Introducción Es deseable que el feedback sea dialógico en vez de ser una transmisión unidireccional de información. Las relaciones de confianza facilitan el feedback dialógico, unas relaciones en las que los participantes del aula valoran las ideas de los demás, responden de forma empática y construyen conjuntamente un clima de aula en las que los alumnos pueden sentirse libres para asumir riesgos. (Carless 2015)
Un componente muy importante de la evaluación formativa es la retroalimentación (o feedback en inglés).1 Se trata de un concepto que los docentes 2 conocemos desde hace mucho tiempo, cuyos orígenes parecen remontarse a mediados del siglo XX en el marco del conductismo, que era el paradigma psicológico dominante en educación.3 Aunque en esa época la retroalimentación se concebía de forma restringida, constituyendo lo que en la actualidad se denomina retroalimentación como transmisión (visión tradicional). Los libros de texto sobre medición y evaluación, publicados en ese periodo, ponían énfasis en aspectos como: a) el logro de una 1 En este libro se usan indistintamente ambos términos. 2 En esta obra se emplean los términos “profesor”, “docente”, “maestro” o “tutor”, así como “estudiante”, “alumno”, “aprendiz” o “educando”, para referirse indistintamente tanto a hombres como a mujeres, evitando así la duplicación innecesaria de sustantivos masculinos y femeninos cuando no hay necesidad específica para diferenciar por sexo. En español es habitual, desde hace mucho tiempo, el uso del masculino genérico (el “todos”, con lo que nos referimos a “todos” y “todas”, por ejemplo) y no es aconsejable (ni siempre posible) forzar cambios en la lengua para transformar sus estructuras gramaticales. 3 Existen autores que afirman que la retroalimentación entre estudiantes ya era reconocida como una actividad fundamental para el buen aprendizaje desde que la ciencia del comportamiento tuvo sus inicios, hace unos 150 años (Hattie y Yates 2017). 13