VentuRa GaRcía caldeRÓn ReY (1886-1959)
Nicolás de Piérola. Miembro de la Junta de Gobierno de 1931, artífice del Frente Democrático Nacional en 1945, vicepresidente de la República, vencedor en las elecciones parlamentarias de Lima en 1956, ocupó lugar destacado en la historia política cercana a los días de hoy.
[V] VentuRa GaRcÌa caldeRÒn.- Ventura García Calderón, hijo de Francisco García Calderón
escritor y diplomático peruano, hijo del presidente Francisco García calderón. estudió en el colegio de la Recoleta y en San Marcos. no completó sus estudios, pues sus labores diplomáticas lo llevaron a parís (19061910), londres (1911), Madrid (1914-1916) y Bélgica (1916-1921). tras la caída de leguía representó al perú en Río de Janeiro (19321933), polonia (1935), Bélgica (1935-1939), parís (1940-1949), portugal (1941) y Suiza (1949). entre sus obras más conocidas se encuentran parnaso peruano (1910), los mejores cuentos americanos (1915) y Récits de la vie américaine (1925).
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ADENDA
[ CAPÍTULO 7 ]
y hermano de Francisco, José y Juan García Calderón, nació en Lima el 23 de febrero del 1886, viajó a Europa en su primera juventud y fue canciller del consulado en París, secretario de la legación de España, cónsul en El Havre y encargado de negocios en Bélgica hasta terminar su carrera diplomática como ministro en Bélgica y en Suiza y embajador ante la Unesco. Por otra parte, a veces paralelamente a esta larga carrera diplomática en una circunscrita área geográfica y, a veces, en reemplazo de ella (pues, en la época de Leguía los dos hermanos García Calderón renunciaron altivamente a sus cargos) hizo Ventura una activa vida periodística y literaria. Fue, en Paris, director o animador prominente de las revistas América Latina, Revue de l’Amerique Latine, Hispania, Mundo Ibérico, Revue Latine, Revista de América. Colaboró en diarios de Venezuela, Cuba, México, Argentina, Nueva Orleáns y Lima. Vivió y se familiarizó a través de largos años con un ambiente mucho más difícil y complicado que el de la mayor parte de sus compañeros limeños de generación y de sus compatriotas de más jóvenes promociones intelectuales. Su primer libro, Frívolamente (París, 1908), reunió una serie de crónicas sobre la feliz vida parisina de principios de siglo, o sea sobre lo que se ha llamado la belle époque. En Bajo el clamor de las sirenas (París, 1920), en La verbena de Madrid (París, 1920) y Sonrisas de París (Buenos Aires, 1926) hay documentos análogos sobre los años de la primera guerra mundial y los que siguieron inmediatamente. La primera muestra de su vocación de critico la dio en Del romanticismo al modernismo (París, 1910), libro en que hizo una glosa, muy bien escrita, de la tesis de Riva-Agüero sobre la literatura del Perú independiente. Trozos de investigación original hay en la apretada síntesis titulada Literatura peruana (1535-1914) (Nueva York-Paris, 1914). Con páginas felices sobre algunas figuras intelectuales de este país como Ricardo Palma y Manuel González Prada, su contribución sobre las letras americanas es muy importante. Figuran en ella un esquema acerca de la literatura uruguaya (Nueva York-París, 1917) el libro Semblanzas de América (Madrid, 1920) y otros trabajos. Sus semblanzas sobre Rubén Darío y José Enrique Rodó tienen jerarquía antológica. En 1922 dirigió al hispanista inglés James Fitzmaurice-Kelly una larga carta en francés para defender el idioma español moderno, rejuvenecido y vivaz, abierto a las influencias de las nuevas épocas, que fue todo un manifiesto, una declaración de principios de una generación. Al español clásico también consagró interés cuidadoso, como lo revelan un ensayo que escribió sobre la novela picaresca a propósito de El buscón y el deliberado estilo obsoleto de algunas de sus crónicas. Que, por otra parte, solía ocultarse en tan atildado estilista un feroz ardor polémico, está demostrado por algunos de los ataques que dedicó a enemigos literarios o personales, como sus invectivas a Ricardo León y el dantesco paseo por el infierno de los escritores que hizo en el admirable prólogo al libro Deucalión, de Alberto Guillén. En Cantinelas (París, 1920) reunió bellas poesías y prosas líricas ubicables dentro del modernismo con reminiscencias románticas. Cinco años más tarde, en 1925, publicó en Costa Rica otros fragmentos del mismo género, atribuyéndolos a Omar Khayyam en una “traducción directa del persa”. La superchería tuvo éxito. Dolorosa y desnuda realidad (Paris, 1914) fue una colección de cuentos de tipo cosmopolita y decadente. García Calderón volvió más tarde, con intermitencias, a cultivar este género en el que gusto presentarse como un hombre de mundo un poco cínico y un poco sentimental. La venganza del cóndor (Madrid, 1924) y Danger de mort (París, 1926) abrieron para él el filón