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[i] a POBlación del PeRÚ Y SU cReciMienTO.- Los datos sobre la población del Perú elaborados por Melitón Carvajal en 1896 fueron objetados por Joaquín Capelo (1911) y Alberto de Rivero (1937) por considerarlos excesivos. El censo de 1940, a los sesenta y cuatro años del censo anterior (1876) presentó la cifra total de 7.023.111 habitantes para la República con inclusión de los no censados y los selváticos. El censo nacional de junio de 1961 dio, según los resultados publicados en abril de 1964, una población total de 10.420.357 habitantes. Los nominalmente censados fueron en 1940, 6.207.967; en 1961, 9.906.746. Comparada dicha cifra total con la del censo de 1940, veintiún años atrás, señala un crecimiento de 48,8%, uno de los porcentajes más elevados del mundo. Este fenómeno, surgido, al parecer, desde comienzos del siglo XX, señala un contraste con el estancamiento o desarrollo pausado a lo largo del siglo XIX. Se ha producido, pues, una revolución demográfica superior a la revolución industrial y a la revolución agrícola. Hay aquí, en realidad, un hecho universal, especialmente notorio en los llamados países subdesarrollados o sea, aparte del continente latinoamericano, en Asia y África. Hasta fines del siglo XVIII la población del mundo se caracterizó, a la vez, por la elevada fecundidad y por la elevada mortalidad. La vida media en Europa no alcanzaba los 30 años y un niño de cada cinco moría en el primer año, un hombre de cada dos moría niño. Las guerras, el hambre, las enfermedades habituales, las epidemias hacían estragos. La agricultura era rudimentaria y, además de dar escasa producción a la tierra, exigía el descanso permanente de una parte del suelo arable. La medicina no llegaba a ser todavía una ciencia. La introducción de nuevos cultivos y nuevas técnicas agrícolas, el descubrimiento de la inoculación que redujo la malignidad de las enfermedades infecciosas unido a otros importantes adelantos de la medicina, la difusión de prácticas higiénicas y sanitarias, el alza del nivel de vida dentro de algunos sectores de la población han contribuido, a través de un largo proceso, en forma creciente, a la revolución demográfica. No ha sido un fenómeno súbito ni fácil. Pertenece a un tiempo histórico que se mueve mucho más lentamente que los acontecimientos y los personajes y actúa debajo de ellos; pero ejerce, a la larga, una influencia más poderosa. Alfred Sauvy, el maestro de la escuela demográfica francesa contemporánea, ha escrito en su libro L’Europe et sa population (París, 1955) y su afirmación tiene valor general: “En una época en que la medicina y aun la investigación científica eran comerciales, el proceso de las técnicas médicas y su difusión solo eran posibles en cuanto fueran aparejados con el progreso técnico en general y con el ensanchamiento del soporte económico”. Ya al avanzar el siglo XX la característica más resaltante de la “explosión demográfica” surgida en los países subdesarrollados ha sido el alto índice de natalidad como el número crecientemente mayor de victorias en la lucha contra la muerte (1). Con estos niveles y con la elevada mortalidad infantil, la duración probable de la vida en países como el nuestro ha sido en promedio corta, acaso
(1) Los estudios realizados han llegado a determinar que la mortalidad ha descendido notablemente en los últimos veinte años en el Perú. La tasa bruta de mortalidad, probablemente superior al 30% en 1940, ha sido estimada entre el 17% y el 19% a la fecha del censo de 1961.
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APÉNDICE GENERAL
[ CAPÍTULO 1 ]