224 | Cristina Mazzeo
típicas del mercantilismo que habían existido en los siglos anteriores. Estas prácticas incluían una presencia importante del Estado en las relaciones económicas de una economía fundada en la explotación de los recursos de la tierra —en especial, la minería— y el mantenimiento de las costumbres señoriales. Este proceso, que muchos autores identifican como la modernización de la monarquía, no significó la desaparición de los vínculos con las élites mercantiles, con quienes se había establecido una relación de beneficios y obligaciones mutuas. Dentro de ese proceso de modernización, podemos nombrar una serie de medidas tendentes a hacer más fluidas las relaciones comerciales entre la metrópoli y las colonias, tales como la introducción del sistema de intendencias, cuyo fin era controlar la aplicación de las Leyes de Indias, la regulación del sistema fiscal y la reducción de los medios económicos de la Iglesia mediante un proceso de estatización de los bienes comunales. Asimismo, se procuró crear una nueva administración más eficiente que terminara con la compra de cargos y, de esa manera, permitiera sanear la organización del poder en las colonias. No obstante, la monarquía mantuvo prácticas patrimoniales y corporativas, que se evidenciaron en el intercambio de beneficios por prestaciones personales, características que aparecieron ya en el siglo anterior. Como fiel reflejo de los intereses mercantilistas de la época, el comercio siguió siendo uno de los principales pilares de la economía y, por lo tanto, fue allí donde se presentaron los mayores cambios e innovaciones.
1. Características del tráfico a distancia La Carrera de Indias, como suele denominarse el sistema mercantil español que conectó a la metrópoli con el inmenso territorio americano, fue clave para el mantenimiento del sistema económico y financiero del imperio español. La Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias perfiló los lineamientos del sistema mercantil, sustentado sobre la base del monopolio, con un puerto único en España —Sevilla en un primer momento y, a partir del siglo XVIII, Cádiz— y cuatro rutas que unían a los puertos principales en América. En el Caribe, Cuba ocupaba el lugar principal; Cartagena de Indias se presentaba como la puerta de entrada a América del Sur, al conectarse con Portobelo en América Central y de ahí, a través del istmo de Panamá, con el puerto del Callao sobre el Pacífico; más hacia el norte, el puerto de Veracruz era la entrada al virreinato de Nueva España. Si la Carrera de Indias comenzó siendo un proyecto cuyo interés era el control total por parte de la Corona, pronto las necesidades económicas y los riesgos que corría el intercambio propiciaron que los mercaderes sevillanos asumieran el reto del tráfico a distancia. Fue entonces cuando el sistema mercantil, lejos de mantenerse como un coto cerrado para los castellanos, según