282 | Cristina Mazzeo
él, se disponía la entrada de buques de todas las banderas únicamente por los puertos del Callao y Huanchaco y se establecía el pago del un 20% sobre todos los géneros que ingresaran en buque extranjero y el 18% sobre los productos que llegasen en buques de Chile, Río de la Plata y Colombia; pero si entraban en buques peruanos, pagarían el 16%. Además, quedaban abolidas las aduanas interiores y las mercaderías podían circular sin la necesidad de guías. El oro y la plata debían pagar por su extracción, cualquiera fuese la bandera de la embarcación: el 5% por la plata y el 2,5% por el oro; además, quedaba prohibida la extracción de dichos minerales no acuñados. En cuanto a los productos que saliesen en buques extranjeros, habrían de pagar el 4% y el 3,5% y si salían en buques con bandera de Chile, La Plata y Colombia, pagarían solo el 3%.129 De esta manera, se ponía en funcionamiento el primer reglamento de comercio de la época republicana que establecía, más que un comercio libre, un comercio “protegido” que imponía aranceles escalonados haciendo pesar la protección en los países americanos; sin embargo, no era fácil verificar la procedencia de los barcos. Carmagnani, en su trabajo sobre el comercio chileno,130 presenta expresas referencias sobre la americanización de las embarcaciones británicas que llegaban a Chile, mediante un cambio de bandera y, de esa manera, obtenían ventajas arancelarias. Lo mismo sucedió en el Perú, donde las embarcaciones provenientes de distintos puertos extranjeros enarbolaban la bandera peruana antes de entrar a puerto para recibir mayores franquicias.131
8. Composición de la nueva élite mercantil A partir de 1823, nuevos actores aparecieron en el comercio: los mercaderes extranjeros que se asentaron en Lima. Algunos eran españoles que debieron naturalizarse para quedarse en el país, como fue el caso de Francisco Javier de Izcue; pero también los hubo ingleses que manejaban casas comerciales, tanto en Chile como en Lima. Ambos grupos debieron, además, entregar cupos al gobierno. La diferencia entre unos y otros radicaba en que los españoles debían entregar los cupos, bajo pena de ser embargados; en cambio, los ingleses se estaban instalando en el país y, por tal razón, ofrecían contribuir mediante el adelanto de los derechos de aduana sin interés. Fue el caso del empréstito de 100.000 pesos, otorgado el 17 de enero de 1823. En ese mismo año, en el mes de mayo, se entregaron otros 100.000 pesos como empréstito, mitad en dinero y mitad en especies que comprendieron bramantes, pantalones de paños de la tierra, becerros ingleses, cueros blancos, fanegas de maíz, varas de bayetón inglés, lonas, quintales de hierro y estaño, alquitrán de Francia, suelas de Guayaquil, 129. AGI, Indiferente General, 313. 130. Carmagnani 2001. 131. Mazzeo 2008.