Enseñanza y pedagogía
el padre Villa? Es posible que, en su voluntad de presentar el colegio como un dechado de virtud pedagógica, confunda los coros de indios del colegio grande de la Compañía con los de los colegiales de San Borja. Los jesuitas, efectivamente tenían orquestas y coros de indios que se formaban en las iglesias, independientes de los colegios de caciques (Estenssoro, com. pers.). La ausencia de instrumentos o su estado lamentable en los inventarios de Temporalidades podrían, en efecto, indicar que a fines del siglo XVIII se fueron abandonando completamente, a no ser que hayan desaparecido los instrumentos por robos, aprovechando el tiempo de inestabilidad debido a la rápida expulsión de los jesuitas.
La educación de las elites indígenas en el Perú colonial
Una indicación de que la música, sin embargo, siguió siendo enseñada, es la que proporciona un documento, bastante confiable, de 1762, del escribano Pedro Joseph de Gamarra en el Cuzco, donde certifica que el rector de San Borja: «puso de presente los colegiales que tenia subsistentes que estaban aprehendiendo la Doctrina Christiana leer escrebir y contar y Musica a los que se aplicaban a ella». (RAHC, 1950-1951: 227) También en otro documento (ADC, Colegio de Ciencias: leg. 20, cuad. 65) de la misma fecha el rector declara que en San Borja los jóvenes «más aplicados» aprenden música. Según estos testimonios, la música ya no se enseñaba a todos sino a niños selectos, por lo menos en el Cuzco y en ese periodo. El hecho que los dos caciques, en su carta, lamentaran el abandono, a la vez, de la gramática y de la música supone que estas dos asignaturas eran consideradas como superiores y entrarían, últimas, en la gradación de las adquisiciones. No se enseñarían porque se supondría que los alumnos no tenían la capacidad requerida. La conclusión que se puede sacar de las diversas informaciones es que la atención a la música, considerada como materia selecta, debió de variar bastante según los diferentes rectores y maestros, pero que no se abandonó nunca del todo.
7. La cuestión de la gramática La última parte del enunciado de las constituciones de 1618 daba, en principio, toda latitud de interpretación a los padres docentes para enseñar lo que les «pareciere». En su carta que, sin lugar a dudas, es apologética y quiere convencer de la necesidad de estos colegios, el hermano Sebastián del Campo escribe que, durante la comida, uno de los colegiales lee la vida del santo del día a sus compañeros, uso común a todos los colegios jesuitas. Cuatro meses después de la apertura del colegio, o se trata de un embellecimiento propio de estas relaciones con vistas a equiparar San Borja con los otros colegios jesuitas, o esto supone que el colegial ingresara sabiendo ya leer muy bien, lo que parece verosímil puesto que el hermano añade que el rector escoge entre los mejores y más nobles. Como
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