Francisco Rodríguez Aguado
Rey Culebras, Juan Carlos “JUAN CARLOS REY”
Matador de toros y posteriormente banderillero nacido en Madrid el 17 de mayo de 1988, aunque residente en Colmenar Viejo, localidad de la misma provincia. Hijo del banderillero Ricardo Rey, Juan Carlos sintió muy pronto la llamada del toreo, y con muy corta edad se inscribió en la Escuela Taurina de Colmenar Viejo, de donde fue, según sus mentores, el alumno que apuntaba mejores maneras y el que mejor futuro se le auguraba. Así parecía ser, porque en muy poco tiempo pasó de ser alumno de la Escuela a debutar en público el 10 de junio de 2005, y el 13 de septiembre siguiente debutó vestido de luces sin picadores en Riaza. Con picadores debutó el 29 de agosto de 2007 en Colmenar Viejo (Madrid), con Pedro Carrero y Pepe Moral y novillos de la ganadería de “El Retamar”, y superó con éxito la prueba al cortar una oreja. En la temporada de 2008 toreó 12 novilladas y cortó 22 orejas y sufrió una cornada muy grave en la última de ellas, celebrada en Chapinería a comienzos del mes de octubre. “Ha sido una temporada bonita, pero a la vez muy dura. Cada tarde tenía que demostrar todo y tenía que ganarme la siguiente novillada. No soy un torero nada bullidor, pero ahí están los resultados, y es que he podido cortar orejas todos los días y eso influye positivamente a mi favor para intentar torear más en 2009, donde debo seguir esta línea. Además, casi todas esas novilladas han sido con ganaderías de las consideradas “duras”, lo que no es nada sencillo para un chaval que quiere abrirse paso. Lo peor ya no es que sean ganaderías de ese tipo, sino que sean hierros casi desconocidos. Eso es lo duro de verdad. Uno puede matar una novillada de Adolfo Martín por ejemplo y me siento orgulloso de poder hacerlo. Lo peor es cuando vas a algunos sitios y matas una novillada sin nombre y quién sabe de qué procedencia viene ese toro”. Respecto a su bautismo de sangre con una grave cornada, él propio torero dijo sentirse muy bien, y que “Uno ve que los gajes del oficio vienen, pero también pasan. Yo no me consideraba torero hasta que no me diesen una cornada. Es muy fácil torear sin que pase nada, pero esto es la realidad. Lo he afrontado con mucha tranquilidad y es una prueba superada. Me veo la cicatriz y no me asusto. Ha sido mi bautismo de sangre, y además una cornada fuerte de tres trayectorias. Por fortuna, y gracias a la tecnología, todo se cose, se arregla y para casa. Poco a poco me encuentro bien a la hora de tentar vacas, pero estoy deseando torear”. Aprovechando su buen momento, 311
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