CAPÍTULO 18
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En medio de una tormenta de nieve, Sieg y yo alimentamos a los perros. Los renos se encontraban en el área cercada del bosque. Si el viento aminora, podemos sacarlos a dar un paseo, sin embargo, debido al clima de hoy, los enviamos de regreso y les ordenamos que permanecieran allí. Me gustaría decir que entonces me relajé junto a Sieg; sin embargo, un noble pobre no puede darse el lujo de tal elegancia. Había una montaña de trabajo esperándonos en casa. Cuando le comenté eso, Sieg dijo que ayudaría tanto como pudiera. Realmente es una esposa confiable. Me conmoví tanto que casi lloro. Primeramente, comenzaremos a procesar las pieles que hemos estado rezagando. La piel no se debe lavar en agua; en cambio, se limpia usando un jabón especial en polvo con hierbas. —Primero rociamos este polvo especial sobre las pieles. El día de hoy trabajaré con una estudiante. Sieg, quien modelaba un delantal, era una aprendiz ardiente que anotaba cada paso del proceso en su libreta. Rocié el polvo sobre toda la piel y lo froté con mucho cuidado. —Hasta que el color del polvo cambie, seguiremos frotando. Aunque es difícil de apreciar a primera vista, la piel se ensucia fácilmente —murmuré conforme seguía cepillando la piel, asegurándome de remover cualquier mancha—. Si el color del polvo deja de cambiar, lo retiramos. Con movimientos ágiles removí los granos con el cepillo. Para dar el toque final, una tela empapada de agua con jabón se utiliza para limpiar la piel. Ahora que terminé con la explicación, es el turno de Sieg. Para asegurarme de que no hubiera errores, la supervisé. —Así es, lo estás haciendo muy bien. Gracias a que tenía una buena percepción, limpió la piel con una agilidad inesperada de un novato. Cuando le pregunté al respecto, me dijo que era similar al mantenimiento
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N. de la T. Kaamos: es otro nombre con el que se conoce a las noches polares.
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