modo, Williamson logra explicar por qué organismos muy emparentados (por ejemplo, dos especies de erizos de mar) poseen larvas muy diferentes, y viceversa: por qué grupos muy diferentes poseen un mismo tipo de larva (p. 224). Así, se le ha dado la razón a Haeckel: las orugas son verdaderos onicóforos, reminiscencias de aquellos onicóforos que habrían transferido sus genomas al protolepidóptero ancestral. En algo estarían de acuerdo el viejo profesor de Jena y Margulis: la ontogenia es una valiosa fuente de información filogenética.6
Para cerrar A lo largo de Teorías de la evolución: notas desde el sur hemos estado refiriéndonos al esquema Russell/Ospovat de Ron Amundson: los estructuralistas insistiendo en la prioridad de las leyes de la forma sobre la adaptación; los adaptacionistas argumentando exactamente lo contrario. Hemos intentado encajar a todo el mundo en ese bendito esquema. No siempre lo conseguimos; es que la realidad no suele acomodarse a nuestras categorías, no al menos sin ser forzada. El evo-devo, la actual biología evolutiva del desarrollo, rescata varias de las nociones clásicas del enfoque morfológico ya presentes en la fallida síntesis alemana –como, por ejemplo, el rol de las constricciones–, pero no echa por tierra el adaptacionismo, o mejor dicho, la adaptación. El evolucionismo propone hoy una suerte de acuerdo entre ambas perspectivas; este acuerdo, en cierta forma, ya estaba insinuado en los primerísimos darwinistas. Como fuimos viendo a lo largo de este libro, el mismo campeón inglés poseía una visión amplia de la evolución, que incluía nociones que años más tarde serían dejadas de lado por la ts, de un claro perfil adaptacionista. Parafraseando a Faustino Cordon, el evolucionista español mencionado en el capítulo i, podría decirse que, en cierto sentido, la actual biología evolutiva tiende a ser tan darwinista como Darwin. Si agregamos a este cuadro la posibilidad de que ciertas características adquiridas se hereden (como no tenía dudas Darwin), la identificación de la actual biología evolutiva con el darwinismo de Darwin sería casi total.7 6 Independientemente de la validez del modelo de Williamson-Margulis, lo cierto es que los estadios ontogenéticos de los insectos holometábolos, como ciertas mariposas, parecen evolucionar independientemente, ya que ciertas mariposas casi idénticas en estado adulto poseen orugas bien distintas (Arthur, 2011, p. 53). 7 Transcribimos una observación muy acertada que nos hizo el profesor Leo González Galli sobre esto último: «Hay que separar lo que creía Darwin de los modelos que se aceptan en la actualidad […] ¡de lo contrario caemos en el vicio del psicoanálisis de citar al maestro como prueba de verdad! Lo mismo hacen quienes quieren reivindicar hoy el neo-lamarckismo […] al señalar que Darwin no descartaba
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