funcionalistas según Russell, nos dice Caponi (2003a), serían aquellos que simplemente anteponen una actitud teleológica e insisten en la prioridad de la función (siempre entendida como el funcionamiento del organismo como una unidad) por sobre la pauta morfológica. Entonces, en definitiva, seguiremos hasta dónde sea posible el esquema R/O de Amundson, reformulado como estructuralismo/adaptacionismo, teniendo en cuenta los recaudos planteados por Gustavo Caponi.
Finalidades y propósitos Por encima de sus diferencias, el estructuralismo y el adaptacionismo conciben a los organismos como entes teleológicos, es decir, explicables en términos de un fin o finalidad.55 Pero finalidad tiene un sentido muy distinto en boca de unos y otros. Los estructuralistas ponen el acento en una 55 Teleología es un término acuñado por el filósofo alemán Christian von Wolf (16791754). Llamamos teleológicas a aquellas expresiones que contienen enunciados en donde figuran términos del tipo x tiene tal función. Teleológicas son también las respuestas a la pregunta «¿Para qué x?». Las explicaciones teleológicas son frecuentes desde los tiempos de Aristóteles. La revolución científica del siglo xvii limpió de teleología a la física y a la astronomía, pero en biología las explicaciones de este tipo nunca fueron erradicadas, a pesar de los muchos intentos que se hicieron en ese sentido. En la agenda de los neopositivistas del siglo xx (entre ellos, Ernest Nagel y Carl Hempel) figuraba la traducción de los enunciados teleológicos sin pérdida de información, de manera que las expresiones del tipo «con el fin de» o «con el propósito de» desaparecieran del ámbito de la ciencia natural. Mucho se ha escrito sobre este asunto; bástenos decir que esa traducción no ha podido realizarse de una forma que convenza a todos, y hoy hay muchos biofilósofos (como Michael Ruse, Robert Cummins y Alexander Rosenberg), así como también muchos biólogos evolucionistas (como Ayala y Dobzhansky), que no ven ningún problema en preservar ese modo teleológico de hablar. En biología, teleológicos pueden ser órganos, conductas o procesos. En el primer caso, se habla de diseño: los órganos sirven, están, o parecen diseñados para un fin específico: las alas para volar, el ojo para ver, etcétera. Las conductas son entendidas como dirigidas a la consecución de un fin, de ahí que las consideremos teleológicas: con la danza nupcial, las calandrias macho procuran atraer a las calandrias hembra. Los procesos pueden también ser teleológicos de modo determinado, cuando el estado final está establecido de antemano, por ejemplo, la ontogenia o desarrollo embrionario, o indeterminado, cuando el estado final no está previamente establecido sino que es el resultado de la selección entre varios caminos posibles. En este último caso, para que el proceso pueda ser considerado teleológico, la elección del camino posible debe ser determinista, es decir, no estocástica. Esa elección siempre depende de las circunstancias ambientales particulares o históricas, de manera que el estado final nunca es predecible.
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