aBRaHaM ValdeloMaR (1888-1919)
abundancia verbal americana sometida al tratamiento de la inspiración modernista y del gusto afrancesado y que sabe desfilar a menudo a paso de parada. Representa (junto con Francisco García Calderón, Gonzalo Zaldumbide, Hugo Barbagelata, A. Zárate Fombona y otros) un tipo hoy casi desaparecido de personaje para quienes París era anticipo del paraíso. Diplomático, hizo suyo el precepto de que dicha ciudad bien vale una misa, aunque reemplazó ese símbolo religioso por otros más profanos. Amó tenazmente, a su manera, al Perú entrañable, en su pasado deslumbrador y en su leyenda, si bien no quiso sufrir en su suelo y bajo su cielo las pequeñeces y los afanes de todos los días. Periodista y artista, jornalero de la pluma y estilista consumado, cronista, crítico, historiador, cuentista, poeta, funcionario público y hombre caudaloso y apasionado.
[ VI ] aBRaHaM ValdeloMaR.- Abraham Valdelomar, nacido en Ica el 16 de abril de 1888, se
el escritor y político iqueño estudió en el colegio nuestra Señora de Guadalupe y en la Facultad de letras de San Marcos. publicó ilustraciones caricaturas y artículos en varios medios de la capital, y en 1912 fue designado director de el peruano. al año siguiente fue enviado en misión diplomática a Italia. a su regreso inició una intensa actividad literaria y cultural. en 1916 fundó la revista colónida. en 1919 fue elegido diputado por Ica. entre sus obras más importantes están la Mariscala (1914), el caballero carmelo (1918) y los hijos del sol (1921).
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ADENDA
[ CAPÍTULO 7 ]
educó en el Colegio Guadalupe, apareció corno caricaturista en las revistas Aplausos y Silbidos, Actualidades, Monos y Monadas, Cinema, Gil Blas y Siluetas entre 1907 y 1909 y figuró luego como escritor en Contemporáneos, Ilustración Peruana, Variedades y El Diario. Participó en la movilización bélica de 1910 y escribió entonces las crónicas “Con la argelina al viento”. En la campaña electoral de 1912 fue fundador y presidente del Club Universitario Billinghurst Nº 1 .Secretario del nuevo Presidente en 1912 llegó a ser luego director de El Peruano y, posteriormente, en 1913, secretario de segunda clase en la legación del Perú en Italia. Desde este país envió al diario oficial La Nación unas bellas crónicas sobre Roma. En un concurso abierto por dicho periódico, en enero de 1913, obtuvo el primer premio el cuento de Valdelomar titulado El Caballero Carmelo. Esta producción abre una nueva etapa literaria en el Perú: la del cuento criollo con sentido depurado y moderno del gusto y del estilo. Valdelomar evoca con ternura y sencillez la vida de la infancia, del hogar, del puerto de la provincia. Su prosa está hecha con las risas y los sueños de ayer. Aparece como trémulo poeta al ser pintor de costumbres y al embellecer sus páginas poniendo en ellas como un marco el paisaje de la región de Pisco. Introduce al niño en el cuento peruano. Valdelomar (que era por ese entonces secretario de José de la Riva-Agüero) publicó en 1915 la biografía La Mariscala sobre Francisca Zubiaga de Gamarra, ensayo honesto en su propósito, bello en su estilo, aunque a veces excesivo en sus alardes retóricos y débil en su documentación, si bien acertado por el hecho de redescubrir esta interesante figura republicana. Ya se han mencionado en el capítulo que alude al periodismo en la época aquí tratada, la aparición de la revista Colónida, de Valdelomar, en 1916, de singular importancia histórica en la lucha para modernizar la literatura peruana. El pintor argentino Svetozar Franciscovich llegó a lima, de paso a Nueva York, en febrero de l916 e hizo una exposición de sus obras. Eran ellas paisajes andinos en soledad y silencio. Teófilo Castillo las elogió en Variedades, por su técnica llena de gracia, vida y dinamismo, su sentimiento decorativo de la línea, su potencia de visión del color. Franciscovich, según el crítico peruano, era un “maestro de sinfonía patetista”. Abraham Valdelomar encabezó, desde Colónida, un movimiento de acerba crítica a este mismo artista que se limitaba a la “pintura bonita” para exaltar, en cambio, al catalán Roura Oxandaberro como símbolo del impresionismo. La polémica entre ambos contrincantes alcanzó virulencia. Castillo fue acusado de retrógrado; y él habló de los ignaros con un poco de turismo europeo y de quienes tenían aficiones y conocimientos artísticos por intuiciones y conversaciones. Según este critico (y aquí se equivocó) el impresionismo había aparecido en el Perú en algunas telas de Francisco González Gamarra y en las de Ricardo Flórez. Probablemente ninguno de los adversarios en la polémica sobre arte encendida en 1916 tuvo razón. Valdelomar encarnó el eterno anhelo renovador y Castillo el vano respeto a las tradiciones artísticas; pero ni Franciscovich ni Oxandaberro