Entre las grandes manifestaciones populares sanchezcerristas en Lima, se destacó la del 22 de agosto de 1931 en la que desfilaron quizás hasta cincuenta mil personas. Al pasar este desfile delante del cuartel de San Lázaro, se vio que los soldados reunidos en los techos, aplaudían. La lucha electoral quedó reducida así, en realidad, a esos dos caudillos. Ambos estuvieron directamente cerca de las muchedumbres. Por primera vez se hizo uso como arma política de las facilidades del avión para estar en contacto con la ciudadanía de las distintas regiones del país.
LA UnIón revOLUCIOnArIA y LOs OTrOs PArTIdOs sAnCHezCerrIsTAs.- La Unión Revolucionaria apareció como un partido netamente nacionalista. A juzgar por algunas actitudes de dirigentes como Alfredo Herrera, hubo entre sus adeptos quienes se sintieron solidarios con la grandeza del imperio incaico (en lo que coincidieron con el aprismo de entonces) y, en la época republicana, con la trayectoria del general Felipe Santiago Salaverry. Muerto Sánchez Cerro, impulsada por su anticomunismo, quiso la U. R. inspirarse en el fascismo y sus militantes más resueltos llegaron a lucir camisas negras. En relación con el pasado nacional inmediato, esta agrupación se caracterizó por su resuelto antileguiismo. Su antecedente estuvo en el Comité de Saneamiento y Consolidación Revolucionaria, formado por quienes habían estado presos en la isla San Lorenzo o deportados. En un mensaje fechado el 8 de diciembre de 1933, pocos meses después del asesinato de Sánchez Cerro, Luis A. Flores, nuevo jefe del partido, expresó, entre otras cosas, lo siguiente: «La Unión Revolucionaria, formidable fuerza nacionalista, es el dique que se opone a todos los derrotismos. Al principio disolvente de la lucha de clases, oponemos la armonía nacional. En nuestras filas tienen cabida todos los grupos que integran la nacionalidad, entre los que aspiran a hacer funcionar la cooperación. Como partido de base popular, con dirigentes jóvenes, comprensivos del aliento renovador de la época contemporánea aspira a realizar obras positivas, libre de toda demagogia. El bienestar de pueblo peruano, apartándolo del oportunismo verbalista, del seudo izquierdismo y dándole el standard de vida que necesita dentro de las posibilidades nacionales. Respetamos el concepto de propiedad como resultado del esfuerzo individual y como función social que contribuye al bienestar de todos. Oponiéndonos al materialismo marxista que todo lo subordina al fenómeno económico, queremos exaltar los valores espirituales y los rasgos sustantivos del pueblo peruano. Abominamos, pues, del pesimismo derrotista, el nihilismo abolicionista y la crítica decadente; nuestro credo optimista crea como principios indestructibles el amor a la patria, el orgullo nacional, el respeto por la fe religiosa, por la honradez, por el valor y por todo lo que representa superación espiritual frente a la degeneración y a la cobardía. En este sentido, queremos, antes que fines materiales inmediatos, operar una revolución moral, considerando que todos los males del Perú derivan de la falta de virtud de sus hombres. Propiciamos un riguroso control de la instrucción y de la prensa. Negamos misión educadora a quien carezca de capacidad moral. Así, sin extensos desarrollos programáticos, sin promesas irrealizables fijamos sucintamente nuestro ideario, nuestra posición y nuestros propósitos”. En el programa de gobierno de Sánchez Cerro, partida de bautismo ideológica de la Unión Revolucionaria, se constata el esfuerzo para formar, al servicio del Perú, una agrupación en la que pudieran hermanarse el pueblo y las clases superiores; el repudio al manejo del Estado por el espíritu sectario, la demagogia y el exclusivismo; el apoyo a la descentralización administrativa, la moneda sana y el Presupuesto equilibrado; la aceptación de las inversiones hechas por el capital extranjero debidamente cauteladas y el pedido para que este empleara mayor número de personal nacional; el planteamiento de un minucioso esquema para la reforma agraria, la redistribución de la tierra, la ayuda técnica al campesino, la integración de la raza indígena.
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NOVIEMBRE 1929 [ PERÚ ]
EN EL TEATRO COLÓN, DEL CENTRO DE LIMA, SE ESTRENA LA PELÍCULA EL CAPITÁN CALAVERÓN, DEL DIRECTOR EDwARD H. GRIFFITH. FUE EL PRIMER FILME SONORO PRESENTADO EN NUESTRO PAÍS, HASTA ENTONCES SOLO SE PROYECTABAN PELÍCULAS MUDAS CON MÚSICA INTERPRETADA EN VIVO EN EL TEATRO. TRAS UNA GRAN EXPECTATIVA POR EL CAPITÁN CALAVERÓN, LA DECEPCIÓN FUE GENERAL, YA qUE NO SE TRATABA DE UNA PELÍCULA PARLANTE; SOLO SE ESCUCHABA MÚSICA Y SONIDO, MAS NO ASÍ LOS DIÁLOGOS DE SUS PROTAGONISTAS.
[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 8
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