Monique Alaperrine-Bouyer
Las medidas de restricciones del Real Acuerdo, que el nuevo Virrey no iba a abolir a pesar de las protestas de los rectores, tuvieron consecuencias nefastas para los colegios. Sabemos que Jacinto de Contreras, más de 45 años después, explicaba la disminución del número de colegiales por la decisión del Real Acuerdo de no proporcionarles el vestido.
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¿Era el gasto lo que motivaba a los caciques para no dejar que acudieran sus hijos al colegio? ¿O más bien la humillación? No se debe olvidar que la «inclinación a los honores» sugerida por el doctor Acuña ya estaba mencionada en el proyecto de fundación de los colegios. En efecto, antes de establecer definitivamente las constituciones, el Rey había sometido a los oidores algunas preguntas en lo que atañía a la financiación, y la primera era: «Supuesto que no parece justo ni conveniente que se pida cosa alguna a los caciques para el sustento de los indios en el dicho colegio, de dónde se podrá suplir con justificación ? […] supuesto que los indios se agradan de cualquier especialidad que con ellos se use, y que conviene inclinarles a que apetezcan a venir y asistir al colegio y que es justo que sean diferenciados de los demás [...]». (Inca: 785-786) Entonces, en 1617, el Rey solo retomaba las primeras disposiciones del virrey Toledo que conocía la necesidad de distinguir a los nobles indígenas de la masa del común y de darles la satisfacción de algún privilegio. Según la personalidad de los virreyes, más o menos conscientes de la condición de los indios, más o menos en su favor, sus actitudes para con el colegio de caciques diferían y se otorgaba, o no, el uniforme. Las promesas del virrey Esquilache de cuidar personalmente de sus hijos y de favorecer sus carreras honrándolos, solo habían sido promesas para mover a los caciques a mandarlos al colegio: no fueron seguidas de efecto. Después de su ida, las garantías que había dado no fueron respetadas y el mero hecho de abandonar el uniforme era para los caciques una marca de desprecio que explica en gran parte su desafección por el colegio. Tal vez no sea la única razón, pero fue importante y lo que dice el padre Contreras muestra hasta qué punto las estrategias elaboradas por los virreyes Toledo y Esquilache para atraer a los caciques eran justas pero inaplicables en una realidad política hecha de tensiones continuas entre la Corona, las elites españolas y la corrupción del sistema administrativo.
12. Vida cotidiana de los colegiales La calidad de vida cotidiana de los colegiales varió con el tiempo. Mientras al principio estaban de por sí, unos veinte, más o menos, con un hermano coadjutor maestro y un padre rector, en una casa comprada o acondicionada