noViemBre 1933 [ perú ]
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se inagura el museo de arQueología JosÉ maría morante de la uniVersidad nacional san agustín. contenía entonces mÁs de ocHo mil piezas arQueológicas peruanas Que serVían para Hacer un recorrido Histórico desde el período lítico, pasando por las culturas cHaVín, paracas, nazca, mocHica, tiaHuanaco Y Wari, Hasta la Época incaica.
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PERÍODO 8
[ CAPÍTULO 11 ]
conceder como pensión de montepío a la señora madre y a los herederos legales del mismo caudillo, el íntegro del haber correspondiente a su clase de general de brigada, Un decreto de presidente Benavides fechado el 20 de agosto de 1938, ordenó que se colocara una placa de bronce conmemorativa del que fue Presidente Constitucional de la República, general de brigada don Luis M, Sánchez Cerro, en el frontis de la casa donde nació. Una avenida de Lima recibió el nombre del caudillo vencedor en los comicios de 1931; pero en 1947 la Municipalidad, presidida por Augusto Benavides Canseco, cambió dicha denominación por la de República de Chile. La Junta Militar de Gobierno dispuso el 30 de abril de 1949, por un decreto refrendado por su Presidente el general Manuel A. Odría y el ministro de Fomento teniente coronel AlfonsoLlosa ex edecán de Sánchez Cerro, que, en homenaje a este, llevara su nombre el puente monumental que se construía en la ciudad de Piura.
SÁNcHeZ cerro eN la poeSía Nueva.- Sebastián Salazar Bondy ha escrito en su poema “Desterrados de la luz”, perteneciente a la colección póstuma Sombras corno cosas sólidas: El Señor Presidente acariciaba las crines de viento de su caballo favorito. La blanca, helada mano que enternecía al bruto era la misma que firmaba los abisales decretos de inclemencia la misma que desgranaba en el Tedéum sus preces sin fe, la misma que ceñía al cuerpo el delantal escocés, la misma mano dura del Señor Presidente. Pálida mano que vendía carne humana destinos no nacidos todavía y que bendita por su raza avasallante y sus gruesos anillos usureros flameaba sensual cuando cumplía con la muerte En aquel tempo ya el pueblo se vertía por callejuelas, pausando río que tropieza en las esquinas, retorna al lecho, deriva a la taberna, cae en la cascada maloliente de la procesión y la corrida de toros y en la tarde de plomo desanda los suburbios girando como un número en la rueda del infortunio. Grupos de hombres borraban sus huellas con alcohol injuriaban el vientre encinta de su casa, llamaban entre dientes al asesino,