De ilusión y oro. ¿Sueños cumplidos o ilusiones frustradas? Matadores de toros del siglo XXI (2001-2018)
del Valle Uzcategui en “Nuestro Jaén”: “Cobo es considerado como una de las muletas más importantes de España en pleno ascenso su toreo es serio, puro y con una portentosa muleta de temple y mando no es un halago pero por sus venas corre el más puro arte del toreo, posee un toreo que por sus actuaciones permanece en la memoria de los aficionados que asisten a una tarde de toros donde actúa el sansebastiense, este año tiene el compromiso más importante de su carrera ya que la casa Chopera le hizo una promesa personal el pasado año de torear en la próxima feria San Sebastián por ser el único torero en activo de Guipúzcoa, España”. Desafortunadamente la promesa quedó incumplida.
Cortés Vargas, Antonio “ANTONIO CORTÉS VARGAS”
Matador de toros natural de Almendralejo (Badajoz), donde nació el 28 de agosto de 1957. Su carrera fue muy corta si bien es verdad que en su primera etapa, ansioso por ser torero se traslado a tierras salmantinas donde sus sueños comenzaron a hacerse realidad durante los varios años que allí permaneció, llegando a sumar más de 100 festejos sin picadores, desde que debutara en público en la localidad leonesa de Valderas el 8 de septiembre de 1975. Luego la realidad fue otra cuando debutó con picadores, porque empezaron a escasear los contratos y a torear cada vez menos. Valga como ejemplo que en 1978 toreó el 1 de mayo de 1978 en Mérida (Badajoz), con José María Flores y Ángel González lidiando reses de Pío Tabernero de Vilvis, cortando una oreja al último novillo del festejo, y fue la única vez que se vistió de luces en la temporada en corrida con picadores. Aún así, aguantó todo lo que hubo que aguantar y consiguió torear las 25 novilladas picadas reglamentarias antes que rendirse sin haber cumplido sus ilusiones. Pese a las trabas, confiaba en sus posibilidades pero los años pasaban y él no tenía un porvenir. Por tal motivo, sobre 1985 se trasladó a Palma de Mallorca donde se colocó de peón de albañil. No tenía nada. No tenia formación ni profesión alguna. Solamente su hatillo lleno de ilusiones y de afición, y sobre todo, de sueños incumplidos. Fueron años duros pero años aquellos en los que el boom de la construcción movía muchísimo dinero en Baleares, y él, que veía que se le pasaba la vida, trabajó sin descanso, desde que salía el sol hasta que se ponía, y en verano que los días eran más largos, aún más. Vio que el trabajo daba su fruto y creó su propia empresa 80