CAPÍTULO 23
% NO ESTÁS SOLO
Una vez que llegamos a casa, le pregunté cómo logró ser tan cercana a las mujeres de la aldea. Sieg contestó que se hicieron amigas mientras charlaban. A pesar de eso, dejando de lado a las jovencitas que estaban acostumbradas a los extranjeros, no pude evitar preguntarme cómo es que mujeres más grandes que la edad de su madre confiaron en ella con tanta facilidad. Además, hace solo un par de décadas que se comenzó a promover el turismo. Era algo que no se podía evitar, así que dimos por finalizado el tema. Al día siguiente, luego de que el barniz secara, fui a entregar las figuritas de osos bebés terminados y la dueña me contó la historia de cómo el Sieglindeismo se formó. El pasatiempo de Sieg es dar paseos cada mañana. En el transcurso parece que sucedieron muchas cosas. —La señora de la familia Holm, su esposo se lastimó la espalda. En una ocasión en que la señora trataba de retirar la nieve del techo, Sieg iba pasando por allí. Luego, ella misma se ofreció a quitar la nieve. Incluso lo siguió haciendo hasta que la espalda de su esposo estuviera curada. —Fue todos los días a retirar la nieve y cuando la señora le preguntó su nombre para agradecerle, solo dijo «No soy alguien tan grandiosa como para dar mi nombre» y se marchó valerosamente. Además de eso, ayudó a la gente a cortar leña, acarrear agua e incluso sacó a pasear los perros de los demás. Aunque Sieg estaba siendo humilde, en verdad apoyó a todas las mujeres con sus labores durante sus caminatas. —Ya veo. Por eso todas la admiran. —Así fue como sucedió. Además, es apuesta. —Aunque es una mujer. —Todas lo saben, creo que simplemente sienten anhelo. —Umm.
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