LA RENUNCIA DE LA JARA. LA PERSONALIDAD DE LA JARA.- En un gesto cívico admirable, José María de la Jara y Ureta, ministro del Perú en el Brasil, dirigió un extenso telegrama admonitorio al presidente Sánchez Cerro a fines de febrero, ante las medidas de orden público que este creyó indispensable adoptar. “El Perú (escribió allí) vive una hora que modifica su fisonomía tradicional porque el enojo, la cólera y hasta el odio son estado espiritual constante e inspiración de conducta. Inútil que se incrimine por ello a los unos o los otros porque, por desgracia, ese mal está muy generalizado. Organícese la revolución trayendo ambiente de confianza y seguridad al presentar en servicio de graves y apremiantes intereses nacionales una amplia concentración de concursos útiles y animosos que usted puede reclamar y obtener. Obedezco al decir todo lo anterior al impulso patriótico del ciudadano que desde afuera ve con amargura la vida inquieta y turbulenta de su país y que, además, comprende que así logrará que en el extranjero sea tomado en cuenta del modo que le corresponde. Pero si usted creyera que las medidas vigentes deben mantenerse y proseguir, se definirá en mí un desistimiento profundo e irreductible dentro del cual y por referirse a cardinales principios, no puede caber que continúe en la función que desempeño”. Y más adelante agregó: "De mi parte no quiero que una estridencia mía parezca juntarse a tantas como hoy resuenan en el Perú y que van a acabar por ensordecernos espiritualmente, haciéndonos imposible al fin oír la voz del buen sentido. Pero también es evidente que, ante mis notorias convicciones doctrinarias, un implícito asentimiento mío a las medidas de orden público vigentes, tendría el carácter incontrovertible de una claudicación. Y por ello, deplorándolo profundamente, cumplo el deber de expresar que si las patrióticas instancias que le dirijo no las considerara atendibles, queda presentada mi renuncia irrevocable de esta Leqación". El nombramiento de La Jara fue cancelado. Falleció La Jara el 22 de mayo de 1932. Su muerte fue la de un viejo católico. El Congreso Constituyente le rindió homenaje y acordó tributarle honores póstumos. Nació en Lima hacia 1879. Su padre fue ministro en el gobierno de Manuel Pardo y autor de una novela El grano de arena editada, sin gran éxito con el seudónimo de Gil Paz (1878). Se inició como escritor en La Revista Católica, Los Principios, El País, Lecturas y El Bien Social. Intervino en polémicas juveniles relacionadas con la literatura y el arte dramático. Su seudónimo fue “Gil Guerra". Se hizo notar por sus crónicas teatrales por las llamadas “Pláticas en desierto"; las primeras en El País y estas en El Tiempo entre 1900 y 1902. Matriculado en la Universidad de San Marcos en 1895, obtuvo el título de abogado. Cuando se fundó La Prensa formó parte del personal de sus redactores. Autor de la sección humorística llamada Información política, ella fue uno de los antecedentes inmediatos de los Ecos de Luis Fernán Cisneros. También supo escribir en serio y así en 1906 hizo en el mismo diario la defensa de Ricardo Palma con motivo de la aparición del libro Últimas tradiciones peruanas. Cuando La Prensa fue clausurada por el régimen de Leguía en 1909, José María de la Jara y Ureta, fue con Cisneros, director del diario El País de análoga filiación Riva-Agüero en el discurso necrológico que le dedicó en 1935 lo llamó “el más espontáneo y caudaloso tribuno que ha producido el Perú en cuanto va del presente siglo”. Ventura García Calderón coincidió en este juicio.”Era un poeta de la oratoria’; escribió en el volumen IX de la Biblioteca de cultura peruana.”A nadie le he visto en mayor grado el don de improvisar en el verdadero sentido de esta palabra, es decir súbito arranque y modulación ascendente de la voz cuando va caldeando el corro de auditores y la imaginación del orador canta ya, por el placer de cantar, el soliloquio de las aves en los novilunios”. Y Víctor Andrés Belaunde escribió en un artículo dedicado a Luis Fernán Cisneros con motivo del fallecimiento de este… “Quedaron cerradas las puertas del Congreso peruano al más brillante orador de su generación, José María de la Jara y Ureta ante cuya fogosa y castiza elocuencia habrían palidecido la erudición de Cornejo y la gracia vibrante de Manzanilla”.
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AGOSTO 1930 [ REPÚBLICA DOMINICANA ]
EL COMANDANTE RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO (1891-1961), QUIEN HABÍA PARTICIPADO EN EL GOLPE DE ESTADO AL PRESIDENTE HORACIO VÁSQUEZ, ASUME LA PRESIDENCIA DEL PAÍS E INICIA UNA DICTADURA QUE SE PROLONGÓ POR MÁS DE 30 AÑOS, HASTA SU MUERTE. DURANTE ESE PERÍODO, LA PRESIDENCIA FUE OCUPADA POR TÍTERES POLÍTICOS. TRUJILLO MURIÓ ASESINADO POR UN GRUPO DE MILITARES, EN 1961.
[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 8
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