, la primera porque deja entrever que Él es el principal de muchos otros pastores, luego entonces hay más pastores lo cual, como parte del cuerpo de Cristo, sabemos están en la figura de nuestras autoridades: apóstoles, setentas, siete, profetas y ministros; y la segunda porque deja entrever que todos, incluyendo aquellos pastores, las autoridades de nuestra iglesia, así como al último que recién haya entrado al Cuerpo de Cristo, como esas ovejas que son pastoreadas por Jesús mismos, el buen pastor.

Juan el Bautista, como señala Juan 1:29, 34, se refiere a Cristo, además de Hijo de Dios, como el Cordero de Dios, “el siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Por la misma comprensión de la Palabra sabemos que esto último es la descripción referida al sacrificio de 295


Jesús que permitiría que los pecados de toda la humanidad fuesen perdonados, siendo esto realización de aquellas sombras establecidas en lo que se conoce como Antiguo Testamento referidas a los sacrificios que en el Templo se hacían.

Natanael, en Juan 1:47-49, además de Hijo de Dios, se refiere a Jesús como el Rey de Israel, “cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”. Más allá de la acepción histórica que este referente tenía para el pueblo de Israel de aquel entonces, dado que sabemos que Jesús, como lo señala el Salmo 2, es Rey sobre todas las naciones, el término Israel de la expresión de Natanael que inspiradamente ha quedado registrada en la Escritura, debe aplicarse no solo al pueblo histórico de Israel, sino de manera amplia al Israel de Dios, a Su pueblo formado por gente de toda nación, linaje y lengua, a Su familia formada por todo Aquel Que Vence.

Pedro en Juan 6:67-69 así como Juan en Juan 20:30-31, se refieren ambos a Jesús, además de Hijo de Dios, como el Cristo, el primero señalando “dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” y el segundo indicando “hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Cristo es la palabra griega equivalente a la palabra hebrea de Mesías y que ambas significan ungido, ahora bien ¿ungido de qué o por quién o para qué?, primero, ungido por el mismo Espíritu de Dios: Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y temor de Jehová (Isaías 11:2); segundo, ungido por Dios mismo: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió 296


Jehová” (Isaías 61:1 p.p.); y tercero, para en el presente siglo traer las Buenas Nuevas: “me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1 u.p.). Tomás, en Juan 20:24-28, se refiere a Jesús diciendo “Señor mío y Dios mío”: “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”. Como señala Revelación 3:14 Cristo es el principio de la creación de Dios, “y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:”, luego entonces ¿cómo puede ser que Cristo, siendo una creación de Dios, pueda ser referido por la misma Palabra como Dios? En lo que se conoce como Nuevo Testamento se refiere a Jesús de manera explícita se refiere a Jesús 79 veces como Hijo de Dios, 82 veces como Hijo del hombre, y 10 veces como Dios. Cristo es el principio de la creación de Dios (Revelación 3:14), pero de igual forma es la única manera en que tenemos de acceder al Padre que es infinito y eterno, esto porque en Cristo habita la plenitud de la Deidad, “porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9) siendo Él la imagen del Dios invisible, “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Colosenses 1:15), de esta forma Cristo es quien nos muestra al Padre por lo que las referencias escriturales a Él como Dios apuntan Aquel que Él representa. Esto no es tan difícil de entender incluso con ejemplos del mundo, ¿alguna vez has visto alguna noticia que diga que tal o cual país firmó tal o cuál acuerdo?, ahora bien ¿cómo puede un país firmar un acuerdo?, ¿acaso toda la 297


gente de ese país firmó tal acuerdo, acaso las montañas, ríos, desiertos, bosques que conforman ese país firmaron ese acuerdo?, claro que no, lo firmó su rey, presidente o ministro, aquel que representa a ese país, pero quien está investido de tal autoridad que actuando a nombre del país vincula sus actos como si fuesen realizados por eso mismo. Igual en el caso de nuestro Señor y Salvador, sólo que esta comprensión está vedada para el mundo siendo una riqueza inconmensurable para la iglesia de Dios que permite a su vez la comprensión de muchas verdades escriturales.

Como cierre de todo lo comentado se tiene la cita de Isaías 9:6-7 donde se refiere a nuestro Señor Jesús con los adjetivos de Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz, “porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”, términos que a la luz de todo lo comentado son entendibles, comprensibles, para aquellos que en la iglesia de Dios han sido instruidos en las verdades escriturales de las cuáles ella es columna y fundamento, “para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15).

Señor de Señores, Rey de Reyes, Profeta, Príncipe de los pastores, Pastor de las ovejas, Hijo de Dios, Cordero de Dios, Rey de Israel, Cristo, Admirable, Consejeros, Dios Fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz, son muchas las maneras en que uno puede referirse a nuestro Señor, tal vez la más asombrosa, la más maravillosa, a la luz de todas aquellas formas, sea la de nuestro hermano, “porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29), con todo y todo no hay que olvidar lo que la misma 298


Palabra declara: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: más el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21), de esta forma si bien son hermosas, reveladoras y edificantes las maneras en que tenemos de referirnos a nuestro Señor y Salvador, mucho más lo es el hacer Su voluntad, ya que como se adelantó desde el inicio, los elegidos que en el presente siglo hemos aceptado el llamamiento del Padre para venir a salvación, dado que estamos llamados a ser sacerdotes y reyes con Cristo en el reino venidero, debemos esforzarnos por vivir de ya una vida de santidad y de perfección. Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir viendo en todas aquellas maneras que la Escritura tiene de referirse a nuestro Señor, un vislumbre de aquellas características que lo identifican como la imagen del Dios invisible, como Aquel en que siendo el principio de la creación de Dios habita corporalmente la plenitud de la Deidad, con la comprensión de que más allá de que uno pueda referirse a Él de muchas, variadas y distintas formas, es mucho muy superior el hacer Su voluntad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

299


CÓMO SE REFIERE JESÚS A SÍ MISMO “Cómo se refiere Jesús a sí mismo” hace referencia a lo que la Palabra declara referido precisamente a aquellas formas en que nuestro Señor y Salvador se refirió en su momento a sí mismo.

La Lectura Bíblica de Juan 14:1-15 contiene una disertación de Jesús sobre sí mismo que permite entender Su naturaleza y Su misión, de dicha relatoría resalta que Él mismo se refiere a Él como el Camino, la Verdad y la Vida.

Juan 14 1

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

2

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo

hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí

mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4

Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

5

Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos

saber el camino? 6

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,

sino por mí. 7

Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le

conocéis, y le habéis visto. 8

Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

9

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has

conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10

¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo

os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

300


11

Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera,

creedme por las mismas obras. 12

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él

las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 13

Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre

sea glorificado en el Hijo. 14

Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

15

Si me amáis, guardad mis mandamientos.

De igual forma, el Texto Áureo de Salmo 86:11 arroja luz sobre el tema al señalar, en palabra de David, la petición a Dios de que sea Él quien muestre su camino y su verdad: “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre”.

Contrariamente al pensamiento ecuménico y sincretista de la actualidad, movido por un espíritu ajeno al Espíritu de verdad, que señala que hay muchas maneras de llegar a Dios, Jesús, en la Lectura Bíblica, se presenta como el Camino, la Verdad y la Vida, no como un camino, una verdad o una vida, sino de nuevo: como el Camino, la Verdad y la Vida.

Mucho es lo que sobre estas tres imágenes puede decirse, baste el considerar el referente que las mismas de manera clara presentan: un camino es para andarse, luego bien señala al hacer, a las obras; una verdad es para entenderse, luego entonces apunta al entendimiento de las verdades reveladas, a la fe; y una vida apunta a la plenitud de lo que uno está llamado a ser, luego entonces señala las promesas que se nos han sido entregadas. Es así como considerando estas tres imágenes, el hecho de que Jesús se presente como el Camino, la Verdad y la Vida implican, obrar de conformidad a la voluntad del Padre, tener una fe correcta conforme a las verdades reveladas, y alcanzar la plenitud de las promesas que se nos han entregado, tomando como referente, como único referente, a Cristo mismo. 301


Para lograr lo anterior se tiene tanto la Palabra escrita, la Biblia, como la Palabra hecha carne, Jesús, la primera revelada de principio a fin por nuestro Señor y Salvador, la segunda vivida en integridad conforme a la voluntad del Padre por nuestro Redentor.

Ahora bien, ambas son requeridas, son necesarias, de hecho son indispensables, para andar por ese Camino, para conocer esa Verdad y para vivir esa Vida que representa nuestro Señor Jesucristo, pero más aún: ambas son complementarias. Jesús se presenta a sí mismo como la Luz del mundo, “otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12), de igual forma la Escritura se refiere a sí misma como esa lámpara para nuestros pies, como esa lumbrera para nuestro camino, “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105). Ambas indicaciones se refieren a lo mismo, la primera a la Palabra hecha carne y la segunda a la Palabra escrita. Lo interesante es que ambas son complementarias: se requiere de la Palabra escrita para identificar al Mesías, y se requiere al Mesías para entender a plenitud las verdades reveladas en la Palabra escrita. Cuando uno rechaza alguna de las dos, como los judíos que rechazaron a Jesús como el Mesías o algunos grupos que se autodenominan cristianos pero enseñan que el Antiguo Testamento ya no tiene prevalencia, rechaza aquello que le permitirá andar por ese Camino, conocer esa Verdad y vivir esa Vida que le permita alcanzar las promesas que han sido entregadas.

En muchas partes de la Escritura Jesús se refiere a sí mismo de muchas maneras que permiten entender Su naturaleza y Su misión. En Juan 10:8-15 se presenta como el Buen Pastor:

Juan 10 8

Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no

los oyeron las ovejas. 302


9

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y

hallará pastos. 10

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para

que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

12

Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las

ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13

Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las

ovejas. 14

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

15

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por

las ovejas.

Buen Pastor no nomás del pueblo histórico de Israel sino también de aquellas otras ovejas, los gentiles, llamados también a salvación, “también tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16).

En Juan 6:24-35, 48-51 Jesús se presenta como el Pan de Vida señalando que todo aquel que coma de Él no morirá sino que alcanzará vida eterna:

Juan 6 24

Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos,

entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. 25

Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

26

Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis,

no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

303


27

Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida

eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28

Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las

obras de Dios? 29

Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que

él ha enviado. 30

Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te

creamos? ¿Qué obra haces? 31

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan

del cielo les dio a comer. 32

Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del

cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33

Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al

mundo. 34

Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

35

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá

hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. … 48

Yo soy el pan de vida.

49

Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.

50

Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no

muera. 51

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este

pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

En Juan 4:25-26 y Lucas 9:18-21 Jesús se refiere a Él como el Cristo, como el Mesías esperado:

304


Juan 4 25

Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando

él venga nos declarará todas las cosas. 26

Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

Lucas 9 18

Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos;

y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? 19

Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún

profeta de los antiguos ha resucitado. 20

Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo

Pedro, dijo: El Cristo de Dios. 21

Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo

rigurosamente

Todo esto, como se señaló, apunta a la naturaleza y misión de Jesús y permite, a través del estudio, la meditación y la oración, llegar a comprender de las mismas verdades cada vez más amplias y profundas. Con todo y todo las mismas deben considerarse en el contexto correcto, ¿por qué?, porque descontextualizadas pueden hacer, como ha sucedido a lo largo de estos dos mil años de historia de la iglesia de Dios, que algunos queriendo encontrar a Cristo lo pierdan.

En Juan 15:1-5 Jesús se describe a sí mismo como la Vida Verdadera y a sus seguidores como los pámpanos instando a estos últimos a estar unidos a Él:

Juan 15 1

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2

Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva

fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

305


4

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar

fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,

éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Ahora bien ¿cómo puede estar uno unido a Cristo?, claro que la oración es una forma, de igual forma el cumplir su voluntad, pero la imagen de los pámpanos unidos a la vid es muy material, mientras que aquellas son más bien espirituales, de esta forma ¿cómo puede uno, materialmente hablando, estar unido a Cristo?, dado que Cristo es la cabeza de Su iglesia, “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22-23), la única forma de materialmente estar unido a Él es a través de Su Cuerpo, a través de la iglesia de Dios, obvio que esta unión material tiene efectos espirituales pues permite un entendimiento correcto de las verdades reveladas después de todo la iglesia es presentada por la misma Escritura como columna y fundamento de la verdad.

Es por eso que se mencionó que, respecto a las maneras en que Jesús se presenta a sí mismo, que las mismas debían considerarse en el contexto correcto ya que descontextualizadas pueden hacer, como ha sucedido a lo largo de estos dos mil años de historia de la iglesia de Dios, que algunos queriendo encontrar a Cristo lo pierdan. ¿Cómo puede ser posible esto?, sencillo: muchos al leer que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, al verlo como el Buen Pastor, como el Pan de Vida, como El Mesías esperado, concluyen que no necesitan nada más en su vida que a Cristo comenzando a estudiar la Palabra, a meditar la Palabra, a orar la Palabra fuera del contexto de la iglesia, de sus doctrinas, de sus autoridades, llegando a conclusiones ajenas a la verdad que han hecho, como puede verse en estos dos mil años de historia de la iglesia de Dios, que muchos tratando de encontrar a Cristo lo hayan perdido. Siguiendo el símil que Pablo hace

306


en 1 Corintios 12:1-31 presentando a los miembros de la iglesia de Dios como las partes del cuerpo humano:

1 Corintios 12 1

No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales.

2

Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os

llevaba, a los ídolos mudos. 3

Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama

anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo. 4

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.

5

Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.

6

Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en

todos, es el mismo. 7

Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

8

Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra

de ciencia según el mismo Espíritu; 9

a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo

Espíritu. 10

A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de

espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11

Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a

cada uno en particular como él quiere. 12

Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos

los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 14

Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 307


15

Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será

del cuerpo? 16

Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no

será del cuerpo? 17

Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído,

¿dónde estaría el olfato? 18

Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el

cuerpo, como él quiso. 19

Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

20

Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.

21

Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a

los pies: No tengo necesidad de vosotros. 22

Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los

más necesarios; 23

y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos

más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. 24

Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad;

pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, 25

para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros

todos se preocupen los unos por los otros. 26

De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con

él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. 27

Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en

particular. 28

Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas,

lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29

¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿todos maestros?, ¿hacen

todos milagros?

308


30

¿Tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos lenguas?, ¿interpretan

todos? 31

Procurad, pues, los dones mejores. Más yo os muestro un camino aún

más excelente.

En ese orden de ideas, sería absurdo que un ojo, una mano o un pie dijera que por estar unido a la cabeza no necesita más ser parte del resto del cuerpo, igual aquellos que a lo largo de la historia de la iglesia de Dios, pretendiendo estar unidos a Cristo, se han escindido de Su congregación.

De esta forma para andar por el Camino que Cristo representa, para entender la Verdad que Cristo representa, y para vivir la Vida que Cristo representa, uno necesaria, forzosa, indispensablemente debe estar unido a Él, no sólo espiritualmente sino también materialmente, como los pámpanos a la vid, siendo esto sólo posible, dado que Él es cabeza de Su iglesia, estando unidos a Su Cuerpo que la misma representa.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que viviendo unidos al Cuerpo de Cristo, Su iglesia, estar unidos a la cabeza que es Él, cuales pámpanos unidos a la vid, y de esta forma poder crecer en el conocimiento de Dios y Su hijo, y así andar por el Camino que Cristo representa a través de las obras que siguiendo Su ejemplo hagamos, entendiendo esa revelación que Cristo, la Verdad, nos transmite a través de la fe, pudiendo así llegar a esa Vida que es Él y que representa el alcanzar las promesas que se nos han sido entregadas, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

309


EL NUEVO TESTAMENTO VERIFICACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO, PERSONAJES “El Nuevo Testamento verificación del Antiguo Testamento, personajes” hace referencia a lo que la Palabra declara referido precisamente a lo que la Palabra declara precisamente a lo que ella misma presenta en lo que se conoce como Antiguo Testamento que es corroborado en el llamado Nuevo Testamento.

La Lectura Bíblica de Hebreos 11 contiene lo que se conoce como los héroes de la fe donde, a través de una relatoría entre personajes y eventos, nos presenta aquellos que en el llamado Antiguo Testamento dieron ejemplo de fidelidad en la Palabra de Dios.

Hebreos 11 1

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no

se ve. 2

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

3

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de

Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. 4

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual

alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. 5

Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque

lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. 6

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que

se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 7

Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no

se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. 310


8

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había

de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9

Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra

ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10

porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y

constructor es Dios. 11

Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para

concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12

Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las

estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13

Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido,

sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14

Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una

patria; 15

pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron,

ciertamente tenían tiempo de volver. 16

Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se

avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. 17

Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había

recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18

habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;

19

pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos,

de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. 20

Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.

21

Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró

apoyado sobre el extremo de su bordón.

311


22

Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio

mandamiento acerca de sus huesos. 23

Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres

meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de

Faraón, 25

escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los

deleites temporales del pecado, 26

teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de

los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 27

Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo

como viendo al Invisible. 28

Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que

destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. 29

Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los

egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. 30

Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.

31

Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los

desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. 32

¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de

Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; 33

que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas,

taparon bocas de leones, 34

apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de

debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 35

Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros

fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.

312


36

Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y

cárceles. 37

Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de

espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38

de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los

montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. 39

Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no

recibieron lo prometido; 40

proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen

ellos perfeccionados aparte de nosotros.

De igual forma, el Texto Áureo de Romanos 15:4 arroja luz sobre el tema al señalar, para clarificar la importancia de tomar a lo que conocemos como Antiguo Testamento con la relevancia debida, que todo lo que se escribió antes, escrito fue para nuestra edificación: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”.

En función de esto que señala la Palabra, es decir, que lo que antes se escribió, para nuestra edificación fue escrito, es más que claro que no puede entenderse a cabalidad lo que conocemos como Nuevo Testamento si desechamos, como algunos grupos religiosos lo hacen, lo que llamamos como Antiguo Testamento.

El pueblo histórico de Israel solo reconoce el llamado Antiguo Testamento privándose de la revelación que el llamado Nuevo testamento trae sobre aquel, la gran mayoría de las diferentes iglesias, denominaciones y congregaciones que se dicen cristianas, si bien tienen el Antiguo Testamento en sus Biblias lo consideran superado con lo que en la práctica no le conceden vigencia y por lo tanto aplicación, pero la iglesia de Dios tienen tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, ambos válidos, ambos vigentes, ambos aplicables, pero mejor aún: 313


cuenta con la Luz del Mesías, Jesús, y con la guía del Espíritu Santo para crecer en esa fe requerida y para poner esa misma fe por obra.

Las cosas que antes fueron escritas, para nuestra edificación lo fueron hecho, si las desechamos, ¿qué nos queda?, si las consideramos fábulas de otro tiempo, ¿qué nos queda?, si las tomamos como alegorías, ¿qué nos queda? Pensar así de Daniel, Jonás, Elías Jeremías, Moisés, Abraham, Isaías, David, Rahab o Moisés, es decir, desechando sus historias, considerándolas fábulas o alegorías, es como pretender quitar los pilares de una casa de dos pisos: el Nuevo Testamento, en aquellos lugares que los menciona, se viene abajo, pero al venirse abajo se trae consigo el resto de la revelación que el mismo contiene.

En la iglesia de Dios sabemos que todo lo escrito en lo que se conoce como Antiguo Testamento no es fábula ni alegoría, es real, tan real como el Dios que estuvo detrás de todos esos eventos y tan real como el Espíritu que inspiró su registro, por eso concedemos especial atención a lo que esos escritos nos presentan pues, como ya se comentó referido a lo que la misma Palabra indica, lo que antes se escribió, para nuestra propia edificación fue escrito.

Volviendo sobre Hebreos 11, conocido como el de los héroes de la fe, además de la enseñanza que del mismo de manera evidente puede obtenerse, adicionalmente hay una comprensiones que pueden devenir de meditar en él, esta en cuanto a lo que presenta.

Respecto de esta comprensión, es decir, lo que Hebreos 11 presenta, lo que podemos ver es una relatoría de personajes que en lo que se conoce como Antiguo Testamento alcanzaron ejemplo de fidelidad en la Palabra de Dios, pero más allá de ello lo que vemos son personas de carne como tú y como yo, como todos los hermanos y hermanas que a lo largo de la historia del Pueblo de Dios han sido llamados por Él para cumplir en ellos su voluntad. Personas cuya carnalidad les imprimió esa debilidad que tú y yo y todos los que conformamos el 314


Cuerpo de Cristo padecemos. ¿O no nos acordamos de la historia de Sansón, Gedeón, Jefté o David?, ¿los graves errores de David?, ¿las fallas de Abraham, Isaac o Jacob?, todos ellos son mencionados en Hebreos 11 como ejemplo de fe para nosotros pero de igual forma podeos verlos con las torpeas y cobardías propias de su carnalidad, entonces ¿por qué son llamados ejemplo de fe?, porque el énfasis no está en lo que no eran, es decir, en la carnalidad que como nosotros padecían, sino en lo que estaban llamados a ser y a lo que permanecían fieles.

Esto tiene una gran enseñanza para nosotros, sobre todo para animarnos en permanecer fieles, en no cejar de avanzar en el Camino, ya que en ocasiones cuando abordamos a los diferentes personajes bíblicos los colocamos en un pedestal que los aleja de nosotros cuando están tan cercanos como lo que tú y yo somos, como lo que todos los miembros del Cuerpo de Cristo son, pero que más allá de nuestros defectos hemos recibido un llamamiento del que no debemos soltarnos, incluso a pesar de nuestras debilidades pues confiados estamos, esperanzados estamos, que Dios siendo fiel, aunque nosotros seamos débiles, torpes y cobardes, cumplirá en nosotros lo que nos ha prometido, aquello que desde la eternidad pensó para cada uno, si es que permanecemos fieles hasta el final.

Si pudiera darte un consejo, un único consejo para tu vida espiritual sería éste: sé terco, sé obstinado. En Josué 1:6 Dios le dice a Josué que se esfuerce, que sea valiente. La palabra relativa a esforzarse se ha traducido del hebreo ‫חֲ ז ֲח‬, ḥă·zaq, que tiene una connotación de terquedad, de testarudez relativa a no dejar que nada haga cesar el ánimo en alcanzar algo. ¿Has visto alguna vez la rutina de algún deportista? Horas y horas entrenando, incluso cuando no alcanza los estándares establecidos, por ejemplo en velocidad o resistencia, él sigue entrenando, tercamente entrenando, testarudamente entrenando, ¿el resultado?, el triunfo, el logro, la conquista. Si ellos tienen ese grado de terquedad, de testarudez para alcanzar esa corona corruptible, parafraseando a Pablo en 1 Corintios 9:24-25, “¿no sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad 315


corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.”, ¿se podrá esperar algo menos de nosotros? Esa terquedad, esa testarudez nos es necesaria ya que si ponemos la mirada en nuestras debilidades, en nuestras torpezas, en nuestras cobardías, es más que evidente que estaríamos perdidos, pero nuestra mirada debe estar en Aquel que nos llamó a salvación y aunque en nuestra percepción podamos ver que tenemos todo en contra, empezando por nuestra carnalidad, se lo suficientemente tercos, lo suficientemente testarudos para día con día levantarnos de nuevo a continuar nuestro andar por el Camino.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que creyendo la realidad, validez y vigencia que nos presenta lo que antes se escribió, lo veamos a la luz de verdad contenida en la iglesia, bajo la guía del Espíritu de Dios, obteniendo de ello la instrucción que deviene en nuestra propia edificación, entendiendo, comprendiendo y aplicando esa terquedad, esa testarudez que nos es necesaria para aferrarnos a las promesas que se nos han sido dadas avanzando en el Camino, incluso a pesar de nuestras propias debilidades, torpezas y cobardías, confiados en que Aquel que nos llamó a salvación cumplirá en nosotros lo que desde la eternidad pensó para cada uno, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

316


DIOS “Dios” hace referencia a lo que la Palabra declara referido precisamente a lo que la Palabra declara respecto de la naturaleza del Padre, la naturaleza del Hijo, y la naturaleza de la relación entre ambos.

La Lectura Bíblica de Juan 10:23-42 presenta a Cristo en un intercambio de ideas con los religiosos de su tiempo, intercambio de ideas que permite entender, si se estudia a la luz de las Escrituras y de la verdad contenida en la iglesia de Dios, la naturaleza del Padre, la naturaleza del Hijo, y la naturaleza de la relación entre ambos.

Juan 10 23

y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

24

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma?

Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 25

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago

en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; 26

pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.

27

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

28

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de

mi mano. 29

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar

de la mano de mi Padre. 30

Yo y el Padre uno somos.

31

Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.

32

Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre;

¿por cuál de ellas me apedreáis? 33

Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos,

sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 34

Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 317


35

Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la

Escritura no puede ser quebrantada), 36

¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú

blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 37

Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.

38

Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que

conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 39

Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.

40

Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había

estado bautizando Juan; y se quedó allí. 41

Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo;

pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. 42

Y muchos creyeron en él allí.

De igual forma, el Texto Áureo de Juan 5:36 arroja luz sobre el tema al señalar, reveladoramente, que es el Hijo el que hace las obras del Padre: “Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado”.

La lectura, el estudio y la comprensión de la Escritura forman parte fundamental de la vida cristiana, con todo y todo hay ciertas partes de la misma que representan todo un reto para el cristiano.

Juan 1:18, 5:37, 6:46 señalan claramente, por un lado que nadie ha visto u oído a Dios, al Padre, y por otro lado que es el Hijo quien lo ha revelado.

Juan 1:18 18

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del

Padre, él le ha dado a conocer.

318


Juan 5:37 37

También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis

oído su voz, ni habéis visto su aspecto,

Juan 6:46 46

No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha

visto al Padre.

A diferencia de otras citas que requieren interpretación, estas citas son por así decirlo muy sencillas, pero a la vez muy complejas; sencillas, sí en cuanto a lo expresado, pero complejas en cuanto a su significado, ¿por qué? Porque en el Antiguo Testamento se tienen cientos de referencias de Dios siendo visto, escuchado o ambos. Ejemplo de esto lo tenemos en Génesis 18:1, 13, 16-17, 33, Éxodo 33:11, Números 12:8, Deuteronomio 34:10 ¿Cómo puede conciliarse esto con la idea de que a Dios, al Padre, nadie le ha visto u oído?

Casi no hay libro del Antiguo Testamento que no presente alguna interacción, auditiva, visual o ambas, entre personajes bíblicos y Dios, pero si tenemos que la misma Escritura señala que a Dios, al Padre, nadie le ha visto, y que ella misma declara sobre sí que no puede contradecirse (Juan 10:35), ¿cómo podemos entender esto?

Una primer clave nos la da la cita de Números 12:8 ya mencionada que señala a Jehová reconviniendo a Aharón y María, hermanos de Moisés, cuando de Moisés se quejaban, diciendo “Cara a cara hablo con él, abiertamente y no en dichos oscuros, y él contempla la imagen de Jehová. ¿Por qué, pues, no temisteis hablar contra mi siervo, contra Moisés?”. Es interesante que en esta cita se mencione que Moisés contemplaba la imagen de Jehová, una imagen es algo que representa a algo. La cita no dice que Moisés contemplaba a Jehová, sino que contemplaba la imagen de Jehová, esto es más interesante cuando Dios mismo está hablando, por lo que se esperaría la expresión estuviese en primera persona 319


-me contemplaba, contemplaba a mí, o algo similar-, pero no es así sino que señala que Moisés contemplaba la imagen de Jehová, así que la pregunta que cabría hacerse es ¿a qué imagen de Jehová se refiere Dios en esta expresión? Colosenses 1:15, hablando de Cristo, señala que “El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura”, ¿podría aquella imagen de Jehová que contemplaba Moisés ser esta imagen que señala Pablo escribiendo a los de Colosas referida a Cristo?, en este punto, con las citas que se tienen, no puede uno llegar a una conclusión distinta. Veamos: (1) A Dios nadie la ha visto ni oído, (2) es el Hijo quien revela al Padre, (3) la revelación en el Antiguo Testamento era dada por la imagen de Jehová, y (4) la imagen de Dios es Jesús, Su Hijo. Si se es honesto cognitivamente hablando y se ciñe uno a lo que la Escritura dice, no puede menos, en este punto, que concluirse que quien se presentaba como Jehová en el Antiguo Testamento era Jesús, quien actuaba en nombre y con la autoridad de Dios, con todo y todo esta puede ser una idea conflictiva para muchos quienes en su mente han formado dos momentos históricos relacionados con el Antiguo y con el Nuevo Testamento asignado para el primero una intervención directa de Dios, el Padre, en la historia de la humanidad, y para el segundo asignando la participación activa del Hijo, ¿habrá más indicios en la Escritura que permita concluir, como ella misma lo dice, que a Dios nadie le ha visto u oído sino que es el Hijo, en todos los tiempos, Quien le ha revelado?

1 Corintios 10:4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

Esta cita de la primer carta de Pablo a los de Corinto, se hace en el contexto de la reflexión que inspiradamente el Apóstol hace, donde se refiere al Pueblo de Israel en la travesía por el desierto una vez liberados de Egipto, lo interesante de Pablo es que señala como es que la roca, espiritualmente hablando, que los seguía era

320


Cristo y no solo eso sino que el pueblo bebía de ella, es decir, se alimentaba de la verdad que a través de ella era expresada. De nuevo: la roca era Cristo.

1 Corintios 10:9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.

En esa misma carta, en el mismo capítulo y en el mismo contexto, Pablo más delante exhorta a los de Corinto a no comportarse como aquel pueblo rebelde que se rebelaba una y otra vez contra Dios, la referencia explícita de la cita señala a aquel momento donde, a raíz de las habladurías y murmuraciones del pueblo, Dios les manda serpientes a que los castiguen causando gran mortandad hasta que, por mediación de Moisés, Dios le pide hacer una serpiente de bronce colocada en un mástil -símbolo del futuro sacrificio de Cristo- con la condición de que quien mordido por las serpientes la viera se curaría. Lo interesante de esta cita es el inicio de la misma “Ni tentemos al Señor…”, ¿a qué Señor se refiere? Muchos cuando leen esto deducen que ese Señor a que se está refiriendo es Dios, Jehová, esos entienden que ese Jehová era quien desempeñó en ese trance del pueblo un papel preponderante, para la cual la anterior comprensión de tal cita no representa mayor problema. Pero sí hay un problema, el problema es que en el griego original la palabra que se ha pretendido traducir como Señor es Χριστόν, Christon, Cristo. Correctamente algunas traducciones expresan esa misma frase diciendo “Ni tentemos a Cristo…”, pero la mayoría presenta la de “Ni tentemos al Señor…”, ¿por qué si la traducción es muy clara —Χριστόν, Christon, Cristo—, se fuerza la Escritura poniendo Señor donde debería decir Cristo?, por la manera tradicional, común y generalizada de entender que quien se presentaba en el Antiguo Testamento era Dios, Jehová, el Padre, no Jesús, y el poner Cristo implicaría rehacer todo ese pensamiento. 321


De nueva cuenta, como se señaló anteriormente: Si se es honesto cognitivamente hablando y se ciñe uno a lo que la Escritura dice, no puede menos, en este punto, que concluirse que quien se presentaba como Jehová en el Antiguo Testamento era Jesús, quien actuaba en nombre y con la autoridad de Dios, con todo y todo, esta idea ¿tiene sustento escritural?

1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre

En esta cita de la primera carta de Pablo a Timoteo de nueva cuenta se corrobora lo dicho por la Escritura en el sentido de que es el Hijo quien revela al Padre. Primero señala que existe un solo Dios, luego señala que de igual forma existe un solo mediador, por ultimo señala que ese mediador es Jesucristo.

Esta frase es por todos conocida pero, a la luz de lo visto hasta ahorita, dado que Dios no cambia (Malaquías 3:6) y que Jesucristo es el mismo por siempre (Hebreos 13:8), uno no puede menos que deducir que esa mediación no comenzó con la venida de Cristo como nuestro redentor, sino que dadas las previas interacciones entre la humanidad y Dios, Cristo tuvo que ser quien fungiera como intermediario de ella, aun así, ¿puede encontrarse en la Escritura mayores referencias que apunten a esta idea? Veamos tres referencias: La Palabra de Dios, el rostro de Dios, y el Brazo de Dios.

Respecto de la Palabra de Dios, el Antiguo Testamento reboza de expresiones que, referidas a la intervención de Dios en la historia de la humanidad en general y de Su pueblo en específico, adjudican esto la palabra de Jehová, por ejemplo Génesis 15:1, 1 Reyes 17:2, Jeremías 1:4 y 2:1, Ezequiel 1:3 y 30:1, Hageo 1:1. Dado que a Dios nadie le ha oído ¿A qué o a quién puede estarse refiriendo las

322


citas anteriores que presentan a la Palabra de Jehová interactuando con la humanidad? Juan 1:1 aclara esto cuando señala “En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios”, de la lectura de todo ese capítulo la única conclusión clara y evidente es que Juan estaba refiriéndose a Cristo como la Palabra de Dios, “y aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (v. 14). Esta comprensión permite corroborar que las referencias escriturales en el Antiguo Testamento referidas a la Palabra de Dios no pueden menos que referirse a eso ¡la Palabra de Dios!, Palabra que en su momento se hizo carne.

Respecto del rostro de Dios, el Antiguo Testamento reboza de expresiones que, referidas a la intervención de Dios en la historia de la humanidad en general y de Su pueblo en específico, adjudican esto al rostro de Jehová, ejemplo de esto lo tenemos en Números 6:25-26, 1 Crónicas 16:11, Salmos 4:6, 31:16, 105:4 y 102:2, Ezequiel 20:35, Mateo 18:10, Job 34:29, Revelación 22:4, Levítico 17:10 y 20:3, 2 Crónicas 7:14. Dado que a Dios nadie le ha visto, ¿a qué o a quién puede estarse refiriendo las citas anteriores que hacen referencia al rostro de Jehová al referirse a las interacciones de Dios con la humanidad?

Como ya se comentó, Juan 1:18 nos dice que "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer", de igual forma, también ya mencionado, Colosenses 1:15 dice de Cristo que Él "es la imagen del Dios invisible", así que en consonancia con lo expresado al inicio de la presente obra, las interacciones de Dios con la humanidad registradas en el Antiguo Testamento referidas como el rostro de Dios, Su cara, hacen referencia a Cristo fungiendo como intermediario de ellas.

Respecto del Brazo de Dios, el Antiguo Testamento reboza de expresiones que, referidas a la intervención de Dios en la historia de la humanidad en general y de 323


Su pueblo en específico, adjudican esto al brazo, la mano o la diestra de Jehová, ejemplo de esto se tiene en Isaías 59:16, Jeremías 16:21 y 32:17, Éxodo 3:20-22 y 6:6, Deuteronomio 5:15, 7:19, 9:29, 11:2 y 26:8, 1 Reyes 8:42, 2 Reyes 17:36, Salmos 44:3, 77:15, 89:10, 89:13, 89:20-21, y 98:1, Isaías 31:3, 33:2, 40:10, 40:11, 51:9, 52:10, 63:12 y 51:9-10, y Deuteronomio 33:1‭-2. Dado que a Dios nadie le ha visto, ¿a qué o a quién puede estarse refiriendo las citas anteriores que hacen referencia al brazo, diestra o mano de Jehová al referirse a las interacciones de Dios con la humanidad?‭

En el Evangelio de Juan se recoge el sentir de muchos que, a pesar de las señales que Cristo hacía, se negaban a aceptarlo como el Mesías, por ejemplo Juan 12:36-41, lo providencial de esta cita es que la misma contiene, refiriéndose a ese rechazo de Cristo, la referencia textual a una profecía dicha por Isaías, dicha profecía está en el capítulo 53 precisamente del libro de Isaías, el cual terminará por dar luz sobre el asunto del brazo, la mano o la diestra de Jehová, leamos del versículo 1 al 5 poniendo especial atención en el primer versículo que habla de ese brazo de Jehová al que se refiere. “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?, ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”

¿A quién se refiere Isaías cuando al inicio de este capítulo menciona al brazo de Jehová?, ¿quién ese ese brazo de Jehová referenciado como “varón de dolores, experimentado en quebranto” (v. 3) que “llevó él nuestras enfermedades, y sufrió 324


nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (v. 4) y que fue “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados [cuyo] castigo de nuestra paz fue sobre él, y [que] por su llaga fuimos nosotros curados” (v. 5)? La respuesta es Cristo. Así que esta profecía referida al brazo de Jehová es una referencia al papel redentor de Cristo, luego entonces ambos términos se refieren a lo mismo: el Mesías, Jesús, nuestro Señor y Salvador, el brazo, la mano, la diestra de Jehová.

De esta forma puede entenderse que toda referencia a alguna interacción, auditiva, visual o ambas, entre personajes bíblicos y Dios, se refiere a Cristo, el Hijo, quien como revelador del Padre le representa.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que conforme al llamamiento al que hemos respondido, sigamos creciendo en el conocimiento de Dios y Su Hijo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

325


HOMBRE “Hombre” hace referencia a lo que la Palabra declara respecto de la naturaleza de la humanidad en la figura del hombre.

La Lectura Bíblica de Salmo 8 a David asombrándose de la creación, preguntándose sobre la naturaleza del hombre y maravillado de los cuidados, las deferencias y prerrogativas que Dios le ha concedido.

Salmo 8 1

¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos;

2

De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,

A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. 3

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

La luna y las estrellas que tú formaste, 4

Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,

Y el hijo del hombre, para que lo visites? 5

Le has hecho poco menor que los ángeles,

Y lo coronaste de gloria y de honra. 6

Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;

Todo lo pusiste debajo de sus pies: 7

Ovejas y bueyes, todo ello,

Y asimismo las bestias del campo, 8

Las aves de los cielos y los peces del mar;

Todo cuanto pasa por los senderos del mar. 9

¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

326


De igual forma, el Texto Áureo de Génesis 1:26 arroja luz sobre el tema al señalar, respecto precisamente de la creación del hombre, que éste fue hecho a imagen y semejanza de Dios: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Las principales preguntas que el hombre se ha hecho a lo largo de su historia son precisamente aquellas referidas a ¿de dónde venimos?, ¿qué está sucediendo ahora mismo?, ¿a dónde vamos? Las diferentes filosofías del mundo han tratado de responder estos cuestionamientos con mayor o menor éxito, pero los elegidos sabemos que la respuesta primera y última la encontramos precisamente en la Palabra.

Sobre nuestros orígenes Génesis 2:7, 18, 21-24 y 1:27 señala claramente cómo es que el hombre fue hecho por Dios tomando polvo de la tierra e insuflando en él el aliento de vida, de igual forma de aquel Dios toma una costilla para crear a la mujer, ambos fueron hechos a imagen y semejanza de Dios.

Génesis 2 7

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su

nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. … 18

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda

idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. … 22

Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la

trajo al hombre.

327


23

Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi

carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su

mujer, y serán una sola carne.

Génesis 1 27

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y

hembra los creó.

Respecto de lo que está sucediendo ahora mismo, la referencia para entender el contexto la tenemos en Romanos 5:12 donde se aclara que a raíz de la desobediencia de nuestros primeros padres, abrogándose el derecho a decidir por sí mismos lo que es bueno y lo que es malo, vino una separación entre el hombre y Dios, “por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, separación que, como aclara Génesis 3:16-19, acarrearía en la existencia actual del hombre dolor, sufrimiento y muerte.

Génesis 3 16

A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;

con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, [a] y él se enseñoreará de ti. 17

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste

del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18

Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

19

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,

porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Pero de igual forma, y como complemento de este entendimiento, como señala 1 Timoteo 1:15, “palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino 328


al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”, y Romanos 5:13-15, “pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo”, no estamos condenados indefectiblemente a esta situación sino que gracias al sacrificio redentor de Jesús tenemos la posibilidad de salir de aquello, adquirir la vida eterna y llegar a formar parte de la familia divina como hijos de Dios.

En cuanto a nuestro destino, aparte de lo dicho anteriormente respecto de llegar a ser hijos de Dios como parte de Su familia, la Escritura señala que estamos llamados a ser reyes y sacerdotes con Cristo en el reino venidero, como bien lo señala Revelación 5:9-10: “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Dado que el pasado es historia y el presente lo estamos viviendo mientras que el futuro aún está por venir, es sobre esto último sobre lo que quiero extenderme un poco más pues esto es lo que señala precisamente a las promesas que queremos alcanzar.

Como se señaló, tomando como referencia la Escritura, la tierra será el centro del gobierno de la familia de Dios, pero ¿centro de qué o para qué? Para entender esto la respuesta que deberíamos de buscar es ¿qué heredarán los santos?, ¿solamente la tierra? Romanos 8:31‭-32‭ 329


¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

La expresión todas las cosas contenida en la cita anterior se ha traducido del griego πάντα, panta, que literalmente significa la totalidad, el todo, es decir, todo lo creado, ¡el universo mismo! Esto es lógico ya que si todo fue hecho por Cristo, “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3), y para Cristo, “porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16) y si los santos son coherederos con Cristo, “y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Romanos 8:17), la conclusión lógica de esto es que con Él heredaremos el todo, la totalidad de la creación, el universo mismo.

No se puede elucubrar mucho sobre el destino final de esto, aunque sabemos que será de gloria, pero la Escritura sí da ciertos pincelazos que permiten vislumbrar a lo lejos el maravilloso futuro que espera para quienes de los llamados y elegidos sean encontrados fieles. Romanos 8:18-23 señala “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros 330


también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.

Es así como uno de los trabajos de los hijos de Dios será extender el paraíso que habrá venido a ser la tierra a todo el universo. ¿Suena increíble? La misma Escritura confirma lo anterior en esta profecía de Isaías, recuerda que haba de los elegidos que siendo fieles triunfen:

Isaías 51:1-23 contiene una profecía sobre las características futuras de eso que llamamos la familia Dios, los santos glorificados reinando con Cristo sobre todas las cosas. El v. 16 señala sobre estos “y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú”. Dicho versículo, también puede traducirse, como lo hacen otras versiones, de la siguiente manera:

Que puse en tu boca mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí; para que plantaras los cielos y fundaras la tierra; y que dijeras a Sion: pueblo mío eres tú (Biblia Jubileo 2000).

Que puse en tu boca mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí; para que plantases los cielos y fundases la tierra; y que dijeses a Sion: pueblo mío eres tú (Sagradas Escrituras 1569).

La expresión referida a plantar los cielos no puede menos que señalar lo que anteriormente se dijo respecto a que la familia de Dios está llamada a extender el paraíso en que habrá de convertir la tierra a todo el universo.

Esto es portentoso, casi imposible de imaginar, pero la Escritura nos dice que lo que espera a los justo excede todo lo que se pueda uno imaginar, “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9), 331


con todo y esto lo anterior sólo será el medio, ¿el medio para qué?, para el fin de toda la eternidad que ante los ojos de los hijos de Dios se abrirá: conocer a Dios y Su Hijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Es así como los santos heredarán la tierra, pero no para estar confinados en ellas sino para que desde ese centro de operaciones, desde la sede del gobierno del reino de Dios, extiendan las gloriosas condiciones de su lugar de residencia por todo el universo mientras se sigue aprendiendo del Padre y de Su Hijo.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que teniendo en nuestra mente y en nuestro corazón las promesas que Dios nos ha entregado, cada día avanzar en el Camino, creciendo en el conocimiento de Dios y Su Hijo y poniendo por obra esa fe que se dice profesar, mientras Dios cumple en nosotros lo que desde le eternidad pensó para cada uno, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

332


ESPÍRITU SANTO “Espíritu Santo” hace referencia a la naturaleza del Santo Espíritu de nuestro Padre Dios y al trabajo que éste está haciendo como parte del plan de Dios para con Su familia.

La Lectura Bíblica de Juan 14 permite entender cuatro tipo de informaciones que conforman a todo hijo de Dios: la información recibida, que es aquella con la que ya nacemos y que nos identifican con las características particulares que cada uno posee; la información percibida, que es aquella que de manera natural, automática e involuntaria recibimos a través de nuestros sentidos; la información contribuida, que es aquella que requiere de nuestra voluntad para ser aprehendida; y, relacionada con el Espíritu Santo, la información inspirada, que es aquella referida a las verdades divinas y a la cual sólo puede accederse por la acción del Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros.

Juan 14 1

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

2

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo

hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí

mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4

Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

5

Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos

saber el camino? 6

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,

sino por mí. 7

Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le

conocéis, y le habéis visto. 8

Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

333


9

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has

conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10

¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo

os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11

Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera,

creedme por las mismas obras. 12

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él

las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 13

Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre

sea glorificado en el Hijo. 14

Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

15

Si me amáis, guardad mis mandamientos.

16

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con

vosotros para siempre: 17

el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve,

ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 18

No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

19

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis;

porque yo vivo, vosotros también viviréis. 20

En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en

mí, y yo en vosotros. 21

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el

que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 22

Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a

nosotros, y no al mundo? 23

Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi

Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 334


24

El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído

no es mía, sino del Padre que me envió. 25

Os he dicho estas cosas estando con vosotros.

26

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi

nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. 27

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No

se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 28

Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais,

os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. 29

Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda,

creáis. 30

No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este

mundo, y él nada tiene en mí. 31

Más para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me

mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.

De igual forma, el Texto Áureo de Hechos 2:38 muestra el proceso requerido para recibir el Espíritu de Dios: arrepentirse y bautizarse, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, lo cual es complementado con la imposición de manos, “cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:14-17).

Ahora bien, ¿qué labor hace el Espíritu de Dios? Isaías 46:10 señala que Dios anuncia lo que ha de venir desde el principio, “que anuncio lo por venir desde el 335


principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”, así que ¿cuál es el principio de todo: la Escritura misma, la historia de la humanidad y nuestra historia personal? Los primeros dos versículos del primer capítulo del primer libro de la Escritura. Génesis 1:1‭-2 señala “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. El entendimiento natural es más que claro: habla de la creación de todo lo existente por parte de Dios, pero hay un entendimiento sobrenatural subyacente. Veamos.‭ Revelación 3:14 señala que Jesús es el Principio de la creación de Dios, “y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:”, así que Génesis 1:1 se refiere a eso que fue hecho por Cristo y para Cristo como señalan de igual forma Colosenses 1:16, “porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”, Juan 1:3, “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”, Romanos 11:36, “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”, 1 Corintios 8:6, “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”, y Colosenses 1:15-20, “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 8 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo 336


todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. Ahora bien, en cuanto a la palabra creó, ésta se ha traducida del hebreo a ָֹּ֣‫ב ֱָּ ֱד‬, bā·rā, la cual es usada en otras partes de la escritura, no necesariamente para referirse a un proceso terminado sino a un proceso continuado e incluso a un proceso futuro, como en el Salmo 51:10 “Crea [‫א ֱִ֔רל‬, bə·rā] en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. ¿Y esto qué tiene que ver? Retomemos la idea inicial: Dios creó los cielos y la tierra, ahora hagamos una pregunta: ¿dicha creación ya terminó?, necesariamente tendremos que responder que no, prueba de ello los diferentes fenómenos observables en el Cosmos y en la Tierra que implican un cambio, un proceso creativo que se sigue dando, proceso creativo que incluye a la raza humana, de hecho este proceso creativo inacabado queda patente con aquel dicho de Jesús “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). De esta forma Génesis 1:1 también puede entenderse como que en el Principio, en Cristo, Dios hizo, hace y hará Su creación cuya finalidad, en el caso de la humanidad, es que ésta llegue a ser parte de Su familia divina teniendo todo el universo como la herencia prometida.

Ahora bien, en cuanto a Génesis 1:2, esa cita presenta tres grandes características de la creación: desordenada y vacía, envuelta en tinieblas, y el Espíritu de Dios moviéndose sobre ella, ahora bien, con la comprensión de Génesis 1:1 puede entenderse que lo señalado por Génesis 1:2 hace referencia a lo que la misma Escritura consigna respecto de la historia de la salvación, a lo que vemos en toda la historia de la humanidad y a lo que está sucediendo en la vida de cada uno de nosotros. Vamos explicando esto.

Como ya se comentó Jesús es presentado en Revelación 3:14, como el Principio de la creación de Dios, pero no sólo como el Principio de la creación de Dios sino también como el Amén. Curiosamente la primera palabra de la Escritura, en

337


Génesis 1:1, es precisamente Principio [‫לאלא‬ ֲ ‫א אִ֔ר מ‬, bə·rê·šîṯ] y curiosamente la última palabra de la Escritura es Amén (Revelación 22:21).

Esto permite entender que la Escritura es Cristo mismo, en Él se está desarrollando un proceso creativo que engloba a la familia de Dios. Ahora bien, seamos honestos ¿qué vemos a lo largo de la Escritura, desde el inicio y hasta el final?, un verdadero desorden, no de parte de Dios quien siempre es fiel, “conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones “(Deuteronomio 7:9) sino de parte del hombre, “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4). Salvo en el caso de Jesús, ni siquiera aquellos que consideramos héroes bíblicos estuvieron exentos de errores, de pecados. Una lectura sin el Espíritu de la Palabra lo único que genera es una visión caótica, tan es así que los detractores de la Palabra ven en ella elementos más que suficientes para rechazarla, pero el Espíritu puede dar esa comprensión que salva el obstáculo de lo que la misma Palabra entrega, en este caso considerando los versículos 1 y 2 de Génesis 1 como ese resumen de toda la Escritura, así es, Génesis 1:1-2 puede considerarse un resumen de toda la Biblia: desorden, vacuidad y tinieblas pero –y esta es la parte trascendental– el Espíritu de Dios moviéndose en medio de todo esto a lo largo de los siglos de la historia de la salvación para cumplir el propósito por el cual fue enviado: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié” (Isaías 55:11).

Las aguas en la Escritura significan pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas, “me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (Revelación 17:15), luego entonces la expresión de Génesis 1:2 de que “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” también apunta a la historia de la humanidad. Pensado sobre esto ¿qué podemos ver en dicha historia?, de nueva cuenta, y al igual que en el análisis escritural de la historia de la salvación: desorden, vacuidad y tinieblas pero –y 338


esta es la parte trascendental– el Espíritu de Dios moviéndose en medio de todo esto a lo largo de los siglos de la historia de la salvación para cumplir el propósito por el cual fue enviado.

Por último, si analizamos cada quien su propia vida personal, trátese de aquellos que siguen en el mundo o de los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación, ¿qué vemos? A riesgo de parecer repetitivos, de nuevo: desorden, vacuidad y tinieblas pero –y esta es la parte trascendental– el Espíritu de Dios moviéndose en medio de todo esto a lo largo de los siglos de la historia de la salvación para cumplir el propósito por el cual fue enviado.

De esta forma Génesis 1:1-2 es ese principio desde el cual se anuncia lo que seguirá a continuación tanto en la misma Escritura, como en la historia de la humanidad y como en nuestra vida personal. Dicho de una manera muy clara y concreta: Génesis 1:1-2 es el resumen de toda la Escritura, Génesis 1:1-2 es el resumen de toda la historia de la humanidad, Génesis 1:1-2 es el resumen de toda tu historia personal.

Con esta comprensión puede entenderse por qué junto con el cordero pascual Dios ordenó comer panes sin levadura así como hierbas amargas y de igual forma eso permitirá entender una cita de Eclesiastés que generalmente solo es entendida de manera natural.

Éxodo 12:8 señala la instrucción dada por Dios a su pueblo de acompañar al cordero pascual con panes sin levadura y con hierbas amargas: “Y aquella noche comerán la carne [del cordero pascual] asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán”.

El cordero pascual, como es bien sabido, tipificaba el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo, “porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7), la cuestión relativa a comerla implicaba ese deseo 339


subyacente de hacerse uno con nuestro Señor aceptando Su sacrificio, pero ¿qué pueden simbolizar los panes sin levadura y las hierbas amargas que acompañaban la cena del cordero pascual?

La levadura es un símbolo del pecado, como lo señala Mateo 16:5-12, así el acompañar el cordero pascual con panes sin levadura simboliza la vida perfecta, “sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48), y santa, “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16), a la que el cristiano está siendo llamado. Pero si esto es así ¿qué pueden significar las hierbas amargas?

Según la Hagadá, el texto tradicional que se recita en el Seder el cual es el ritual judío celebrado en la primera noche de la Pascua, las hierbas amargas simboliza la amargura de la esclavitud en Egipto, para ello se sustentan en Éxodo 1:14 que señala "y amargaron sus vidas con trabajos forzados, con mortero y ladrillos y con toda clase de trabajo en el campo; cualquier trabajo que les obligaran a hacer era con trabajos forzados". Pero, de nueva cuenta, no hay una cita que sustente esta interpretación.

Como ya se comentó, los panes sin levadura representan esa actitud del nacido de nuevo de vivir conforme al llamamiento al que se ha respondido, de esa forma las hierbas amargas deben ir en la misma línea, a saber: simbolizar algo de la naturaleza de todo cristiano, algo real es decir existente, algo actual no pasado como la explicación de la esclavitud de Egipto, algo que permita entender en uno lo relativo al llamamiento al que se ha respondido cuando se ha aceptado a Cristo, nuestra Pascua, como nuestro salvador.

En este caso, yendo por partes, la hierba simboliza en la Escritura al hombre en lo particular y a la humanidad en lo general como lo señalan Isaías 40:6, “voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo”, 1 Pedro 1:24, “porque: Toda 340


carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae”, 2 Reyes 19:26, “sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez”, y Salmos 103:15, “el hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo”.

En cuanto a la amargura, ésta en la Escritura está relacionada con la naturaleza pecaminosa del hombre, como lo señalan Hebreos 12:15, “mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”, Efesios 4:31-32, “quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”, Hechos 8:23, “porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás”, y Proverbios 17:25, “el hijo necio es pesadumbre de su padre, y amargura a la que lo dio a luz”.

Así que estas hierbas amargas simbolizan la naturaleza pecaminosa del hombre, de esta forma lo que simbolizan esas hierbas amargas que acompañan la cena pascual es que al ir al encuentro de Cristo —comer la Pascua—, al aceptar el llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, aún y cuando en nosotros existirá esa intención de vivir una vida en santidad —panes sin levadura— mientras aún militemos en esta carnalidad, en nosotros existirán esas dos naturalezas: aquella que busca vivir la vida de santidad representada como ya se dijo por los panes sin levadura, y aquella que nos arrastra en sentido contrario representada por las hierbas amargas, algo así como las dos leyes que en su vida veía Pablo y que expuso en Romanos 7:7-25.

Romanos 7

341


7

¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no

conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8

Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda

codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9

Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado

revivió y yo morí. 10

Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó

para muerte; 11

porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y

por él me mató. 12

De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo

y bueno. 13

¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera;

sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. 14

Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al

pecado. 15

Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo

que aborrezco, eso hago. 16

Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.

17

De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que

mora en mí. 18

Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el

querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19

Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

20

Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en

mí. 21

Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

22

Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 342


23

pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi

mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24

¡Miserable de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

25

Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con

la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado.

Con esta comprensión puede cerrarse lo dicho sobre Génesis 1:1-2, respecto de esa creación que en Cristo hizo, hace y hará Dios a través de Su Espíritu en medio del caos, el desorden y la vacuidad, y de igual forma entenderse una cita de Eclesiastés que generalmente es abordada solo de manera natural: "Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente" (Eclesiastés 4:12). El entendimiento natural de esto es más que evidente reflejado en aquel dicho popular de que la unión hace la fuerza, pero sobrenaturalmente apunta de manera simbólica a todo lo explicado anteriormente: Dios, como un tejedor, está trabajando en cada uno de nosotros con tres cuerdas: la pascua, es decir, el sacrificio redentor de Jesús que nos redime; los panes sin levadura, es decir esa naturaleza del nacido de nuevo que lo impele a vivir una vida de santidad; y sí: la pecaminosidad de nuestra naturaleza carnal, las hierbas amargas, pues a través de esta experiencia humana estamos aprendiendo, entendiendo y comprendiendo, a un precio muy alto relacionado con el dolor, el sufrimiento y la muerte, las grandes lecciones relativas a la vida divina.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para seguir creciendo en el conocimiento de Dios y Su Hijo y en el entendimiento del Plan de Dios para con Su familia, comprendiendo lo que al respecto hizo, hace y hará Dios en Cristo, por Cristo y para Cristo a través de Su Espíritu, en cada uno, de manera particular, y en la humanidad, de manera general en medio del caos, el desorden y la vacuidad, hasta cumplimentar lo que desde la eternidad determinó por Su infinita misericordia y eterno amor, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús. 343


EL MISTERIO DE LA PIEDAD “El misterio de la piedad” hace referencia a lo que sobre éste término declara la Palabra de Dios.

La Lectura Bíblica de Juan 1:1-14, en una clara referencia a Cristo, lo menciona como esa Luz por quien todo fue hecho, que es la vida misma y que al mundo, a los suyos, vino.

Juan 1 1

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

2

Este era en el principio con Dios.

3

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido

hecho, fue hecho. 4

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

5

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra

ella. 6

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

7

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que

todos creyesen por él. 8

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

9

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

10

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le

conoció. 11

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

12

Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio

potestad de ser hechos hijos de Dios; 13

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de

voluntad de varón, sino de Dios. 14

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria,

gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 344


De igual forma, el Texto Áureo de Mateo 13:11 habla del gran privilegio, así como la gran responsabilidad, de estar allegados a Cristo a través de Su Cuerpo ya que de esta forma los elegidos pueden acceder a la revelación de esas verdades divinas que para el mundo permanecen siendo misterios: “El [Jesús] respondiendo [a sus discípulos], les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; más a ellos no les es dado”.

Sobre la Lectura Bíblica de Juan 1:1-14, es interesante que el evangelista, por inspiración divina, haya descrito esa Luz, que es Cristo, en el contexto de la creación cuando en el versículo 3 señala que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Sabemos que Cristo no es eterno como el Padre sino que tuvo un principio, como se refiere a Él Revelación 3:14, “[Jesús dice:] y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:”, con todo y todo si se nos pregunta en que parte de la Escritura se habla de ese principio de Jesús, de ese momento en que comenzó su existencia, no podremos menos que señalar que no hay tal cita, ¿o si la hay? Veamos.

Si queremos encontrar el momento en que Jesús inició su existencia deberíamos buscarlo en aquel relato que presenta la creación de todo, relato que se encuentra en el primer capítulo de Génesis.

Después de la introducción general que a la creación hace Génesis 1:1-2, el cual de igual forma es un resumen de la Escritura, de la historia del mundo y de nuestra historia personal, inmediatamente comienza el relato creativo correspondiente a los siete días de la creación.

Si bien desde una perspectiva natural los diete días de la creación pueden ser en mayor o menor medida entendidos, el primer día de ello plantea un enigma en sí mismo que ha significado un quebradero de cabeza para todo aquel que aborda el 345


estudio de esto, ¿por qué?, porque no es sino hasta el cuarto día de la creación que Dios crea las lumbreras del cielo, el sol y la luna (Génesis 1:14-19), en ese entendido, ¿de dónde proviene esta luz que es creada en el primer día (Génesis 1:3-5)?

Tratando de resolver esto algunos señalan que la fuente de la luz que se menciona aquí es Dios mismo, pero esto es un poco difícil de sostener ya que Dios es luz, es decir, siempre lo ha sido y siempre lo será, pero aquí el versículo indica que es hasta ese momento en que Dios la crea, luego entonces antes no existía, lo cual contradice lo dicho inicialmente.

Otros más señalan que esa luz era una luz sobrenatural, es decir, dado que menciona que atardeció y amaneció dicha luz era como la del sol pero sin que éste todavía existiese, lo cual en vez de responder la interrogante inicial solo termina por complicar su entendimiento.

Algunos más señalan que, al igual que en el caso de las plantas, los peces, las aves y los animales, primero tenía Dios que crear la sustancia de la creación para después generar de ésta su esencia, pero de igual forma el razonamiento enfrenta retos insalvables, ¿por qué?, porque en el caso de plantas, peces, aves y animales, éstos son creados como la causa que originará el efecto –plantas generarán semillas que luego serán otras plantas, peces y aves pondrán huevos de los cuales surgirán otros peces y otras aves, y en cuanto al resto de los animales ellos mismos posteriormente generarán otros –, pero en el caso de esta luz se rompe ese esquema ya que la luz no es la que origina al sol sino el sol a la luz así que aquí se tendría primero el efecto y hasta el cuarto día la causa. Estos ejemplos, así como otros que pudieran mencionarse, surgen cuando, en vez de tomar a la Escritura como guía, uno busca que sea su propia mente, sus propios pensamientos, los que vengan a resolver los problemas de entendimiento que la misma presenta, pero ¿y si uno se deja guiar por la Palabra?

346


Independientemente de esto, la parte común que aquellas tres explicaciones dejan fuera es ¿dónde está Jesús?, como menciona la Escritura “todo fue hecho por medio de Él” (Colosenses 1:16) y si es por medio –atención a esta expresión– entonces eso implica que hay dos entidades: Dios creando por medio de Jesús. Esto es muy palpable cuando Génesis 1:26 señala que en el sexto día Dios dijo “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…”, pero hasta ese punto no hay esa pluralidad sino una singularidad en el hablar que implica a Dios haciendo, pero entonces ¿dónde está Cristo?, Jesús debería estar desde el Principio, no aparecer al sexto día, siendo así ¿dónde está Él?

Sin duda alguna que dejarse guiar por la Escritura para que sea ella misma la que se interprete es el mejor camino por el que uno pudiera optar, pero de igual forma, y esto debe quedar muy claro, en ocasiones lo que uno encuentre puede no coincidir con lo que el mundo, el cual yace bajo el engaño del Enemigo (Revelación 12:9), pero entonces ¿qué es esa luz creada antes que nada, al principio de todas las cosas? Isaías 46:9-10 señala en voz de Dios “acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”, de esta forma desde el principio Dios señala lo que será, luego entonces podemos usar un razonamiento inverso ya que si no entendemos algo que desde el principio se hizo podemos buscar su realización posterior para entender lo primero. Algo así como las profecías que sobre el Mesías se hicieron en su momento y que hoy, a la luz del Cristo, podemos entender. Siendo así, es decir, yendo al final, ¿qué Luz podemos encontrar que permita entender aquella Luz creada al principio de todo? Si nos vamos al último libro de la Escritura, y si es ese libro nos vamos a unos de sus últimos capítulo, podemos encontrar de nuevo una referencia a la Luz y en el mismo contexto de Génesis: alumbrando todo. Revelación 21:22-23, hablando sobre la Nueva Jerusalén, señala “y no vi en ella templo; porque el Señor Dios 347


Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. Así que por razonamiento inverso, si Dios señala dese el principio lo que será, y si al principio de la creación lo primero creado es una Luz que no podemos explicar, podemos encontrar su significado al final, proponiendo que esa Luz es Cristo mismo.

De nueva cuenta, si uno lee la Lectura Bíblica de Juan 1:1-14, puede entender perfectamente que éste se está refiriendo a Cristo y, con lo dicho anteriormente, entender que es la misma Luz que en Génesis 1:3-5 se menciona como el principio de la creación de Dios. Pero pongamos atención, en la Lectura Bíblica, a los versículos 9 y 10, “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”, de nuevo: Juan clarifica que esa Luz a la que se está refiriendo es Jesús, por quien todo fue hecho, de igual forma, al establecer esa Luz como referencia al proceso creativo cuando señala que el mudo por él fue hecho la correlaciona con aquella Luz creada al principio de la creación.

Así es, si uno se deja guiar por la propia Escritura no puede menos que reconocer que esa luz que fue creada primero que nada es Cristo mismo: …el principio era la Palabra... este era en el principio… todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho… era la luz... la luz en las tinieblas resplandece... De hecho la exposición con la que Juan inicia su Evangelio señalando que Jesús es esa luz y estableciendo la relación entre Jesús y la creación que por medio de Él fue hecha no da espacio para otras interpretaciones. Pablo confirma lo anterior cuando en 2 Corintios 4:6 señala “porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. Esta cita, mirada con detenimiento, corrobora lo dicho anteriormente, primeramente véase la referencia al primer día de la creación,

348


“Dios [ ] mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz”, luego hace una analogía de esa luz resplandeciendo en nuestros corazones, para concluir a qué luz se está refiriendo o ésta a quién simboliza, “para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

De esta forma esa luz mencionada en Génesis 1:3-5 creada al principio de todas las cosas es Jesús mismo, con lo que se entiende que no es hasta Génesis 1:26 cuando aparece sino que desde el inicio de la creación, de hecho desde antes, Él estaba presente siendo la causa y el motivo por lo que todo fue hecho.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para seguir creciendo en el conocimiento de Dios y Su Hijo, reflejando al mundo ese conocimiento, esa fe, a través de nuestras obras ya que así como Jesús es esa Luz, principio de la creación de Dios, de igual forma los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo estamos llamados a ser de igual forma luz de mundo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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LOS MISTERIOS QUE PRUEBAN LA FE DEL HOMBRE “Los misterios que prueban la fe del hombre” hace referencia a aquellas vivencias que en su momento todos experimentamos y que plantean un reto para nuestra fe.

La Lectura Bíblica de Amós 4 es un resumen de la relación de Dios con Israel donde este último, a pesar de las advertencias y castigos divinos, endurecía la cerviz –por usar el término bíblico para la rebeldía mostrada– negándose a volverse hacia Dios, eso a pesar del dolor, el sufrimiento que esta actitud le acarreaba.

Amós 4 1

Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que

oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed, y beberemos. 2

Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días

en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador; 3

y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis echadas del palacio, dice

Jehová. 4

Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión, y traed de

mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días. 5

Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamad, publicad

ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor. 6

Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de

pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. 7

También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover

sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó.

350


8

Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se

saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová. 9

Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoró vuestros

muchos huertos y vuestras viñas, y vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová. 10

Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a

vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. 11

Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y

fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. 12

Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer

esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. 13

Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al

hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre.

De igual forma, el Texto Áureo de Salmo 37:35 pone en boca de David algo que tal vez muchos de nosotros experimentamos: el reto que para nuestra fe significa el ver cómo es que en muchas ocasiones son los impíos, los que hacen el mal, precisamente los que parecen prosperar en esta vida, aquellos que por lo visto les va mejor: “Vi yo al impío sumamente enaltecido, y que se extendía como laurel verde”

La razón del sufrimiento, del dolor humano, es una incógnita que desde que el hombre existe ha tratado de responder. Muchas filosofías, corrientes de pensamiento y religiones han tratado de responder dicha incógnita, pero en el caso de los elegidos contamos con la verdad contenida en la Palabra de Dios la cual, como señala 2 Timoteo 3:16, es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. 351


La Escritura señala ciertas pautas que permiten entender la razón del sufrimiento, del dolor humano. En ocasiones, sobre todo relacionado con los impíos, con los pecadores, eso es ocasionado como castigo o corrección por las transgresiones, como bien lo señala la Lectura Bíblica comentada al inicio; en otros casos, sobre todo ante el sufrimiento de los justos, de aquellos que se esfuerzan por vivir conforme a la voluntad de Dios, ese sufrimiento, ese dolor, está aunado a las pruebas que buscan edificar en uno el carácter perfecto y santo de nuestro Padre Dios como lo señala 1 Pedro 1:6-7, “en lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”, y 4:12-13, “amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”, Revelación 3:9, “he aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado”, Proverbios 3:12, “Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere, por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso”, Job 5:17, “he aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga”, Salmos 119:67, “antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra”, y 1 Corintios 11:32, “más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo”.

Con todo y todo hay casos, de hecho muchos casos, que no pueden englobarse en estas categorías, gente inocente, débil, desamparada que de igual forma sufre, por lo que el problema del sufrimiento, del dolor humano, requiere de una perspectiva a más amplia y esa perspectiva solo puede tenerse si uno parte desde o que originó esta situación y eso está en los primeros capítulos de la Escritura.

352


Cuando nuestros primeros padres fueron creados, se les puso en el Jardín de Edén y se les dispuso todo para que fueran creciendo en la verdad, con todo y todo, esa decisión debía de ser voluntaria, no impuesta, y para poder ser voluntaria requería de opciones, de ahí que Dios dispuso de dos opciones para acceder a la verdad: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y el mal, como es relatado en el Capítulo 2:8-9 y 18-25 de Génesis.

Génesis 2 8

Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre

que había formado. 9

Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y

bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. … 18

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda

idónea para él. 19

Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave

de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20

Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del

campo; más para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21

Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras

éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22

Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la

trajo al hombre. 23

Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi

carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su

mujer, y serán una sola carne. 25

Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

353


El árbol de la vida simbolizaba esa verdad plena, completa y total, a la que de la mano de Dios se hubiese podido acceder, “bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; en su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen” (Proverbios 3:13-18); por su parte el árbol de la ciencia del bien y el mal simbolizaba esa verdad corta, trunca y falta, a la que se podría acceder a través de la experiencia humana, “el que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado” (Proverbios 28:26), “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). Tristemente, como lo señala Génesis 3:1-24, nuestros primeros padres, engañados por la serpiente, optaron por esto último.

Génesis 3 1

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que

Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2

Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto

podemos comer; 3

pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No

comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4

Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;

5

sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros

ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 6

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a

los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 354


7

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban

desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. 8

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del

día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9

Más Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?

10

Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba

desnudo; y me escondí. 11

Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del

árbol de que yo te mandé no comieses? 12

Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dió del

árbol, y yo comí. 13

Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo

la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 14

Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás

entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente

suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. 16

A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;

con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste

del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18

Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

19

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,

porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. 20

Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de

todos los vivientes. 21

Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. 355


22

Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros,

sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23

Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que

fue tomado. 24

Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén

querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

Ahora bien, aclaremos las diferentes naturalezas de ambos árboles: ¿Por qué el árbol de la vida permitía acceder a una verdad plena, completa y total mientras que el árbol de la ciencia del bien y el mal permitía acceder a una verdad corta, trunca y falta? Piensa en esto: Dios es eterno e infinito, de igual forma lo es Su verdad, “grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Salmos 147:5), de esta manera sólo Él que es eterno e infinito puede acceder a esa verdad eterna e infinita y compartírnosla, por su parte, el ser humano es temporal y finito, “he aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive” (Salmos 39:5), así que por más que busque a través de su experiencia acceder a aquella verdad eterna e infinita siempre se quedará corto, trunco y falto, pero lo que es peor: mientras que de la mano de Dios se va creciendo en Su verdad, de gloria en gloria, “por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18), confiados en la experiencia propia para conocer la verdad en ocasiones se generan aciertos pero otras ocasiones, de hecho muchos errores, es en estos últimos donde reside el dolor y el sufrimiento, “el hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores” (Job 14:1).

Pero hay un factor adicional que complica el entendimiento de cualquier modelo que queramos hacer para explicar lo relativo al dolor y el sufrimiento: el libre 356


albedrío. Cuando Dios crea al hombre lo hace a Su imagen y semejanza, como señala Génesis 1:26, “entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”, siendo que Dios es libre, el ser humano también habría de serlo, pudiendo utilizar este último esa libertad para vivir en armonía con la verdad o bien para transgrediéndola acarrearse sobre sí sufrimiento y dolor. Dios siempre ha instado al hombre a optar la vida (Deuteronomio 30:15-19), tristemente la historia muestra que la generalidad de la humanidad ha rechazado ese llamado.

Deuteronomio 30 15

Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;

16

porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus

caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. 17

Más si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te

inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, 18

yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días

sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. 19

A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he

puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;

Entendamos esto: el dolor y el sufrimiento es la consecuencia de vivir contrariamente a la verdad. Dios crea algo para que funcione en cierta forma, de hecho para que funcione de manera perfecta, pero no solo eso sino que nos dice como interactuar de manera armónica con eso, si rechazamos su instrucción y si decidimos hacer ese algo funcionar de otra forma las consecuencias no son las esperadas, de hecho son adversas. 357


El ser humano, en la figura de nuestros primeros padres optó por conocer la verdad a través de la experiencia, esa experiencia trae aciertos en algunas ocasiones y errores en muchas otras ocasiones más, pero el libre albedrío maximiza la experiencia de ambos. Si todo fuera cuestión de acierto error hace mucho la humanidad hubiera aprendido lo adverso del homicidio, por ejemplo, de hecho desde el primero registra de Abel por parte de Caín, según lo relata Génesis 4:1-16, pero ¿qué ha pasado?, que durante miles de años la humanidad, a través de miles, de millones de experiencias, ha seguido experimentando el dolor, el sufrimiento aunado a ello.

Déjame hago aquí una pausa para ejemplificar todo lo dicho hasta este punto. ¿Cómo podríamos saber que una aguja causa dolor al clavarse en la piel?, si hubiésemos optado por el árbol de la vida Dios mismo nos habría instruido sin necesidad de experimentar el dolor en carne propia –esto no es tan difícil de comprender, me refiero a entender algo sin experimentarlo pues, por ejemplo, todos sabemos que no debemos de lanzarnos de un edificio so pena de morir al caer–, pero como optamos por el árbol de la ciencia del bien y el mal lo que como humanidad hemos hecho es que hemos agarrado la aguja y clavado en la piel sintiendo el dolor que eso acarrea, pero eso no es todo, con una sola vez que hubiéramos hecho lo hubiéramos entendido pero lo que hemos hecho es picar y picar y picar por todo el cuerpo para experimentar una y otra vez ese dolor y sufrimiento y concluir en lo mismo que desde el inicio sabíamos: picar la piel con una aguja trae dolor.

Pero bueno, con todo y todo hay muchos casos, miles de casos, millones de casos que plantean todo un reto para nuestro entendimiento: ¿por qué sufre este inocente?, ¿por qué sufre aquel débil?, ¿por qué sufre este desvalido?

Recuerda cómo empezó todo: decidimos como humanidad que sería la propia experiencia, el camino del árbol de la ciencia del bien y el mal, el que nos 358


conduciría a la verdad, esto a través del acierto y el error. Eso implica –pon atención en esto– que todas las diferentes combinaciones, todas las posibilidades relativas a la experiencia humana debían ser abarcadas: justos viviendo justamente y justos viviendo injustamente, impíos viviendo impíamente e impíos viviendo impíamente, justos disfrutando y justos sufriendo, impíos disfrutando e impíos sufriendo, acierto y error, acierto y error, con las consecuencias de todo ello, todas las experiencias debían ser conocidas, no podía quedar fuera ninguna combinación, ninguna posibilidad, es por ello que todo lo que vemos tiene cabida en esa decisión que se tomó.

A través de la experiencia estamos accediendo a través del acierto y el error a la verdad, pero, como ya se dijo, a una verdad corta, trunca y falta, si bien esto nos permite entender parte de lo que es la verdad –sobre todo al entender lo que no es la verdad– seguimos necesitando de Dios para acceder a la verdad plena, completa y total.

Los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salación en el presente siglo hemos comenzado a recibir ese entendimiento, a través del Espíritu de Dios, que permite entender Su verdad, plena, completa y total, y no quedarnos en la nuestra, corta, trunca y falta, “y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:12-14). Esto solo es posible aceptando el sacrificio redentor de nuestro Salvador, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13) y permitiendo que lo que nos guíe hacia las promesas que hemos recibido sean la Palabra escrita, la Biblia, “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105), y la Palabra hecha carne, el testimonio de Jesús, “otra 359


vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir conforme a la Palabra escrita, a través de nuestra fe, y la Palabra hecha carne, a través de nuestras obras, sabiendo que si bien la rebeldía de todos nos ha hecho experimentar el acierto y el error, la verdad y la mentira, con sus consecuencias, a la puerta está el fin del sistema actual de cosas por lo que debemos permanecer fieles con la esperanza de ser encontrados dignos de estar en pie al regreso de nuestro Señor, con lo que iniciará esa era donde la verdad plena, completa y total sea en todos y para todos, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

360


CONCLUSIÓN

El estudio de la Palabra es de una felicidad inconmensurable ya que la misma nunca se agota por lo que aquello nunca termina. Si bien la suma de la Palabra de Dios es la Verdad (Salmos 119:160), esta es una fuente inagotable de comprensión sobre ello, esto es a aquello que Pablo se refería como la “multiforme sabiduría de Dios” (Efesios 3:10). David reflexionando sobre lo anterior, de manera inspirada escribió “¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!, ¡cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo” (Salmos 139:17-18).

Es por eso que si bien uno puede, mediante el estudio, la oración y la meditación, sacar del tesoro que es la Palabra de Dios “cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13:52), no por ello debe considerar que ya ha agotado dicho entendimiento, como Pablo lo señaló en su momento “y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Corintios 8:2).

De esta forma corresponde a cada quien seguir estudiando en la Palabra esas verdades divinas que lleven nuestro entendimiento a cada vez una mayor compresión de la conciencia divina, después de todo “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Sea de esta forma, conforme a la voluntad de Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

361


Paz a vos

362


Cosas nuevas y cosas viejas -Temas de estudio de los cuales uno nunca deja de aprenderLibro 1

Todos los derechos reservados por el autor ©2020

Primera edición

Se permite la reproducción total o parcial de la presente obra, así como su comunicación pública, divulgación o transmisión, mediante cualquier sistema o método, electrónico o mecánico [incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información], siempre y cuando esto sea sin fines de lucro y con la condición que se señale la fuente

Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la ReinaValera 1960. Utilizado con permiso.

Reina-Valera, 1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas 363


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Articles inside

50.LOS MISTERIOS QUE PRUEBAN LA FE DEL HOMBRE

20min
pages 355-368

49.EL MISTERIO DE LA PIEDAD

9min
pages 349-354

TESTAMENTO, PERSONAJES

11min
pages 315-321

47.HOMBRE

10min
pages 331-337

46.DIOS

14min
pages 322-330

48.ESPÍRITU SANTO

19min
pages 338-348

44.CÓMO SE REFIERE JESÚS A SÍ MISMO

15min
pages 305-314

43.CÓMO LLAMAN OTROS A JESÚS

12min
pages 298-304

42.JESÚS VINO A SALVAR A TODA LA HUMANIDAD

13min
pages 290-297

39.PERSONAS Y COSAS SANTAS, PARTE 2

10min
pages 267-273

37.EL CORAZÓN, PARTE 2

7min
pages 256-260

38.PERSONAS Y COSAS SANTAS

9min
pages 261-266

40.NUESTRA LUCHA

12min
pages 274-281

41.VENCIENDO

13min
pages 282-289

35.¿QUÉ ESPERAR EN LOS ÚLTIMOS DÍAS?

24min
pages 241-255

34.LAODICEA

7min
pages 236-240

33.FILADELFIA

9min
pages 230-235

32.SARDIS

9min
pages 224-229

30.ESMIRNA Y PÉRGAMO

11min
pages 211-217

29.EFESIOS

8min
pages 205-210

31.TIATIRA

10min
pages 218-223

28.LAS LLAVES DEL INFIERNO Y DE LA MUERTE

7min
pages 199-204

26.REVELACIÓN

12min
pages 186-193

27.SIGNIFICADOS

8min
pages 194-198

25.EL REINO

8min
pages 180-185

24.LA CENA DEL SEÑOR

12min
pages 173-179

21.VIRTUD

9min
pages 154-159

23.PASCUA

10min
pages 167-172

22.CONOCIMIENTO

8min
pages 160-166

18.PACIENCIA

8min
pages 136-141

20.FE

7min
pages 149-153

19.TEMPLANZA

9min
pages 142-148

17.POR QUÉ NECESITAMOS LA LEY DE DIOS

19min
pages 124-135

16.PIEDAD

7min
pages 119-123

15.AMOR FRATERNAL

13min
pages 110-118

14.EL ESPÍRITU SANTO

22min
pages 96-109

13.CARIDAD

8min
pages 90-95

9. SEPARACIÓN/DIFERENCIAS E INSTRUCCIÓN

12min
pages 60-67

10.EL TABERNÁCULO

13min
pages 68-75

12.RECIBIENDO NUESTRA CORONA

10min
pages 83-89

11.SACRIFICIOS Y OFRENDAS

10min
pages 76-82

8. LA EXPIACIÓN (POR ANIMAL

10min
pages 53-59

EL NUEVO TESTAMENTO VERIFICACIÓN DEL ANTIGUO

4min
pages 50-52

2. PAN DEL CIELO

11min
pages 15-21

6. MOISÉS EN EL MONTE

9min
pages 41-46

3. INSTRUCCIONES DESDE EL MONTE

8min
pages 22-26

7. LAS DOS TABLAS

5min
pages 47-49

5. LA EXPIACIÓN (POR JESUCRISTO

10min
pages 34-40

4. BUENA CONDUCTA

9min
pages 27-33

1. DAR

11min
pages 8-14

INTRODUCCIÓN

2min
pages 6-7
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