improvisado, para tranquilidad o contento del civilismo y de los sectores anexos o afines a él. Quedaba la otra alianza, el frente único para detener a Leguía. Pero, ¿quién podía encabezarlo? El Partido Civil aparecía comprometido de antemano con Aspíllaga, a pesar de todas las dudas y suspicacias; y las demás agrupaciones no aceptaban su candidatura. El “futurismo” hizo campaña fervorosa y ostensible a favor de Manuel Vicente Villarán, miembro de la directiva civilista, aunque varios de sus colegas en ella no eran partidarios suyos. “Los áulicos (ha escrito Víctor Andrés Belaunde en sus memorias) objetaban a Villarán por ser abogado del Banco del Perú y Londres. En el fondo, el círculo íntimo de políticos no quería a Villarán. Su talento, su hombría de bien lo presentaban como personalidad no manejable. Habría que modificar acaso estas duras palabras para decir que lo consideraban un extraño a ellos. Los liberales hubiesen deseado ungir a su jefe, Augusto Durand por su trayectoria anterior y por la leal colaboración que había prestado durante casi todo el período de Pardo. Otros nombres que se barajaron fueron los de Antonio Miró Quesada, Ricardo Bentín, Pedro de Osma, Felipe de Osma, Aurelio García y Lastres, Amador del Solar. Singular realce se dio por algunas personas al de Francisco Tudela y Varela, pues se afirmó que contaba con las ocultas simpatías del Presidente Pardo, si bien ninguna de las actitudes que este asumió pudo ser reprochada por salirse de los marcos de una caballerosa neutralidad ante los distintos personajes que aparecieron mencionados a propósito de la convención por la que se afanó con sinceridad que solo cabe suponer bien Intencionada. Civilistas, liberales y “futuristas” llegaron a nombrar a sus personeros para llevar adelante las gestiones: Germán Arenas y Felipe Barreda y Laos, Gerardo Balbuena y Ernesto Diez Canseco, José María de la Jara y Ureta y Carlos Arana Santamaría. Los resultados fueron negativos. Caracteres casi espectaculares tuvo la reunión convocada por el Presidente Pardo el 7 de diciembre de 1918, a la que acudieron varios personajes políticos. A raíz de ella, Isaías de Pierola, en nombre del Partido Demócrata, una vez más en trance de reorganizarse, afirmó en una circular que las convenciones eran atentatorias a la libertad electoral. El Partido Constitucional pidió como garantías que fueran adoptadas las matrículas de contribuyentes anteriores a 1915 y que se formase un Gabinete representativo de todas las fuerzas que participarían en la convención, para asegurar así la Imparcialidad gubernativa en las elecciones.
[ II ] LA CANDIDATURA LEGUÍA.- Los dirigentes de los sectores de opinión que, directa o Indirectamente, rodeaban al Gobierno demostraron que no podían unirse. El país parecía tranquilo y, pese al paro de enero de 1919, no se sentía alarma ante posibles convulsiones de carácter político o social. El tiempo pasó, inexorablemente, mientras algunos esperaban alguna circunstancia que les favoreciese. En cambio, la oposición, como ya se ha dicho, se agrupó alrededor de Augusto B. Leguía. EI Tiempo hizo su propaganda mientras se publicó. Vivía ese hombre público en Londres desde que fue expulsado del país por Blllinghurst. No podía haber olvidado los signos y las muestras de Impopularidad que recibiera. Silbidos y denuestos lo acompañaron durante la ceremonia en que leyó su último mensaje presidencial en 1912 y a través del recorrido que hizo por las calles ese día, en el cual, más de una vez, pareció que la muchedumbre se iba a abalanzar contra él. En la pugna surgida en 1914, después de la dimisión de Billinghurst, su hermano Roberto quedó vencido. Después de 1914 el leguiismo cesó de actuar públicamente como grupo organizado. La campaña hecha a su favor por periódicos aislados como El Mosquito, en 1915 y 1916, no pareció adquirir mayor importancia. A partir de 1918 comenzaron, sin embargo, a presentarse los síntomas de una inminente y sensacional resurrección política del Presidente de 1908 a 1912. Su ausencia parecía purificarlo. El descontento contra el régimen de Pardo y contra el civilismo estimulado por una oposición parlamentarla y periodística demagógicas que no fue coactada, empezó a prestigiar el nombre
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ABRIL 1919 [ MÉXICO ]
EN UNA EMBOSCADA DEL GOBIERNO DE VENUSTIANO CARRANZA, MUERE ASESINADO EL REVOLUCIONARIO EMILIANO ZAPATA. EN 1910, ZAPATA SE UNIÓ A LA REVOLUCIÓN MEXICANA, PERO POCO DESPUÉS SE DISTANCIÓ DEL RÉGIMEN DE FRANCISCO MADERO Y ESCRIBIÓ UN PLAN DE REFORMA AGRARIA CONOCIDO COMO EL “PLAN DE AYALA”, DONDE PRESENTABA SU PROPUESTA DE REDISTRIBUCIÓN DE TIERRAS ENTRE LOS CAMPESINOS. DURANTE LOS AÑOS SIGUIENTES, ZAPATA SE DEDICÓ A ACTIVIDADES GUERRILLERAS EN EL SUR DE MÉXICO, EN PARTE CON EL APOYO DEL LÍDER REVOLUCIONARIO FRANCISCO VILLA.
[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 7
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