CAPÍTULO 38
%
CARNE DE OSO Y EL ESTOFADO DE UNA BUENA ESPOSA
Continuamos jugando a ser marido y mujer. Bajo la excusa de evitar que las personas a nuestro alrededor nos descubrieran, ahora tengo más oportunidades de to carla. Quizá porque me he sobrepasado algunas veces, ella ha estado actuando un poco fría últimamente. Pero, pienso que tal vez solo pueda hacer esto ahora. Luego de que el periodo del contrato termine, los dos nos convertiremos en extraños. De modo que, seguía disculpándome con ella en mi mente. La miré en silencio y la abracé por la cintura. Estando entre mis brazos, Sieg se congeló. Acaricié su cabello y susurré: —No haré nada que no quieras —Y espere a que se entregara a mí. Después de un rato, Sieg se apoyó un poco sobre mí. La forma en cómo ella torpemente me permitía hacer lo que quisiera era insoportable. Me pregunto si estaba necesitado de calidez humana. A medida que abrazaba a Sieg con fuerza, sentí que me relajaba. Estaba intranquilo de que yo fuera el único en éxtasis. Como mi intención no era ignorar los sentimientos de Sieg, le pregunté. —Si te desagrada, Sieg, puedes empujarme. —… Sieg dijo «No» con una voz débil y luego se quedó quieta. Si eso implicaba un rechazo, entonces ya estaría estampado contra la pared. Se estaba esforzando por interpretar “el papel de la esposa”. Era desalentador pensar así, pero el hecho de que ahora estábamos juntos era más importante. Satisfacía mis deseos utilizando el esfuerzo de Sieg. ¿Permanecerá esto como un buen recuerdo? ¿O como una reminiscencia de un pasado feliz? —Sieglinde… «Te amo», esas palabras tan pesadas serían demasiado para ella, así que las guardé en mi corazón. Sabía que estas acciones serían en vano, pero no podía detenerme. Mi vida como pareja temporal con Sieg continuó de esta forma.
- 216 -