Industria urbana y rural en el Perú colonial tardío | 205
la protección política para sus actividades industriales, hacia fines del período colonial hubo empresarios que buscaron utilizar innovaciones técnicas en sus negocios industriales para afrontar los retos de un mercado más difícil que en tiempos anteriores. Un caso fue el de José Antonio Ugarte, quien en 1796 intentó establecer en Arequipa un molino —decía— de su invención, para despepitar algodón.68 Desde 1790, funcionaban varias máquinas en la ciudad de Lima: una máquina para fabricar velas (1790), otra para abrillantar diamantes (1796) y varias “máquinas de chocolate”.69 Grandes productores organizaron la actividad industrial de sus colegas en talleres de proporciones o a través del reparto a domicilio. Un ejemplo de concentración de recursos materiales y de mano de obra en un gran taller es la sombrerería del francés Pedro Dubois (y, luego, de su hijo Juan), en la calle del Pozuelo de Santo Domingo, en la Lima del último tercio del siglo XVIII. Gracias a contratos con el gobierno colonial, la sombrerería era capaz de fabricar centenares de sombreros en plazos relativamente cortos, gracias a su extensa mano de obra de entre 24 y 28 operarios y al reparto de tareas a productores independientes que trabajaban en sus propias habitaciones.70 La comercialización tanto de la producción domiciliaria como de los talleres grandes se realizaba en tiendas de maestros artesanos y, principalmente, a través de la inmensa y compleja red de pulperos, cajoneros y vendedores callejeros de las ciudades del Perú colonial.71 Las Cortes de Cádiz decretaron la libertad para ejercer las actividades agropecuarias, comerciales e industriales. Conocido es, sin embargo, que la Constitución gaditana de 1812 no tuvo una larga vigencia y, en todo caso, los empresarios coloniales confiaban más en la protección del Estado que en la libertad.
2. Mano de obra Las unidades industriales rurales y urbanas contaban con una mano de obra mixta, compuesta de esclavos y libres, trabajadores de todas las castas y condiciones sociales, especializados y no especializados. Pese a la competencia por trabajadores entre los empresarios industriales y entre estos y los mineros y 68. Aldana Rivera 1999: 88-91. Aldana hace referencias a otras solicitudes de licencias especiales para producir, por ejemplo, harina de trigo en Tarapacá (1786), en Cajamarca (1791 y 1801), en Jauja (1795), en Colquemarca (1805), así como tinas de jabón en Cañete (1802) y en Minocucho (1803). 69. Quiroz 2008: 225-226. 70. Ibídem: 176-177. 71. Véase, Quiroz 1999.