minifundio que también existió esparcido dentro de una área total mucho menor que el de la gran propiedad. Lo que se pagó al trabajador ascendía a sumas excesivamente reducidas. No es raro que llegara a menos de un sol por día. Para los llamados colonos y otros trabajadores en análoga condición, funcionó el deber de laborar en ciertas porciones de una gran propiedad durante un tiempo determinado, con salarios pequeños o sin ellos y, a veces, con el uso de su mujer y sus hijos como sirvientes. La relativa escasez de buenos lotes agrícolas, la falta de capital y las actitudes básicas tradicionales de propietarios y peones indígenas ante la tierra y entre sí explican el desarrollo y la conservación de este sistema que fue el de más bajo nivel en la sierra. En conjunto muchas de las condiciones de vida propias del siglo XVI no desaparecieron en la vida andina en el siglo XX (1). La palabra ‘gamonal’ designa a quienes dominan la tierra en aquella región y dominan también a los hombres que la trabajan. No la incluye Juan de Arona en su Diccionario de peruanismos. Como ha anotado Martha Hildebrandt en un artículo publicado en El Comercio del 12 de abril de 1963, es usada para aludir al “cacique de pueblo”, al “hombre influyente por riqueza” en el Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, América Central; no ha sido difundido este término en España, Chile ni Argentina. La misma acuciosa investigadora observa que Bolívar, en una carta de octubre de 1830, al referirse al movimiento de opinión a su favor encabezado por el general Urdaneta en Bogotá, dice que “todos los gamonales han sido cabezas principales”. Puede ser que se trate de un colombianismo o venezolanismo y no de una palabra aprendida por Bolívar en el Perú. El eco de las distintas reformas agrarias en la primera parte del siglo XX, la mexicana y las europeas que, aparte de la rusa, provocaron durante algún tiempo gran optimismo (Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, países bálticos) no llegó de inmediato al Perú. Sin embargo, hubo una gran novedad para el campo. Las comunidades indígenas llegaron a ser reconocidas legalmente en la Constitución de 1920. Sus tierras no son enajenables ni prescriptibles. Algunas de ellas, de hecho, han evolucionado hacia un régimen de propiedad privada y pueden tener una distribución desigual de sus lotes. Aunque no faltaron las que demostraron espíritu progresista, otras se contentaron con atrasadas prácticas tradicionales. Muchas sufren la presión demográfica que puede lanzarlas a avanzar sobre tierras vecinas. Necesitan, en general, ayuda técnica, implementos modernos, educación adecuada, y su mejor porvenir radica en que puedan convertirse en cooperativas de producción y de consumo. El experimento realizado en la hacienda Vicos, en el departamento de Áncash, con la ayuda de la Universidad de Cornell demuestra que el indígena de una comunidad retrógrada puede progresar, aumentar su productividad y organizarse si se le dan las oportunidades debidas.
la ganaderÍa.- La ganadería tiene especial importancia en el Perú dentro de las siguientes zonas: 1) en el norte en los departamentos de Piura y Cajamarca. Este último es el primer departamento en cuanto al número de cabezas de ganado vacuno y aquel el primero en cuanto al número de cabezas de ganado caprino; 2) la sierra central, en los departamentos de Junín, Pasco y Huancavelica, estrechamente vinculados al mercado limeño; 3) el sur en los departamentos de Puno y Ayacucho principalmente y, con un menor grado, en los de Cuzco, Apurímac y Arequipa. La región del sur reúne más del 50% de la población ganadera del país. De ella, solo el departamento de Puno concentra el 23,8%, lo cual hace que sea el más importante desde este punto de vista. La población de vacunos allí existente representó casi el 50% de esta especie en el ámbito
lOS gaMOnaleS
eran los terratenientes que detentaban el poder local en la sierra. dominaron las tierras cultivables andinas, así como a quienes trabajaban en ellas, generalmente mediante el uso de la fuerza e incluso la violencia. los gamonales surgieron durante la colonia, y los últimos desaparecieron a mediados de la década de 1960, tras la reforma agraria del general Juan Velasco alvarado. en esta fotografía de 1915, vemos al gamonal de la hacienda génova chanchamayo, rodeado por sus trabajadores.
(1) El autor del presente libro planteó la tesis de la feudalidad económica en la sierra en su discurso de 1929 sobre la multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú, y en el primer tomo del libro La iniciación de la República. Fue refutado por Arturo García Salazar en el N°1 de Nuestra Revista Peruana (agosto de 1929) y entabló una polémica sobre este asunto en el N°2 de la misma publicación (octubre de 1929) con el artículo “Comentario de un comentario”.
[ CAPÍTULO 4 ] APÉNDICE GENERAL
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