Monte Saint Michel, Normandía
La roca, sobre la que se asentó un pequeño poblado a los lados del camino que en espiral sube a la cima en donde se ubica la abadía, está sembrada de restaurantes, museos, pequeños hoteles edificios clasificados como monumentos históricos y tiendas de suvenires que alegran el paso de los visitantes.
Un regalo a la vista y al espíritu
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ace casi 40 años visitamos el Monte Saint-Michel, un islote de granito en el centro de una inmensa bahía bañada por las mayores marcas de Europa, en la Baja Normandía; promontorio de tierra sobre el que se construyó una abadía dedicada al arcángel San Miguel, que fue uno de los centros de peregrinaje más visitados en la Europa Medieval.
La sola vista de la roca con el pequeño poblado en sus laderas y la abadía en la cima es impresionante; el mar se retira a gran velocidad una decena de kilómetros, pero regresa con la misma velocidad, a grado tal que la diferencia entre la marea baja y alta llega a alcanzar unos 16 metros. La expresión francesa que lo define es qu’elle revient à la vitesse d’un cheval au galop (vuelve a la velocidad de un caballo al galope).
Por su arquitectura y su emplazamiento se ha convertido en la atracción más visitada de Francia, después de la torre Eiffel y el Palacio de Versalles, con 35 millones de visitantes al año y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Originalmente fue un santuario de las tribus celtas en sus cultos
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