Tiburcio Moreno Olivos
les, sería por lo tanto una necesidad estratégica. Pero tal vez el sello más distintivo de la rehabilitación de la retroalimentación significa considerarla no simplemente como un medio valioso para un fin (el logro de los objetivos del curso y los resultados de aprendizaje), sino como un fin importante en sí mismo, tanto dentro como fuera de la universidad. En otras palabras, la experiencia en la retroalimentación podría, por sí sola, convertirse en un resultado de la educación superior.
Percepciones del proceso de retroalimentación Se han realizado diversas investigaciones para conocer las percepciones tanto de los estudiantes como de los profesores respecto a la retroalimentación, aunque, como se mencionaba antes, los resultados son variables y no se pueden generalizar porque la mayoría de estos estudios han sido a pequeña escala. No obstante estas limitaciones, es importante analizar lo que se sabe hasta ahora sobre las percepciones que tienen los actores principales del proceso educativo –docentes y alumnos– con respecto a la retroalimentación, toda vez que tales apreciaciones seguramente orientan e influyen en sus pensamientos y prácticas de retroalimentación. En un trabajo realizado por Beaumont, O’Doherty y Shannon (2011) se informa de los hallazgos de investigación sobre la experiencia de evaluación de los estudiantes en la escuela básica y en la educación superior, y el impacto de la transición en las percepciones de ellos sobre la calidad de la retroalimentación. Los resultados muestran que los alumnos experimentaron una cultura de retroalimentación radicalmente diferente en las escuelas básicas y en las instituciones de educación superior: mientras que las primeras brindaron una amplia retroalimentación y orientación formativas, las últimas se centraron en el aprendizaje independiente evaluado de manera sumativa. Así, los estudiantes percibieron la retroalimentación de calidad como parte de un proceso de guía dialógico en lugar de un evento sumativo.
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