Modelos de retroalimentación en educación superior
direcciones presentan desafíos no solo en cuanto a lo que los docentes hacen en las interacciones de evaluación, sino particularmente en cómo se diseñan y estructuran los cursos. La retroalimentación se reposiciona como una parte fundamental del diseño curricular, no como un mecanismo episódico transmitido por los maestros a los estudiantes. Al referirse a los principios originales de la retroalimentación y vincularlos con el actual cuerpo sustancial de investigación empírica en educación, Boud y Molloy (2013) identifican lo que consideran que constituye una buena retroalimentación en la educación superior. A esto, los autores lo denominan “Indicación de retroalimentación 1”. Posteriormente, consideran un desarrollo de estas ideas, el cual toma en cuenta que los estudiantes son diferentes a los sistemas no humanos en tanto son, necesariamente, agentes de su aprendizaje. Esto lo llaman “Indicación de retroalimentación 2”. A continuación, se desarrolla cada una de estas designaciones. ◇ Indicación de retroalimentación 1. ¿Qué es una buena práctica de retroalimentación en un modelo de ingeniería?
La característica esencial de la retroalimentación, siguiendo el enfoque original de la ingeniería, es que la información sobre el trabajo actual se ofrece a los estudiantes para influir en la calidad de su actividad posterior. Si se utiliza el término retroalimentación, en lugar de simplemente información, debe haber una forma de detectar que ha habido un efecto en la dirección deseada. El ciclo de retroalimentación debe completarse: si no hay un efecto apreciable, entonces la retroalimentación no ha ocurrido. Esto impone el deber sobre el docente, o la persona que de algún modo proporciona información, de hacer lo necesario para tener un efecto y que ese efecto sea notorio. La lógica del proceso de retroalimentación en la Indicación 1 conduce a un conjunto de consecuencias prácticas para la enseñanza y el aprendizaje. Por ejemplo, para que esta versión básica de 181