primera Junta de Gobierno organizaron manifestaciones de júbilo e intentaron atacar a la imprenta de este diario que era la del Arzobispado; pero hallaron las puertas herméticamente cerradas. Su caudillo visitó al nuevo dueño del Palacio de Gobierno; pero de la entrevista quedó en claro que este no había trabajado para aquel. Según cuenta Tomás Meza en su libro 40 años al servicio de los Presidentes en la casa de Pizarro, Jiménez le dijo a su antiguo jefe: “Ahora soy yo”. Una muchedumbre se había reunido ante la puerta de calle de Desamparados esperando ver en el balcón del Palacio a Sánchez Cerro. Jiménez mandó a Meza, mayordomo de esa casa, cerrar la puerta y al aparecer este, la gente creyó que era el jefe del pronunciamiento de Arequipa. Meza hizo un ademán con la mano y dijo: “No sale; ya se fue”. Los tres núcleos principales que aparecieron en esos momentos en la escena política fueron: primero Jiménez apoyado por la guarnición de Lima; segundo, la marina; y, además, los sublevados del sur, estos últimos organizados en una Junta Militar y una Junta Civil. Gracias a las gestiones del alcalde de la capital Luis Antonio Eguiguren y del Alcalde del Callao se produjo un entendimiento entre Jiménez y el comandante general de la Escuadra capitán de navío Vinces. El exministro de Sánchez Cerro, con el capitán de fragata Federico Díaz Dulanto y el coronel Roberto López, director de la Escuela Militar, llegaron a expedir el 7 de marzo solo un decreto ley: el que (como ya se dijo en el capítulo anterior) enmendó otro destinado a subordinar únicamente a los funcionarios públicos a la jurisdicción del Tribunal de Sanción; dicha entidad debía conocer sin taxativa alguna de las causas que fueron de la competencia de su Segunda Sala ya suprimida. Los tres jefes mencionados tomaron el nombre de Junta de Gobierno Transitoria. Como Jiménez invocó la necesidad de llevar al país, lo más pronto posible, a la constitucionalidad, posponiendo cualquier ambición personal, la Marina no tuvo obstáculos sustanciales para llegar a un acuerdo con él. Fueron cumplidos los objetivos que ella había señalado a la acción política inmediata. He aquí una de las etapas más llenas de incertidumbre y de inestabilidad en la historia del Perú republicano. Desde el 22 de agosto de 1930 en que surgió el pronunciamiento del comandante Sánchez Cerro contra Leguía hasta que el comandante Jiménez entró al Palacio de Gobierno el 5 de marzo de 1931 hubo en Lima, en menos de siete meses, seis movimientos militares de carácter político, y la insignia del poder presidencial cambió cinco veces de poseedor (Leguía, Ponce, Sánchez Cerro, Elías, Jiménez) sin contar las horas en que estuvo encargada a monseñor Holguín. En el período de un mes (al cerrarse este ciclo) se produjeron seis insurrecciones militares y durante varios días funcionó un Gobierno en Lima y otro en el sur, este último dividido en una junta castrense y una junta civil. La amenaza de un desquiciamiento nacional era evidente. Poco tiempo más tarde, surgiría en el cuartel de Santa Catalina un motín de clases y sargentos. A la agitación política había que añadir la crisis económica y hacendaria y la subversión social, resueltamente empujada por el Partido Comunista, parapetado en la Confederación General de Trabajadores del Perú. Dentro de la concepción tradicional de la enseñanza de la historia del Perú (que, implacable con la memoria de los niños y adolescentes, no omite los nombres de los gobernantes aunque hayan sido fugaces o sin importancia) este capítulo ha de ser uno de los más penosos.
DESDE EL 22 DE AGOSTO DE 1930 EN qUE SURGIÓ EL PRONUNCIAMIENTO DEL COMANDANTE SÁNCHEZ CERRO CONTRA LEGUÍA HASTA qUE EL COMANDANTE JIMÉNEZ ENTRÓ A PALACIO DE GOBIERNO EL 5 DE MARZO DE 1931, HUBO EN LIMA, EN MENOS DE SIETE MESES, SEIS MOVIMIENTOS MILITARES DE CARÁCTER POLÍTICO, Y LA INSIGNIA DEL PODER PRESIDENCIAL CAMBIÓ CINCO VECES DE POSEEDOR (…)
LA JUnTA nACIOnAL de gObIernO.- Jiménez se puso en comunicación con David Samanez Ocampo, a quien, como se ha dicho, los facciosos de Arequipa habían hecho presidente de la Junta Civil del sur. La finalidad de tales tratos fue la de constituir una Junta Nacional de Gobierno con personas oriundas del norte, del centro, del sur y del oriente de la República para restablecer una administración estable, provisoria y convocar a las elecciones generales que debían normalizar la vida nacional. Samanez Ocampo viajó de Arequipa a Lima para presidir el 11 de marzo esa Junta Nacional de Gobierno. La completaron en una primera etapa Rafael Larco Herrera (Relaciones Exteriores),
[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 8
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