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cauces para oponerse a la orientación política o a la estructura económica del medio informativo: «este tipo de intervenciones, generalmente llevadas a cabo por medio de la huelga de los obreros y empleados, si se desencadenan con miras a ejercer una presión política sobre un periódico son, por su misma naturaleza, absolutamente atentatorias y contrarias a la libertad de prensa»(p.234). El control profesional puede darse también cuando busca auxiliar o suplir a los poderes públicos con el fin de asegurar la libertad y la responsabilidad de los agentes informadores, mediante el cumplimiento de las normas que suelen contenerse en Códigos de ética profesional que establecen los límites deontológicos de la información. Controles sociales: el público Afirma, con razón, Heras que, entre los medios informativos y la sociedad debería darse una constante interacción, ya que para que la prensa pueda ejercer una influencia eficaz sobre la opinión pública, es preciso que previamente respete las actitudes psico-sociales del público. Los medios de difusión no pueden obviar las actuales estructuras socioeconómicas y técnicas, que han operado una revolución en la concepción de la empresa y de la actividad informativas. El fenómeno de la industrialización ha determinado el nacimiento de grandes oligopolios económicos que ahogan las iniciativas individuales en el mundo de la información, e imponen el «silencio a los pobres”. Diversos factores, como la proyección internacional de tas noticias, la ampliación del mercado, las grandes inversiones financieras y las servidumbres publicitarias, han creado una información estandarizada, hoy la búsqueda de noticias se realiza a través de cinco grandes agencias mundiales que no compiten entre ellas y a lo que se suma la creciente concentración de las empresas por lo que podemos observar que la libertad informativa está obstaculizada en su inicio. El oligopolio, cuando no el monopolio, de la información, más la despolitización –urdida por los grupos de poder que ofrecen “pan y circo”- más circo que pan como Gran hermano o Concursos de baile, canto etc.- unido a las dificultades técnicas de opinar individualmente provoca un elitismo informativo. Y es que la libertad de prensa nació inserta a un sector minoritario burgués –el empresario- con el capitalismo. Como señala Heras “lo que debería ser libre actividad de muchos es hoy patrimonio de muy pocos, que no siempre lo usan al servicio de los fines positivos de la sociedad. La libertad de prensa ha sido víctima de una enfermedad endémica: primero, destruida por el uso en exclusiva que de la misma hacían los soportes de las estructuras burguesas; hoy, concentrada en grandes trusts encargados de difundir la mercancía-información a un público que la devora, casi siempre sin digerir. La libertad creó la prensa, pero ésta ha llegado a ser dueña de la libertad”. Esto no quiere decir que el público no ejerce presión sobre la prensa ya que es el receptor. A veces los individuos, desde el momento en que buscan evitar la publicidad de sus actos impopulares y de sus errores, y aspiran a difundir los hechos notables que aumentan su fama, operan como fuerzas de presión sobre la información. Pero, por su carácter ocasional, estas intromisiones no suelen presentar problemas; distinto cuando la presión procede de la preferencia de un público consumidor -de informaciones sensacionalistas y confidenciales-, despreocupada e indiferente a una información constructiva. La prensa adaptándose a esta demanda de sensacionalismo por cuestiones de rentabilidad pierde su función social. Folliet señala (p.237) «Muchos periodistas, cuando analizan fríamente su conciencia, se hacen esta reflexión: es lamentable ofrecerles este pasto, pero no desean otra cosa, a lo que muchos lectores responderían: si no nos ofrecen más que esto. Y todos tienen razón, en el sentido de que las responsabilidades de la prensa y del público son reciprocas.» Lo cierto es que al público no se le da ni se le quiere dar lo que desea o le gusta, como superficialmente se afirma.