Industria urbana y rural en el Perú colonial tardío | 179
sucedía con los demás oficios de sastrería, pasamanería, sombrerería, zurraduría, talabartería, herrería, platería, cerería y así sucesivamente. En los talleres manufactureros, en cambio, sí hubo especialización entre los trabajadores. La producción artesanal mantuvo en el siglo XVIII las características conocidas para los siglos anteriores. La diferencia se manifestó en una mayor cantidad de talleres y una mayor vinculación con un mercado más amplio y desconocido. Las ciudades habían crecido en extensión y población, con lo cual surgió un mercado que permitía tanto la actividad de pequeños como de grandes talleres; sin embargo, la rigidez de la propiedad urbana marcó una característica especial que incidió en los rasgos que adquirió la producción artesanal y manufacturera. Las ciudades crecieron sin modificar su estructura urbana en la zona central y sin ganar mucho terreno a las áreas agrícolas que las rodeaban. Esta rigidez en la propiedad determinó, asimismo, el uso de espacios en casonas, como habitaciones multifamiliares alquiladas a los nuevos habitantes. Las familias propietarias de casonas y con carencias económicas reservaban para sí los altos de las casas, los bajos para pequeños talleres con puerta a la calle, mientras que los interiores eran destinados únicamente a habitaciones. Un proceso que se inició ya a fines del siglo XVII fue la eliminación de los huertos interiores para utilizar el espacio en viviendas de alquiler que, en un primer momento, se construían a manera de corralones (espacio habitado alrededor de un patio central común) y, luego, de callejones (callecitas delimitadas para ganar el mayor espacio posible). El caso de Lima estuvo vinculado a la reconstrucción de la ciudad luego de los grandes terremotos que la asolaron, en particular, los de 1687 y 1746. El crecimiento de las ciudades estuvo ligado a una inmigración individual de personas en edad laboral, atraídas por las posibilidades de trabajo en las urbes. De esta manera, lo típico en las ciudades grandes era la residencia de buena parte de la población de edad laboral en habitaciones alquiladas al interior de casonas, corralones y callejones, de manera individual o en parejas sin niños. Ciudades más grandes, más pobladas y con el tipo de vivienda y familia descrito, favorecieron el desarrollo del trabajo domiciliario y esta fue una de las características más importantes de la manufactura urbana peruana colonial, aunque los grandes talleres urbanos siguieron existiendo y hasta se incrementaron en este tiempo.
IV. La industria rural La industria rural del Perú colonial es conocida, sobre todo, por los obrajes textiles de la sierra; sin embargo, esta actividad fue mucho más amplia y difundida que los grandes centros de producción de paños toscos, destinados a un mercado de bajos recursos económicos, pero muy amplio en su demografía y