El comercio colonial en el siglo XVIII | 285
Fuente (hija del Conde de Fuente González) y José Matías de Elizalde. Juan Elizalde fue integrante de la Junta de Beneficencia, se casó con Francisca Paula de Santiago y Martínez (hija de Manuel de Santiago y Rotalde, otro destacado comerciante del siglo XVIII). La Junta de Beneficencia reunía a muchos comerciantes entre sus afiliados, quienes cumplían la función de mayordomos de los hospitales y eran los que tenían a su cargo la economía y todos los gastos en los que podía incurrir el nosocomio. A esta junta, pertenecieron también Juan Francisco Izcue, Felipe Reboredo, Melchor Sevilla, Manuel Portillo, entre otros. Si bien estos son algunos ejemplos, después de los años convulsivos de la guerra, la élite mercantil de Lima se recompuso, ejemplo de ello fue la reinstalación del Consulado de Comercio, institución que los representaba, luego de cinco años de declarada la independencia, en 1826.
Conclusiones A lo largo del siglo XVIII, el comercio entre España y América estuvo signado por una serie de acontecimientos bélicos que fueron minando el monopolio que España pretendía mantener. Por un lado, encontramos a los franceses contrabandeando en las costas del Pacífico; por el otro lado, están los ingleses que, a través del tratado de asiento y el navío de permiso, desde 1713 y hasta 1750, obtuvieron la concesión para comerciar mercaderías propias y negros esclavos con las colonias españolas a través de tres regiones específicas: en la feria de Portobelo, de Acapulco y en el puerto de Buenos Aires. Los ingleses dominaban puntos estratégicos en el área americana: en el norte de la costa atlántica, se encontraban instaladas sus propias colonias; en Centroamérica, controlaban el ingreso al Caribe desde la isla de Jamaica y Belice, donde funcionaba una factoría que explotaba el palo Campeche; en el sur del continente, aliados con los portugueses, controlaban la colonia de Sacramento, en la desembocadura del río Paraná. De esta manera, incursionaron en las colonias españolas a lo largo del Atlántico. No obstante, el sistema mercantil español pretendió mantener la exclusividad de las transacciones para los súbditos españoles e incluso trató de limitar la intervención de los comerciantes radicados en América, como lo evidencia la copiosa legislación restrictiva que existió al respecto; sin embargo España se vio, desde el comienzo mismo del siglo XVIII, bajo la imposición de los intereses de Inglaterra y Francia. Si con la primera cedió frente a las imposiciones del tratado de Utrecht, con la segunda firmó tres pactos de familia que la obligaron a intervenir en cada contienda bélica en Europa, con serias implicancias en la ocupación de las colonias en América. Los Borbones se vieron, entonces, en la necesidad de aplicar una serie de medidas que tuvieron como objetivo reducir la intromisión extranjera, aumentar las rentas fiscales, concentrar nuevamente el poder en la figura del