Monique Alaperrine-Bouyer
1. Las dificultades del colegio de San Borja
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Si el colegio del Príncipe siguió funcionando —el de San Borja conoció tantas dificultades que no lo pudo durante algunos años— oficialmente «por unos acsidentes». La suspensión tendría lugar posiblemente entre 1630 y 1634, puesto que, según el padre Mexía de la Ossa, no se ejecutó la provisión del conde de Chinchón que necesitó ser repetida en 1631 y 34 para ser finalmente obedecida (AGI, Lima 82). Por esto, ciertos autores atribuyen erróneamente a este Virrey la fundación de San Borja, mientras que en realidad solo reinició lo que el príncipe de Esquilache había fundado. No obstante, en 1625, todavía funcionaba el colegio de San Borja, y por ello los jesuitas que lo tenían a cargo, hasta desoían la opinión de Roma. Para subsistir, criaban gallinas, vendían huevos y velas por la ciudad, lo que el general Vitelleschi juzgaba indecente. Escribía en febrero de aquel año: «pero nosotros no hemos de hazer cosa menos decente para sustentarlos ni lo emos de pretender sino solamente admitirlos quando su Magestad lo mandare y diere renta competente para la congrua sustentacion de la juventud que en ellos se ubiere de criar». (ARSI, Peru: 2, I epistolae generalis) Las cartas anuales no mencionan claramente la ruptura en el funcionamiento, antes anuncian como siempre números elevados de colegiales. En la de 1625-1626, el provincial escribe que el colegio de San Borja cuenta con 26 hijos de caciques (ARSI, Peru: 14) En otra de 1625, sin embargo declara a 30 colegiales y que: «No tiene al presente renta alguna porque la que el Principe de Esquilache le señaló se la ha quitado el marqués de Guadalcazar virrey destos reynos sobre que se ha informado a su Magestad cuya respuesta y el orden de V.P. se espera para proseguir si se le señala renta fija y si no dejarla, en el interin se sustenta de limosnas». (ARSI, Peru: 14) En la carta de 1627, solo se habla del convictorio del Cercado y, para Cuzco, de las misiones, insistiendo en las idolatrías como para contradecir la petición de los encomenderos. Esta omisión del colegio de San Borja, puede explicarse por su clausura temporal, o porque las noticias del colegio eran pésimas. Hasta 1628, Luís de Salazar intentó conservar el colegio, como aparece en una carta del general que, a pesar de sus reticencias, le agradece «la edificacion y santo zelo con que ha trabajado, procurando la conservacion y aumento de ese collegio de cassiques». Luís de Loris3 que le sucedió dio cuenta al Rey de la situación pésima del colegio que no había cobrado un céntimo de los censos en seis años y «se avia venido a seguir entre otros daños e inconvenyentes un grande empeño al 3
También Oloris.