En 1902 llegó la segunda compañía inglesa de operetas, la Bandman. Se estrenó con el drama Tribty por enfermedad del tenor cómico. A medida que avanzó el siglo XX en el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial comenzaron a popularizarse las melodías de la opereta vienesa que el fonógrafo y el piano hicieron conocer antes de que aparecieran a la luz de las candilejas.
la POlaRidad de la ZaRZUela
la ZaRZUela Y el GÉneRO cHicO HaSTa 1908.- L a zarzuela y el género chico continuaron con su seducción sobre las grandes mayorías de quienes se entretenían en el teatro. A fines del siglo XIX y muy a comienzos del XX fueron, para el gusto colectivo, lo que el arte dramático romántico había sido a mediados de aquella centuria. Pero en vez de ostentar un acento histórico o cosmopolita, las obras españolas que las encarnaron quisieron ser una vuelta al terruño, un redescubrimiento de las costumbres populares. La zarzuela grande entró dentro de un proceso lento de descenso gradual. La compañía que encabezó el tenor Abelardo Barrer en 1899 fue uno de los últimos conjuros notables de este género. El género chico, el teatro, las tandas, siguió, en cambio, en gran boga. Lima tuvo entonces muchos artistas favoritos en este género. La compañía del maestro Antonio Rupnick estrenó en 1895 con Carmen Aragón La verbena de la Paloma de Ricardo de la Vega, música de Tomás Bretón, obra de la que se ha dicho que, a los pocos días de ser estrenada en Madrid en 1893, su música era tocada por las señoritas en el piano, cantada por los ciegos en las calles y tarareada hasta en la cocina. Julia Aced, española que se distinguía en la zarzuela como en el género francés, fue la celebridad de 1896 y de varios otros años en la escena limeña. Como su segunda tiple actuó Elvira Celimendi. El recuerdo que dejó el año de 1897 por la temporada de las hermanas Gásperis perduró por mucho tiempo. El teatro veíase noche a noche lleno de una concurrencia entusiasta ante Zema, Irma y Magdalena de Gásperis y sus colegas. De la primera de ellas se dijo que era quizás la artista más bella llegada al Perú. La primera aristocracia, entonces abonada en el Teatro Principal a la ópera de Lambardi, solicitó “un día de moda” en el Olimpo para aplaudir a Zema. Entre sus grandes éxitos estuvo Don Dinero (que se representó cien noches), La Restauración, Tabardillo, El cornetilla y otros. 1898 fue el año de Diego Campos, bajo de zarzuela y buen actor cómico, y de la compañía infantil de Peirés con la que llegó la menuda y graciosa Emilia Colás. En 1899 se presentó, con la compañía Barrera, Carlota Millanes, primera tiple de excepcionales facultades. Campanone, La conquista de Madrid, Jugar con fuego, La tela de araña contáronse entre sus grandes éxitos. La zarzuela chica tuvo su luminaria en 1901 en Ernestina Marín y la zarzuela grande en Pilar Madorell, de la compañía Julibert. Esta artista volvió en 1902 y 1904. El bajo cómico del género chico y empresario Juan G. Zapater presentó en 1902 una compañía en la que estuvo Elvira Celimendi que alcanzó éxito extraordinario y volvió en 1905. Al moderar la libertad de algunas obras, consiguió Zapater atraer a algunas de las primeras familias de Lima. También fueron del mismo género la compañía del tenor José Palmada en 1903 con María Jaureguizar como primera tiple y la de José Saúllo el mismo año. José Vila, de gran fama en Chile como bajo cómico, presentó su elenco en un temporada feliz en 1904; en él figuró Irma de Gásperis. La compañía de Juan Zapater y Arsenio Perdiguero, con Elvira Celimendi, actuó en 1905. Carlota Millanes estuvo nuevamente en escena en 1906 con Peralta y Obregón, y se ganó los calificativos de “la Patti del género chico” y “la Barrientos del teatro por horas”. Ocho años después de su estreno en Lima, Emilia Colás fue en 1906 la celebrada primera dama en la temporada del Teatro Principal. Atribúyense a un ilustre jurista y catedrático de la Universidad de San Marcos la siguiente frase: “En el Perú solo hay que tomar en serio el rocambor y las tandas”. Pero las tandas entraron en decadencia.
el género de la zarzuela, que cautivó a los peruanos a fines del siglo XiX, mantuvo su popularidad hasta la primera década del siglo siguiente. Una de sus máximas exponentes fue la intérprete española Julia aced, quien se instaló en nuestro país. aquí la vemos ataviada para su papel en la obra Mujeres de teatro, de Manuel Moncloa y covarrubias, en 1910.
[ CAPÍTULO 14 ] ADENDA
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