CAPÍTULO 24
% ACERCÁNDONOS
—Entonces, ¿regresamos? Luego de preparar el trineo de renos, le dije a Sieg que las preparaciones para volver ya estaban listas. Cuando llegamos aquí con equipaje, los dos trineo s estaban conectados; sin embargo, durante las extensas noches polares hice un trineo con una cama para que los dos pudiéramos viajar. Fui el primero en subir, luego le extendí una mano a Sieg. —¿Qué pasa? —¿Eh? No, nada. Debo haber levantado su sospecha cuando me giré inmediatamente después de que verificará como estaba. Para no ver el rostro de mi esposa, miré hacia el frente. A diferencia de los trineos anteriores, este tiene respaldos, así que no tenemos contacto entre nuestros cuerpos; sin embargo, como las palabras de Sieg: «Está bien si lo haces cuando regresemos a casa» no salían de mi mente, me moví torpemente. —… —Nos vamos. —Estaré bajo tu cuidado. —Sí. …Oh, no. Estoy siendo demasiado consciente de eso. Me arrepiento de haberlo terminado solo con un beso en la mejilla. Por supuesto, en caso de que Sieg diga que sí, lo haría con mucho gusto. Aun así, el arrepentimiento se debía a mi estado actual. Cuando miré al cielo, había un despejado cielo azul. A fin de regresar antes de que se ponga el sol, le ordené a los renos que se movieran. Todavía había un escenario invernal con un bosque teñido de blanco. —Ah, venados. A unos cuantos metros de la ruta del trineo, había venados corriendo sobre las llanuras cubiertas de nieve. - 137 -