CAPÍTULO 49
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DIARIO DE ACTIVIDADES ~SIEGLINDE~
Los días de sol de medianoche, cuando el sol no se pone, terminaron y la temporada estaba cambiando de verano a otoño. Las hojas estaban mudando su tono verde para teñirse en matices de profundos rojos y amarillos, mientras que la brisa que rozaba la piel era un poco fría. Era una mañana en la cual las luces del cielo todavía no se mostraban. Se había convertido en una parte de mi rutina diaria patrullar alrededor del dormitorio cuando aún estaba en el ejército y esa costumbre no desapareció en estas tierras; así que siempre terminaba levantándome temprano. De igual forma, continúe dando paseos matutinos. Al principio, salía para perderme en medio de la aldea; no obstante, ahora salgo con la expectativa de socializar con los aldeanos. Saqué un vestido que tenía una fragancia de flores del cajón. El clima era frío, así que escogí uno que tenía una tela más gruesa. Me vestí con eso y me dirigí al inodoro. Me cepillé los dientes, lavé mi cara y peiné mi cabello antes de salir. Una vez afuera, una brisa fría me anunció que se estaba acercando el invierno. Los tonos frondosos de verde de este país eran hermosos; sin embargo, más que ese cálido escenario, prefería el mundo blanco que te dejaba helado. De solo pensar que esa temporada llegaría otra vez, sentía latir mi corazón y era incapaz de actuar de acuerdo a mi edad. Pasé por el bosque frente a la mansión del Conde y arribé a la aldea con casas de ladrillo rojo. De inmediato encontré a mi primera aldeana. —Buenos días. —Oh cielos, buenos días, Sieglinde-sama. Había una jovencita de unos veinte años sacando agua del pozo. —¿Te encuentras bien? —Sí.
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