242 | Cristina Mazzeo
la compra de mercancías en el año 1738, con la expresa condición de que las compras se realizaran a través de los miembros del Consulado de Cádiz con su propio dinero. Los comerciantes peruanos poseían el caudal y, por tanto, sus compras en Sevilla y luego Cádiz podían ser en efectivo. Pero fue después de 1749 cuando dichos comerciantes estuvieron en libertad de enviar caudales y mercaderías a España sin la intermediación de los gaditanos. Los peruanos habían ganado la batalla de comerciar directamente sin intermediarios. Las ferias de Acapulco también decayeron por la acción de los comerciantes novohispanos, cuyos intereses se contraponían a los de los factores españoles. De igual manera, los peruleros se enfrentaron con los cargadores españoles que pretendían controlar las flotas, reducir la cantidad de mercancías y elevar los precios. Los productos intercambiados en Portobelo seguían viaje a Panamá, donde ambos grupos —cargadores y peruleros— servían de enlace entre los mayoristas españoles y europeos y los comerciantes minoristas de América.50 En 1739, al iniciarse nuevamente la guerra con Inglaterra, Portobelo fue destruida por la acción del almirante Vernon. Fue el golpe de gracia que invalidó definitivamente el sistema de flotas y galeones; sin embargo, esto no significó en modo alguno la decadencia total de los comerciantes peruanos, ya que siguieron controlando el circuito del comercio intercolonial a lo largo del Pacífico. Este tráfico se vio beneficiado a partir de 1740 con el uso de la nueva ruta por el Cabo de Hornos, como veremos más adelante.
8. El comercio de esclavos El sistema español referido a la trata de esclavos estuvo apoyado sobre los mismos principios que inspiraron la Carrera de Indias: todo debía quedar bajo el control de la Corona. Así como el tráfico pasó por diferentes etapas, el comercio de esclavos tampoco puede separarse de los acontecimientos políticos europeos, sus alianzas y guerras. A fines del siglo XVII, dicho comercio estaba en manos de los portugueses; pero, a partir de 1701, como resultado de la actitud tutelar de Luis XIV en la corte de Madrid, se logró que la trata de esclavos pasase a los franceses mediante el sistema de asientos. Estos consistían en otorgar a una compañía comercial, en este caso a la Compañía de Guinea, el abastecimiento de esclavos en las colonias españolas por espacio de 10 años. De esta manera, la unión familiar de ambas coronas transformaba a ambos monarcas en socios igualitarios. La Compañía estaba obligada a introducir 48.000 piezas de Indias de ambos sexos y de todas las edades por el tiempo indicado, lo que ocasionó una serie de resquemores en las autoridades españolas coloniales que brindaron muy pocos 50. Álvarez 2006.